10 de julio de 2024

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La recuperación del bien común

por Arancha Martínez

Es imprescindible resignificar el ODS 17: Alianzas para la consecución de los otros 16 ODS1. Sin colaboración real, no alcanzaremos las metas sociales y medioambientales comunes. Es urgente construir plataformas digitales con modelos de gobernanza diseñados en comunidad.

 

[ILUSTRACIÓN: SOL UNDURRAGA]

 

En el sur y el Sudeste Asiático es bien conocido que existen asentamientos enteros que se crean alrededor de talleres y fábricas textiles que proveen a las empresas más importantes del mundo. Muchas de estas empresas, conscientes de los efectos negativos que tiene esta industria en el medio ambiente y la sociedad, hacen grandes donaciones en especie a las comunidades locales, ya sea para contribuir positivamente a paliar una necesidad de esta, ya sea para contribuir a paliar su propia necesidad de compensar sus efectos negativos. O ambas. En un principio, estas iniciativas de colaboración entre las empresas y las comunidades afectadas por su negocio me resultaron coherentes y he trabajado muchos años precisamente en la implementación de tecnología que permitiera alinear de manera eficiente recursos con necesidades.

Recuerdo como si fuera ayer las ganas y la expectación de un par de decenas de mujeres de la comunidad de Passor por abrir las primeras cajas de calzado donadas que conseguimos a través de una de estas grandes empresas. Las necesidades no eran pocas: las mujeres vivían en chabolas construidas con ladrillos rotos que no podían vender las fábricas, en las que cada día trabajaban junto a sus maridos e hijos fabricando manualmente ladrillos. Las necesidades de la comunidad eran tantas y tan evidentes, que cuando abrimos aquellas cajas apenas pudimos pasar de la sorpresa al espanto cuando descubrimos que las cajas contenían posiblemente lo más inútil que una persona puede tener en una comunidad como aquella: zapatos de tacón.

La obsesión de Comgo desde 2018: contribuir a ordenar y ganar eficiencia y velocidad en las metas sociales

Este ejemplo y error del sistema es anecdótico, pero ilustra una reflexión a la que desde entonces dedico mucho tiempo. ¿Es suficiente la intencionalidad de construir soluciones a necesidades sociales? ¿O acaso esto no debe hacerse desde un conocimiento profundo de la necesidad? ¿Se pueden entender y solucionar los problemas sociales si no es de forma colectiva, inclusiva y participativa, junto a las comunidades afectadas?

Esta pregunta es más relevante hoy que nunca. Cada día me levanto con noticias sobre una nueva “solución innovadora-digital-inteligente de impacto que viene a revolucionar el mundo”.

Más allá de los escenarios utópicos y distópicos que se pintan en los debates sobre las tecnologías disruptivas, me interesa saber no tanto lo que estamos construyendo, sino sobre qué valores y premisas lo estamos construyendo. Por qué, para quién y para qué y, por tanto, los efectos que tendrán las innovaciones en nuestro modelo socioeconómico.

El elefante en la sala

La innovación —ya sea digital, institucional o corporativa—, sobre todo aplicada al sector social, no depende tanto de las tecnologías, políticas o iniciativas en sí mismas, sino de los modelos y enfoques con los que estamos acostumbrados a trabajar. ¿Qué soluciones tecnológicas pueden construirse para retar el statu quo y ayudarnos a pivotar hacia un sistema más amable y justo?

 

Trabajo infantil en Passor. Una niña hace ladrillos en Passor (Haryana, India) en 2023. Imagen de de It-willbe.org.

Trabajo infantil en Passor. Una niña hace ladrillos en Passor (Haryana, India) en 2023. Imagen de de It-willbe.org.

 

No hay que irse a Passor para ver la desconexión entre los que sufren los problemas y los que tienen capacidad real para construir las soluciones. Tampoco hay que irse muy lejos para ver cómo el tecnohumanismo en el que estamos inmersos aún deja fuera a un porcentaje importante de las personas, o las incluye, pero como meros seres pasivos, receptores de soluciones que probablemente no resuelvan sus necesidades.

