24 de septiembre de 2021
por
Jessica Bermúdez Pérez
Ilustrador
Juárez Casanova
“Los publicistas tendrán que repensar el concepto de género para ganarse a la próxima generación de consumidores”. Así de tajante se muestra un artículo de la MIT Sloan Review1, que aporta datos contundentes acerca de la decadencia del tradicional modelo binario de género. Mientras que la mitad de los milenial —los nacidos entre 1981 y 1995— considera que las opciones de género no deberían limitarse a masculino y femenino2, el 60 por ciento de los centenial —los nacidos entre 1996 y 2010— cree que los formularios deberían incluir otras opciones que no fueran “hombre” o “mujer”3. Además, según una reciente encuesta de Ipsos a nivel mundial4, el porcentaje de personas que se identifican con otros géneros distintos a hombre o mujer, se duplica de generación en generación.
Facebook fue de los primeros en hacerse eco de esta creciente sensibilidad y ya cuenta con sesenta opciones de género para sus usuarios. Joe Biden, en su primer día en la presidencia de EE. UU. aprobó la propuesta de incluir tratamientos y pronombres de género neutral (Mx. y they/them) en la web de la Casa Blanca. En España, el 29 de junio, el Consejo de Ministros aprobó el Anteproyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI.
Es indudable que tanto la visibilidad como la aceptación de identidades de género no binarias están creciendo a la vez que se desarrolla la sociedad digital. Ante este hecho se abre una cuestión: ¿ha permitido Internet la expresión de identidades de género que permanecían latentes o es el entorno digital en el que se desarrollan las personalidades de estas primeras generaciones nativas el que determina su fluidez?
La dicotomía hombre/mujer ha sido desplazada por otras etiquetas que, sin ser binarias, siguen delimitando y uniendo a colectividades
En 1990, antes de que la digitalización fuese una realidad, Judith Butler plantea en El género en disputa, uno de los textos fundadores de la teoría queer, cómo las prácticas sexuales no normativas cuestionan la estabilidad del género como categoría de análisis: “Sería erróneo pensar que primero debe analizarse la identidad y después la identidad de género por la sencilla razón de que las personas solo se vuelven inteligibles cuando poseen un género que se ajusta a normas reconocibles de inteligibilidad de género”.
No es tanto que “lo que no se nombra no existe” (George Steiner) sino que las clasificaciones del ser se basan en lo estático, mientras que, según Butler, “el género es una complejidad cuya totalidad se posterga de manera permanente, nunca aparece completa en una determinada coyuntura en el tiempo”.
Coincide en esta idea con Donna Haraway, que en el Manifiesto Cíborg (1985) propone superar las categorías de género, ya que su propia conceptualización refiere al lenguaje dominante del patriarcado occidental, y “considerar con mayor seriedad el aspecto parcial y a menudo fluido del sexo y de la corporeidad sexual”.
Ambas inciden en la fluidez como característica intrínseca en esa nueva forma de entender nuestra identidad sexual que supone una ruptura de los tradicionales códigos de género. Pero mientras Haraway sitúa esta superación en un ser futuro —el cíborg—, Butler lo sitúa en un entorno de coalición: “Así, una coalición abierta creará identidades que alternadamente se instauren y se abandonen en función de los objetivos del momento; se tratará de un conjunto abierto que permita múltiples coincidencias y discrepancias sin obediencia a un telos normativo de definición cerrada”.
Esta “coalición abierta”, continuamente mutable, podría ser sin duda el entorno digital y la fluidez ese “conjunto abierto” sin nociones de verdad/falso o correcto/incorrecto.
Zygmunt Bauman no solo se refería al entorno digital cuando acuñó el término de “modernidad líquida”, pero sin duda Internet ha sido un catalizador de la forma en la que se desarrolla nuestra relación con los demás y nosotros mismos. Según Bauman, las tradiciones culturales, creencias religiosas, relaciones familiares, clases sociales y la propia consciencia del ser que antes constituían el mundo sólido del que venimos, aquello que podíamos dar por seguro y que construían los pilares del yo, han sido desplazadas por una modernidad líquida, en la que creemos ser capaces de cambiarlo todo, y además lo deseamos. La velocidad a la que ocurre todo a nuestro alrededor nos hace temer quedarnos atados a ese mundo sólido, rutinario, seguro, atado a unas colectividades.
