22 de marzo de 2021
por
Adolfo Castilla
El tema al que dedicamos este trabajo no es nuevo y nosotros mismos venimos escribiendo sobre él en nuestro blog, Economía y Futuro, desde hace varios años. Puede que mi interés por este asunto de mejorar y reformar el capitalismo surgiera con fuerza de la lectura del libro de Robert Reich, secretario de trabajo con Bill Clinton, entre 1993 y 1997, Saving Capitalism, de 2015. Lo adquirí en el otoño de ese año, quizás con las pastas calientes de la imprenta, en Barnes & Noble de la quinta avenida de Nueva York, lugar de peregrinación inevitable en mis frecuentes visitas a la Gran Manzana. No era el primer libro en abordar esa cuestión pero sí uno de los que más éxito y difusión ha tenido, sobre todo a partir de que en 2017 Netflix realizara el documental del mismo título.
Se refiere Reich en esta publicación a los cinco grandes fundamentos del capitalismo:
1) Propiedad privada (qué puede ser poseído)
2) Monopolio (qué grado de poder del mercado es permisible)
3) Contratación (qué se puede comprar y vender y en qué términos)
4) Bancarrota (qué pasa cuando los compradores no pueden pagar)
5) Las leyes y su aplicación (cómo asegurar que nadie engañe ni se salte las leyes)
Opina, como cabía esperar, que esas grandes áreas de nuestras sociedades capitalistas dependen de las leyes y reglas que nos impongamos a nosotros mismos y que deben buscar siempre la justicia y el bien común. Es la democracia, por tanto, la que debe imperar en nuestro mundo, la cual tiene que estar al servicio de la mayoría y no al de minorías privilegiadas.
Es bastante optimista sobre el futuro, pues cree que estamos en la cúspide de una montaña de conocimientos tecnológicos y científicos productores, si se utilizan bien, de abundancia para todos. Pero opina, sin entrar en las grandes corrupciones y grandes anomalías en el funcionamiento de nuestro sistema capitalista, que existen muchas formas de alterarlo. Los políticos y los reguladores, con particular referencia a los Estados Unidos, son fácilmente influenciables y las grandes corporaciones lo llevan haciendo muchos años, especialmente después de las tres décadas gloriosas tras la Segunda Guerra Mundial e incluso en ellas. El poder de los lobbies americanos es mencionado con frecuencia en el libro de Reich y analizado en un número de casos concretos.
Aunque no habla mucho de liberalismo y de neoliberalismo, sí que es crítico y escéptico con expresiones como “libre mercado”, “libre empresa”, “libre contratación”, “libre comercio” e incluso “libertad de expresión”, haciéndose siempre sobre ellas la pregunta ¿libertad para quién?
Destaca, lo repito, el poder de las grandes corporaciones y grandes bancos y señala que la búsqueda siempre de ventajas y buenas condiciones para sus actividades por parte de estas instituciones, sin preocuparse del beneficio de todos, es contraproducente a la larga para ellas mismas.
Antes del libro comentado, Reich había publicado en 2009 otro muy destacado también, Supercapitalism: The Battle for Democracy in an Age of Big Business. Relata en él el éxito del capitalismo desde la liberación profunda del mismo de los años 80. Un éxito con numerosas externalidades negativas y multitud de efectos colaterales no deseados.
Explica en él la desaparición, a partir de esas fechas, de instituciones equilibradoras del capitalismo como los grandes monopolios fuertemente regulados de las épocas anteriores. Y también la pérdida de poder de los sindicatos, la desaparición de agencias reguladoras y la eliminación de todo control en los movimientos internacionales del capital, facilitados además hasta extremos insospechados antes por la tecnología digital.
Así como la autorización de los derivados en el mundo de la bolsa, la liberación de los bancos eliminando las diferencias entre bancos comerciales y de inversión, el abandono de legislación relacionada con el funcionamiento de los ayuntamientos y comunidades locales y otras muchas instituciones y limitaciones institucionales.