En muchos casos, ingenieros y desarrolladores diseñan tecnologías sin un entendimiento profundo de las problemáticas sociales que estas podrían resolver o agravar. Al mismo tiempo, los trabajadores sociales, con un conocimiento íntimo de las necesidades de las comunidades, pueden carecer de las habilidades técnicas necesarias para utilizar eficazmente estas herramientas tecnológicas. Las soluciones tecnológicas diseñadas de manera aislada pueden parecer innovadoras desde una perspectiva técnica, pero pueden no ser útiles o accesibles para las personas a las que están destinadas a servir. Algo así como los zapatos de tacón para las mujeres que caminan descalzas en las fábricas de Passor.

Las organizaciones internacionales nos lo intentan poner un poco más fácil. La introducción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, presentados en 2015, intentaron organizar y categorizar las problemáticas del mundo para intentar guiar a la comunidad global hacia el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza. Pero a pesar de todo el esfuerzo burocrático, económico y político, parece que apenas hemos salido de la casilla de salida para conseguir muchos de estos objetivos. Y la clave está delante de nuestros ojos: si hay algo que debemos atacar para desatascar el retraso que llevamos en el cumplimiento de los Objetivos es la falta de atención que le ponemos al ODS 17: alianzas para conseguir los objetivos. Y no hablo de las alianzas entre empresas. Hablo de alianzas con las comunidades afectadas por estas.

En mis años de experiencia en innovación social he observado que, a pesar de que la palabra colaboración aparece en los manifiestos de prácticamente todas las organizaciones, se trata de una colaboración promovida desde un enfoque y gestión individualista. Es decir, colaboración como un medio con el que alcanzar metas individuales de las organizaciones versus colaboración como solución para generar impacto social positivo para terceros. Y me explico. Sí, colaborar se colabora. Pero en la mayoría de los casos se hace para satisfacer el objetivo individual de una organización. No existe una estrategia diseñada en común, donde dos o más entidades definen una meta común y luego miden el progreso de manera colectiva. Por tanto, la colaboración es desordenada e ineficiente a nivel de sistema.

 

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Esa ha sido precisamente la obsesión de Comgo desde que lo fundamos en 2018: contribuir a ordenar y ganar eficiencia y velocidad en las metas sociales (TogetherforSDGs se llamó el prototipo que diseñamos junto a los Labs de Innovación de Naciones Unidas en 2019); ayudar a hacer match2 entre personas y organizaciones que tienen establecidas metas sociales comunes en sus planes estratégicos. Aprovechamos la disrupción tecnológica y el actual tecnohumanismo para crear nuevos modelos de colaboración que permitan crear soluciones a problemas sociales y que sean eficientes, inclusivas y escalables.

Hacia mejores alianzas

El primer paso hacia una sociedad colaborativa que persiga la consecución de Objetivos de Desarrollo Sostenible de manera colectiva, poniendo el bien común verdaderamente en el centro, es transformar el concepto de éxito de las organizaciones y de las personas. Y ser capaces de medirlo. Es absolutamente indispensable poner el foco en la creación de una nueva contabilidad que incluya los efectos en la sociedad y en el medioambiente, y que pueda no solo medirse, sino reconocerse e incentivarse para escalar las soluciones más efectivas con resultados demostrables.

Medir nos permite diagnosticar la cantidad de oportunidades que se pierden y las amenazas que crecen por no invertir en las comunidades que son directamente afectadas por las actividades económicas. Por ejemplo, medir el impacto de una inversión en agricultura sostenible puede revelar no solo mejoras en la producción agrícola, sino también beneficios colaterales como la creación de empleo, la mejora en la salud pública y la reducción de emisiones de carbono. Estos indicadores pueden proporcionar una imagen más completa y precisa del impacto social, facilitando decisiones más informadas y efectivas. Y esto no se mide con un enfoque individual.