“Estamos acostumbrados a un tiempo veloz, seguros de que las cosas no van a durar mucho, de que van a aparecer nuevas oportunidades que van a devaluar las existentes. Y sucede en todos los aspectos de la vida. Con los objetos materiales y con las relaciones con la gente. Y con la propia relación que tenemos con nosotros mismos”, comenta Bauman en una entrevista al diario La Vanguardia5.
Las características que Butler alababa porque despojarían al ser de las ataduras sociales, biológicas y mentales y liberarían al individuo, para Bauman, sin embargo, significan que pasa de liberarse de la sociedad y demás colectividades para atarse a sí mismo, a su propio individualismo y a la responsabilidad de elegir su destino y su propia identidad, que además se descubren como mutables. Cambiamos de trabajo, de valores, de pareja, de ideas políticas y de orientación sexual… y hacemos retroceder el espacio público. En una sociedad individualizada, cada individuo es culpable de su destino y de su propia creación existencial, con lo que aumentan los sentimientos de incertidumbre y ambivalencia.
Este vacío caótico que deja la ruptura con nuestro mundo sólido necesita rellenarse con otros lazos comunitarios que sirvan para definirnos y proporcionen eco a nuestras nuevas ideas, lo suficientemente fuertes como para darnos una identidad y lo suficientemente flexibles como para que no nos exijan encasillarnos en unas normas prestablecidas. Y de nuevo aquí, Internet sale a nuestro rescate. La web ha posibilitado la creación de innumerables submundos con sus propias reglas y el anonimato de la Red los han hecho un lugar seguro para la experimentación.
¿Ha permitido Internet la expresión de identidades de género que permanecían latentes?
Como Naief Yehya contaba en TELOS6 refiriéndose en concreto a la red social Tumblr: “con su atmósfera de permisividad, sexualidad positiva y la complejidad de un ecosistema ideológico y cultural diverso, sirvió a muchos para entender y descubrir sus inclinaciones sexuales, explorar las complejidades de los géneros, así como a relacionarse con personas y comunidades afines”.
Así, la dicotomía hombre/mujer ha sido desplazada por otras etiquetas que, sin ser binarias, siguen delimitando y uniendo a colectividades, pero estas fronteras son flexibles y pueden ser temporales. Persona transexual7, persona no binaria8, demigénero9, género fluido10,… son las subcolectividades que los entornos virtuales han ayudado a definir y a agrupar, estableciendo lazos comunitarios entre individuos que querían separarse del mundo sólido.
La incorporeidad de la vida virtual que vivimos a diario, mientras hablamos por el móvil o tecleamos en nuestro ordenador, ha podido contribuir a desapegarnos de nuestro cuerpo físico. Por eso, para los nacidos con esta realidad paralela que es Internet, separar su sexo biológico de su identidad sexual será mucho más fácil. Internet ha cambiado por completo la construcción de nuestra identidad, ya no solo somos cómo nos ven físicamente, también somos quiénes queremos ser en la Red, tenemos un rol activo en la construcción de este nuevo yo.
Las implicaciones de esta superación van mucho más allá de trivialidades como quién usa cuál baño o sobre las categorías en las competiciones de deportes. Oficializar la elección del ser11, de las categorías que lo definen, implica también subvertir los esquemas jerárquicos que determinan la exclusión, convertir la pirámide de poder en un círculo. La propia existencia de personas que no encajan en la clasificación de hombre-mujer demuestra la artificialidad de estas etiquetas y deslegitima el sistema patriarcal. Si desligamos el género de la biología, ¿con qué argumentos se sostendrán los roles de género y los esquemas de dominación/subordinación que derivan de ellos?
