22 de diciembre de 2022

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Generaciones consentidas buscando un futuro con sentido

por Elsa Arnaiz Chico
Ilustrador Van Saiyan

Las generaciones jóvenes hemos nacido en un mundo en crisis. Ya sea económica, climática o energética, parece que no hay salida. Esta realidad ha cuestionado los fundamentos del trabajo y obliga a buscar una vida que vaya más allá del beneficio y se ajuste más al propósito.

 

Durante estas últimas vacaciones de verano, en el museo Pompidou de Málaga, me llamó la atención un libro: La sociedad del cansancio, del filósofo surcoreano Byung-Chul Han. Me pareció irónico que estando de vacaciones, supuestamente relajada, mi cerebro optase por comprar un libro sobre el agotamiento endémico que parece arrastrar nuestra sociedad y en particular mi generación. Ironías estivales.

El autor coreano define la sociedad actual como una sociedad de rendimiento en la que hemos pasado de estar sometidos por el deber a estar subyugados por el poder, creando así una sociedad en la que reina una supuesta positividad que nos obliga al máximo rendimiento. Básicamente, si quieres, puedes.

Da la impresión de que antes nos regíamos por una sociedad de la negatividad, de la prohibición, en la que se nos decía lo que teníamos que hacer y no hacer. Sin embargo, sostiene el autor, ahora hemos pasado a la sociedad de la positividad que, paradójicamente, por muy bien que suene no tiene nada de bueno. Una de las ficciones, otra, que conviene no cuestionar.

Se acabó aquello de estudiar solo por la remota e incierta prospectiva de una mejor entrada al mundo laboral

Se puede estar más o menos de acuerdo con su análisis, pero es inevitable asumir que, miremos donde miremos los mensajes que se nos mandan son, efectivamente, exageradamente positivos: “Just Do it”, “Yes, We Can”, “Impossible is Nothing”, “Fake it ‘till you make it”… y, por supuesto, todos en inglés. A raíz de estos mensajes repetitivos —y cansinos— hemos instaurado la necesidad del éxito absoluto e inmediato en nuestra juventud. Y, por si fuera poco, el nuevo slogan de una conocida marca deportiva reza así: “Fast is too Slow”…

¿Y cuál ha sido una de las consecuencias? Pues que cuando nos damos cuenta —a raíz de un fenómeno tan abrupto y disruptivo como la pandemia— que no todo es la hiperproductividad, ser el emprendedor más exitoso o el influencer con más views, algunos optan por pasar de todo y dimitir. Bye, bye Mr. Musk.

La Gran Dimisión es un fenómeno que no ha llegado a España con la intensidad con la que se da en otros países, sobre todo EE. UU., pero que no debemos dejar pasar desapercibido ya que tampoco estamos exentos de problemas.

En España se da la paradoja de que, a pesar de ser uno de los países europeos con menos vacantes laborales, contamos con numerosos puestos sin cubrir, aun teniendo tres millones de desempleados registrados, lo que supone una de las tasas de paro más elevadas de la UE (en el entorno del 13 por ciento1). O, lo que es lo mismo, algo muy raro.

Además, apuntan algunos autores, aunque en España no estamos sufriendo una Gran Renuncia aún, contamos con un fenómeno propio: la Gran Rotación. En otras palabras, irse de un trabajo a otro. Esto sucede, sobre todo, entre los jóvenes que cada vez ponen más arriba en la lista de prioridades la flexibilidad laboral2.

Parece algo bastante normal. Tal y como analiza un reciente informe de UGT, desde el año 2000, mientras que en la eurozona el salario medio a precios constantes de 2020 se elevó un 12,5 por ciento, en España retrocedió 1,1 puntos porcentuales3. Es decir: los jóvenes hemos llegado al mercado laboral cuando los salarios medios son inferiores en términos reales a los existentes hace 20 años. Ante esta situación, no parece extraño que la juventud se haya vuelto más crítica ante la calidad del trabajo. Quizá lo extraño sería no quejarse. ¿Seremos más consentidos? No sé. Puede ser.

Lejos quedan los días en los que, tras la educación obligatoria que el Estado consideraba necesaria para la adecuada formación de un joven, este decidía que hasta ahí tenía que durar su etapa formativa para pasar de lleno al mundo laboral. En 2021 superamos todos los récords al llegar a 1.204.414 estudiantes matriculados en educación superior4. Lo que a priori parece el sueño de cualquier país desarrollado, en España esconde un gran dolor de cabeza: la sobrecualificación.

 

 

Este fenómeno se ha convertido en uno de los males endémicos del mercado de trabajo español que, año tras año, persigue a la juventud. Actualmente un 25 por ciento de los jóvenes españoles graduados cursa un máster para poder acceder al mercado laboral5. Inicialmente esto no debería ser un problema, pero a raíz de esta necesidad autoimpuesta de cursar un máster nada más acabar el grado, solo un 37,9 por ciento de los jóvenes de 24 años en España ha comenzado su andadura profesional6. Como resultado España se convierte así en el tercer país de la OCDE en el que más tarde los jóvenes acceden al empleo, lo que genera una espiral de falta de emancipación y expectativas vitales.

