19 de julio de 2023
por
Adolfo Castilla
Recuerdo haber visto hace unos años en un periódico nacional, seguramente El País, una viñeta, probablemente de El Roto, en la que se veía a un anciano venerable con amplia barba y traje talar representando a Dios en el Cielo, que, mirando hacia la Tierra, decía algo así como: «¿Qué se les estará ocurriendo ahora a esos locos peligrosos?».
Hay varias contradicciones en el chiste, porque si estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y nuestra mente es parte de Su mente, el venerable anciano no debería extrañarse de lo que los hombres y mujeres cavilamos y hacemos. Y, al mismo tiempo, recuerda la interpretación de algunos autores en cuanto a que hemos sido lanzados a este universo como un experimento para ver hasta donde somos capaces de llegar.
Lo cierto es que la historia del hombre en términos de ideas y lo que estas dan de sí, es impresionante. Los avances intelectuales y las transformaciones de todo tipo a que han dado lugar son increíbles si uno revisa la historia de la Humanidad solo desde la Era Axial (800 a 200 a.C) hasta nuestros días. Son para deslumbrar al hombre mismo que revisa la historia e, incluso, al Dios atónito de la viñeta que los observa.
Hay un libro realmente notable sobre estas cuestiones que revisa esa aventura del pensamiento occidental utilizando un título en mi opinión memorable: La pasión de la mente occidental, de Richard Tarnas. Haremos referencia a él más adelante.
El periodo que hemos indicado, desde la denominada por Karl Jaspers (1883-1969) Era Axial, perdón que lo repita, es probablemente el de aparición del homo sapiens y lo conseguido, solo referido a Europa, nos asombra, por un lado, y nos apasiona, por otro1.
Los avances e innovaciones del humano en pensamiento, ciencia y tecnología han sido deslumbrantes, y a veces preocupantes, pero si hay algún momento de asombro y quizás de alta tribulación, es el actual. Las nuevas tecnologías, especialmente las digitales y las biológicas, que estamos desarrollando exponencialmente, y su aplicación, están entrando en lo esencial del hombre y la mujer: su cuerpo y su mente.
El humanismo como lo que nos caracteriza a los humanos no es algo cerrado y fijo en el tiempo
Amenazan transformar lo que somos, producto de la evolución por un lado y de nuestra voluntad y esfuerzo por otro, lo último en relación con el pensamiento y la mente especialmente. Utilizo el verbo amenazar sin estar seguro de que esa sea la forma correcta de referirnos a este fenómeno, ya que no deberíamos asustarnos y de hecho hay autores que han abogado por una “evolución consciente”2. Es decir, el hombre con sus capacidades científicas y tecnológicas actuales, puede contribuir a su propia evolución física y mental. Lo que hay detrás del Transhumanismo y el Posthumanismo es exactamente eso, y recojo a continuación una de las primeras grandes declaraciones de los pioneros de estos movimientos:“Transhumanismo es una clase de filosofía que busca guiarnos hacia una condición posthumana. El transhumanismo comparte muchos elementos con el humanismo, incluyendo el respeto por la racionalidad y la ciencia, el compromiso con el progreso y la valoración humana de la existencia del hombre. El transhumanismo se diferencia del humanismo en el reconocimiento y anticipación de alteraciones radicales en la naturaleza del hombre y en las posibilidades abiertas a nuestras vidas por diversas tecnologías y conocimientos científicos avanzados”.
Lo primero que está siendo puesto en cuestión hoy es el “Humanismo”, quintaesencia o cualidad más pura de lo humano, sobre lo que se está escribiendo y hablando desde todos los rincones de nuestras sociedades. Uno casi no puede mantenerse al día de lo que se dice en libros, artículos, papers de investigación, conferencias, congresos y debates de todo tipo.
Damos algunas referencias al final y queremos mencionar que uno de los autores más seguidos por mi parte en este terreno, es mi amigo y en gran manera maestro, Leandro Sequeiros San Román, un jesuita que ya en febrero de 2020 en la revista en la digital Fronteras CTR (Fronteras Ciencia, Tecnología, Religión), de la Universidad Pontificia Comillas, publicó un gran artículo titulado “Humanismo para el siglo XXI”3. Se basaba en una conferencia previa del sociólogo vasco Javier Elzo y fue escrito en realidad a cuatro manos. Se encuentran en él muchos de los aspectos a considerar hoy sobre este tema, entre ellos, la definición de humanismo.
Puesto que el término es polifacético, más que una definición única se refieren los autores a los diferentes tipos de humanismo que han existido desde el Renacimiento y más que seguir exactamente lo que ellos indican, podríamos hablar de que la primera palabra utilizada en el Renacimiento fue Humanitatis. Se referían con ella a los estudiosos de la filología, la literatura, la poesía, la historia, la filosofía y la religión.
