17 de octubre de 2022
por
Juan Miguel Lorite Fonta
[ ILUSTRACIÓN: Experimento creado por inteligencia artificial con el programa DALL·E 2 bajo la frase «an unfathomable space made up of calligraphics signs»]
El texto mediado por la escritura fue el primero en migrar al escenario digital a través de las líneas de código —una suerte de enunciados dedicados a la comunicación con las máquinas— y las primitivas interfaces que estas generaban. Le seguirían las transmisiones textuales visuales y las auditivas posibilitadas por las potentes capacidades del nuevo medio.
Desde esta pronta asimilación al soporte informacional, la escritura ha ido de forma paulatina desprendiéndose de esa piel pegajosa del incunable electrónico (Soccavo, 2013), es decir, de presentarse en el medio digital con los códigos del medio impreso. Es, además, protagonista de nuevos modelos de negocio que van más allá de la tradicional explotación económica de los derechos de autor. Sus formas, funcionamientos, funciones y agentes lectoescritores —humanos y no humanos— se multiplican.
No parece, por tanto, que la escritura vaya a perder relevancia como tecnología para la transmisión de ese conjunto coherente de enunciados al que llamamos texto. Sin embargo, podemos preguntarnos por su evolución en un futuro a corto y medio plazo en el cual colonizará la web 3.0 y contemplará, no solo nuevos contextos comunicativos, sino también realidades referenciales que fluyen y mutan junto a universos culturales en proceso de redefinirse en la maduración de fenómenos como la blockchain —para entonces quizás ya un verdadero blockchange— o el metaverso.
Caracterizar por tanto a este texto emergente, al que llamamos texto red1, en lo que tiene de específico con respecto a la articulación en los medios orales, impresos y de la web 2.0 nos servirá como puente de consideración de las posibles evoluciones de la escritura en su objeto de eficaz vehículo de la transmisión textual.
Antonio Rodríguez de las Heras2 (2006) nos explicó con su acostumbrada posición cenital sobre los fenómenos humanísticos y digitales —como a vista de dron— que en la sucesión de medios y soportes textuales no se ha venido produciendo una sustitución radical y excluyente, sino más bien su amalgama. Esta integración, solapamiento y asimilación de unos medios en otros podemos rastrearla a través de distintos fenómenos.
En la sucesión de medios y soportes textuales no se ha venido produciendo su sustitución, sino su amalgama
Comencemos por observar cómo los textos curados o creados por los sistemas de IA recuperan algunas de las capacidades de la transmisión oral que fueron relegadas en el medio impreso. Por un lado, la abstracción y maleabilidad, es decir, la posibilidad de adaptarse en tiempo real a la disponibilidad del lector, a sus conocimientos previos, a su lengua materna, contextos de lectura o, incluso, la capacidad de plegarse y desplegarse a deseo de nuestra curiosidad por profundizar en los contenidos. Por otro, estos textos pueden presentarse en escena atendiendo a las distintas capacidades visuales, auditivas o fisiológicas —es etimológica y prácticamente imposible manipular un dispositivo textual cuando no podemos mover las manos— del usuario lectoescritor, sirviendo así a la accesibilidad y apuntando a una de las potencialidades clave de la escritura del texto red: una radical y comprometida personalización con foco en la accesibilidad universal.
Pero aún hay más vínculos con la cultura oral. Así como la aventura narrada junto al fuego primigenio tejía el texto con diferentes rangos de entonación, con dramáticas gesticulaciones corporales y con los sonidos, olores y colores del entorno, este texto en la red tendrá la posibilidad de adquirir una materialidad multisensorial en los espacios inmersivos del metaverso —ya sea este centralizado, descentralizado, propiciado por la AR, la VR o la MR—. Se alegraría Marshall McLuhan3(1962) al ver como la web 3.0 podrá reparar la preponderancia del sentido visual sobre la primitiva interacción multisensorial provocada en la sociedad occidental por el uso del texto impreso como fijador del alfabeto fonético y que, según él, devino en la marginación del pensamiento holístico y simultáneo en aras de una concepción lineal y lógica de la realidad.
Podemos imaginar entonces una escritura sinestésica que reacciona a los posibles significados del texto enhebrándose con sonidos (Haney et al., 2020), colores y olores o, quizás, la palabra como aliento creador del entorno sensorial físico y virtual en el que actuamos.