Obviamente, continuar los estudios no tiene nada de negativo. Faltaría más. El problema reside en que se ha impuesto tanto entre los jóvenes esta necesidad de saber más y más (y no mejor) que lo que hemos acabado consiguiendo no es necesariamente positivo. Por un lado, retrasar el contacto con el mundo real, ese donde a menudo nos damos cuenta de la especialización que necesitamos y que realmente queremos. Por otro lado, este fenómeno ha dado lugar a un abaratamiento de los costes laborales de la gente cualificada. Sabes más, pero vales menos. Oferta y demanda, my friend.

Es complicado decir “no” a continuar con tu educación superior cuando parece que es la única solución que se nos ofrece para estar más cerca de ese ansiado sueño que es tener un trabajo digno y llegar a fin de mes. Para otros, cursar un máster más es solo otra estrategia para poder seguir chupando del bote. Puede ser.

Gabriel Plaza, un joven de 18 años, fue noticia este verano al sacar la mejor nota en la selectividad/EvAU en la Comunidad de Madrid. Pero la noticia no fue la calificación en sí, sino su elección de carrera universitaria: Filología Clásica. A raíz de sus inocentes declaraciones, recibió un aluvión de críticas por desperdiciar esa maravillosa nota en unos estudios como esos. Pero puede ser que él no sea el único que está cambiando de mentalidad.

Desde el curso 2015-2016 al 2020-2021 la cifra de universitarios en la carrera de Filosofía ha aumentado de 7.091 a 9.446, un 33 por ciento neto más. Si analizamos este dato combinado con las llamadas “salidas” que esta carrera suele tener, podemos leer entre líneas una tendencia clara: se acabó aquello de estudiar solo por la remota e incierta prospectiva de una mejor entrada al mundo laboral. Quizá, después de todo, otro mundo es posible.

Acaso podríamos pensar que es algo temporal que solo atañe a una generación de estudiantes y que esos matriculados en Filosofía pronto cambiarán de parecer. Sin embargo, en una encuesta de Deloitte realizada a casi 15.000 miembros de la generación Z, reveló que el 37 por ciento había rechazado un trabajo “por su ética personal” (Juliana Kaplan, Business Insider, 2022). Me pregunto si esto es realmente tan extraño… ¿No debería ser normal y, sobre todo, razonable?
De hecho, las grandes tecnológicas afirman que eso es justamente lo que demanda el mercado: cada vez se valoran más otros tipos de perfiles que sean capaces de trascender lo puramente técnico y dar soluciones a problemas éticos que, con el auge de la inteligencia artificial, son más y más frecuentes.

Profesiones con impacto

¡Vaya! Parece que ya no es cosa solo de estudiantes. Ojo, no estoy insinuando que los jóvenes no quieran involucrarse en las ciencias llamadas técnicas, sino que parece vislumbrarse un cambio de paradigma en el que comprendemos que las humanidades y los trabajos que desempeñan también tienen valor: las estamos redignificando y resignificando. Estamos redescubriendo que sí podemos luchar por nuestra vocación y que, en el largo plazo, no solo es beneficioso para el individuo sino para la sociedad. Y yo me pregunto de nuevo: ¿Es esto malo?

Asumiendo que pudiéramos resolver los problemas estructurales que producen las tasas de paro juvenil de las más altas de Europa, quizá un buen comienzo sería la reconfiguración de las salidas profesionales y el trabajo hacia profesiones que, ayudadas por la tecnología, doten de propósito e impacto a nuestras vidas y, por ende, a la sociedad.

Está claro que los jóvenes le hemos perdido el miedo a que nos sustituya un algoritmo. No nos asusta leer que la OECD advierte de que, casi un 14 por ciento de los trabajos acabarán siendo totalmente automatizados, y un 32 por ciento lo serán parcialmente (Guijosa, 2022), situando a los jóvenes como uno de los grupos más vulnerables. De hecho, me atrevería a decir que preferimos que el algoritmo elimine de nuestra jornada laboral aquellas tareas tediosas que no nos dejan realizarnos. A muchos, a raíz de esto, nos han tildado de egoístas, por no querer conformarnos con cualquier salario o cualquier trabajo. Puede ser.

Los jóvenes no tenemos miedo a que nos sustituya un algoritmo

Puede ser que sean muchas cosas. Las nuevas generaciones, ya sea por consentidas, vagas o egoístas lo que estamos diciendo a todos y a todas es que es necesario un cambio —¿radical?— de nuestra mentalidad. Si queremos un futuro de trabajo sostenible, no solo ambiental sino socialmente, hay que desechar cuanto antes la hegemonía de la positividad que el filósofo surcoreano advertía.

