20 de junio de 2023

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La ciencia amenazada

por Jeremy Mederos
Ilustrador Laura Wächter

Verdad vs. posverdad. ¿Cómo combatir el populismo negacionista desde la superación de una nueva Ilustración científica? Desafíos que implican: nuevos órdenes cognitivos, filosofía de una sociedad del futuro y el papel de la comunicación en la construcción de la realidad en la era de la información digital.

 

¡La verdad ha muerto! Y con ella el concepto fundamental y cardinal que ajusta los hechos a la realidad de manera objetiva y verificable. Ha establecido un efecto dominó que ha llevado al desprestigio de la ciencia, de los valores de la Ilustración y la modernidad. Esta emancipación a través de la ruptura con la verdad objetiva nos ha liberado, pero, si no hay verdad, el valor central para comprender el mundo y resolver los problemas de la humanidad, entonces, ¿ahora, toda verdad vale?, ¿cuál sería la diferencia entre verdad y falsedad, teoría e ideología, etcétera? (Peters, 1989, pág. 97). Es imprescindible contar con una noción de verdad científica con miras a una renovada era de la Ilustración.

Pérdida de credibilidad

La ciencia se ha visto amenazada por diversas razones que han acabado por desacreditarla, como, por ejemplo, con la politización de la ciencia: especialmente con el auge de la posverdad y el negacionismo popularizado con el gobierno de Donald Trump en EE. UU. Este es un buen ejemplo, porque prácticamente aúna muchos casos de difusión de declaraciones falsas y engañosas como la afirmación de fraude electoral en las elecciones con la consecuente socavación de la confianza en el proceso democrático, la negación de la existencia del cambio climático, su retórica antimedios de comunicación que contribuyó a la propagación de la desinformación y la polarización política, etcétera. Esto ha llevado a que algunos partidos políticos y grupos sociales polaricen la política rechazando los resultados científicos que no se alinean con sus intereses o creencias, en favor de la manipulación de la opinión pública.

Es preciso superar la crítica a la verdad y a la posverdad en favor de una nueva verdad científica minimalista

Otro gran detonante de la desautorización de la ciencia, dentro del campo de la medicina, ha sido el movimiento antivacunas durante la COVID-19, producido por el desconocimiento de la propia complejidad de la ciencia que, aun siendo resolutiva, ha creado una actitud hostil hacia ella. Asimismo, podríamos añadir el factor multiplicador tecnológico con el surgimiento de las redes sociales, sitios web, aplicaciones, blogs y demás, que ha dado lugar a la desinformación y a las noticias falsas, sumado al impacto de la inteligencia artificial que permite generar contenidos falsos y engañosos con un alto nivel de realismo.

Realmente la posverdad no debate en la misma mesa que la verdad, solo hay que mirar los beneficios sociales, morales y técnicos a los que nos ha llevado la Ilustración. La posverdad es un fenómeno antagónico que se hace pasar por la propia verdad, atribuyéndose así su autoridad para la agenda política e intereses de particulares.

La verdad o la actividad científica está sujeta a estándares de racionalidad y a controles muy rigurosos, mientras que la posverdad es la producción sistemática de bulos. A una mentira no se la debería llamar “posverdad”, no se la debería elevar de categoría, habría que nombrarla por lo que es: mentiras que apelan a emociones, creencias, prejuicios y opiniones subjetivas para la manipulación mediática. El interés se encuentra en erosionar la confianza y la autoridad de las instituciones para así proponer su ideología como salvadora. Con respecto al fin ético, la posverdad se puede considerar una práctica inmoral, ya que se basa en la distorsión de los hechos y en el control de la información para determinados intereses políticos, económicos y sociales.

Genealogía de la posverdad

El fenómeno de la posverdad se ha desarrollado en la postmodernidad, en la que se ha cuestionado la validez y la credibilidad de los metarrelatos que sustentaban la modernidad, perdiendo así su capacidad explicativa del mundo, sobre todo en lo que concierne a “la idea de que existe una única verdad o realidad objetiva y universal” (Lyotard, 1997, pág. 19). En su lugar, se ha propuesto una pluralidad de verdades o microrrelatos sociales y culturales. Estos nuevos discursos se elaboran a través de diferentes lenguajes que se acomodan en diferentes formas de vida. Es decir, son verdades de comunidades específicas, contextualizadas, que coexisten y producen nuevas realidades en la construcción del conocimiento y la verdad.

 

La ciencia amenazada

 

Los llamados microrrelatos han desembocado en un relativismo cultural, por el cual la posverdad se ha introducido en el espectáculo político y en nuestras vidas cotidianas aprovechando el auge y la confusión que generan las nuevas narrativas, sumando el agravante de la digitalización, los medios de comunicación y la velocidad de la información, dando lugar así a la sociedad del espectáculo (Guy Debord, 2003), lo que nos ha llevado a la reducción al absurdo, al negacionismo de las evidencias y hechos científicos.

La posverdad utiliza creencias y narrativas emotivas, convirtiéndose así en una herramienta poderosa para el populismo, el negacionismo y otras formas de desinformación que buscan la manipulación de la percepción social. Sin embargo, “no se puede criticar algo con nada” (Nagel, 1997, pág. 14). Hay que tener un tipo de base o criterio estándar para poder realizar una crítica o validación de alguna teoría. Esto sugiere, si no una objetividad, unos discursos transversales para la creación de una nueva verdad científica.

