4 de diciembre de 2019

M

Mónica Nepote: “La tecnología permite expandir las prácticas artísticas”

por Juan M. Zafra

“Me resulta muy complicado discernir lo virtual y lo real”, reconoce Mónica Nepote durante la conversación. Su labor consiste en promover la literatura electrónica, nuevos formatos y soportes para el libro. Afirma que llegó a la tecnología de la mano de la escritura, actividad por la que ha conseguido varios reconocimientos, y de la edición. Le preocupan los sesgos que introducen los algoritmos y la inteligencia artificial y subraya la necesidad de que los pensadores y los artistas abandonen la zona de confort y se zambullan en el aprendizaje de las herramientas tecnológicas para que el progreso nos conduzca hacia un mundo más humano.

 

[ FOTOS: ANDREA TEJEDA KORKOWSKI / ASISTENTE: DANIELA POLA ]

 

Escritora, editora, guionista, pensadora. Mónica Nepote nació en Guadalajara (Jalisco, México). Habita en Ciudad de México, la cuarta ciudad más poblada del planeta. Allí dirige el proyecto de e-literatura del Centro de Cultura Digital, que incluye las iniciativas e-literatura, compendio de piezas digitales; Revista 404, publicación enfocada en la cultura digital; y Descargables, un espacio en el que encontrar publicaciones en formato epub y pdf. Es un claro exponente del artista que reconoce, estudia y emplea la tecnología para expandir la creatividad humana. Estudiosa y formadora, es consciente de las oportunidades que genera la colaboración entre el humano y la máquina; y también de la necesidad de poner en marcha modelos educativos y creativos en los que la formación sea “un cruce de habilidades técnicas, conocimientos científicos y artísticos”. Humanidades, Ciencias y Tecnologías no se deben “vivir como una dicotomía”, subraya.

¿Cree que es posible la creatividad de las máquinas, una creatividad artificial? ¿Llegará a existir?

Pienso en esa creatividad en las máquinas como el sueño ancestral del ser humano de inventar esa máquina que por sí misma genere lenguaje, escritura o arte y me remito a distintos momentos de la historia: las ideas de Georg Philipp Harsdörffer 1 en el siglo XVII para generar palabras nuevas o a los autómatas de Jaquet-Droz 2 en el XVIII que eran capaces de escribir, dibujar y tocar el piano; pienso en eso como aproximaciones a lo que vemos ahora, como esa obsesión por desarrollar inteligencias independientes a lo humano y también pienso que eso es lo que vemos en distintos artistas y escritores-programadores permeados por una idea: la colaboración entre humanos y máquinas.

¿Habrá siempre una ser humano a los mandos?

Si bien existe software que escribe o genera información, objetos artísticos, esto no es posible sin la cabeza humana que las diseña y las alimenta (con bases de datos, por ejemplo) y en ese diseño vemos cómo está atravesado por ideología, por posturas políticas, por cuestiones de género y de visión del mundo. Hace poco revisaba un libro impreso con los relatos generados por un software de escritura, un sistema de inteligencia artificial, que generó una serie de historias a partir de los datos con que fue alimentado y con un complejo sistema de asociación de datos. Había en él líneas profundamente patriarcales, las acciones narrativas generadas en el caso de los personajes masculinos subrayaban valentía, enemistad, batallas…; los adjudicados al personaje femenino eran de corte romántico, un ser que buscaba ser tratado de cierta forma y que era objetivo de seducción. ¿De quiénes son estas ideas sino de la cultura? ¿De dónde provienen si no de la forma de entender el mundo de su creador? La tecnología es ese espacio en el que extendemos nuestra visión de mundo, las tecnologías tienen todavía la agencia humana, o la no agencia, o la agencia del patriarcado, que es aún peor. No hay tecnología inocente, ni una que no refleje a quien la programa.

No hay tecnología inocente, ni una que no refleje a quien la piensa y la programa

 

Ese es un aspecto clave. Se ha impuesto una visión catastrofista del futuro que parece determinado por la tecnología o por el miedo a los cambios que trae consigo. Como si no fuéramos los humanos quienes construimos las máquinas y las dotamos de un propósito.