Menciona la aparición de gigantescas corporaciones globales, la acumulación de grandes fortunas, la concentración del poder, de las decisiones y de otros fenómenos cada vez más generalizados de nuestros días. El capitalismo de los excesos se ha extendido por Europa, Rusia, China y la India. Y en realidad por todo el mundo.
Dice de forma muy concreta que todo ese liberalismo no les dejó otra cosa que hacer a las empresas que la consecución de cada vez más beneficios. No tenían que preocuparse de nada más puesto que nada más se les exigía.
Ese éxito del capitalismo sin limitaciones ni regulaciones ha contribuido al deterioro de la democracia y a la aparición de los grandes problemas sociales — desigualdad, precariedad, desempleo, pobreza, deterioro del bien común, populismos, ingobernabilidad– repetidamente citados en mis últimos escritos. Y siento mucho tener que unir nuestros problemas al liberalismo y al neoliberalismo pues estas formas de organizarnos tienen muchos aspectos positivos y yo las revindico en muchas ocasiones. Pero ¿cómo hablar de los problemas que nos atenazan?
En cuanto a estas cuestiones críticas, especialmente las de carácter financiero, yo soy un seguidor del Premio Nobel de Economía de 2013, Robert J. Shiller (nacido en 1946), uno de cuyos libros lleva por título Las finanzas en una sociedad justa. Dejemos de condenar el sistema financiero y, por el bien común, recuperémoslo.
Este enfoque es el que domina mis propias reflexiones sobre estos temas: “salvemos el capitalismo por el bien de todos”. Una posición defendida en muchas de las obras recientes de autores con los que estoy muy familiarizado como, además de Shiller, George Akerlof (nacido en 1940), Jeffrey Sachs (nacido en 1954), Branko Milanović (nacido en 1953), Dani Rodrik (nacido en 1957), James Galbraith (nacido en 1952), Kate Raworth (nacida en 1970), Mariana Mazzucato (nacida en 1968), o los mismos Joseph Stiglitz (nacido en 1943), Paul Krugman (nacido en 1953) o Thomas Piketty (nacido en 1971). Los tres últimos algo más radicales e ideológicos.
Desde la publicación del primer libro de Reich la situación del mundo se ha deteriorado de forma considerable. La desaceleración económica, la expansión de la economía financiera, la desigualdad que no deja de aumentar, y el cambio climático y el deterioro del medio ambiente, son varios de los fenómenos negativos que nos afectan. A los que habría que añadir, sobre todo en el caso de nuestro país, la pérdida de confianza en los políticos, la diversificación del voto con el fortalecimiento de partidos extremistas, los independentismos, las protestas masivas de las poblaciones y muchos otros problemas actuales.
El último libro de este autor, The System, acaba de llegar a mi mesa de trabajo y me referiré muy pronto a su contenido. El subtítulo recoge la idea de “quién ha amañado o manipulado el sistema y cómo lo arreglaremos».
Aunque Reich y varios de los autores utilizados se refieren, preferentemente, al caso norteamericano, los problemas que analizan son bastante generales, sobre todo en los países desarrollados. En el nuestro, además y por ejemplo, se combinan con debilidades muy acusadas de nuestro sistema productivo y deficiencias estructurales graves.
Hay un último libro, llegado a mis manos este pasado fin de semana, directamente relacionado con estos temas. Se trata de When More is not Better. Overcoming America’s Obsession with Economic Efficiency de Roger L. Martin (nacido en 1956). Un canadiense-americano experto en management al que algunos consideran el nuevo Peter Drucker. Fue Decano de la Rotman School of Management de la Universidad de Toronto desde 1998 a 2013. Se ocupó de dicha escuela, por cierto, posteriormente a mi estancia en ella como investigador visitante en el verano de 1993 aunque creo haberlo saludado en alguna visita posterior.
Termino haciendo referencia a esta publicación porque, aparte de coincidir en muchas críticas al capitalismo con lo dicho por otros autores, se ocupa especialmente de proponer soluciones.
Como muchos otros libros anglosajones comienza explicando casos concretos de un proyecto de entrevistas a individuos de la supuesta clase media americana, muchos de los cuales son mujeres, a lo largo de seis años dentro de lo que se denominó The Persona Project. Fue realizado a instancias del Institute for Competitiveness & Prosperity, una institución creada por el autor a petición del Gobierno canadiense y que llevó después a la constitución de la Fundación Martin Prosperity Institute presidida por él mismo en la Universidad de Toronto.