Hacia una verdad

Si no tenemos una idea de verdad no es posible una nueva Ilustración. La crisis de la modernidad y esta necesidad hacen imperativa no solo una defensa de la Ilustración, como propone Steven Pinker (2018), sino que también es necesaria una actitud crítica hacia la Ilustración clásica, como indican en su programa de la nueva Ilustración José Luis Villacañas y José María Fuster Van Bendegem1. Debemos fomentar la educación crítica como remedio frente a las posverdades y los negacionismos, para no caer en los mismos errores. Por tanto, es preciso superar la crítica a la verdad y a la posverdad en favor de una nueva verdad científica minimalista, que implique reconocer la complejidad de abordar múltiples racionalidades que vertebren una visión de futuro entre las diferentes narrativas. Y, por consiguiente, recuperar la capacidad de discernimiento y de juicio crítico.

La solución no pasa por el énfasis de la Ilustración en una razón y objetividad que contribuyó a la creación de una verdad universal y totalizadora, ni tampoco pasa por un relativismo radical cultural sin ciencia que fundamente. La nueva verdad minimalista de perspectiva falibilista2 tiene que realizarse a través de un modelo de ciencia amplio. Un minimalismo científico que soporte “teorías que estén justificadas de acuerdo con nuestros estándares etnocéntricos y que sean revisables por justificación racional” (González-Castán, 2014, pág. 38), donde las verdades y racionalidades locales consensuadas estén sometidas a evaluación. La nueva imagen de la verdad “no coincide necesariamente con lo que es estable, fijo, permanente, tiene que ver más bien con el acontecimiento, el consenso, el diálogo y la interpretación” (Vattimo, 1994, pág. 19).

Debemos fomentar la educación crítica como remedio frente a las posverdades y los negacionismos

El desafío de combatir los populismos negacionistas desde la superación de una nueva Ilustración implica nuevos órdenes cognitivos basados en una nueva verdad científica, un reto que empieza por desbordar o recontextualizar el concepto mismo de ciencia y abandonar el marco obsoleto de la jerarquización y la demarcación científica por una pluralidad de epistemes. A saber, esta verdad minimalista pasa por el reconocimiento de múltiples verdades contingentes, no por una única idea de verdad monista y universalista. Cada una de las ciencias, en sentido amplio, proporciona una forma particular de entender y explicar el mundo, y los microrrelatos favorecen la posibilidad de ampliar y diversificar perspectivas culturales y sociales para entender la realidad y generar nuevos saberes.

La filosofía de una sociedad del futuro ha de centrarse en la idea de que el conocimiento y la verdad son cuestiones prácticas. Y toda ciencia debe justificarse en las prácticas sociales, lingüísticas, en sus creencias y deseos comunes para articular narrativas de consenso y una visión de futuro entre las diferentes racionalidades. No obstante, la estructura política ha de seguir siendo la democracia, que es la garantía de una sociedad racional, justa y libre y la que legitima la transparencia y la rendición de cuentas sobre evidencias, argumentos y razones que favorecen el diálogo y la actividad científica, es decir, “el control de las razones” (Anscombe, 1957) y las reglas correctas de participar en este juego de argumentar razones, “el espacio lógico de las razones” (Wildrid Sellars, 1962).

La transdisciplinariedad en la educación de las sociedades complejas tiene que ser vertebrada por la comunicación, el eje medular en la construcción de la realidad en la era digital. La difusión, el trabajo académico de investigación en abierto y las instituciones han de ser accesibles y consumar el elogio y el desafío de la necesidad de verdad contra la desinformación y el negacionismo.

Notas

 1Programa sobre Nueva Ilustración liderado por José Luis Villacañas y José María Fuster en el Capítulo Español del Club de Roma. Seminario web, 20 de mayo de 2021. Disponible en: https://www.youtube.com/@ClubdeRoma

 2Perspectiva que trabaja la profesora Ángeles Jiménez Perona en el Grupo de Investigación-FFI2017-84826-P, “Vulnerabilidad cognitiva, verosimilitud y verdad” de la Universidad Complutense de Madrid.

Bibliografía

González-Castán, Ó. L. (2014): “Consenso como sinécdoque y consenso como signo. Una crítica a la concepción rortyana de la verdad, la justificación y el consenso”. Revista de Filosofía (Madrid), vol. 39 Núm. 2 (2014): 33-56.

Peters, M. (1989): “Techno-Science, Rationality, and the University: Lyotard on the ‘Postmodern Condition’”. Educational Theory 39 (2):93-105.

Lyotard, J.-F. (1997): La condición postmoderna. Madrid, Cátedra (trad. de Ricardo Rodríguez Castro).

Debord, Guy (2003): La sociedad del espectáculo. Valencia, Pre-textos (trad. de José Luis Pardo).

Nagel, T. (2001): La última palabra. Barcelona, Gedisa.

Pinker, S. (2018): En defensa de la Ilustración. Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso. Barcelona, Paidós.

Salvá Soria, P. (2017): “Habermas, Rorty y la relación entre la verdad y la justificación”, en Logos. Anales del Seminario de Metafísica 50, 229-243.

Vattimo, G. (2011): En torno a la posmodernidad. Barcelona, Anthropos.

Villacañas, J. L. (2005): La quiebra de la razón ilustrada: Idealismo y Romanticismo. Trotta.

Portada de TELOS 122

Artículo publicado en la revista Telos 122


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Autor

Director de la Comunidad y Transformación Digital A. Real Academia de las Ciencias de España (aRAC/FRACE). Presidente de la Asociación de Epistemología de la Universidad Complutense de Madrid y Director General de las Células de Investigación Internacional (CIIE). Sus líneas de investigación son : Ética y Gobernanza de la Inteligencia Artificial, Ciencia, Filosofía y Sociedad, Lógica y Filosofía del Lenguaje, Filosofía de la Tecnología y Transformación Digital.

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