En otra línea tendríamos que hablar de cómo los algoritmos están preparados para mecanizarnos, pero este proceso tiene que ver con nuestra ignorancia respecto al uso de las herramientas o a su programación, o la poca injerencia que tenemos en estas, si cedemos nuestra relación al enfoque corporativo y mercantilista. El mundo proyectado por nosotros a través de esas tecnologías se parece demasiado al mundo capitalista; esas tecnologías “creadoras” están marcadas por la inequidad y tienen un corte profundamente consumista y con fines políticos de vigilancia y control. Habría que fantasear entonces con máquinas que hagan otros mundos, pero empezando por nuestra propia agencia, por nuestra propia construcción de otras posibilidades de mundo antes de soñar con tecnologías distópicas.

¿Es ese el espacio que le queda al pensamiento, a las artes, a la literatura, a la filosofía, a las Humanidades en un momento como el que vivimos, dominado por las disciplinas STEM -las ciencias, las telecomunicaciones, las ingenierías y las matemáticas-?

Pienso que el espacio que queda es el que queramos que ocupen. Por un lado, hay diversas iniciativas, proyectos y obras que desde hace años entretejen arte y tecnología. Me parece que las artes como las pensamos desde el romanticismo -el genio creador, la inspiración, la originalidad- han quedado a un lado. La forma en que concebimos el arte, la filosofía o la literatura están pensadas en el contexto contemporáneo desde un cruce de disciplinas y de conocimientos técnicos, manejo de software y hardware. Es algo que no nos preguntamos con relación a la música o al cine, donde difícilmente podríamos imaginarnos su existencia sin tecnología, de alguna forma sin ingeniería, y todo lo que está detrás de las formas en que se producen y se trabajan. El asunto es que, en el mundo académico, las disciplinas siguen manteniendo categorías basadas en las distancias y la distribución jerárquica de las ciencias, por un lado, y de las artes, por otro. Sin embargo, en otros espacios no académicos esos encuentros suceden.

La colaboración del humano con la máquina da origen a una nueva tipología de creador, ¿es eso?

Junto con Geert Lovink 3pienso que la gente de Humanidades hemos decidido regodearnos en una zona de confort cada vez más inoperante que nos impide completarnos críticamente. Es decir, nos detiene a la hora de forjar un pensamiento crítico con el que puedo conocer no sólo como operan las tecnologías, sino que me ayuda a saber ejecutarlas. Nuestra alfabetización debe mutar a un conocimiento que cruce habilidades técnicas, conocimientos científicos y artísticos y a no permitir vivirlas como una dicotomía.

La infancia se rebela, se resiste a leer y a escribir. ¿Qué nos están diciendo?

“Siempre digo que inicié un camino en lo digital por la edición y la escritura. Fue la curiosidad y la necesidad de entender la tecnología y la tecnología aplicada a la escritura, la que me ha llevado a la cultura digital. En estos seis años de investigación, el mundo se ha ido componiendo y recomponiendo. Me interesaría destacar cómo aun los niños aprenden en su mayoría como lo hicimos tu y yo: escribiendo a mano. Hace unos días mi sobrina contó que a sus compañeros en el colegio no querían leer ni escribir. Les daba flojera. Y me pareció sintomático, me pareció un relato de ciencia ficción, una distopía, en la que la infancia se rebela, se resiste a leer y a escribir. ¿Qué nos están diciendo? A mis alumnos les pregunto con frecuencia “¿qué es poesía para un escritor del siglo XIX o para un juglar?”. Tenemos la idea de literatura marcada por el canon más tradicional, pero lo que es un hecho es que escribimos como nunca y lo hacemos de forma distinta. Lo que hasta ahora consideramos literatura se está mutando. Y con ello, la forma en la que educamos”.

 

En la sociedad tecnologizada, como ha ocurrido en otras épocas históricas, parece que se hubiera impuesto la “utilidad de las cosas” por encima de cualquier otro valor. ¿Para que nos sirven las Humanidades? ¿La literatura?

