11 de julio de 2024
por
Antonio Fumero
Inés Dinant
Óscar Espíritusanto
Si pensamos en una tecnohumanidad, en una nueva forma de ser humano en una era tecnológica, no podemos evitar una referencia directa a Ortega y Gasset. Este autor nos enseñaba en su Meditación de la técnica1 que es precisamente la capacidad para la técnica lo que nos hace humanos: “No hay hombre sin técnica”. De la misma manera, asevera el conocido pensador, que debemos afanarnos en hacer habitable nuestra circunstancia puesto que, tal y como reza el conocido aforismo que se le suele atribuir incompleto: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
Una floreciente inteligencia artificial, en plena primavera2, se ha perfilado como el epítome de la innovación tecnológica, como hace no muchos años lo fueron internet, la web o la telefonía móvil. Nuestra circunstancia es, por tanto, hoy más (info)tecnológica que nunca; de tal manera que, siguiendo esa lógica, resulta imprescindible que seamos capaces de apropiarnos de los beneficios de los avances tecnocientíficos como parte integrante de esa nueva forma de tecnohumanidad.
Una aproximación humanista a esta realidad debe partir de una convicción clara: la innovación tecnológica debe ser, a la postre, “innovación social plena” puesto que —tal y como nos recordaba Fernando Sáez Vacas en La memoria del futuro3—, si no lo es, existe la posibilidad de que se acabe convirtiendo en “pura, estéril y hasta peligrosa maquinaria”.
Los jóvenes adoptan la tecnología, la transforman y la integran en su realidad, dando lugar a nuevos significados y prácticas culturales
Ese esfuerzo por hacer habitable nuestra circunstancia infotecnológica es un colosal proyecto que debe imaginar un futuro donde se trascienda el uso meramente instrumental de ciertas tecnologías y en el que tendremos que preocuparnos de aprender cómo se integran estas de manera orgánica en nuestras vivencias.
Es en este sentido que afirmamos que Tecnología es Cultura. Esta afirmación sintetiza, además, los recientes hallazgos que los autores han publicado como parte de las conclusiones del informe Mi realidad conectada. Sí, también soy digital4, desarrollado desde la Fundación Cibervoluntarios.
El informe presenta un hallazgo central: la tecnología no es solo una herramienta, sino una parte integral de la cultura para las personas jóvenes. Esas personas viven en una realidad figital, una integración entre lo físico y lo digital que redefine su existencia cotidiana. Este concepto subraya que, para esas personas, no hay una distinción clara entre sus vivencias online y offline, sino que ambas se entremezclan de manera orgánica. Este fenómeno se observa en su uso intensivo de las redes sociales, los videojuegos y otras plataformas y servicios digitales, que no solo facilitan la comunicación y el entretenimiento, sino que también se constituyen como espacios donde se construyen y negocian identidades, se establecen relaciones y se desarrollan competencias sociales y emocionales.
La teoría de la acción social de Bruno Latour5 proporciona una perspectiva útil para entender cómo las personas jóvenes interactúan con la tecnología. Según Latour, las tecnologías no son actores pasivos: son mediadores que influyen y son influenciados por las prácticas sociales. Este enfoque destaca la necesidad de considerar la complejidad de las interacciones entre las personas y las tecnologías —digitales— en cualquier marco convivencial.
Desde una perspectiva sociocultural, es esencial considerar las tecnologías digitales como parte de la construcción cultural para las personas jóvenes. Este enfoque permite entender mejor cómo estas tecnologías no solo son herramientas de comunicación, sino también artefactos culturales que influyen en su identidad y su capacidad de socialización. La tecnología ha sido domesticada en la vida cotidiana, pasando por fases de apropiación, objetivización, incorporación y conversión como lo sugiere la teoría de la domesticación de Silverstone y Hirsch6. Los jóvenes no solo adoptan la tecnología, sino que la transforman y la integran en su realidad, dando lugar a nuevos significados y prácticas culturales.
A partir de septiembre de 2023 aparecen diversas iniciativas a nivel nacional e internacional para el desarrollo de medidas en las que se prohíbe el uso de teléfonos móviles en el ámbito educativo o se propone el establecimiento de una mayoría de edad digital; y desde principios de 2024 se promueve en España un Pacto de Estado para la protección de los menores en Internet, centrando las iniciativas en el control del acceso a cierto tipo de contenidos potencialmente dañinos como la pornografía.
Este tipo de políticas e iniciativas regulatorias y normativas son consecuencia, en gran parte, de la ausencia de suficiente evidencia científica con una base sólida a favor de medidas para reconocer la necesidad de las personas jóvenes de poder construir una cultura —digital— de la que la tecnología (los dispositivos móviles, Internet o las redes sociales) forman una parte indisoluble; y no puede ser, por tanto, considerada como un “elemento disruptivo” en ningún ámbito de su vida.