Si queremos garantizar un escenario tecnohumano donde un nuevo pacto social basado en valores compartidos sea posible no es necesario seguir desarrollando tecnologías nuevas cada semana. Es mucho más útil adaptar y poner las que ya existen al servicio del bien común, en vez de al servicio de la generación de riqueza con un enfoque individualista.
Es en la intersección entre la innovación social y la adaptación y buena gobernanza tecnológica donde creo que podemos encontrar las mejores ideas para pivotar hacia un sistema donde el concepto de comunidad y el poder colectivo vuelvan a ser relevantes.

 

Comgo trabaja para garantizar la inclusión de voces diversas. Imagen de It-willbe.org en Passor (Haryana, India) en 2023.

Comgo trabaja para garantizar la inclusión de voces diversas. Imagen de It-willbe.org en Passor (Haryana, India) en 2023.

 

Crear un mejor futuro, incluso tecnohumano, es posible. En el mundo no faltan personas con buenas intenciones. Las grandes multinacionales, señaladas por los efectos negativos de sus modelos de negocio en la sociedad y el planeta, están repletas de personas queriendo adaptar los modelos y poner el bien común en el centro. No me cabe duda de que a la mayor parte de la población nos conmueven las historias del resto y que compartimos la frustración y la impotencia ante las injusticias del mundo. Todos, si pudiéramos, acabaríamos con las grandes desgracias que nos rodean sin pensarlo. Pero está claro que querer ayudar no es siempre saber ayudar, y ni siquiera los que nos dedicamos profesionalmente y nos hemos formado para ello sabemos siempre por dónde empezar.

Por ello es crucial desarrollar enfoques integrados y colaborativos que permitan a los profesionales de diferentes disciplinas trabajar juntos de manera efectiva. En Comgo trabajamos para garantizar la inclusión de voces diversas, especialmente de aquellas comunidades directamente afectadas por las decisiones tecnológicas y sociales. Solo a través de la cooperación y la comprensión mutua podemos crear soluciones sofisticadas, al tiempo que accesibles, que realmente sirvan a toda la humanidad y respondan a las complejas necesidades de nuestra sociedad y planeta.

El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 17 consiste en fortalecer la alianza mundial para el desarrollo sostenible, movilizando e intercambiando conocimientos, capacidad técnica, tecnología y recursos. Comgo aspira a convertirse en una autopista digital que contribuya a que ese intercambio que otros agentes realizáis acelere la consecución de los otros 16 ODS.

Notas

 1El Objetivo 17 pretende revitalizar la alianza mundial para el desarrollo sostenible. Más información en: https://www.un.org/sustainabledevelopment/es

 2Procede del inglés to match, que significa encajar o acoplar en español.

Bibliografía

Martínez, A. (2019): Por qué invertir la solidaridad en innovación tecnológica. Charla presentada en TEDxValladolid. Disponible en: https://www.ted.com/ talks/por_que_es_vital_invertir_la_solidaridad_en_ innovacion_tecnologicasdfs

Martínez, A. (2021): Que “llegue” el dinero ya no será suficiente. En Cruz Roja. Disponible en: https:// www2.cruzroja.es/web/ahora/-/aranchamartinez- que-llegue-dinero-ya-no-serasuficiente

Martínez, A. (2020): La creatividad puede generar más impacto que el dinero. En LinkedIn. Disponible en: https://www.linkedin.com/pulse/la-creatividad- puedegenerar-m%C3%A1s-impacto-que- elmart%C3%ADnez-fern%C3%A1ndez/?trackingId=V Q9TisJ2Sq%2BiIWYV3dQdlA%3D%3D

Portada de TELOS 125

Artículo publicado en la revista Telos 125


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Autor

Cofundadora y directora general de it-willbe.org y Comgo. Graduada en Ciencias Empresariales y Relaciones Internacionales por ICADE y por la Reims Management School, ha cursado estudios de historia en la UNED. y ha realizado un máster de gestión de ONG. Ha recibido el Premio Tecnología Humanitaria de Cruz Roja.

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