30 de mayo de 2019
por
Francisco Rouco
Someter las declaraciones de un político al detector de mentiras no es nuevo. Sí es más reciente que ese detector no pertenezca a un medio de comunicación sino a una plataforma online independiente de un periódico, de una televisión o de una radio.
Es el caso de la argentina Chequeado, una de las más de 160 plataformas de verificación que existen ahora mismo en el mundo. Y la primera en español. Desde 2010 comprueba si políticos, funcionarios, empresarios, sindicalistas y cualquier personaje reconocible e influyente dicen la verdad en sus declaraciones públicas.
También identifica y rastrea noticias falsas.
Una declaración puede ser “inchequeable”, “verdadera”, “verdadera, pero…”, “discutible”, “apresurada”, “exagerada”, “engañosa”, “insostenible” y “falsa”.
¿Toda declaración debe ser verificada? “No todos los temas son relevantes”, explica Laura Zommer, directora de Chequeado desde hace casi siete años. Tiene que ser una declaración factual, que haga referencia a un hecho o a un dato comprobable, no una opinión, una exageración o un recurso retórico.
En Chequeado repasan diariamente todos los discursos políticos relevantes, sesiones parlamentarias incluidas. A esta información suman la lectura de 30 medios, en papel, web, radio y televisión. Cada día de la semana.
Pero esta lectura no la hacen ojos humanos, sino un bot. Chequeabot es un programa cuya inteligencia artificial rastrea toda declaración potencialmente verificable. El bot no sólo busca en miles de líneas de discursos, entrevistas y citas, sino que escucha las declaraciones en radio y televisión y las convierte en texto.
Que las declaraciones estén en texto es esencial porque Chequeabot relaciona lo que está leyendo con los más de 2.000 comprobaciones del archivo de Chequeado. El objetivo es categorizar las declaraciones para que el equipo humano pueda gestionar y filtrar lo que es verificable y lo que no.
Para aprender a separar las frases verificables de la pura retórica, Chequeabot pasó un año estudiando, poniendo en práctica el machine learning. “Todos los días, un humano alimentaba al bot con chequeos y confirmaba su precisión al chequear; hoy casi no se equivoca. Pero la calificación de la declaración la hace el equipo de Chequeado. Los matices de las nueve categorías todavía son muy humanos”, explica Zommer.
Cuenta Zommer que a partir de 2014 descubrieron contenidos que se difundían rápidamente en redes sociales y cuyo origen era desconocido. Crearon entonces la sección ‘Falso en las redes’, donde empezaron a trabajar con “lo que después el mundo llamaría fake news o desinformación”.
No es del todo cierto que las mentiras recorren las redes sociales sin barrera alguna. Cada red social es diferente. Basta echar un vistazo a Twitter para comprobar la vida tan corta que tienen los bulos que se mueven por ahí y lo rápido que son desmentidos.
En Facebook se tarda más en descubrir la mentira, bien porque estos contenidos no llegan tan lejos (Facebook es una red social cerrada, no como Twitter), bien porque no es habitual que los contenidos que circulan en esta red se topen con ojos escépticos.
Las cámaras de eco funcionan muy bien en Facebook, donde es complicadísimo que un contenido contrario a tus convicciones aparezca en tu muro. Esta barrera la levanta Facebook y la memoria estrecha de miras de su algoritmo. Un ejemplo facilón: si compartes noticias que apoyan una teoría de la conspiración cualquiera, o valoras con me gustas las que comparten tus amigos, el algoritmo interpretara que no quieres oír hablar de posturas contrarias a dicha teoría, así que no las podrás ver en tu muro aunque tus propios contactos las compartan.
Algo parecido ocurre en WhatsApp, donde la selección de lo que lees no depende de un algoritmo, sino de tu libre albedrío; tú eliges a quién leer y en qué grupo meterte. Si con Facebook el filtro de la sospecha está bajo mínimos porque Fulanita de la universidad está muy bien informada y sólo comparte verdades como puños, en WhatsApp este filtro es excepcional porque quien te envía la noticia falsa es tu madre, tu hermano o tu compañera de mesa.
