19 de noviembre de 2025

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Charles Fadel: «Cargar la responsabilidad de todos los problemas de la humanidad a la educación, no me parece justo»

por Marta María Ramírez

El referente global en educación y futurismo Charles Fadel reflexiona sobre los desafíos de la enseñanza en la era de la inteligencia artificial y la urgencia de formar personas adaptables, éticas y creativas. En esta conversación con TELOS, previa a su conferencia Educación para la era de la inteligencia artificial, en Fundación Telefónica, el también presidente del Center for Curriculum Redesign (CCR), insiste en la responsabilidad de los gobiernos para garantizar el acceso equitativo a la tecnología y evitar que la inteligencia artificial amplíe las desigualdades existentes.

 

Fotografías: Ricardo Domingo

 

Charles Fadel

 

En su libro de 2019, Artificial Intelligence In Education: Promises and Implications for Teaching and Learning, usted anticipa una transformación educativa profunda. ¿Cómo se ha confirmado —o no— esa visión en todos estos años?

Honestamente, empezó mucho antes de la inteligencia artificial. Hace 25 años, ya estaba claro que la educación era poco adecuada para las necesidades del mundo, ya fueran las de la vida, las de la sociedad, o las del mundo de los negocios.

Pero la educación es muy lenta en transformarse. Cuando escribí mi primer libro, 21st Century Skills: Learning for life in our times, en 2009, más de 100 países decidieron adoptar esa metodología. Pusieron algunas de mis frases en documentos relacionados con la educación pero, en realidad, no cambió nada. No capacitaron a los docentes, no modificaron las evaluaciones…

Llegó el COVID-19 y todo el esfuerzo se interrumpió. Afortunadamente, al menos en este sentido, apareció la inteligencia artificial. Porque ahora esta situación nos obliga a revisar lo que se nos enseña y a modificar cómo se nos enseña. Y eso es lo que está sucediendo.

¿Cuáles son las razones de esta lenta transformación?

Nuestro sistema educativo se evalúa a través de exámenes finales, como los de bachillerato o el baccalauréat en Francia. Los exámenes deciden qué nos enseñan. Por eso, este es uno de los problemas más grandes que tenemos que afrontar. Y eso no se cambia fácilmente.

En su modelo de los “cuatro pilares” del aprendizaje (conocimiento, competencias, carácter y metacognición), ¿por qué hace tanto hincapié en la “adaptabilidad”?

Nuestra capacidad de adaptación es lo que nos diferencia de la IA. Nosotros tenemos contexto, pero la IA no lo tiene —al menos, por ahora—. Y eso es lo que ha modelado nuestra evolución.

Nuestra capacidad de adaptación es lo que nos diferencia de la IA

No somos el ordenador más rápido cuando se trata de cálculos raros, pero sabemos cómo adaptarnos en circunstancias cambiantes, porque eso es lo que la evolución nos ha enseñado a hacer. Y esta distinción hay que tenerla siempre presente. La evolución es la que nos ha dotado de las capacidades que tenemos.

Nosotros, como humanos, tenemos nuestras propias aptitudes. La IA también tiene su propio conjunto de funcionalidades. No es exactamente como nosotros. Hace cosas similares porque la entrenamos con nuestro lenguaje, pero en cierto modo desarrolla una “inteligencia” propia. A veces, falla de forma estrepitosa. A veces, resulta muy interesante. Así es como debemos entender la IA: es un tipo distinto de inteligencia con la que debemos aprender a convivir.

¿Qué rol le asigna al docente en esta nueva era? ¿Debe pasar de ser transmisor de conocimiento a diseñador de experiencias o algo más?

El docente, por supuesto, sigue siendo muy, muy importante. Pero tendrá que entender que su papel va a cambiar. Tendrán que aceptar que, con el tiempo, en los próximos diez años, cada vez más contenidos serán diseñados por especialistas. De la misma manera, el material del curso será elaborado por diseñadores de currículo junto con consejerías, ministerios y demás, y los profesores tendrán que contextualizar los resultados.

La Carta de Derechos Digitales de España enfatiza la importancia de evitar la discriminación algorítmica y el acceso equitativo a la tecnología. ¿Cómo puede la educación asegurarse de que la IA no amplíe las desigualdades sociales existentes?

Cargar la responsabilidad de todos los problemas de la humanidad a la educación, no me parece justo. La educación solo puede ayudar hasta cierto punto. Muy a menudo, los problemas de acceso, por ejemplo, son una cuestión de redistribución.

No se puede esperar que, si vives en un área remota, tengas capacidades idénticas a alguien que vive en la gran ciudad. No es posible que todos tengan idénticas capacidades. Sé que es un ideal, pero no es ni económica ni técnicamente posible. Tenemos que vivir con estas desigualdades. La pregunta es si van a continuar creciendo o no.

Esas son decisiones de los gobiernos, relacionadas por ejemplo con la suministro de electricidad a zonas rurales, el teléfono rural, las carreteras… ¿Todos deberíamos tener acceso a un sistema satelital? Quizás sí, pero es el Gobierno quien decide, no los educadores.

Lo que los profesores pueden hacer es, una vez que la infraestructura de acceso está implementada, asegurarse de que se adecúe a las necesidades y el contexto de las diferentes poblaciones. Alguien que vive en lo profundo del Amazonas no tendrá las mismas necesidades que alguien que vive en el centro de Madrid. Así que lo que ellos tienen que hacer es contextualizar la educación según los diferentes entornos.

¿Qué rol deberían jugar los gobiernos —como el español— para garantizar una IA “educativa” ética y centrada en el ser humano?

El papel de los gobiernos es garantizar que toda la población haga un uso adecuado de la inteligencia artificial. Esta es una conversación de política que gestionan la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y otras instituciones.

En cuanto a la educación, cada profesor y cada padre y madre deberían tener competencias en inteligencia artificial. Del mismo modo que todos saben cómo conducir un coche, también deberían saber cómo usar la IA. Por supuesto, no estamos pidiendo a nadie que sea mecánico o ingeniero mecánico. Solo necesitamos que sepan conducir.

¿Cómo imagina el sistema educativo de aquí a 2030, si adoptamos los principios que usted propone? ¿Y si no lo hacemos?

El problema del que estamos hablando es bastante invisible. No es como dar un portátil o una tableta a un estudiante. Es más sutil. Es la diferencia entre la mala calidad y la buena calidad. Como sus resultados no se verán hasta dentro de cinco, diez o 30 años, políticamente hay poca recompensa en asumir ese riesgo, pero para un país es absolutamente necesario implementar estos cambios.

Y si no lo hacemos, la verdadera diferencia será el desempleo y el descenso social, que ya empezamos a observar, puesto que durante décadas la educación no se ha adaptado a las necesidades ni de la sociedad ni del trabajo.

 

Este número de TELOS ha sido realizado en colaboración con:

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Artículo publicado en la revista Telos 128


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Autor

Periodista cubana. Se establece en Madrid en 2022, tras más de 20 años de experiencia en investigación periodística, estrategias de comunicación, campañas institucionales y sociales que buscan generar impacto social, y activismo, desde una perspectiva feminista decolonial. Es redactora en TELOS.

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