La utilidad, la corta vida, el consumo excesivo, lo desechable y a la par eso que se desecha por no ser útil no desparece mágicamente de la tierra por el simple hecho de deshacernos de ello. Somos una especie que extrae recursos de la naturaleza a niveles críticos y que los desecha sin pensar a dónde van a parar, contaminando a niveles críticos. Para pensar en esto; para abordar el problema, para crear otros imaginarios posibles, para no ceder al capitalismo ni al mercantilismo. Para crear tensión entre los deseos corporativistas y nuestros propios deseos, para dar agencia a lo no humano. Y para crear ideas de corresponsabilidad entre nosotros y otros lejanos geográficamente. Crear ingenierías críticas plagadas de pensamiento filosófico o crear máquinas afectivas o literatura que traiga a primer plano las tecnologías ancestrales como tecnologías vigentes y otros sitemas relacionales entres sujetos humanos y no humanos.

 

Vídeo

ENTREVISTA A MÓNICA NEPOTE

La gestora del Centro de Cultura Digital de Ciudad de Méxicoreflexiona acerca de la utilidad de las Humanidades, la banalización de la cultura en las redes y la literatura del futuro.

...

 

Usted trabaja, crea obras literarias a partir de la web o de las herramientas digitales. Su uso entiendo que va más allá de la creación de obras multiformato, multimedia o transmedia. ¿Cuánto cuenta la tecnología en su proceso creativo?

Tendríamos que ir despacio. El alfabeto es una tecnología; el papel es otra; el libro es un dispositivo tecnológico. Ya lo dice Lewis Mumford4 :es un error pensar que la “era del Maquinismo” se origina en la Revolución Industrial, sino que su origen se remonta al principio mismo de la civilización, al principio de una máquina arquetípica, compuesta de partes humanas. Una novela como El Quijote existe porque existía la tecnología libro, ese repositorio de papel y cuya interfaz doble página permite una lectura lineal. En la escritura transmedial o hipermedial podemos hacer lecturas a partir de textos en secuencia a los que accedemos a partir de hipervínculos y que se prestan para ser leídos en pantallas. Podemos hablar ahora de lecturas no lineales y, sin embargo, una novela como Rayuela fue un libro que rompió la idea de libro y de secuencia; o de los experimentos del OULIPO 5, en el que participaban escritores interesados en las matemáticas, que juegan con las variantes y la combinatoria; o de Nanni Balestrini6 , que cuestionó la idea de reproductibilidad técnica o la producción en serie ideando un sistema de escritura e impresión que generaba ejemplares únicos. En nuestra vida, en un continúo estar en línea, podemos escribir más rápido, almacenar y compartir; también podemos generar una hiperproducción caótica imposible de clasificar y ordenar. La escritura en plataformas, por ejemplo, es desbordante, ilocalizable e invisible y a la vez es almacenada por las grandes compañías; todos nuestros datos duermen inaccesibles para nosotros en materia de reconstrucción en servidores, pero están a la mano de las instancias de vigilancia; esas conversaciones que perdemos en los sistemas de mensajería instantánea podrían ser una prueba que nos hunda en una corte si un juez determina que requiere nuestras palabras. Digamos que mi escritura editorial piensa en esto. “Mi” escritura crítica es una escritura colectiva que se genera con un gran número de colaboradores, consiste en insistir en conocer cómo es que funcionan las tecnologías para saber de qué tamaño es el monstruo que se alimenta de nuestros metadatos y nuestra huella digital en Internet.

¿Qué aportan las tecnologías a las Humanidades?

Las máquinas dan la posibilidad de expandir las prácticas artísticas, y, por lo tanto, de generar otros énfasis de pensamiento y de análisis. Actualmente las tecnologías basadas en computadoras, en las redes nodales, nos ofrecen velocidad, conectividad, hipermedialidad o transmedialidad. Son tecnologías que nos resultan atractivas. Pero todo esto tiene un filón de riesgo y lo vemos en nuestros días: hipervisibilidad y dependencia. Las herramientas siempre serán un atractivo para imaginar cómo crear cosas nuevas. Ana María Uribe, una artista argentina es, por ejemplo, una de las pioneras en las prácticas de literatura digital en América Latina. Comenzó haciendo uso del gif, los primeros gifs animados para darle a sus poemas visuales una cualidad cinética. Otro ejemplo es la posibilidad de generar imágenes, archivos infinitos que después no sabemos bien cómo gestionar, galerías virtuales donde compartimos nuestros gestos artísticos y nuestra insípida vida cotidiana. Después reflexionamos sobre esto en ensayos que tratan sobre qué seres somos en la era hiperinformada.