El término Humanismo (Humanismus, en realidad) se utilizó para designar una filosofía o concepción de las cosas cuya introducción, al igual que el término Renacimiento, fue muy posterior en esa primera época de la que hablamos. Se suele mencionar al teólogo alemán Friedrich Immanuel Niethammer (1776-1848) como su introductor en 1808.
En cuanto a tipos diferentes de Humanismo, es frecuente hablar de: Humanismo renacentista, Humanismo secular, Humanismo cristiano y Humanismo del siglo XX. La lista puede ser más larga, demostrando este hecho que el humanismo como lo que nos caracteriza a los humanos no es algo cerrado y fijo en el tiempo, sino algo que cambia y evoluciona.
Es todo aquello que valoramos y de lo que nos sentimos orgullosos y puede relacionarse, por tanto, con los valores humanos y concretarse formalmente en los derechos humanos.
Los valores humanos son muchísimos y no todos son compartidos por todos los humanos. En los últimos tiempos, por otra parte, hemos visto una evolución acelerada de los valores, o temas a los que damos importancia y deseamos respetar. El ecologismo, por ejemplo, es un valor reciente y hay otros como la igualdad de derechos de hombres y mujeres, los movimientos trans o, más ampliamente, el LGTBIQ+, casos todos que demuestran la evolución del humanismo.
No nos podemos extrañar, por eso, de que en la actualidad se esté hablando insistentemente del “Humanismo digital”. En relación con esto último, dos conferencias recientes en Madrid, una organizada por Fundación Telefónica y otra por Fundación Ramón Areces, han tratado a fondo el tema. En la primera intervino Monique Morrow (nacida en 1951), antigua CEO de Cisco, presidenta y cofundadora de Humanized Internet, “una organización sin fines de lucro centrada en proporcionar identidad digital a las personas más desatendidas y, lo que es más importante, la necesidad de controlar la propia identidad”.
En la otra, titulada, “El Humanismo Digital”, intervinieron el profesor español de la Western University, Ontario, Canadá, Juan Luis Suárez, y la australiana Angela Ndalianis, de la Swinburne University of Technology. El primero, explicó con detalle los impactos negativos, especialmente entre los jóvenes, de las plataformas y las redes sociales en general, de los tiktoks, los juegos en ordenador, los metaversos y otros populares productos, los cuales llevan a un olvido del yo personal, de la identidad, de la introspección y de la vida intelectual y espiritual en general.
Los valores humanos son muchísimos y no todos son compartidos por todos los humanos
Más en la dirección de lo que se puede hacer es la propuesta de dos grandes intelectuales y pensadores sobre la nueva etapa de la Humanidad y las tecnologías “que nos llevan”, que además son grandes amigos del que esto escribe. Se trata de Rafael Martínez Cortiñas y Alejandro Sacristán, iniciadores de lo que ellos llaman “Humanismo Biodigital” y de un movimiento para diseñarlo, al cual amablemente me han invitado.
Al final, y en cuanto al Humanismo, nos ha parecido que hay por lo menos tres posiciones destacadas en nuestros días: 1) La defensa a ultranza del Humanismo tradicional, con tintes a veces de ideología y de intransigencia. 2) La creencia en una evolución del Humanismo, ligada en la actualidad a las nuevas tecnologías y a valores como el respeto a la naturaleza y a los animales, pero arrancando y manteniendo lo más destacado del humanismo actual. 3) La apuesta sin reservas por un hombre posthumano, o nueva especie, que necesitará un Humanismo radicalmente diferente al tradicional.
Personalmente no estamos defendiendo ninguna de esas tres opciones, pero, sí estamos de acuerdo con la cita de Hegel que Richard Tarnas recoge en su libro: “Una civilización no puede tomar conciencia de sí misma hasta que ha madurado lo suficiente como para aproximarse a su muerte”. Tras la cual, Tarnas nos habla del “fin del hombre moderno”.
1Jaspers, K. (1995): Origen y meta de la historia, Ediciones Altaya.
2Barbara Max Hubbard (1929-2019), futurista americana a la que tuve ocasión de conocer en las reuniones anuales de la World Future Society, fue de las primeras y que más escribió sobre lo que en ingles se denomina, Conscious Evolution. Una de sus publicaciones lleva el título de, Conscious Evolution: Awakening the Power of Our Social Potential.
3Ver: https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/?p=4898
Tibayrenc, M. y Ayala, F. J. (2021): Lo que nos hace humanos. SalTerrae, Universidad Comillas, Madrid.
Tarnas, R. (2008): La pasión de la mente occidental. Atalanta, Girona.
Macip, S. (2022): ¿Qué nos hace humanos?. Ediciones Arcadia, Madrid.
Doctor Ingeniero del ICAL y catedrático de Economía aplicada. MBA por Wharton School y Máster en Ingeniería de sistemas e Investigación Operativa por Moore school. Es presidente de AESPLAN y del capítulo Español de la World Future Society.
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