9 de abril de 2024

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Sobre cera y papiro: la escritura cotidiana en la antigua Roma

por Adela Duclos

La escritura fue una herramienta esencial para el desarrollo político, económico, religioso y social de la antigua Roma. En los museos se nos muestran las grandes inscripciones en piedra y bronce que decoraban plazas y templos, pero ¿cómo se comunicaba realmente el pueblo romano en su día a día?

 

Claudia Severa, esposa de militar, vivía en uno de los fuertes que protegían la frontera norte de Britannia (Gran Bretaña). Desde allí, envió una carta a su querida amiga Sulpicia Lepidina, quien también vivía en uno de estos puestos militares al lado del Muro de Adriano con su marido Flavio Cereal, otro oficial del ejército. La comisiva era una invitación a una fiesta de cumpleaños. Severa, antes de firmar, se despide a Lepidina con un cariñoso Sperabo te soror, “te espero, hermana”1. Esta carta de contenido tan cotidiano fue enviada entre los años 97 y 105 d.C., y es solo un documento de los muchos de distinta índole (cuentas, contratos, inventarios de armas, ejercicios de escritura) que se encontraron en el sitio romano de Vindolanda (Bowman, Thomas y Adams, 1994).

Las cartas de Vindolanda son una parte de los pocos testimonios de escritura cotidiana romana que han llegado a nuestros días, ya que, desgraciadamente, la mayoría están realizados sobre soportes perecederos que difícilmente se han conservado, salvo excepciones como las de la frontera norte de Britannia, por las condiciones climáticas del lugar, o las de ciudades como Pompeya, como consecuencia de la erupción del Vesubio en el 79 d.C. Esto también ha dado lugar a que, durante mucho tiempo, hablar sobre escritura romana se haya centrado en las grandes inscripciones en piedra o bronce, más conocidas, estudiadas y visibles: monumentos honoríficos a emperadores, estelas funerarias que lloran la pérdida de un ser querido, pequeños altares donde se implora a los dioses o leyes municipales expuestas en las plazas públicas. Pero en los últimos años, los estudios sobre la escritura cotidiana en época romana han tomado gran impulso2, abriendo una nueva ventana al pasado para conocer la manera en la que un romano de a pie se comunicaba con su vecino, vendedor de confianza o con un ser querido que se encontraba lejos.

¿Cómo escribían los romanos?

Los romanos utilizaban dos técnicas para escribir en su día a día: arañando una superficie con instrumentos punzantes, o escribiendo con tinta o pintura. Las superficies propiamente destinadas a la escritura eran las tablillas de cera para escribir por incisión; y los papiros, pergaminos o tablillas de madera para hacerlo con tinta3.

Los testimonios sobre escritura cotidiana romana con los que contamos son escasos por el uso de soportes perecederos

Las tablillas de cera (tabulae ceratae) eran rectangulares y tenían un hueco tallado con poca profundidad, el cual se rellenaba de una capa de cera de abeja sobre la que se escribía. El tamaño de estas variaba, aunque lo ideal era que cupiera en una mano. Acogían variedad de textos, pero sobre todo documentos de importancia como contratos, testamentos y cuentas. Este es el caso de las 154 tablillas halladas en la casa del banquero Lucius Caecilius Iucundus en Pompeya, en las que se documentaban las cuentas de las ventas que realizaba de bienes de sus clientes, negocio del que se llevaba una comisión de entre el 1 y 4 % (Andreau, 1974); o de las más de 400 encontradas bajo la sede de la compañía Bloomberg en Londres, con documentos legales y de contabilidad datados entre los años 50 y 80 d.C. (Tomlin, 2016). Gracias a estos hallazgos y a las representaciones en esculturas y pinturas, sabemos que estas tablillas podían unirse formando dípticos o prácticamente pequeños libros4. Para poder escribir sobre estas se utilizaba un stilus, una especie de varilla de unos 10-12 cm de metal o hueso. Esta tenía una punta afilada con la que se arañaba la superficie, y otra con una forma que permitiera borrar sobre la cera (espátula aplanada, esférica…).

Respecto a los soportes para escribir con tinta5, el más conocido seguramente sea el papiro. Este se realizaba a partir del tallo de la planta Cyperus papyrus, cultivada en Egipto. Era un material caro, cuyo precio aumentaba al tener que ser importado desde su lugar de origen a otros puntos del Imperio romano. Esto da lugar a que aquellos que no podían costeárselo utilizaran cualquier superficie que tuvieran a mano para sus notas o cuentas, desde cerámicas a las propias paredes6. Uno de los testimonios más interesantes sobre papiro son los documentos de una mujer judía llamada Babatha, hallados en la llamada “Cave of Letters”, junto al Mar Muerto, y que pueden fecharse a finales del siglo I y primera mitad del II d.C. Babatha guardó 35 rollos de papiro de contenido diverso: la escritura de propiedad de un palmeral, su contrato matrimonial con Yehudah (su segundo esposo), la solicitud de tutela para el hijo que tuvo con dicho esposo cuando quedó huérfano, o una citación para comparecer ante el gobernador de Arabia (Lewis, 1989).