¿Hay un lenguaje para este tiempo?, ¿Un código creativo para la era de Internet? ¿Cuáles son sus componentes esenciales?

En teoría, si pienso en Internet, un medio de medios que me interesa muchísimo, me atrae la idea de un texto infinito y colaborativo; un texto hecho a partir de lenguajes, natural e informático. Pero es una verdad a medias. En realidad, no todos los usuarios sabemos ese lenguaje informático, ese lo manejan unos cuantos: los programadores y quien conoce y genera estas herramientas obedece las leyes del mercado. Pero existe la posibilidad, o podríamos tener en el horizonte la importancia de alfabetizarnos. ¿Para qué? Pues para generar nuestro propio código creativo. Tenemos la posibilidad de usar lenguaje multiplataforma pero no siempre, o pocas veces, tenemos las destrezas para tener agencia propia y poner esos componentes por nuestra voluntad. Tenemos al alcance plataformas hipermediales: imágenes, imágenes en movimiento, texto, audio, pero dependemos de las arquitecturas que nos ofrecen o de aquellas a las que vamos inocentemente a depositar nuestros datos, sin leer los términos y condiciones. Me gustaría pensar que la Red pudiera ser nuestra, pero debemos aprender a hacer nuestra red y para eso habría que adquirir destrezas o trabajar en equipos colaborativos con intención de generar otros espacios.

La gente de Humanidades hemos decidido regodearnos en una zona de confort cada vez más inoperante

 

¿Se nos ha desviado Internet? ¿Se ha convertido en el nuevo tablero de confrontación geopolítico y económico frente al espacio de conocimiento abierto e inteligencia en el que se creyó?

Es curioso. Se atribuye a Internet un origen militar cuando en realidad se desarrolló en el ámbito académico y de la Universidad. Ahora parece que está cayendo en el terreno de lo militar, de la confrontación, de los intereses de las grandes naciones. No debemos quedarnos con lo negativo: tenemos una enorme capacidad para hacernos daños, pero al mismo tiempo, tenemos la oportunidad única para desarrollar unas tecnologías responsivas, en el sentido de que sirvan para dar respuestas a nuestras necesidades colectivas globales, de permanencia, de colaboración, de cohabitación… Podemos y debemos pensar tecnologías sostenibles. Humanicémonos, orientemos nuestro trabajo hacia la humanización.

Parece obvio señalar que la tecnología ha cambiado nuestra forma de escribir, de pensar, de crear… ¿En qué han consistido esos cambios? ¿Qué cambios están por llegar?

Lo que me resultaba fascinante en un momento era generar otras textualidades que habitaran espacios fuera del papel, generar ideas que expandieran lo que entendemos por escritura o literatura. Me gusta mucho la escritura generativa y me gusta mucho más que, como dice Claudia Kozak, una académica y ensayista argentina, esa escritura en América Latina se caracteriza por un asunto crítico y político; los trabajos de Milton Läufer7 o de Eugenio Tisselli8 tienen un acento inconforme. Las piezas de José Aburto nos hacen reflexionar sobre cómo ponemos nuestro cuerpo ante la máquina; Belén Gache habla de la automatización del lenguaje y la producción en serie; Mariela Yeregui exploró en los años noventa la escritura colaborativa; y Benjamín Moreno, la idea de videojuego y poesía. Considero que esos cambios por llegar han llegado. Considero que el texto lucha día a día con la imagen y que a veces se entrelaza. Creo que lo que está por llegar es una inmersión más profunda y más colectiva en ese tipo de escrituras, porque los rumbos están puestos para ser explorados un largo rato todavía.

¿Cómo deberíamos incorporar la tecnología en las aulas de las materias de Humanidades?

En realidad…creo que no es una cuestión de herramientas, sino de una nueva forma de pensar que tiene en cuenta el impacto de la tecnociencia en nuestra existencia.

La robotización nos liberará de trabajos rutinarios; la inteligencia artificial general, si la alcanzamos (y personalmente estoy convencido de ello) dará a la humanidad la oportunidad de desarrollar aspectos más creativos, quizás de acercarnos a aquello que nos hace más humanos.