WhatsApp es una vía de comunicación privada en la que no sabemos qué se comparte y no podemos intervenir. Es la gran fosa abisal de las mentiras.
“La preocupación por WhatsApp es una de las constantes entre los factcheckers”, explica Joaquín Ortega, director de contenidos de Newtral, una “media start-up” cuya plataforma online verifica discursos y bulos. Newtral también funciona como productora de programas de televisión como El Objetivo y ¿Dónde estabas entonces?
Para Ortega, “WhatsApp es una vía de comunicación privada en la que no sabemos qué se comparte y no podemos intervenir. Es la gran fosa abisal de las mentiras.”
Para facilitar la denuncia de las noticias dudosas que circulan a través de redes sociales, muchas de las plataformas de verificación habilitan direcciones de correo y números de teléfono para que quienes las descubren se las envíen.
“Recibimos entre 20 y 25 mensajes al día”, explica Ortega. Y muchas de esas sugerencias de verificación son efectivamente mentiras. Las hay de todo tipo: presuntas amenazas de bombardear a España por parte de Venezuela, planes para cerrar el 061 en Andalucía, asociaciones feministas con un presupuesto de 24 mil millones de euros.
En Newtral tardan entre dos y cuatro días en desmentir cada bulo.
Para Ortega, siempre ha existido la desinformación. Lo que ha cambiado es que el periodista ya no es el gran mediador entre lo que pasa y la gente que se informa de lo que pasa. “Ahora ese mediador se ha difuminado, y la gente puede saber lo que pasa directamente por redes sociales, con otro tipo de fuentes”. Y entre esas fuentes puede haber productores de mentiras.
“La gran característica de esta nueva desinformación es la capacidad que tienen los productores de mentiras de hacer llegar su publicación a un público que es proclive a consumir este tipo de contenidos, y que lo hace a través de redes sociales”, explica Ortega. “Al no haber un mediador, la información está descentralizada. La gente puede convivir en microuniversos donde yo puedo publicar un contenido que diga que una planta medicinal cura el cáncer. Tengo un público que consume este contenido y lo comparte sin que nadie lo filtre.”
En España, las plataformas independientes más conocidas son Maldita.es, Newtral y Civio. Los medios que tienen sus propias secciones son infoLibre (Verdad o Mentira), La Sexta (El Objetivo), eldiario.es (El Cazabulos) y El Confidencial (La Chistera).
Para la directora de Chequeado, Laura Zommer, “la gente tiene más acceso a más contenido, pero también más necesidad de discriminar si ese contenido es verdadero o no.”
Actualmente hay más de 160 plataformas de verificación en el mundo, cuando en 2014 apenas superaban la veintena.
En España, las plataformas independientes más conocidas son Maldita.es, Newtral y Civio. Los medios que tienen sus propias secciones son infoLibre (Verdad o Mentira), La Sexta (El Objetivo, aunque el programa es de la productora Newtral), eldiario.es (El Cazabulos) y El Confidencial (La Chistera).
“Las organizaciones de chequeo siempre nos vamos a quedar cortas”, explica Laura Zoomer, directora de Chequeado. “Necesitamos que la gente tenga más capacidades para que por sí sola puede identificar las cosas. Tenemos que estudiar cómo desarrollamos la capacidad de escepticismo para que la gente pase del no creo en nada a soy capaz de chequear esto.”
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Sánchez, JL. “7 cosas que he aprendido en 100 debates sobre ‘fake news’”, 2018, en eldiario.es. Disponible en: https://www.eldiario.es/juanlusanchez/cosas-aprendido-debates-fake-news_6_764033611.html
Periodista y redactor freelance. Escribe sobre sociedad, educación, tecnología y medios de comunicación. También ha trabajado en comunicación empresarial y política.
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