La elección del material de escritura no solo dependía del propósito por el que se escribía, sino que también estaba condicionada por cuestiones como la disponibilidad de ciertos materiales y, evidentemente, por el coste de estos. En el caso de las provincias que se encontraban más al noreste del imperio, como Britannia, dada su lejanía con los puntos de producción de ciertos materiales, como el papiro, y sus húmedas condiciones climáticas que dificultan la conservación de este tipo de material, era más habitual el uso de tablillas de madera, además de las de cera, para la escritura cotidiana. Estas estaban hechas con finas virutas de madera y se usaban para textos de diversa índole, habiendo encontrado testimonios como los del fuerte militar de Vindolanda al que nos referíamos antes (Willi, 2021).

Escritura por todas partes

La realidad es que podemos encontrar textos romanos en cualquier tipo de superficie, no solo en los papiros o tablillas de cera destinados propiamente para escribir. Era una práctica habitual, por ejemplo, inscribir tu nombre en los recipientes cerámicos para marcar su propiedad y evitar que fueran usados por otros o robados. Incluso muchos de estos se acompañan de amenazas a los ladrones: Paulini sum. Fur, cave malum (Soy de Paulinus. Ladrón, ¡ten cuidado!) podemos leer en un fragmento de cerámica hallado en Termens (Lérida) (Abascal, 2018). Otro tipo de recipiente sobre el que podemos encontrar textos son aquellos destinados al almacenaje, y es que la escritura es vital para el desarrollo del comercio, por ello encontramos numerosos fragmentos de ánforas con marcas pintadas que indican el origen del producto, la capacidad del propio recipiente o el destinatario de dicha mercancía.

Cualquier objeto era susceptible de recibir escritura: recipientes de cerámica, elementos cotidianos como pesas de telar, e incluso las paredes de las casas

Cualquier objeto realmente era susceptible de recibir escritura, en el Museo de Zaragoza se conserva una pesa de pelar en la que se hizo una dedicatoria a una muchacha: “Que teja muchas telas y te encuentre un buen marido. ¡Aficiónate a las pesas de telar!: hacemos cosas propicias y felices” (Beltrán y Beltrán, 2012). Sobre pequeñas tablillas de plomo se escribían maldiciones y malos deseos para los enemigos, en las cuales se imploraba a los dioses que intervinieran. En la ciudad romana de Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz) alguien le pedía a la diosa Isis que “le quitara la vida, a la vista de todos (o a su heredero)” a la persona que le había robado un conjunto de ropa de cama (Sillières, 1997).

Igual que ocurre hoy en día, en época romana ya se hacían dedicatorias de amor o protestas políticas sobre los muros de los edificios públicos y las casas, siendo una analogía de nuestros grafitis actuales. De hecho, la frecuencia de este tipo de textos sería mayor en época romana que actualmente, hasta el punto que un grafitero pompeyano escribió sobre el muro de un edificio: “Te admiro pared de que no te derrumbes sosteniendo las tonterías de los que escriben”. Estos iban desde poemas de amor: “¡Quién ama que le vaya bien! ¡Qué muera el que no conoce el amor! Qué muera dos veces el que prohíbe el amor”; hasta mensajes jocosos como: “Me he hecho pis en la cama. Lo confieso, he cometido un pecado, pero si me preguntas, hospedero, la razón te la diré: no tenía orinal” (Hunink, 2013)7.

Decía Plinio El Viejo, describiendo el lugar sagrado de la fuente de Clitumno en una carta a su amigo Voconio Romano: “Leerás muchas inscripciones escritas en honor a aquel dios, de aquella fuente, por muchas personas en todas las columnas, en todas las paredes. Muchas te causarán admiración, algunas te harán reír” (Plin. Ep. 8. 8). El historiador romano se refiere a un monumento concreto pero, como hemos visto, debemos trasladar esta realidad a gran escala, a cualquier ciudad romana en la que encontraríamos escritura, literalmente, por todas partes.

Notas

 1Para más información y acceso a los textos hallados en Vindolanda: https://romaninscriptionsofbritain.org/tabvindol. La invitación de cumpleaños de Severa a Lepidina corresponde al nº 291.

