28 de noviembre de 2023

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La IA y los próximos sistemas mentales humanos

por Gerardo Iván Tudurí
Ilustrador David Sánchez

Homo sapiens, como modelo mental, evolutivamente, ha quedado obsoleto. Los próximos humanos necesitarán un funcionamiento biodigital. La inteligencia artificial (IA) es la primera tecnología que modifica el espacio mental y será clave en el diseño del modelo de los futuros humanos.

 

Homo sapiens, fue —es todavía— la marca intelectual evolutiva que hemos lucido por siglos. Una moda del pensamiento que compone su pasarela evolutiva con un conjunto de conceptos científico culturales —y sus accesorios mentales—, determinando nuestra autopercepción evolutiva: somos y nos sentimos Homo sapiens, somos los seres vivos más inteligentes de la creación.

Visto así, Homo sapiens resulta un monopolio científico cultural —llamémosle humanista— elaborado, divulgado e introducido a millones de personas por los sistemas educativos del mundo, por imperativo categórico y durante siglos.

La ficción humanista nos enseñó el gesto de la bruja del cuento de Blancanieves:

-¡Espejito evolutivo!… ¿quién es el más inteligente de toda la creación?
Y, durante los siglos que dura el humanismo, creímos escuchar una única respuesta:
-Está claro, Homo sapiens, ¡el más inteligente eres tú!

En este gesto de autoexaltación podría resumirse la historia del humanismo.

Homo Sapiens, ¡el más inteligente eres tú! En este gesto de autoexaltación podría resumirse la historia del humanismo

Pero, ¿quién contestaba a esa pregunta? ¿la Vida, la Materia Viviente, el Universo? O ¿era una psicofonía científico cultural del propio Homo sapiens que evitaba la verdadera respuesta, movido por su típica ansiedad evolutiva?

Sesenta y siete años después de ¡aquel verano en Dartmouth!, donde un grupo de diez científicos acudieron a unas semanas de trabajo y reflexión, dando lugar al evento que acabaría convertido en el nacimiento oficial de la inteligencia artificial, algo nos confunde:

– ¡Espejito evolutivo! … ¿quién es el más inteligente de toda la creación?
– Depende, Homo sapiens, ¿a qué aspecto de la inteligencia te refieres? ¡Sé más preciso, por favor!

Tanto el espejito de la evolución como una IA podrían estar respondiendo a la pregunta.

Tenemos un problema

El humanismo, como todos los ismos, configura un contenido, una visión, que determina la autopercepción del humano. Una narrativa que, según su fuerza de instalación mental, moldea el comportamiento. La visión de vegetarianismo, es el inicio para que alguien se convierta en vegetariano. La del budismo, abre la posibilidad de un comportamiento budista.

Nuestro modelo mental se ha estado configurando culturalmente.

Para comprender esto podemos valernos de las tres fases con las que Max Tegmark se refiere a la evolución de la Vida:

  • Vida 1.0 (fase biológica): su hardware y software son fruto de la evolución.
  • Vida 2.0 (fase cultural): su hardware es fruto de la evolución; diseña parte de su software.
  • Vida 3.0 (fase tecnológica): diseña tanto su hardware como su software”.

Bajo este esquema podemos pensar que el humanismo nos configura el modelo mental culturalmente, dentro de la fase de Vida 2.0.

El problema a resolver que se nos presenta, es que la IA opera cada vez con mayor impacto en nuestra “autopercepción cotidiana y evolutiva” y la modifica, sin valerse de contenido cultural mental alguno. Le bastan datos y algoritmos, estadística y cálculos para hacerlo.

El impacto de la IA

Compongamos el escenario:

Un discreto verano de 1956.

Un lugar. Hanover. Universidad Dartmouth College.

Un rutinario encuentro de trabajo entre 10 científicos de los más relevantes del mundo.

Un proyecto: “Propuesta para el proyecto de investigación de verano de Dartmouth sobre Inteligencia artificial” .

Un punto de partida: “La conjetura de que todos los aspectos del aprendizaje o cualquier otra característica de la inteligencia puede, en principio, describirse con tanta precisión que puede fabricarse una máquina para simularlo”.

 

La IA y los próximos sistemas mentales humanos por Gerardo Iván Tudurí.

 

La IA, entonces, nace del esfuerzo de humanos por externalizar sus procesos mentales de aprendizaje e inteligencia en máquinas computadoras para que puedan simularlo.

¿Qué ha sucedido después? Que, si el humano ha volcado en una máquina una secuencia de sus procesos mentales, esta los aprende y, al cabo de un tiempo, los ejecuta mejor. Cuando el humano vuelve a relacionarse con la máquina, indefectiblemente, siente en su mente el impacto de un proceso externalizado que funciona mejor afuera que en su propia cabeza. Su mente se asombrará de esto y tendrá que saber gestionar esa externalización. Habrá replicado un proceso de su mente que ahora lo experimenta más rápido, más eficaz, mejor.

Este es el punto de disrupción evolutivo entre mente y máquina en el que estamos.

Llevamos 67 años desde aquel inicio y cada vez externalizamos más procesos mentales y a la vez, estamos digitalizando cualquier tipo de proceso natural bajo la misma lógica. Tenemos a un humano con un modelo mental Homo sapiens inmerso en máquinas que han aprendido a hacer muchas cosas mentales mejor que él. ¿Acaso no era el objetivo? Sin do en pánico por el mismo hecho: externalizar procesos y ver que las máquinas lo hacen mejor. ¡Cuántos más procesos de los que le daban supremacía mental ceda a las máquinas, más supremacía mental sentirá que pierde! Su miedo evolutivo a la desaparición no es real; solo está dándose cuenta de que su ficción humanista de supremacía inteligente, si él mismo sigue externalizando procesos y las máquinas mejorando su rendimiento, acabará con su supremacía. Y, por lo que vemos, es la dirección actual del desarrollo tecnológico de la IA.

