8 de marzo de 2024
por
Valentina Ríos
María Fernández
[ILUSTRACIÓN: ANASTASIIA BORIAGINA]
Las nuevas tecnologías y todos los servicios que nos brindan en salud, educación, administración, servicios… tienen una doble cara: por un lado, nos facilitan la vida y nos ofrecen un acceso más fácil y amplio a diferentes oportunidades socioeconómicas. Sin embargo, también nos plantean un gran desafío relacionado con la inclusión: que las personas carentes de habilidades digitales o que no dispongan de un acceso al mundo digital queden excluidas del progreso. Tenemos que evitar a toda costa que todos aquellos que ya se encuentran en una situación de vulnerabilidad por sus condiciones socioeconómicas, se conviertan en personas aún más vulnerables por no poder acceder a las nuevas tecnologías o no tener las habilidades necesarias para desenvolverse en la nueva sociedad digital. Esto es la brecha digital y la educación desempeña un papel fundamental para eliminarla.
Hoy, las escuelas deberían ser el habilitador esencial de la inclusión digital de las personas. Ahora bien, ¿cómo enfocamos la educación para convertirla en una fuerza de cambio positiva que contribuya a formar a los ciudadanos digitales que la nueva sociedad necesita? ¿Cuáles son las condiciones que deben darse en las escuelas para que se produzca esa inclusión digital? ¿Cómo saber si esas condiciones se están dando o no?
ProFuturo, una iniciativa comprometida con la implementación de la educación digital en escuelas vulnerables de todo el mundo, ha desarrollado, a lo largo de casi ocho años de actividad, un sistema de evaluación y aprendizaje institucional para medir el desempeño de las escuelas en lo que a nivel de apropiación de la tecnología en las aulas se refiere. El SAT (School Assessment and Transformation) recopila y gestiona una gran cantidad de datos cuantitativos y cualitativos, que no solo proporcionan a las escuelas información clave para situarse en una escala de transformación digital, sino que les ayuda a trazar un plan de acción que tenga en cuenta sus circunstancias particulares y les sirva para seguir avanzando.
Esta información ha permitido a ProFuturo establecer algunos criterios clave que determinan el éxito a la hora de favorecer esa inclusión digital. Estos criterios se articulan en torno a cuatro factores fundamentales:
1. El compromiso, la motivación y el empoderamiento de todo el equipo directivo y docente. Crear un entorno educativo propicio para la inclusión digital requiere de un compromiso firme y una motivación sostenida por parte del claustro en general de la escuela, que incluye tanto al equipo directivo como a todos los docentes y, en particular, a aquellos docentes que tienen liderazgo pedagógico y metodológico en áreas concretas de conocimiento. Necesitamos equipos motivados y capaces de motivar, que manejen pedagogías activas y promuevan en sus estudiantes las ganas de aprender, que fomenten la creatividad, el pensamiento crítico, la empatía, la resiliencia…
2. El equipamiento y la conectividad. Garantizar un acceso adecuado a equipamiento y conectividad es esencial para superar las barreras tecnológicas. Proporcionar a las escuelas en entornos vulnerables el equipamiento según sus necesidades didácticas y asegurar una conectividad básica que garantice la formación docente, ciertas actividades en el aula y la interacción administrativa; son pasos fundamentales para permitir una participación equitativa en la era digital, evitando así la exclusión de aquellos que carecen de recursos tecnológicos.
3. La formación docente. Los docentes son la pieza clave para la transformación digital de los sistemas educativos. Sin embargo, la integración de la tecnología en la educación representa un desafío extraordinario para estos y los sistemas educativos. La incorporación de la tecnología en educación conlleva el reto de formar un nuevo profesional, un nuevo profesor que sepa avanzar en el triple reto profesional, pedagógico y ciudadano, gracias a estas tecnologías educativas. Hoy, más que nunca, necesitamos docentes preparados que vayan mucho más allá de la mera transmisión de conocimiento, que sepan cómo construir experiencias memorables de aprendizaje para sus estudiantes.
4. Uso e integración de la tecnología y la innovación en las prácticas educativas. La tecnología de este siglo ya no es simplemente un conjunto de herramientas, sino un ecosistema que modela nuestra realidad; por tanto, debemos transformar la forma en la que enseñamos y aprendemos, y para que esta transformación se produzca debe ir acompañada de la innovación pedagógica. No se trata de reproducir prácticas pedagógicas analógicas usando instrumentos digitales, sino de saber integrar la tecnología en la práctica docente de una forma innovadora. Esta integración busca transformar la experiencia educativa, haciendo que sea más relevante, personalizada y participativa, preparando así a los estudiantes para la sociedad digital en la que ya estamos insertos.
La generación, sistematización y uso de evidencia se han vuelto una demanda crítica para abordar desafíos vinculados con la inclusión digital. Las brechas de acceso a la tecnología, la desigualdad de oportunidades educativas digitales y los obstáculos para construir sistemas educativos capaces de formar a ciudadanos digitales son los grandes retos que afrontan las Administraciones públicas y donde se han de enfocar las entidades del tercer sector, como agentes colaboradores, desde la innovación.
El valor de una herramienta como esta radica no solo en su capacidad para diagnosticar, sino en su idoneidad para orientar y proponer caminos de transformación. Así, las lecciones aprendidas de su uso ponen de manifiesto la pertinencia de desarrollar sistemas y herramientas que permitan: reforzar el diagnóstico del potencial que tienen las escuelas para mejorar la experiencia de aprendizaje, garantizar la trazabilidad de la evolución de los centros educativos y ayudar a identificar escuelas de referencia para la innovación de calidad, sistematizando el cálculo de los indicadores para que los resultados sean objetivos y comparables.
ProFuturo proporciona a las escuelas un plan de acción para avanzar en su transformación digital
En suma, se trata de que cada vez más la toma de decisiones esté fundamentada en datos, permitiendo el trabajo basado en evidencias en unos entornos, los de especial vulnerabilidad, donde lo normal es que la investigación, la política y la práctica educativa estén desconectadas.
Gerente global de estrategia y evaluación de ProFuturo. Tiene más de 20 años de experiencia en gestión de programas sociales enfocados en educación.
Gerente global de estrategia y evaluación de ProFuturo. Tiene más de 20 años de experiencia en gestión de programas sociales enfocados en educación.
Ver todos los artículosResponsable del sistema de Monitoreo de Fundación ProFuturo. Tiene 20 años de experiencia en la gestión, diseño e implementación de proyectos de formación online y educación digital, los últimos 12 años en programas sociales.
Responsable del sistema de Monitoreo de Fundación ProFuturo. Tiene 20 años de experiencia en la gestión, diseño e implementación de proyectos de formación online y educación digital, los últimos 12 años en programas sociales.
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