17 de mayo de 2021

C

Cuenta atrás. La década en la que nos jugamos milenios

por Javier Peña
Ilustrador Nadia Hafid

Ni lo hemos elegido ni es justo, pero somos la última generación que puede parar la crisis climática. La cuenta atrás ha empezado. Este puede ser el mejor o el peor siglo de la historia. De nosotros depende.

 

Me llamo Javier. Nací en 1986. Apenas unas semanas antes de mi nacimiento la concentración de CO2 atmosférico superó, por primera vez en al menos un millón de años, el límite de seguridad climática convenido por la ciencia: 350 partes por millón (ppm)1. Mi generación heredó una amenaza existencial que iría creciendo a la vez que nosotros. No era la única. Visto en perspectiva, nacer en 1986 era bastante inquietante. La amenaza de que a alguien en alguno de los bloques de la Guerra Fría le diese por apretar el botón nuclear, la lluvia ácida que quemaba bosques enteros en Europa y el agujero de la capa de ozono creciendo por momentos y amenazando con convertir la agradable luz del sol en algo extremadamente peligroso… son solo algunos de los eventos que ocurrían a nuestro alrededor mientras nos concentrábamos con empeño en dominar el bipedismo.

Por suerte, nadie apretó el botón nuclear, los compuestos químicos que provocaban el agujero de la capa de ozono, los famosos CFC, fueron prohibidos y se obligó a las centrales de carbón a capturar las emisiones de azufre para evitar la lluvia ácida.

Todos estos procesos no fueron fáciles ni automáticos. Desde que la ciencia determinó con claridad las causas del problema hasta que se firmaron las medidas legislativas correspondientes pasaron muchísimos años. La ciencia tuvo que vencer el muro del negacionismo que impulsaron a golpe de talonario las industrias que se veían perjudicadas por las regulaciones. Mucha gente creyó durante mucho tiempo, gracias a estas campañas, que la lluvia ácida no existía primero, o que, cuando ya era imposible negarlo, no se debía a la actividad humana. Lo mismo ocurrió con el agujero en la capa de ozono.

Por suerte, en ambos casos, la ciencia y el interés general terminaron doblando el brazo a los intereses espurios de unas cuantas compañías.

El problema es que, cuando llegaron los científicos y explicaron que al quemar —nada menos que— petróleo, carbón y gas natural aumentábamos la concentración atmosférica de CO2, un potente gas de efecto invernadero, y que eso estaba calentando el planeta de forma extremadamente peligrosa… las compañías afectadas eran gigantes que no tenían ningún problema en gastar miles de millones en desprestigiar a la ciencia. Además, el problema era sistémico, pues básicamente toda nuestra economía funciona con esos combustibles.

Cuarenta y un años han pasado desde la primera Conferencia Mundial sobre Cambio Climático y las emisiones no solo no se han reducido sino que han seguido aumentando tozudamente año tras año.

Hoy, 35 años después de 1986, los niveles de CO2 están ya en 417 ppm, las catástrofes climáticas se han multiplicado por cinco2, hasta el punto de que 20 millones de personas se convierten, cada año, en refugiadas debido, directamente, a las catástrofes ambientales3 y los científicos han activado la alerta roja total. Tenemos pocos años antes de que el calentamiento global atraviese el punto de no retorno y la situación es crítica. ¿La razón? Estamos activando varios mecanismos naturales de retroalimentación positiva capaces de acelerar, por sí mismos, el calentamiento global. El deshielo del permafrost ártico, que contiene cuatro veces más carbono que el que hay actualmente en la atmósfera4, y la acidificación de los océanos, el mayor sumidero de CO2 del mundo, se encuentran a la cabeza de los llamados tipping points5 de la emergencia climática.

Veinte millones de personas se convierten cada año en refugiadas debido, directamente, a las catástrofes ambientales y los científicos han activado la alerta roja total

Somos la primera generación que experimenta los efectos de la crisis climática y la última que puede hacer algo para pararlo.

Podría habernos tocado ser la primera generación en un mundo sin hambre o sin precariedad, pero no, nos ha tocado resolver el mayor reto que haya vivido nunca la humanidad. Bueno, al menos no es la guerra nuclear. Para este problema —aún— hay solución.

Para volver a esa Ítaca natal, a ese mundo climáticamente estable, predecible y acogedor de los 350 ppm de CO2 que mi generación abandonó al nacer, tenemos que atravesar un océano lleno de peligrosos cantos de sirena, derrotar a cíclopes con pies de alquitrán y atrevernos a dibujar una ruta ingeniosa, innovadora y justa sobre las olas que sea capaz de llevarnos a tiempo hasta nuestro destino. A tiempo.

Para resolver un problema, lo primero es comprender su dimensión, pues solo de esta forma podremos responder de forma proporcional. Los científicos lo están diciendo negro sobre blanco: estamos activando un evento de extinción masiva. Por un lado, por el calentamiento a un ritmo inédito en la historia de la tierra que estamos provocando y, por otro, por la propia destrucción de la naturaleza en la que estamos trabajando de manera tan concienzuda y eficaz. La autodenominada especie sapiens está serrando los cimientos sobre los que se sostiene todo su mundo.

Los cimientos están ya deteriorados, así que la primera tarea sería dejar de serrar, reducir las emisiones de efecto invernadero a cero lo antes posible. A toda costa. La buena noticia es que disponemos de la tecnología necesaria para hacerlo. La mala es que no es suficiente. Los cimientos están tan deteriorados que necesitan una reparación urgente. Podemos detener las emisiones hoy, pero aun así seguiríamos en unos niveles de calentamiento inéditos en más de 20 millones de años.