Es para esto para lo que debería prepararse y no para fantasiosas historias de robots que acaban con la vida humana en el planeta.

Podemos cambiar el modelo mental Homo sapiens por uno que integre naturalmente los procesos externalizados a las máquinas, que no pararán de aumentar. Pero tiene que entenderse en clave evolutiva y eso no se le da bien al humanismo que suele mirarse más el ombligo y enredarse en su historia inmediata.

Una anécdota de ello. La misma Conferencia de Dartmouth constituyó un hecho trascendente para la evolución por ser el origen de la IA. Pero algunos sus participantes, durante aquel verano, quizá tampoco tenían mucha perspectiva evolutiva. Marvin Minsky, uno de los padres de la IA y participantes de la conferencia, reconocerá por un lado que algunos de ellos llegaron allí “con grandes ideas de cómo hacer cosas con las máquinas, pero los únicos… que realmente presentaron un programa real que fuera capaz de realizar algo similar a lo que constituye un proceso humano superior fueron Newell y Simon (otros dos participantes); mientras los demás hablábamos, ellos habían alcanzado ya muchas cosas”.

Y, por su parte, Newell y Simon, comentarían que, efectivamente, “la conferencia se dispersó en todas direcciones. Ellos no querían recibir nada de nosotros y nosotros, por supuesto, nada de ellos, pues teníamos algo que enseñarles”.

Sesenta y siete años después, estamos frente a un momento de trascendencia evolutiva, pero volvemos a ignorarlo centrándonos en un imaginario de pánico. Debemos tomar perspectiva de siglo y generar herramientas que ofrezcan soluciones desde un posicionamiento evolutivo.

Llevo casi una década de investigación focalizado en entrenar a personas y organizaciones en esta perspectiva evolutiva, desarrollando sesiones de trabajo donde aplico técnicas de biodigitalización adaptativo evolutivas para que el modelo mental de la persona se autoperciba desde la perspectiva de la máquina. Con el ADSM (Análisis Digital de Sistema Mentales) me sigo acercando al objetivo de transformar el sistema mental obsoleto (biocultural de la Vida 1.0) en uno preparado para el futuro (biodigital de la Vida 3.0). Trabajo con dos únicas herramientas analíticas:

a. Una matriz de datos (MDS-YO o Matriz Digital Simplicada del YO) que permite convertir cualquier experiencia humana en un episodio computado ordenadamente mediante el registro de 6 tipos de datos.
+
b. Una fórmula algorítmica que permite a la persona descifrar su AP (Algoritmo Personal) que utilizará para reconfigurar su autopercepción y comportamiento general y utilizarlo en la vida cotidiana.

El humano biodigital no tendrá temor alguno de comportarse con la eficacia de una máquina y con la sensibilidad de un humano

Mi objetivo actual es que mi tarea de analista la realice una IA para que millones de personas puedan biodigitalizarse en pocos minutos y descifrar y utilizar su AP en su vida diaria. Cada vez se hace más insistente la pregunta sobre qué debemos aprender para vivir el futuro. Y la respuesta la encontramos en estas tres competencias:

a. Computar (los datos estratégicos de la propia interioridad en una matriz como la MDS-YO),
b. Analizar (la dinámica de estos datos),
c. Descifrar y escribir y aplicar el AP (Algoritmo Personal) en la vida cotidiana como una poderosa herramienta de optimización de su autopercepción y su comportamiento general.

Los próximos sistemas mentales humanos tendrán que relacionarse eficazmente con las competencias que van adquiriendo las máquinas. Nos toca reaprender competencias que creíamos dominar cuando la aventura de la IA comenzó. Pero debemos hacerlo con perspectiva evolutiva. Se trata de competencias antropotécnicas, aquellas cuyo entrenamiento modifica la configuración misma del sistema mental para transformarlo en el modelo biodigital de los próximos humanos.

El humano biodigital no tendrá temor alguno de comportarse con la eficacia de una máquina y con la sensibilidad de un humano. La integración de ambas surgirá de un sistema mental aumentado en su potencia y su plenitud para vivir la vida.

 

Nota: Las ideas aquí expuestas forman parte del libro publicado en junio del 2023 HOMO VITAE: Manifiesto para un Humanismo biodigital. Una solución al pánico que ha despertado la IA.

Bibliografía

Delclaux Oraa, I., Seoane Rey, J. (1982): Psicología cognitiva y procesamiento de la información.
Madrid, Ediciones Pirámide.

Ikonicoff, R. (1999): La conciencia y la máquina. Barcelona, Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores.

Tegmark, M. (2018): Vida 3.O. ¿Qué significa ser humano en la era de la inteligencia artificial?
Madrid, Taurus.

Tudurí, G. (2023): Homo VITAE. Manifiesto para un humanismo biodigital. Una solución ante
el pánico que ha despertado la IA. Amazon.

Artículo publicado en la revista Telos 123


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Autor

Investigador, escritor y artista visual. Fundador del ADSM (Análisis Digital de Sistemas Mentales). Estudió Medicina en Montevideo y cine en España, especializándose en la creación de ficción colectiva. Trabaja como analista diseñando respuestas del sistema mental al impacto de la inteligencia artificial.

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