6 de marzo de 2018
por
Juan M. Zafra
El futuro poshumano será mejor que el pasado más humano porque la aplicación de la tecnología y el progreso científico nos permitirán corregir los errores cometidos. Para conquistar ese futuro inmediato debemos mantener la guardia alta y trabajar duro. Rosi Braidotti (Latisana, 1954) es catedrática de Filosofía y directora del Centro para las Humanidades de la Universidad de Utrecht. Radical en sus planteamientos, su libro Lo Posthumano (Gedisa, 2015) establece que uno de los principales retos actuales consiste en desarrollar nuevas relaciones sociales y con nuestro entorno en favor de la sostenibilidad y las nuevas oportunidades «en un contexto dominado la convergencia de diversas y, en el pasado, muy distintas ramas de la tecnología, en particular nanotecnologías, biotecnologías, tecnologías de la información y ciencias cognitivas».
Braidotti presenta en abril Por una política afirmativa. Itinerarios éticos. En su nuevo libro aboga por «la ética afirmativa, como antídoto para el envenenamiento de nuestros vínculos sociales» y se plantea cuestiones como «¿qué sentido tienen las nuevas tecnologías si no representan instrumentos de liberación subjetiva y, al mismo tiempo, cooperativa?».
Para Braidotti «no hay ninguna necesidad de dar la espalda a la ciencia en su totalidad o de condenarla como empresa humana: solo es preciso saber adoptar una perspectiva crítica y no asumir actitudes ideológicamente tecnoutópicas o en alternativa reaccionarias. Ciencias naturales e informática han asumido un papel de autoridad sin precedentes en la vida occidental del siglo XX. Sin embargo, esta no es una constatación que haya que asumir acríticamente, sin preguntarse gracias a qué vínculos de fuerza y en qué relaciones de poder se han desarrollado las bioinfotecnologías».
Compartir sus reflexiones constituye un repaso al devenir de nuestro tiempo, de nuestra existencia.
La tecnología dirige nuestras vidas. Estamos constantemente influidos por su impacto y los cambios que produce en nuestra sociedad. ¿Estamos los humanos perdiendo el control de nuestra propia existencia?
No estoy segura de que “control” sea a lo que los humanos debamos aspirar de forma prioritaria. ¿Por qué no poner el objetivo en la cooperación? ¿En la coexistencia? ¿En el desarrollo de relaciones mutuamente beneficiosas con nuestro entorno social, ambiental y afectivo?
Imagine que tiene que introducir una descripción del ser humano en una base de datos o en un robot para que sea capaz de reconocernos. ¿Qué escribiría?
No existe nada como un prototipo humano. Esto no es relativismo sino más bien una forma de materialismo: los humanos somos diferentes dependiendo de nuestra localización, que es tanto un concepto espacial o temporal como una situación geopolítica; un tipo de memoria o una conciencia por tiempo limitado. Nos las arreglamos de una forma u otra dependiendo del país, de la cultura, de la clase social, de la ética, de la religión, del género, de la edad y de las habilidades del cuerpo a las que tenemos acceso o hemos desarrollado. Es algo propio de la humanidad. Todos somos humanos, pero somos mortales de formas diferentes; vulnerables en grados diferentes. Y estas diferencias no son ontológicas, sino un asunto de poder y de derechos. La diversidad es nuestro rasgo distintivo como humanos y como animales humanos.
¿Cómo es el futuro para el ser humano?
El futuro justo está empezando a partir de los escenarios sociales múltiples que estamos diseñando en este momento. No comparto el imaginario apocalíptico sobre el final de nuestra especie. Y mucho menos sobre la extinción de nuestro planeta. En la actualidad transitamos, evolucionamos, a partir de inimaginables progresos científicos y tecnológicos pero también a través de convulsas reacciones sociales de violencia planetaria a esos avances. Necesitamos situar nuestro futuro en algún lugar entre la cuarta revolución industrial y la sexta extinción. Contrariamente a lo que pueda parecer, estos acontecimientos marcan nuestra historicidad y necesitamos reflexionar sobre ambos al mismo tiempo. ¡Qué dolor de cabeza!
