12 de diciembre de 2024
por
Doctor Fisión
Ilustrador
Nadia Hafid
Hablemos claro: si tienes cierta edad, conectar con tu hijo o hija adolescente es más complicado que resolver la conjetura de Collatz o que sumar π+e. Creo que todos nos hemos visto en la tesitura de escucharlos hablar con sus amigos en un idioma que, aparentemente, suena muy similar al castellano pero que, por mucha atención que intentemos prestar, no conseguimos terminar de entender.
Términos como boomer, lit, de chill, bro, cringe, o next están a la orden del día, y son capaces de despachar una conversación contigo lanzándote a la cara uno de estos términos. Eso sí, si te atreves a hablar con ellos usando alguna de estas palabras les dirán a sus amigos: bro el boomer de mi viejo me da mazo de cringe cuando me habla, lo que en la lengua de Cervantes vendría a significar esto: Luis mi padre intenta hacerse pasar por joven para que le haga caso y esta situación me causa rechazo.
Los padres intentamos acercarnos a nuestros hijos e hijas de forma forzada; creo que la forma adecuada es hacerlo de forma natural, buscando puntos de encuentro comunes
Y claro, con la Santa Inquisición hemos topado: si su bro de turno le contesta “lit date por muerto”, no sé si me explico, porque lit significa literal y estará recibiendo confirmación de que tiene razón, de que eres un pelmazo y que está mejor lejos de ti. Si piensas que su amigo le dirá: “En realidad, tu padre intenta conectar contigo y no sabe cómo hacerlo, pero es porque quiere estar más cerca de ti y ha usado una estrategia equivocada”, olvídate, el mundo ya no funciona así.
Yo creo haber resuelto en parte este problema, con mayor o menor acierto, a través de la música. Siempre me ha gustado la música, y aunque hoy en día sigo escuchando casi a diario a los Dire Straits y a la Creedence Clearwater Revival, nunca me he cerrado a la música actual —excepto a ciertos géneros, sí, ese en el que estás pensando ahora mismo—.
Así que llevo años compartiendo el gusto por la música con mi hija: hemos ido a varios conciertos juntos y escuchado música de todo tipo siempre que podíamos, y no solo la que le gustaba a ella, sino que yo además intentaba mostrarle artistas de mi época o anteriores y explicarle cómo esa música cimentó la música actual.
Una de las exigencias —he elegido esta palabra con mucha precisión— para que un adolescente se suba contigo al coche y te acompañe a hacer algo —que seguramente no le apetece— es poner su música desde el momento en el que las ruedas empiezan a girar hasta que se detienen cuando has llegado a tu destino.
Y aquí es cuando la historia comienza a ponerse interesante.
El hilo musical de todos mis desplazamientos era, es y creo que seguirá siendo durante mucho tiempo, Taylor Swift. Seguramente ahora mismo estés tentado de dejar de leer este texto, no te culpo, seguramente tú también estás hasta el gorro de “la Taylor” porque está hasta en la sopa.
El caso es que, a fuerza de escucharla tantas veces, empezó a gustarme. Y mucho. Tanto, que terminé memorizando casi todas las letras de su extensísima discografía, sabiendo en qué momento había que dar palmas en cada canción y conociendo cada mínimo detalle de su vida personal y profesional.
Y en este estado de cosas llegó el momento que todos los padres de España estábamos temiendo: Taylor Swift visitaría España con su gira The Eras Tour, gira de la que obviamente, yo ya conocía hasta el más mínimo detalle.
Las entradas costaban entre 85€ y 589€, precios “populares”, y además teníamos la certeza absoluta de que conseguir algunos de los codiciados boletos sería una misión prácticamente imposible, pero finalmente los conseguimos a pesar de todo, y no con poco esfuerzo precisamente.
Bueno, pues ir a ese concierto considero que fue uno de los mejores momentos de mi vida y una experiencia inolvidable. Es raro el día en que a mi esposa, a mi hija y a mí no nos viene alguna anécdota a la mente, que no revisamos alguna foto o vídeo, o que no estamos escuchando una canción y rememoramos algo que ocurrió ese día. Y es aquí precisamente donde quería llegar con todo esto.
Muchas veces los padres intentamos acercarnos a nuestros hijos de forma forzada y creo que la forma adecuada es hacerlo de forma natural, buscando puntos de encuentro comunes que nos permitan hacer cosas juntos.
Todo esto que acabo de contarte es mi caso personal, pero mi posición actual me ha permitido conocer muchos casos más como el mío, así que he podido verificar esta cuestión repetidas veces. Recuerdo el caso de un padre y un hijo que me contaron que, casualmente, descubrieron que los dos me seguían en redes, y de alguna forma esto les acercó, ya que les dio ese punto de encuentro que no tenían.
Puede ser el fútbol, la música, los libros, salir a tomar algo, ya sabes lo que dicen: que el universo es infinito y hay infinitas posibilidades; así que te invito a que, si quieres mejorar la comunicación con tu hijo o hija, busques es conexión; pero sobre todo a que lo hagas de forma natural y en su mundo, no en el tuyo, te será mucho más fácil.
Por último, quiero decirte que yo no soy educador ni psicólogo, soy solo un divulgador científico al que le encanta la física y el cosmos, así que esto que te he contado es mi experiencia personal, no el consejo de un profesional; pero sé de mucha gente a la que le ha funcionado, así que ¿por qué no intentarlo?
Divulgador científico especialista en física y astrofísica, y apasionado de la ciencia en general. Tiene más de 9 millones de seguidores en redes sociales. Doctor Fisión presenta su contenido de forma clara y amena, para todos los públicos, y siempre con el mayor rigor.
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