4 de noviembre de 2019

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«La lengua española ha aceptado siempre muy bien el mestizaje, también con la tecnología»

por Juan M. Zafra

Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, Córdoba, 1949) se ha marcado como objetivo como director de la Real Academia Española que la institución «lidere la transformación o el afianzamiento del español, con 570 millones de hablantes, como una lengua de ciencia y tecnología». El director de la RAE añade como retos conseguir una mayor presencia del español en un entorno tecnológico dominado por el inglés y «evitar que la utilización de la lengua española por las máquinas produzca una fragmentación de nuestra lengua».

 

La Real Academia de la Lengua (RAE) tiene quince millones de euros para los años 2020, 2021 y 2022 que podrá dedicar a “reforzar su liderazgo internacional y científico”. No el de la institución, sus trabajadores y académicos vitalicios, sino el del patrimonio de todos: el español. El objetivo, según explicó el Gobierno en funciones el último fin de semana de agosto, es que la institución que dirige Santiago Muñoz Machado «lidere la transformación o el afianzamiento del español, con 570 millones de hablantes, como una lengua de ciencia y tecnología». El ministro de Ciencia, Innovación y Universidades en funciones, el astronauta Pedro Duque, dijo que con esa inyección de dinero «haremos investigaciones en el ámbito del procesamiento del lenguaje natural y en el efecto del uso del lenguaje por parte de los sistemas inteligentes”.

La RAE “se enfrenta a un gran reto histórico: la emergencia de tecnologías del lenguaje basadas en Inteligencia Artificial (IA). Las máquinas inteligentes son capaces de aprender cómo hablamos y también podrán ser fuentes de interferencia e intervención en la evolución natural de la lengua. Además, la lengua de la IA tiende a diversificarse, por lo que es esencial tomar medidas con rapidez. Por estas razones, las Academias ya están trabajando por la unificación y normativización de la lengua de la IA”, según reconoce la institución en su página web.

Fundéu, la Fundación del Español Urgente que promueven la agencia Efe y BBVA y trabaja asesorada por la Real Academia Española, recuerda que “no hay razón para escribir inteligencia artificial con iniciales mayúsculas, puesto que se trata del desarrollo de una sigla que tiene como núcleo un sustantivo común”. La subvención directa concedida a la RAE ayudará a conseguir, a buen seguro, que el español lidere la comunicación en la era digital. Contribuirá, con ello a garantizar que la inteligencia humana, con mayúsculas, mantenga por muchos años el control sobre la inteligencia artificial, minúscula aún, en un futuro en el que las capacidades y los valores humanos han de permanecer en el centro del progreso tecnológico y científico.

Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, Córdoba, 1949), fue elegido director de la Real Academia Española el 20 de diciembre de 2018 en segunda votación tras una dura pugna con el también académico de la RAE José Antonio Pascual Rodríguez, lingüista y catedrático de Lengua española de la Universidad Carlos III, y con el titular del sillón V de la academia, Juan Luis Cebrián, periodista, escritor y presidente de honor del diario El País.

Muñoz Machado es jurista, si bien ocupa el sillón r desde que fue elegido académico de número el 13 de diciembre de 2012. No ingresó hasta el 26 de mayo de 2013 y lo hizo con el discurso titulado Los itinerarios de la libertad de palabra. “Los juristas de Estado”, afirmó en su intervención en recuerdo de Antonio Mingote, son “personajes que han dedicado su vida al estudio de las instituciones públicas, luchando contra su decadencia, estudiando sus problemas, orientando las políticas públicas, identificando las exigencias del interés general y las demandas de progreso social en cada momento histórico, formulando propuestas para alcanzarlas con prontitud. Todo ello, además, con el designio de mejorar el bienestar de los ciudadanos y garantizar el disfrute de sus derechos”.

La extensa biografía y la prolífica bibliografía que encontramos en la página web de la Academia es la mejor prueba de que nos encontramos con un espíritu inquieto, un intelectual de su tiempo, preocupado por los que vendrán. Aprovechamos las vacaciones de agosto para cruzarnos correspondencia en forma de preguntas y respuestas sobre el futuro y el lugar que ocupará el español en un contexto dominado por el progreso tecnológico y científico, exponencial y convergente, en el que China, Estados Unidos, Japón, Rusia y otras potencias muy alejadas de nuestra lengua marcan el ritmo.