La única cosa a la que debemos tener miedo es al presente
¿Por qué es tan difícil entender el periodo que estamos viviendo?, ¿qué deberían ofrecer los líderes del mundo para transmitir seguridad a los ciudadanos y enseñarles que el mundo está viviendo su mejor momento? La ciudadanía no debería estar asustada del futuro.
Me remito a la respuesta anterior. Añadiría que el populismo político es un movimiento apocalíptico y negativo que extiende ansiedad, xenofobia y miedo al futuro. La clase política tiene muchas respuestas que dar acerca de las razones por las que difunde miedo en lugar de confianza. No están trabajando para el futuro, si no en contra de este.
¿Qué deberíamos temer del futuro?
La única cosa a la que debemos tener miedo es al presente. Debemos luchar intensamente contra esa multitud de fuerzas sociales que no están trabajando en favor del futuro sino en contra de ese futuro. Debemos estar muy apegados a la realidad y pensar aquí y ahora. Un exceso de ciencia ficción y la ausencia de un conocimiento contextual suficiente no ayudan a comprender el presente ni es útil para desarrollar nuestras visiones de futuro. El futuro es ahora.
¿Cómo deberíamos interactuar con la tecnología para encontrar el punto óptimo entre esa realidad presente y un futuro deseable?
Nuestro presente esta interconectado con las máquinas y con muchos otros agentes no humanos. ¿Por qué la relación con artefactos tecnológicos que nosotros mismos hemos inventado debe ser diferente de las relaciones que ya tenemos con una multitud de agentes no humanos, desde animales a plantas o bicicletas? ¿Por qué nuestra relación con máquinas inteligentes como ordenadores o cualquier otro aparato con un procesador incorporado ha de ser distinta de las relaciones que ya tenemos con máquinas mecánicas como las aspiradoras o los lavavajillas? Creo que cada generación de la era industrial ha tenido que hacerse la misma pregunta que vosotros me estáis haciendo ahora. Y siempre, nosotros los humanos, nos hemos adaptado estupendamente a la existencia y al impacto de estas nuevas tecnologías en nuestras vidas. Hoy nos adaptamos a nuestros iPhone, a los portátiles, a los Fit-Bits, a los wearables y a otras tecnologías al alcance porque estamos evolucionando junto a ellas.
Tenemos que dejar de glorificar el pasado
Big data, inteligencia artificial, algoritmos…. ¿Son esos los conceptos que determinan nuestras vidas futuras?
Hay otros. Como sostenibilidad, solidaridad, justicia social, igualdad, respeto por la diversidad, dignidad, zoe-centred egalitarianism [la fuerza generadora de la vida no humana (Braidotti, 2014)], las éticas afirmativas y las alegres pasiones son igual de importantes.
Imagino un futuro gobernado por una inteligencia artificial basada en los valores humanos, solidaridad, confianza, amor; un futuro que vuelva al humanismo. Sin embargo, siento cierta precaución hacia lo que ha subrayado algunas veces como amenazas: desigualdad, indiferencia, exclusión. ¿Cómo podríamos acabar con ellas?
No hay vuelta atrás -y especialmente no hay vuelta atrás para el humanismo- porque el humanismo nunca estuvo a la altura de sus promesas, y ha funcionado tanto como una ideología divisoria, imperial y beligerante como fuerza para la emancipación y la igualdad. Es cuestión de mantener ambos lados del humanismo en equilibrio y pensar en términos de “y…y” en lugar de hacerlo en forma de disyuntiva “esto o aquello”. Tenemos que reinventar los valores en el poshumanismo y hacerlo mucho mejor que en el pasado. Tenemos que dejar de glorificar el pasado y volvernos más críticos en cuanto a los tiempos venideros.