Yo me iría con tiento en este aspecto. No estoy segura de si nos libramos de trabajo a un costo muy alto: dejar que extraigan nuestros datos: la inteligencia artificial en la sala de nuestras casas y en nuestros dormitorios no sé si sea un sueño distópico que suena distinto en comunidades de países como los nuestros, donde somos consumidores de tecnologías más que diseñadores. Insisto, ¿quién piensa esa IA y para servicio de quién?, ¿a quién se la compro, con qué fin otorgo las llaves digitales de mi intimidad?

¿Será mejor el futuro?

Durante un taller, me dijo una astrobiologa: “un mundo si habrá; otra cosa es que nosotros, los humanos, sigamos aquí”. En cierto sentido resulta complicado saber a qué mundo avanzamos. Si no nos metemos desde ya a imaginar otras posibilidades corresponsables con el planeta.

 

Conocer, divulgar, experimentar, jugar y pensar

Centro de Cultura Digital de CDMX

El Centro de Cultura Digital se dedica a la producción, formación, comunicación y reflexión sobre nuevas manifestaciones culturales, sociales y económicas, que surgen a partir del uso cotidiano de la tecnología digital. “Nuestras investigaciones actualmente se dirigen a alfabetizar; a mostrar qué lectores y qué escritores somos en época de dispositivos, de pantallas, en un mundo hiperconectado y qué podemos hacer con esto. No solo en el plano creativo sino, como ocurre en otras comunidades que no forman parte del norte global y usan las tecnologías de una manera alternativa, buscando usos alternativos a los del mercado o a los dispuestos por los fabricantes de esas tecnologías. También hacemos mucho énfasis en la divulgación de ideas críticas. En los primeros años de e-literatura, el proyecto editorial del Centro de Cultura Digital de México, nos preocupamos por generar escritura experimental. Lo que nos corresponde en el presente es dar a conocer, divulgar, experimentar, jugar y pensar críticamente”.

Notas

 1Georg Philipp Harsdörffer (1607-1658) fue un poeta, matemático y traductor alemán.

 2Pierre Jaquet-Droz fue un relojero de finales del siglo XVIII.

 3Geert Lovink es experto en medios de comunicación y director del Institute of Network Cultures.

 4Lewis Mumford, sociólogo, historiador, filósofo de la tecnociencia, filólogo y urbanista estadounidense.

 5OuLiPo (acrónimo de Ouvroir de Littérature Potentielle; en castellano Taller de literatura potencial) es un grupo de experimentación literaria creado en 1960.

 6Nanni Balestrini ​ fue un poeta experimental, novelista, ensayista, guionista y artista visual italiano perteneciente al movimiento Neoavanguardia.

 7Milton Läufer es un escritor, periodista y docente argentino. http://www.miltonlaufer.com.ar

 8Eugenio Tisselli es un artista, programador e investigador independiente.

Artículo publicado en la revista Telos 112


Ir al número ...

Autor

Director de TELOS. Profesor de Periodismo en la Universidad Carlos III. Es secretario general de Club Abierto de Editores (CLABE), la primera asociación de editores en España. Patrono de Fundación España Digital; forma parte del comité asesor del Foro de Gobernanza de Internet (IGF-Spain), miembro del consejo editorial de la revista latinoamericana Ibercampus; del Consejo Asesor de Cibervoluntarios y forma parte del consejo del Cluster de Ciberseguridad del Ayuntamiento de Madrid. Trabajó en medios como El País y Radio Nacional de España y fundó el diario digital bez.es. Fue asesor del gabinete del secretario de Estado de Comunicación del Gobierno de España y responsable de comunicación del Plan Avanza para el impulso de la sociedad de la información. Es licenciado en Ciencias de la información y ha realizado Programas Directivos en Inteligencia Artificial por la UNIR y en Transformación digital por el Instituto de Empresa. Es fellow de la German Marshall Fund y miembro de VIA Círculo Jefferson, la asociación de alumnos del Programa de Liderazgo de Visitantes en EEUU.

Ver todos los artículos

Contenido relacionado

Comentarios

Artículos relacionados