Los programas de inteligencia artificial que permiten a los usuarios generar imágenes a partir de un prompt o descripción textual (Daras & DImakis, 2022) han recuperado la capacidad demiúrgica que nuestras culturas primeras otorgaban a la palabra para dar vida a todo tipo de entes. Por los insondables paisajes virtuales fluirán los escritos-hechizos por los cuales transformar (editar) o invocar (escribir) fenómenos físicos, seres y artefactos. Todos estos objetos digitales contendrán no sólo un necesario sistema de metadatos universal y personalizado, sino que nos ofrecerán la posibilidad de leer y editar el texto del que están constituidos. Será un escrito que muta a cada interacción, a cada segundo y con cada lectura y que, contagiado de los NFT dinámicos (Bongiorno, 2022-presente, 10m49s), superará la volatilidad de los hilos de microblogging logrando ser tan editable como persistente, alterando la concepción temporal de un presente absoluto que hasta ahora ha gobernado la red socioinformacional.
El texto en la red ha ampliado las funciones tradicionales de los textos
Esto no significa relegar el carácter conversacional que conquistó la web 2.0 y que propició la producción textual de millones de personas en la blogosfera. Es un universo de textualidades en relación, sin antecedentes en la historia, y que vertebra ámbitos tan importantes como la construcción de identidad y género (Danet, 2003), la reputación individual, local y global, la opinión sobre las marcas, la decisión de compra y hasta el empoderamiento político de los ciudadanos. Pero con la adquisición de estas nuevas capacidades demiúrgicas del texto red, cada vez nos acercamos más a la idea del texto escribible de Roland Barthes4(2001). Un texto que ya no restringe la libertad interpretativa del lector con secuencias temporales lineales, clausuradas y con un detalle exhaustivo e inequívoco de los acontecimientos, sino abierto a la intervención de los lectoescritores en obras dinámicas de autoría colectiva que transformarán la realidad virtual —y, a través del IoT, quizás también la física—.
Como consecuencia, esta producción textual digital rompe radicalmente con el concepto de obra unitaria y cerrada del medio impreso. Ya no es un artefacto clausurado, sino un flujo de actividad retroalimentado por la participación del lectoescritor que decide o se encuentra con la posibilidad de diversos y múltiples itinerarios de significados, posibilitando un texto de sentidos diversos. Esta escritura atesora por ello las características y posibilidades de la multilinealidad y la interactividad.
En este escenario, las fronteras de leer y escribir, aunque diferenciadas como proceso cognitivo (Cassany et al. 1982), se infusionan en el texto red brindando una experiencia a medio camino en el eje que va de la experiencia vicaria del lector del impreso a la experiencia inmersiva del jugador del videojuego. Podemos así hablar de escritura ergódica en el sentido en el que Espen Aarseth5 (1997) calificaba a la literatura donde el lector tiene capacidad de agencia sobre el mismo texto que explora.
Y no se trata sólo del texto literario o de entretenimiento. El texto en la red ha ampliado las funciones tradicionales de los textos en la web 2.0, apuntando a convertir a la escritura en un fenómeno de construcción física social donde humanos y procesadores informáticos sustentados por IA tienen el poder de generar esferas políticas transnacionales y mundos cada vez más subjetivos, convirtiéndose en una herramienta para dar forma y territorio a los imaginarios colectivos en una suerte de avatarización social.
No queremos rebasar el número de caracteres que condiciona este mismo texto, pero dejamos una puerta abierta a seguir reflexionando sobre el futuro cercano de una escritura que, si con la disrupción de soporte textual electrónico, se hizo informacional —dependiendo para su funcionamiento de una fuente eléctrica de energía (Weel, 2011) y la participación de software y hardware—, con el texto red ha iniciado una etapa más del viaje que la ha llevado desde su expresión en las primeras incisiones comunicadas en restos de huesos hasta su inescrutabilidad en la superposición de valores de la computación cuántica.
1Guiño al concepto «Sociedad Red» de Manuel Castells, estando su sentido emparentado con el fenómeno del paradigma informacional.
2Catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid y director del Instituto de Cultura y Tecnología de la misma universidad. Premio FUNDESCO de Ensayo por el libro Navegar por la información.
