[ ILUSTRACIÓN: JEFF BENEFIT ]
Imagina la vida en la Tierra como si fuera una hamaca. Que cada una de las más de diez millones de especies que existen en el planeta es uno de los hilos que componen su tejido. Piensa, además, que el ser humano descansa sobre esa hamaca. El peso que representamos tensa el material del que está hecha, pero logra sostenernos. Dependemos de ella.
¿Qué sucede en este símil cuando, a través de sus acciones, el ser humano hace que se extinga una especie? Poco a poco vamos quitando un hilo. Y otro. Y otro. Actualmente vemos algún agujero por aquí, algún desgarrón por allá, algunas de las fibras deshilachadas… Si seguimos tirando y deshaciéndonos de hilos o si los agujeros se hacen demasiado grandes, toda la hamaca se vendrá abajo. Y con ello, nuestro bienestar y nuestra vida.
Esta es la imagen proponía Sverdrup-Thygeson durante la charla telemática con la bióloga Mónica Fernández Aceytuno para la segunda edición del Foro Telos 2020. La experta habla de gestión de la naturaleza, la diversidad forestal y su verdadera pasión, los insectos. Su mensaje: la necesidad imperante de que el ser humano sea consciente de todos los beneficios que le aporta su entorno y que, así, actúe en consecuencia. Trabajar de forma conjunta nos permitirá evitar degradar y destruir la naturaleza.
Volviendo a la metáfora que nos ocupa, una hamaca como representación de la vida en la Tierra, que su tela esté desgastada no quiere decir que no sea posible «reparar» de alguna manera el ecosistema. La capacidad de evolución y la diversidad en el planeta son lo suficientemente sólidas como para proporcionarnos esta posibilidad. Por el momento, la naturaleza seguirá adaptándose a los cambios que ocasionemos, pero hay límites hasta donde no podemos seguir presionando. Límites a los que nos estamos acercando a pasos agigantados.
De hecho, en los últimos 200 años hemos cambiado la naturaleza más de lo que lo hemos hecho en toda la historia. Tendemos a imaginarla como un almacén enorme de donde podemos recoger todo lo que necesitamos, sin pensar en que esto se va a acabar en algún momento.
Repetimos: hay posibilidades, y el ser humano debe aprovecharlas lo antes posible. Al fin y al cabo, a mayor degradación de la vida tal y como la conocemos, mayor dificultad para su recuperación. No debemos perder de vista que la naturaleza trabaja gratis para nosotros las 24 horas del día: poliniza nuestros cultivos, nos proporciona nutrientes… y esto nos permite seguir viviendo.
Retomamos la hamaca: si analizamos su tejido, comprobaremos que gran parte de las fibras que la componen, si aplicamos nuestra metáfora a la vida real, son los insectos. No son solo la población más numerosa dentro de la biodiversidad del planeta, sino que representan más de la mitad de todas las especies.
Los insectos son criaturas muy exitosas. Llevan mucho tiempo sobre la Tierra, no necesitan mucho espacio para vivir… y hay algunos muy avanzados. Piensa, por ejemplo, en las larvas que se convierten en crisálidas y acaban por transformarse en una bella mariposa adulta. “Todo esto es tan fascinante… Hay tantas sorpresas esperándonos allí, en el reino de los insectos… Tenemos todavía tantas cosas por las que sorprendernos y por dejarnos maravillar…».
Además, los insectos pueden ayudar al ser humano de diversas maneras. No hay más observar y ser conscientes de algunos de sus comportamientos y relaciones con el medio: desde las sustancias químicas que el organismo de las hormigas crea para protegerse a sí mismas y a sus hermanas, a modo de antibióticos, hasta los sistemas de refrigeración natural de los que disponen los nidos de las termitas, que han servido al ser humano de inspiración, por ejemplo, para la construcción de edificios con una mejor regulación energética.
Uno de los argumentos en los que confía Sverdrup-Thugeson para convencer al ser humano de que es necesario revertir los cambios que estamos originando en la naturaleza es la estrecha conexión que existe entre ambos. Al ser conscientes de ella y de los servicios que nos proporciona, la gente puede empezar a comprenderlo.
Sin ir más lejos, pensemos en los medicamentos. ¿Qué sucedería si hubiéramos hecho que las especies que nos sirven para elaborar determinados fármacos se hubieran extinguido? Que nunca habríamos tenido acceso a ellos.
A raíz del contexto que estamos viviendo, la pandemia por covid-19, hemos visto que los líderes mundiales pueden cambiar su forma de gestionar la economía; que las personas han cambiado su comportamiento y mantienen un distanciamiento físico, usan mascarillas… Los investigadores, por su parte, han compartido datos en tiempo real, dándonos la oportunidad de tener una vacuna dentro de poco. Esto nos demuestra que, si hay algo que es realmente importante, podemos cambiar nuestra conducta: precisamente lo que tenemos que hacer en lo que se refiere a la forma en que tratamos la naturaleza.
Invitados
Anne Sverdrup-Thygeson
Profesora de la Universidad Noruega y doctora en biología de la conservación