Sin exclusión

En el siglo XXI, la tecnología se ha convertido en un pilar fundamental de la sociedad, que impacta en la manera en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. El poder transformador del progreso tecnológico y científico que podemos desarrollar los humanos trasciende las fronteras convencionales y ofrece una capacidad excepcional para mejorar la calidad de vida de las personas. Sin embargo, la velocidad a la que se generan e implementan las novedades, la consecución de los cambios y la intensidad del impacto representan un riesgo innegable de abrir brechas y de imposibilitar la integración del conjunto de la ciudadanía sin exclusiones en la sociedad digital.

Y si no somos capaces de eludir ese riesgo y de construir sociedades justas, prósperas y sostenibles, ¿tiene sentido este esfuerzo colectivo? Tecnología y bienestar social están íntimamente unidos desde la perspectiva de quienes analizan en este número el momento que vivimos. No en vano, el objetivo prioritario de nuestro editor, Fundación Telefónica, y de quienes trabajamos en esta obra colectiva que es TELOS, no es otro que acercar la tecnología a todas las personas, derribando barreras y haciendo que sus beneficios lleguen a cada rincón del mundo.

En la era digital, el despliegue de infraestructuras, el acceso digital inclusivo, el fomento de las habilidades digitales y el uso responsable de la tecnología se erigen como pilares fundamentales para la consecución de una sociedad de la información y del conocimiento, de oportunidades y de derechos, de bienestar sin exclusiones.

El despliegue de infraestructuras de telecomunicaciones y el desarrollo constante de tecnologías son esenciales para garantizar el acceso de todas las personas a una nueva realidad. Esta conectividad no solo impulsa el acceso a la información, sino que también facilita la participación activa en la economía y la sociedad global. Una infraestructura robusta y accesible es la base sobre la que se construyen oportunidades equitativas.

Sin embargo, el acceso digital inclusivo va más allá de la mera conectividad.

Es necesario eliminar barreras que limitan el uso efectivo de los servicios digitales. Este segundo pilar implica la creación de programas educativos y formativos que mejoren las habilidades digitales de las comunidades, garantizando que tengan la capacidad de aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece la tecnología.

La adquisición de habilidades digitales empodera a las personas y a las comunidades, permitiéndoles participar plenamente en la sociedad digital actual y futura.

Un uso responsable de la tecnología, la ciberseguridad y la promoción de prácticas éticas garantizan que la tecnología sea un instrumento para el bien, evitando riesgos y contribuyendo a un entorno digital seguro y confiable. Todo proceso vertiginoso como el que experimentamos en el arranque de esta nueva era despierta temores; también plantea desafíos. Un futuro en el que la tecnología sea una fuerza impulsora del bienestar sin exclusiones no es una utopía, es un objetivo alcanzable si nos lo proponemos.

En este número de TELOS encontrarán repetidas advertencias. Y muchas más señales para un futuro mejor basadas en las experiencias de quienes trabajan hoy para no dejar a nadie atrás en el viaje.