El objetivo principal de nuestra investigación era entender el lugar ocupado por la tecnología entre las personas jóvenes en España, considerando toda su complejidad, ofreciendo su punto de vista sobre el tema en primera persona. Para ello, tratamos de comprender las experiencias y prácticas de los jóvenes con las nuevas tecnologías y el lugar que ocupan en su construcción identitaria o en sus relaciones sociales, en definitiva, en su vida cotidiana. Las conclusiones del estudio se han sintetizado en media docena de puntos, que resumimos a continuación:
Estas conclusiones deben servir para sustentar, desde la evidencia científica, líneas de actuación consistentes y coherentes que nos permitan elaborar un pacto digital que se constituya como un marco posibilista y no limitante para nuestros jóvenes en su relación con las tecnologías digitales. En este sentido, podemos definir las siguientes líneas, estrechamente interrelacionadas:
Una aproximación humanista a la realidad digital debe partir de una convicción: la innovación tecnológica debe ser innovación social plena
1Ortega y Gasset, J. (2004): Meditación de la técnica y otros ensayos sobre ciencia y filosofía, Madrid, Alianza Editorial.
2La apropiación de la terminología meteorológica ha servido para ilustrar los periodos de altas expectativas (veranos) en la historia de la inteligencia artificial, así como los de decepción que llevaban a la caída en la inversión y su impacto directo en la producción de resultados científicos de cierto alcance (inviernos). El término “invierno de la IA” aparecía por primera vez en la edición de 1984 de la Conferencia de la Asociación para el Avance de la Inteligencia Artificial (AAAI).
3Sáez Vacas, F. (2001): “La memoria del futuro” en Revista del Instituto de Estudios Económicos, vol. 1 y 2.
4El estudio ha contado con la participación de 2.177 jóvenes de entre 14 y 19 años de toda España, además de haber realizado grupos focales con adolescentes y jóvenes, familias y docentes.
5Latour, B. (2011): “Networks, Societies, Spheres: Reflections of an Actor-Network Theorist” en International Journal of Communication, 5, págs. 796-810.
6Hirsch, E. & Silverstone, R. (Eds.) (1992): Consuming Technologies: Media and Information in Domestic Spaces. Londres, Routledge.
7En el momento de redactar este artículo, la única adicción relacionada con la tecnología digital reconocida como tal por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su catálogo es la asociada a los videojuegos, recogida en la ICD-11 (International Classification of Diseases 11th Revision) bajo el código 6C51.0, Gaming disorder, predominantly online.
Hirsch, E., y Silverstone, R. (Eds.). (1992): Consuming Technologies: Media and Information in Domestic Spaces (1st ed.). Londres, Routledge.
Latour, B. (2011): “Networks, Societies, Spheres: Reflections of an Actor-Network Theorist” en International Journal of Communication, 5, págs. 796-810.
Ortega y Gasset, J. (2004): Meditación de la Técnica y otros ensayos sobre ciencia y filosofía. Madrid, Alianza Editorial.
Sáez Vacas, F. (2001): “La memoria del futuro” en Revista del Instituto de Estudios Económicos, v. 1 y 2 ; ISSN 0210-9565. Recuperado con fecha 28/05/2024. Disponible en: https://oa.upm.es/23475/
Doctor Ingeniero de Telecomunicación y MBA por la Universidad Politécnica de Madrid. Ha desempeñado labores directamente relacionadas con la Gestión de la Innovación y con el Desarrollo de Negocio durante más de dos décadas en una amplia variedad de empresas de base tecnológica, además de impulsar sus propias iniciativas empresariales. Ha sido coautor del libro El lado oscuro de la Innovación. Actualmente es el Responsable de Innovación para The Laude Technology Company, S.L.
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Ver todos los artículosDoctora en Antropología por la Universidad Complutense de Madrid. Desde hace 15 años aplica esta disciplina a entornos empresariales y sociales, en los ámbitos de la violencia de género y migración e innovación tecnológica. Dirige el departamento de investigación y procesos de innovación social de la Fundación Cibervoluntarios.
Doctora en Antropología por la Universidad Complutense de Madrid. Desde hace 15 años aplica esta disciplina a entornos empresariales y sociales, en los ámbitos de la violencia de género y migración e innovación tecnológica. Dirige el departamento de investigación y procesos de innovación social de la Fundación Cibervoluntarios.
Ver todos los artículosPeriodista, investigador y profesor en el departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid. Responsable del área de Innovación Educativa y Participación en la Fundación Cibervoluntarios.
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