El estudio de campo descubrió la frustración de muchos profesionales estadounidenses al no haberse cumplido en sus vidas las expectativas del Sueño Americano con el que crecieron. Infinidad de titulados universitarios, con trabajo y puestos que en otras épocas significaban una garantía de vida, sencillamente no pueden vivir hoy. No es que no tengan para comprarse una vivienda y ahorrar sino que no llegan a final de mes con su paga mensual normal.
Además de haber desaparecido el progreso, la movilidad social y el llamado “ascensor” de clase de otras épocas, el estudio detecta grandes desequilibrios en la economía americana: una desaparición paulatina de la clase media y unos impresionantes nubarrones en las relaciones entre capitalismo y democracia. Esto último seña de identidad durante muchos años del país norteamericano.
Sus propuestas para la solución de los problemas actuales, que son muchas, pasan por cambiar la interpretación dominante en los Estados Unidos del sistema económico, considerado como una máquina perfecta en la que lo único necesario es aumentar continuamente la eficiencia. Cree, en relación con esto, que se debería pensar más en términos de un sistema natural, formado por personas, imperfecto, complejo y adaptativo.
Propone diseñar un nuevo capitalismo democrático pensado como un sistema más complejo, más humano o natural y más resiliente. Preconiza la adaptación continua o adaptabilidad y el diseño sistémico de estructuras en el que se tengan en cuenta las múltiples interdependencias existentes en nuestras sociedades.
Considera imprescindible la acción y la actividad de todos para cambiar y construir nuestro mundo y hace recomendaciones especiales para el mundo de la empresa y los negocios, para el de la educación y para el de los líderes políticos.
España y pandemia
Ni que decir tiene que muchos de los análisis y propuestas hechos por los autores glosados son de utilidad para nuestro propio país. A eso me refiero con insistencia desde hace tiempo en mi blog, Economía de mi web de blogs, Economía y Futuro.
La pandemia actual con la que llevamos un año y no sabemos cuál será su final, es por otra parte una clara oportunidad para reflexionar sobre lo que podríamos poner en marcha para mejorar nuestro mundo, así como un valioso instrumento para adaptarnos a los cambios que vienen y a los que democráticamente decidamos adoptar.
Me temo, no obstante, que incluso esa deseable reflexión tenga que postergarse ante la urgencia de actuar para que nuestra economía no termine por hundirse y nuestra sociedad no se deshaga. Necesitamos actividades y acciones vigorosas de todos para salir adelante. Uno de nuestros males, especialmente en lo que tiene que ver con nuestros políticos, es creer que las cosas funcionan solas en un país supuestamente desarrollado. Ni funcionan solas ni el desarrollo es algo que una vez conseguido se mantenga para siempre.
Martin, R. L. (2020): When More is not Better, Overcoming America’s Obsession with Economic Efficiency. Boston, Harvard Business Review Press.
Mazzucato, M. (2019): El valor de las cosas. Quién produce y quién gana en la economía global. Madrid, Taurus.
Raworth, K. (2018): Economía Rosquilla. 7 maneras de pensar la economía del siglo XXI. Barcelona, Paidós.
Reich, R. B. (2009): Supercapitalism. The Battle for Democracy in an Age of Big Business. Londres, Icon Books Ltd.
Reich, R. B. (2015): Saving Capitalism. For the Many Not the Few. Nueva York, Alfred A. Knopf.
Reich, R. B. (2021): The System. Who rigged it, how we fix it. Nueva York, Picador.
Shiller, R. J. (2012): Las finanzas en una sociedad justa. Dejemos de condenar el sistema financiero y, por el bien común, recuperémoslo. Barcelona, Deusto.
Doctor Ingeniero del ICAL y catedrático de Economía aplicada. MBA por Wharton School y Máster en Ingeniería de sistemas e Investigación Operativa por Moore school. Es presidente de AESPLAN y del capítulo Español de la World Future Society.
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