La tarea es doble: por un lado, cerrar el grifo de las emisiones. Por otro, reactivar los desagües naturales de CO2 para que los niveles desciendan hasta la franja de estabilidad en la que se ha movido la atmósfera en el último millón de años. Para ello, tenemos que restaurar ecosistemas a gran escala, para que puedan absorber CO2 y volver a forjar el equilibrio roto. Objetivo: 350 ppm. Ítaca.

¿Es posible llegar ahí a tiempo, sin activar los temidos puntos de no retorno? Por suerte, la respuesta es afirmativa. Tenemos la solución encima de la mesa. No ponerla en marcha a tiempo sería el crimen más atroz jamás cometido.

Somos la primera generación que experimenta los efectos de la crisis climática y la última que puede hacer algo para pararlo

¿Por dónde empezar? Evidentemente, tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles, responsables de alrededor del 75 por ciento de las emisiones. Para eso tenemos que reemplazar básicamente todo y tenemos que hacerlo rápido. Por suerte, las principales energías renovables, tanto la solar fotovoltaica como la eólica, son muchísimo más baratas y eficientes que sus competidoras fósiles o nucleares en prácticamente todo el mundo. Además, los sistemas de almacenamiento energético, tanto las baterías como el hidrógeno verde o los sistemas de almacenamiento gravitacional, hidráulico o de frío/calor han evolucionado de forma vertiginosa en los últimos años, hasta el punto de que más de 47 estudios científicos6 han concluido ya que la transición total a las renovables es viable tanto técnica como económicamente. Hay alternativa eléctrica y/o cero emisiones ciento por ciento viable hoy para descarbonizar prácticamente todo.

A la vez que hacemos eso, tenemos que detener la guerra contra la naturaleza y empezar a devolver el espacio que les pertenece a los ecosistemas dañados. No solo por sensibilidad ambiental o moral, sino en defensa propia. Sin una naturaleza sana, este acogedor planeta azul puede convertirse en algo extremadamente hostil.

Se hace imperativo poner en marcha nuevos modelos económicos que destierren el objetivo suicida del crecimiento infinito (viviendo en un planeta finito) y pongan el bienestar social y ambiental en el centro de la ecuación.

El crecimiento alarmante de la población también nos deja una tarea curiosa: la única forma de frenarlo es erradicando el machismo y la pobreza en el mundo. Los datos muestran que, una vez las mujeres tienen libertad e igualdad optan, de forma abrumadora, por tener menos hijos.

Como si de una maravillosa conspiración se tratase, todos los cambios que tenemos que llevar a cabo dan como resultado un mundo infinitamente mejor.

El año en el que nací el planeta abandonó el límite de seguridad climática de las 350 ppm y ha llegado, 34 años después, al borde del abismo en el que nos encontramos hoy. Ojalá mi hijo pueda, dentro de 34 años, contar la historia opuesta. Ojalá.

Notas

 1«Objetivo de CO2 atmosférico: ¿Hacia dónde debería apuntar la humanidad?”. James Hansen et al, 2008. Disponible en: http://www.columbia.edu/~jeh1/2008/TargetCO2_20080407.pdf

 2Informe de la Organización Meteorológica Mundial: “Los crecientes impactos de los desastres naturales relacionados con el clima”, 2014. Disponible en: https://unfccc.int/news/wmo-report-the-escalating-impacts-of-climate-related-natural-disasters

 3Informe: “Obligadas a abandonar sus hogares: desplazamientos provocados por el clima” de Intermón-Oxfam. Disponible en: https://www.oxfam.org/en/research/forced-home-climate-fuelled-displacement

 4Universidad de Copenhague, 2021. Estudio: “Arctic permafrost releases more CO2 than once believed”. Disponible en: https://news.ku.dk/all_news/2021/02/arctic-permafrost-releases-more-co2-than-once-believed/

 5En climatología, un punto de inflexión es un punto donde los cambios en el clima global pasan de un estado estable hacia otro también estable. Después de que el punto de inflexión ha sido pasado, ocurre una transición a un nuevo estado. Timothy M. Lenton, Nature, 2019. “Puntos de inflexión climáticos: demasiado arriesgado para apostar en contra”. Disponible en: https://www.nature.com/articles/d41586-019-03595-0

 6Compilado de 47 estudios publicados por la Universidad de Stanford. Disponible en: http://web.stanford.edu/group/efmh/jacobson/Articles/I/CombiningRenew/100PercentPaperAbstracts.pdf

Bibliografía

E. Mann, M. (2021): The New Climate War: The Fight to Take Back Our Planet. Public Affairs

Jacobson, M. (2020): 100% Clean, Renewable Energy and Storage for Everything.

Figueres, C. (2020): The Future We Choose: Surviving the Climate Crisis. Editorial Vintage

Hawken, P. (2017): Drawdown: The Most Comprehensive Plan Ever Proposed to Reverse Global Warming. Penguin Books.

Goodall, C. (2020): What We Need to Do Now: For a Zero Carbon Future. Profile Books.

Artículo publicado en la revista Telos 116


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Autor

Divulgador científico y comunicador. Fundador de Hope!, la plataforma de vídeos sobre crisis climática y ecológica con más impacto del mundo en Facebook.

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