 2Desde la Universidad de Zaragoza se desarrolla el proyecto “Escritura Cotidiana. Alfabetización, Contacto Cultural y Transformación Social en Hispania Citerior entre la Conquista Romana y el Final de la Antigüedad” del Ministerio de Innovación y Ciencia del Gobierno de España, centrado en el estudio de estas cuestiones: F. Beltrán (2021) o B. Díaz (2022). Disponible en: https://iphunizar.com/proyectos-de-sus-integrantes/escritura-cotidiana-alfabetizacion-contacto-cultural-y-transformacion-social-en-hispania-citerior-entre-la-conquista-romana-y-el-final-de-la-antiguedad/

 3The LatinNow Project editó un manual detallado sobre los instrumentos de escritura en época romana, bajo autoría de Anna Willi, que se encuentra online en abierto: Manual of Roman everyday writing. Volume 2: Writing Equipment (2021). Disponible en: https://latinnowepubs.github.io/WritingEquipmentVol2/mobile/index.html

 4En Pompeya encontramos representados estos materiales de escritura en el retrato conocido como “de Paquio Proculo y su mujer”, o en el de la mujer en ocasiones identificada como la escritora griega Safo de Mitilene, en ambos aparecen estas tablillas de cera unidas como si fueran un libro.

 5Los romanos solían escribir con tinta negra, fabricaba con hollín y elementos de origen natural como la goma arábiga; o con tinta roja, extraída de plantas o minerales como el cinabrio. Se almacenaba en seco en bloques o barras prensadas, mezclándola con agua en tinteros para su uso.

 6En un fragmento de pared pintada de época romana (datado s. II d.C.), hallado en la excavación del Cerro del Molinete (Cartagena), se encontró una cuenta inscrita. Entre los pagos realizados, por ejemplo, uno fue a un barbero (tonsori) a quien se le abonó dos denarios por el servicio (Noguera y Madrid, 2009: p. 266, n. 11).

 7The Ancient Graffiti Project ofrece una base de datos online en abierto de grafitis hallados en las ciudades romanas de Pompeya y Herculano: http://ancientgraffiti.org/Graffiti/

Bibliografía

Abascal, J. “Pone, fur. Aproximación a un catálogo de los testimonios hispánicos” en Anuari de Filologia. Antiqva et Mediaevalia (2018, 8, 7-21).

Andreau, J. (1974): Les affaires de Monsieur Jucundus. Roma, École Française de Rome.

Beltrán, F. y Beltrán, M. “Ama lateres! Sobre una pesa de telar cesaraugustana relativa al lanificum” en Sylloge Epigraphica Barcinonensis (2012, 10, 127-148).

Beltrán, F. (2021). “Más allá de epígrafes y monedas. Reflexiones sobre la cultura escrita de la Hispania Citerior”. En: VV.AA. Arqueología y numismática: estudios en homenaje a la profesora Francisca Chaves Tristán. Sevilla: Universidad de Sevilla, 2021.

Bowman, A.K., Thomas, J.D. y Adams, J.N. (1994): The Vindolanda Writing-Tablets II (Tabulae Vindolanenses II). Londres, British Museum.

Díaz, B. “Culture écrite, latinisation et épigraphie dans l’Hispanie Citérieure républicaine”. En: Coltelloni-Trannoy, M. y Moncunill, N. La culture de l’ecrit en Mediterranee occidentale a travers les pratiques epigraphiques (Gaule, Iberie, Afrique du Nord). Louvain: Peeters Publishers, 2022.

Hunink, V. (2013): Felice é questo luogo! 1000 graffiti pompeiani. Roma, Apeiron.

Lewis, N. (1989): The documents from the Bar Kokhba period in the Cave of Letters: Greek papyri (N. Lewis), Aramean and Nabatean signatures and subscriptions (Y. Yadin y J.C. Greenfield). Jerusalén, Israel Exploration Society.

Noguera, J.M. y Madrid, M.J. (Eds.) (2009): Arx Hasdrubalis. La ciudad reencontrada. Arqueología en el cerro del Molinete. Murcia, Tres Fronteras.

Sillières, P. (1997): Baelo Claudia, una ciudad romana de la Bética. Madrid, Casa de Velázquez.

Tomin, R.S.O. (2016): Roman London’s First Voices: Writing Tablets from the Bloomberg Excavations, 2010-14. Londres, Museum of London Archaeology.

Willi, A. (2021): Manual of Roman Everyday Writing. Volume 2. Writing Equipment. Nottingham, LatinNow ePubs.

Autor

Historiadora especializada en Epigrafía romana. Graduada en Historia y Periodismo, y con Máster de Arqueología y en Estudios Históricos Avanzados. Desarrolla su doctorado en la Universidad de Zaragoza con un contrato del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

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