3Sociólogo canadiense, filósofo y profesor reconocido por ser uno de los fundadores de los estudios sobre los medios y por su gran visión sobre el presente y el futuro de la sociedad de la información.
4Crítico y filósofo francés. Escribió sobre lingüística, signos, símbolos y fotografía, entre otros.
5Especialista en el estudio de los videojuegos y la escritura electrónica y profesor en el Centro de Investigación de Juegos de Ordenador de la Universidad de TI de Copenhague.
Aarseth, E. J. (1997): Cybertext: Perspectives on Ergodic Literature. (Vol. 8). The Johns Hopkins University Press.
Barthes, R. (2001): S/Z. Siglo XXI. Madrid.
Bongiorno, F. (2022-presente): #37 – ¿Qué son los NFT dinámicos y cómo van a impactar en las industrias? [Podcast]. Mundo NFT. https://www.jiosaavn.com/shows/37—%C2%BFQue-son-los-NFT-dinamicos-y-como-van-a-impactar-en-las-industrias/4pcGpoGO4IU_
Cassany, D., Luna, M. & Sanz, G. (1982): Enseñar lengua. Barcelona, Editorial GRAÓ.
Castells, M., & Muñoz de Bustillo, F. (2011): La sociedad red, una visión global. Madrid, Alianza ensayo.
Danet, B. (2003): El texto como máscara: género, juego y performance en Internet. En S. G. Jones (Ed.), Cibersociedad 2.0 (p. 252). Barcelona, Editorial UOC.
Daras, G. & Dimakis, AG. (2022): Discovering the Hidden Vocabulary of DALLE-2. University of Texas at Austin. Disponible en: https://arxiv.org/pdf/2206.00169.pdf
Haney, S., Suyash, J. & Lane, D. (2020): DearDiary webapp. Disponible en: https://deardiary.ai/entry/zfuTUqgtGyWn5fUHYvW4
McLuhan, M. (1962): The Gutenberg Galaxy. The Gutenberg Galaxy The Making of Typographic Man. Disponible en:
http://www.soi.wide.ad.jp/class/20000008/slides/04/galaxy.pdf
Rodríguez de las Heras, A. (2006): ¿Qué es un hipertexto? En R. Chartier (Ed.), ¿Qué es un texto? Círculo de Bellas Artes.
Trabaja aplicando el pensamiento creativo y sistémico a procesos de innovación, sobre todo, en el sector editorial, educativo y formativo. Investiga las posibilidades del medio digital para la transmisión textual y es creador de distintas propuestas artísticas y editoriales. Más información: loritefonta.com
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Ver todos los artículosCada uno hacemos una lectura personal, interna, de los textos publicados (en cualquier formato). Incluso hacemos una lectura diferente al enfrentarnos a un mismo texto años después de haberlo leído la primera vez. Pero esta lectura interior suele quedarse, mayoritariamente, en nuestro cerebro. Por eso los libros se consideran como artefactos unidireccionales casi al 100%. Es muy interesante, siguiendo una de las reflexiones a las que invita el artículo, pensar en qué ocurriría si la versión personal, esas «lecturas interiores» de cada individuo se inyectaran a la red, se publicaran también. Algo de eso hay ya, desde luego, en las reseñas, en los comentarios, en la retroalimentación de un público hacia el narrador oral, en los «likes» o en las valoraciones de cero a cinco estrellas. Pero una «nueva versión completa» que responda a la lectura subjetiva de un individuo sería algo muy interesante de explorar, si se pudiera «publicar». De hecho, la transmisión oral previa a los medios más permanentes como los libros debía de tener una componente muy fuerte de esa versión subjetiva. Da la sensación de que la web 2.0 nos devolvió parte de la oralidad que los libros y la web estática perdieron. Quizá este texto red de la web 3.0 sea más líquido, más oral, dinámico y cambiante. Puede que incluso acabe siendo «más oral» que la comunicación hablada tradicional que surgía junto al fuego a la hora de contar historias.
Joseto, una imagen potentísima esta que comentas: poder explorar las múltiples lecturas interiores de una obra, como en un caleidoscopio de significados, referencias, intratextualidades, conexiones… y a la vez, pensar en descubrir el verdadero núcleo de sentido del texto en la zona de intersección de todos los solapamientos intersubjetivos. Una idea muy sugerente
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