 

¿Goza el español de buena salud en este momento?

El español es una lengua muy consolidada, normalizada, con un sistema de reglas que le asegura estabilidad y unidad. Es una lengua madura, que difícilmente puede ser gravemente alterada por las revoluciones tecnológicas, por muy importantes que sean. En todo caso, las novedades lingüísticas que se están implantando de la mano de la tecnología suponen la apertura de nuestro idioma a una cantidad importante de neologismos. No es, sin embargo, algo radicalmente nuevo. La lengua española ha aceptado siempre muy bien el mestizaje.

“Las novedades lingüísticas que se están implantando de la mano de la tecnología suponen la apertura de nuestro idioma a una cantidad importante de neologismos”

¿Cuál es el reto principal desde la perspectiva de la lengua?

El primero concierne a la transformación de las herramientas donde radica la doctrina lingüística, hasta ahora de base analógica, para llevarla a entornos e instrumentos digitales. La Academia Española está transformando su tricentenario Diccionario en un diccionario nativo digital. Esto implica una mayor facilidad en su utilización, un notable incremento del número de vocablos, locuciones y expresiones que lo integran, y una gran ampliación de la información sobre cada lema o entrada que la obra ofrece. En segundo lugar, la tecnología digital utiliza preferentemente, hasta ahora, el inglés. Tenemos que conseguir una mayor presencia del español. Y tercero, tenemos que evitar que la utilización de la lengua española por las máquinas produzca una fragmentación de nuestra lengua, que ha podido ser evitada gracias, sobre todo, al trabajo de la Academia durante los últimos trescientos años.

¿De qué forma ha afectado la digitalización al uso de la lengua?

Quizá lo más llamativo es que tenemos a nuestra disposición una información inabarcable sobre cualquier tema. Y también se han generado unas posibilidades de comunicación entre los ciudadanos de todo el mundo, principalmente a través de la constitución de comunidades virtuales, que resultan asombrosas comparadas con los recursos que teníamos hasta hace poco. Se ha multiplicado la comunicación escrita, principalmente. Y se ha adaptado la lengua escrita a formas de expresión concisas, a mensajes de pocas palabras. Emergen los dialectos de la red.

En el último número de la revista Telos, que edita Fundación Telefónica para el análisis y la prospectiva de los cambios que se está provocando la tecnología, hemos escrito sobre la voz y, entre otros aspectos, sobre la forma en que se abre camino como interfaz entre humanos y máquinas. ¿Ve una oportunidad para el español en esta nueva oralidad entre humanos y máquinas?

Sí, desde luego. Por más que las nuevas tecnologías de la comunicación hayan nacido en entornos de lengua inglesa, la comunicación entre las máquinas y los humanos tiene que llevarse a cabo utilizando la lengua nativa de cada usuario. Los fabricantes de máquinas hablantes no pueden pretender que se entiendan con todos en inglés. Entre otras razones porque tendrían que despreciar un mercado que, en el caso del español, está formado por más de quinientos millones de personas. Demasiado suculento para no tenerlo en cuenta. Por otra parte, si las máquinas sólo utilizaran el inglés, la revolución digital estaría conduciendo a un mundo muy poco igualitario en el que se incrementaría la marginación de los desfavorecidos, que no tendrían acceso al progreso que trae la inteligencia artificial.

“No hay ningún invento que no tenga nombre, ningún avance tecnológico que no esté bautizado. El español no deja huecos”

El dominio anglosajón en la tecnología, ¿cómo condiciona el futuro de nuestra lengua, del español?

Es natural que las corporaciones que inventan o progresan en el desarrollo de la tecnología bauticen sus inventos utilizando palabras propias de su lengua. Esto es inevitable. Pero esto no es incompatible con que se difundan simultáneamente palabras o expresiones que puedan sustituir las expresiones foráneas por otras propias del español. A veces es difícil porque no encontramos equivalentes. En tales casos acaba imponiéndose la palabra inglesa original, bien en crudo, es decir sin españolizar de alguna manera, y otras veces con adaptaciones.