El transhumanismo apunta a una vida sin muerte, a una belleza basada en la eterna juventud. ¿Qué es la belleza para usted?
El transhumanismo es una filosofía oportunista que combina una forma analítica del pensamiento poshumano con un marco de retorno a los valores morales humanistas. Ellos reintroducen el dualismo cartesiano definiendo la inteligencia como una función puramente cerebral y neuronal para la que se proponen mejoras a través de interfaces tecnológicos. Su noción de belleza es puramente matemático. Mi idea de belleza es transversal, basada en la intensidad de vida de los humanos y de los no humanos elevada a la enésima potencia en relación a los múltiples ecosistemas en los que habitamos: ambiente social, afectivo y psíquico.
«Necesitamos perspectivas orientadas hacia el futuro, que no renieguen de los traumas del pasado, sino que los transformen en posibilidades para el presente. No el paraíso futuro, sino un ‘aquí y ahora’ situado y más sostenible»
(Braidotti, Rosi. Abril, 2018. Por una política afirmativa. Itinerarios éticos. Barcelona, Editorial Gedisa).
Braidotti está considerada como una de las pioneras en los estudios europeos de la mujer. Es doctora honoris causa por la Universidad de Linköping (Suecia, 2013) y por la Universidad de Helsinki (2007). En 2010 recibió el Premio Erasmus de la Comisión Europea. Entre sus obras de referencia traducidas al castellano destacan Sujetos nómadas (Paidós-Argentina, 2000); Metamorfosis. Hacia una teoría materialista del devenir (Akal, 2003); Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade (Gedisa, 2004) y Transposiciones (Gedisa 2009). Su último libro es Lo Posthumano, editado por Gedisa, que el próximo mes lanzará Por una política afirmativa. Itinerarios éticos.
Director de TELOS. Profesor de Periodismo en la Universidad Carlos III. Es secretario general de Club Abierto de Editores (CLABE), la primera asociación de editores en España. Patrono de Fundación España Digital; forma parte del comité asesor del Foro de Gobernanza de Internet (IGF-Spain), miembro del consejo editorial de la revista latinoamericana Ibercampus; del Consejo Asesor de Cibervoluntarios y forma parte del consejo del Cluster de Ciberseguridad del Ayuntamiento de Madrid. Trabajó en medios como El País y Radio Nacional de España y fundó el diario digital bez.es. Fue asesor del gabinete del secretario de Estado de Comunicación del Gobierno de España y responsable de comunicación del Plan Avanza para el impulso de la sociedad de la información. Es licenciado en Ciencias de la información y ha realizado Programas Directivos en Inteligencia Artificial por la UNIR y en Transformación digital por el Instituto de Empresa. Es fellow de la German Marshall Fund y miembro de VIA Círculo Jefferson, la asociación de alumnos del Programa de Liderazgo de Visitantes en EEUU.
Ver todos los artículosDirector de TELOS. Profesor de Periodismo en la Universidad Carlos III. Es secretario general de Club Abierto de Editores (CLABE), la primera asociación de editores en España. Patrono de Fundación España Digital; forma parte del comité asesor del Foro de Gobernanza de Internet (IGF-Spain), miembro del consejo editorial de la revista latinoamericana Ibercampus; del Consejo Asesor de Cibervoluntarios y forma parte del consejo del Cluster de Ciberseguridad del Ayuntamiento de Madrid. Trabajó en medios como El País y Radio Nacional de España y fundó el diario digital bez.es. Fue asesor del gabinete del secretario de Estado de Comunicación del Gobierno de España y responsable de comunicación del Plan Avanza para el impulso de la sociedad de la información. Es licenciado en Ciencias de la información y ha realizado Programas Directivos en Inteligencia Artificial por la UNIR y en Transformación digital por el Instituto de Empresa. Es fellow de la German Marshall Fund y miembro de VIA Círculo Jefferson, la asociación de alumnos del Programa de Liderazgo de Visitantes en EEUU.
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