Los jóvenes hemos visto las orejas al lobo y sabemos que no podemos continuar bajo el mandato de la hiperproductividad vacua. No sé si es porque pensamos que la emergencia climática no tiene freno y queremos disfrutar de lo que podamos antes de que llegue el apocalipsis, o porque creemos que la única forma de evitar tal apocalipsis es pasando por un sistema que busque el propósito, más allá del puro beneficio. No lo sé.

Pero lo que sí sé es que todo esto no son solo conjeturas. Como hemos visto, el cambio ya está en marcha. Desde el auge del movimiento B Corp7 y su reconocimiento en la Ley “Crea y Crece”, pasando por la demanda de perfiles humanistas dentro de las grandes tecnológicas, vemos que hay esperanza para un futuro laboral con sentido, que no consentido.

Notas

 1Silió, E. (2022): “El ‘boom’ de vocaciones en la carrera de Filosofía: suben un 33 % en cinco años”, en El País. Disponible en: https://elpais.com/educacion/universidad/2022-08-08/el-boom-de-vocaciones-en-la-carrera-de-filosofia-suben-un-33-en-cinco-anos.html

 2Silió, E. (2022): “El ‘boom’ de vocaciones en la carrera de Filosofía: suben un 33 % en cinco años”, en El País. Disponible en: https://elpais.com/educacion/universidad/2022-08-08/el-boom-de-vocaciones-en-la-carrera-de-filosofia-suben-un-33-en-cinco-anos.html

 3Ferrari, J. (2022): “El salario medio de 2020 en España es inferior al de hace 20 años, en términos relativos”, en El Economista. Disponible en: https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11662336/03/22/El-salario-medio-de-2020-en-Espana-es-inferior-al-de-hace-20-anos-en-terminos-relativos.html

 4Ministerio de Educación y Formación Profesional. “Panorama de la educación. Indicadores de la OCDE 2022”. Disponible en: https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/educacion/Documents/2022/031022-PresentacionPanorama2022.pdf

 5Magisterio (2022): “El 25 % de los jóvenes españoles cursa un máster para encontrar trabajo”, en Magisnet. Disponible en: https://www.magisnet.com/2022/08/el-25-de-los-jovenes-espanoles-cursa-un-master-para-encontrar-trabajo/

 6Universia (2022): “A qué edad empiezan a trabajar los españoles” en Universia. Disponible en: https://www.universia.net/es/actualidad/empleo/a-que-edad-empiezan-a-trabajar-los-espanoles.html

 7Las B Corps son compañías que están construyendo una economía más inclusiva y sostenible para todas las personas y el planeta. Más información en: https://www.bcorpspain.es/

 8La Ley “Crea y Crece” (Ley de Creación y Crecimiento de Empresas) es una de las principales reformas del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España, dirigida a impulsar la creación de empresas y facilitar su crecimiento y expansión, especialmente de las pymes, poniéndolas en el centro de la política económica. Disponible en: https://www.boe.es/eli/es/l/2022/09/28/18

Bibliografía

Pascual, R. (2022): “La ‘Gran dimisión’ a la española: empresas sin trabajadores y trabajadores sin empresa” en Cinco Días. Disponible en: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2022/05/20/economia/1653057681_736020.html

Ferrari, J. (2022): “El salario medio de 2020 en España es inferior al de hace 20 años, en términos relativos” en El Economista. Disponible en: https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11662336/03/22/El-salario-medio-de-2020-en-Espana-es-inferior-al-de-hace-20-anos-en-terminos-relativos.html

Guijosa, C. (2022): “OCDE prevé que la automatización eliminará el 14 % de los trabajos” en Observatorio del Instituto para el Futuro de la Educación-Tecnológico de Monterrey. Disponible en: https://observatorio.tec.mx/edu-news/ocde-automatizacion-de-los-trabajos

Kaplan, J. (2022): “Los miembros de la generación Z tienen muy claro lo que buscan en su primer empleo, mientras los trabajadores más veteranos siguen sin entenderles” en Business Insider. Disponible en: https://www.businessinsider.es/generacion-z-tienen-muy-claro-buscan-primer-empleo-1110303

Magisterio (2022): “El 25 % de los jóvenes españoles cursa un máster para encontrar trabajo” en Magisnet. Disponible en: https://www.magisnet.com/2022/08/el-25-de-los-jovenes-espanoles-cursa-un-master-para-encontrar-trabajo

Silió, E. (2022): “El ‘boom’ de vocaciones en la carrera de Filosofía: suben un 33 % en cinco años” en El País. Disponible en: https://elpais.com/educacion/universidad/2022-08-08/el-boom-de-vocaciones-en-la-carrera-de-filosofia-suben-un-33-en-cinco-anos.html

Universia (2022): “A qué edad empiezan a trabajar los españoles” en Universia. Disponible en: https://www.universia.net/es/actualidad/empleo/a-que-edad-empiezan-a-trabajar-los-espanoles.html

portada el futuro del trabajo1

Artículo publicado en la revista Telos 121


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Autor

Presidenta y Directora General de Talento para el Futuro. Embajadora de la campaña #Aceptamoselreto de la FAD. Máster en Big Data y Business Analytics por IE Business School.

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