Se dice que lo que no tiene nombre no existe. El hecho de que asimilemos la terminología anglosajona en nuestro vocabulario cotidiano ¿condiciona el avance tecnológico en español?

No hay ningún invento que no tenga nombre, ningún avance tecnológico que no esté bautizado. El español no deja huecos. O usamos, como acabo de decir, palabras del español castizo para designar los nuevos inventos y avances tecnológicos, o pedimos ayuda a las lenguas extranjeras y no tenemos el menor inconveniente en integrarlas en nuestro vocabulario.

¿Cree, como algunos responsables políticos y empresariales afirman, que se abre una oportunidad para el español a partir del desarrollo de la inteligencia artificial?

Desde luego que sí. Uno de los proyectos estratégicos más importantes de la Real Academia Española es el concerniente a la lengua en el entorno de la inteligencia artificial. Hemos denominado LEIA a este proyecto, y estamos trabajando junto con Telefónica y las grandes compañías tecnológicas globales en un gran pacto estratégico para que la utilización de la lengua española por las máquinas dotadas de inteligencia artificial se incremente y se atenga a pautas acordes con la doctrina establecida por la Academia a lo largo de los últimos trescientos años. Es decir, que se ajuste también a las reglas lingüísticas que observan los humanos.

La RAE se enfrenta a un gran reto histórico: la emergencia de tecnologías del lenguaje basadas en inteligencia artificial (IA)

En la RAE se están desarrollando en la actualidad “proyectos de alcance panhispánico», en colaboración con las academias de la Lengua de todos los países hispanohablantes, e «de gran envergadura», como el proyecto LEIA tendente a fomentar la mayor presencia de la lengua española en el ámbito de la inteligencia artificial. El avance tecnológico ¿une o distancia a las comunidades hispanohablantes?

En el proyecto LEIA participarán las veintitrés Academias de la Lengua. Es, por tanto, una iniciativa panhispánica para asegurar la unidad de la lengua española, usada por las máquinas, en todo el mundo. La unidad del español ha sido una preocupación constante de la RAE, retada de nuevo por la eventual diversificación del español de la inteligencia artificial. Tenemos que seguir atendiendo esa política esencial con nuevas acciones e ideas. Por otro lado, se ha incrementado mucho la facilidad con que se produce la intercomunicación entre las veintitrés academias de la lengua española existentes en el mundo para nuestros trabajos y obras lingüísticos, desde el Diccionario general al Diccionario Panhispánico de Dudas, al Diccionario Panhispánico del Español Jurídico, a la Ortografía y la Gramática. No digamos la inmensa información que tenemos ahora para la preparación de los corpus lingüísticos que nos informan sobre la evolución del léxico, el uso real de las palabras, la emergencia de vocablos nuevos, o la decadencia de otros.

Hace unos años, en noviembre de 2007, algunos medios de comunicación titularon “La eñe conquista el ciberespacio” con motivo de la incorporación de la presentación de los dominios multilingües en Internet, el uso de la ñ, las tildes y del resto de caracteres propios del español en las direcciones digitales. Se planteo entonces como una iniciativa para poner en valor la lengua española en Internet y en el desarrollo de la Sociedad de la Información. ¿De qué forma han impactado las tecnologías de la información y de la comunicación en el trabajo de la RAE?

La transformación está siendo espectacular. Piénsese que hasta hace no muchos años la Academia trabajaba con fichas, en las que aparecían, escritos a mano, los vocablos incorporados al Diccionario con sus definiciones y variantes. Ese trabajo se hace ahora con la ayuda de potentes recursos electrónicos. Nunca los diccionarios se han podido llevar a cabo con mejor información lingüística que en la actualidad porque contamos con bases de datos y corpus que tienen una envergadura fenomenal, integrados por cientos de millones de fórmulas.