1Chatterjee, D. y Monroe, N. “Marketing Beyond the Gender Binary” en MIT Sloan Management Review. 28 de mayo, 2020. Disponible en: https://sloanreview.mit.edu/article/marketing-beyond-the-gender-binary/
2Rivas, J. “Half of young people believe gender isn’t limited to male and female” en Splinter. 2 de marzo, 2015. Disponible en: https://splinternews.com/half-of-young-people-believe-gender-isnt-limited-to-mal-1793844971
3Parker, K. y otros. “Generation Z Looks a Lot Like Millennials on Key Social and Political Issues” en Pew Research Center. 19 de enero de 2019. Disponible en: https://www.pewresearch.org/social-trends/2019/01/17/generation-z-looks-a-lot-like-millennials-on-key-social-and-political-issues/
4Ipsos. LGBT+ Pride 2021 Global Survey. Disponible en: https://www.ipsos.com/sites/default/files/ct/news/documents/2021-06/LGBT%20Pride%202021%20Global%20Survey%20Report%20-%20Rev%203.pdf
5Barraco, J. “Pero, ¿qué es la modernidad líquida?” en La Vanguardia. 1 de septiembre de 2017. Disponible en: https://www.lavanguardia.com/cultura/20170109/413213624617/modernidad-liquida-zygmunt-bauman.html
6Yehya, N. “El desparpajo gozoso” en TELOS. 19 de junio de 2019. Disponible en: https://telos.fundaciontelefonica.com/telos-111-analisis-naief-yehya-tumblr-la-historia-de-una-red-social-marginal-libre-de-censuras-el-desparpajo-gozoso/
7Aquella en la que el sexo registral (asignado) no coincide con la identidad sexual. Definición extraída de la web de la asociación Euforia-Familias Trans Aliadas.
8Aquella cuya identidad sexual no se ajusta a lo que culturalmente se entiende como hombre o mujer. Definición extraída de la web de la Asociación Euforia-Familias Trans Aliadas.
9Una persona demigénero puede identificarse parcialmente con ciertos aspectos de ser mujer u hombre, y también identificarse con aspectos de otras identidades. Definición extraída de la web de la Asociación Euforia-Familias Trans Aliadas.
10Una persona de género fluido es aquella que se identifica con un género en cierto periodo de tiempo, para en otro período identificarse con otro género. Definición extraída de la web de la Asociación Euforia-Familias Trans Aliadas.
11Tras leer Después de lo trans, de Elizabeth Duval, tiempo después de haber escrito este artículo, me doy cuenta del error que supone pensar en la posibilidad de la autodeterminación de género —remito a las páginas 62 a 76 de su libro para profundizar en el tema—. He decidido no corregir mi artículo, sino añadir esta nota al pie para dejar constancia del continuo proceso de construcción en el que están las ideas cuando una sigue abierta a la reflexión.
Butler, J. (2007): El género en disputa. Barcelona, Ediciones Paidós.
Haraway, D. (2020): Manifiesto Cíborg. Madrid, Kaótica Libros.
Bauman, Z. (2002): Modernidad líquida. México, Fondo de Cultura Económica de España.
Redactora y productora de la revista Telos. Licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada, Máster en Comunicación y Responsabilidad Corporativa por la Universidad de Ávila y en Gestión Directiva de Entidades No Lucrativas por la UNED, actualmente dirige el área de Producción de The Tab Gang y escribe para publicaciones como la Revista Don o Tentaciones. Fue Responsable del Área de Acción Social de Ferrovial.
Ver todos los artículosRedactora y productora de la revista Telos. Licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada, Máster en Comunicación y Responsabilidad Corporativa por la Universidad de Ávila y en Gestión Directiva de Entidades No Lucrativas por la UNED, actualmente dirige el área de Producción de The Tab Gang y escribe para publicaciones como la Revista Don o Tentaciones. Fue Responsable del Área de Acción Social de Ferrovial.
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