En noviembre de 2007 algunos medios titularon “La eñe conquista el ciberespacio” con motivo de la incorporación de la presentación de los dominios multilingües en Internet, el uso de la ñ, las tildes y del resto de caracteres propios del español en las direcciones digitales

No debe ser nada fácil para una institución que vela por conservar la tradición y por cuidar la lengua desempeñarse en un contexto de extrema complejidad, de globalización; urgida por los desafíos de la sociedad del conocimiento y la realidad cada día más predominante de los escenarios digitales en el mundo. ¿Se hace más difícil el trabajo de los académicos en este ecosistema conocido como VUCA (por sus siglas en inglés): volátil, inestable, complejo y ambiguo?

Sí, mucho más complejo. También, necesariamente, más intenso. Pero, en definitiva, más atractivo, enriquecedor y completo que nunca.

 

Español, redes sociales e inteligencia artificial

En las próximas semanas tendremos oportunidad de constatar el trabajo que realiza la RAE en la senda de la digitalización en favor del español. La primera de las citas será en el Congreso de las Academias de la Lengua (Asael), que se celebrará en Sevilla entre los días 4 y 8 de noviembre, con la Real Academia Española como anfitriona y la presencia de los Reyes de España en la clausura.

Asistirán más de quinientos congresistas de todo el mundo y los representantes de todas las academias que hablan español para abordar la relación entre el castellano, la inteligencia artificial y las redes sociales. El Congreso reunirá a las 23 academias de la lengua española que existen repartidas por otros tantos países de cuatro continentes, junto a representantes, en calidad de observadores, de comunidades hispanohablantes en otros países.

Será el XVI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), fundada en México en 1951 a instancias del entonces presidente de México Miguel Alemán Valdés (1903-1983). A través de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), Miguel Alemán planteó una reunión de las veinte instituciones existentes a mediados del siglo XX, “de todas sin excepción”, con el fin de “poner al servicio de la humanidad esa fuerza de amor y de cohesión espiritual que es el idioma”. El anterior Congreso de ASALE se celebró en 2015 y entonces fue también en Ciudad de México.

“Estamos ilusionados con el futuro, tenemos un porvenir evidente en las grandes tecnologías”, aseguró Santiago Muñoz Machado en una entrevista para ABC de Sevilla. La ciudad será durante unos días el epicentro del español en el mundo -la tercera lengua más usada en las redes sociales de Internet- y en ella se decidirán las líneas fundamentales de la acción académica en el ámbito institucional, lingüístico y literario para los próximos años. Es, sin duda, el gran momento de las academias de la lengua española en el mundo.

Español, redes sociales e inteligencia artificial

 

«TELOS ha colaborado con la revista Archiletras, un medio de comunicación dedicado a la lengua española, en la producción de un monográfico sobre Lengua e inteligencia artificial. Esta entrevista ha sido publicada también en la edición en papel que acompaña al número 5 de la revista Archiletras de octubre de 2019 y se publica en TELOS coincidiendo con el XVI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, que se celebra del 4 al 8 de noviembre de 2019 en Sevilla (España)»

 

Autor

Director de TELOS. Profesor de Periodismo en la Universidad Carlos III. Es secretario general de Club Abierto de Editores (CLABE), la primera asociación de editores en España. Patrono de Fundación España Digital; forma parte del comité asesor del Foro de Gobernanza de Internet (IGF-Spain), miembro del consejo editorial de la revista latinoamericana Ibercampus; del Consejo Asesor de Cibervoluntarios y forma parte del consejo del Cluster de Ciberseguridad del Ayuntamiento de Madrid. Trabajó en medios como El País y Radio Nacional de España y fundó el diario digital bez.es. Fue asesor del gabinete del secretario de Estado de Comunicación del Gobierno de España y responsable de comunicación del Plan Avanza para el impulso de la sociedad de la información. Es licenciado en Ciencias de la información y ha realizado Programas Directivos en Inteligencia Artificial por la UNIR y en Transformación digital por el Instituto de Empresa. Es fellow de la German Marshall Fund y miembro de VIA Círculo Jefferson, la asociación de alumnos del Programa de Liderazgo de Visitantes en EEUU.

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