La profesión periodística, clave en nuestra sociedad, ha visto cómo se incrementaba la complejidad de sus competencias y funciones, haciendo inútiles los viejos esquemas y estereotipos de análisis. Este dossier intenta dar cuenta de las vertientes más cruciales de esa profesión: sus diversos modelos y funciones, el desconocimiento reinante sobre los periodistas que firman las noticias, las dificultades que entraña la salvaguardia de sus derechos y las complejas relaciones de los periodistas con la política. Los análisis han sido elaborados por investigadores de diversas perspectivas científicas y aportan una amplia bibliografía sobre estos temas. La importancia de los medios de…
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La profesión periodística, clave en nuestra sociedad, ha visto cómo se incrementaba la complejidad de sus competencias y funciones, haciendo inútiles los viejos esquemas y estereotipos de análisis. Este dossier intenta dar cuenta de las vertientes más cruciales de esa profesión: sus diversos modelos y funciones, el desconocimiento reinante sobre los periodistas que firman las noticias, las dificultades que entraña la salvaguardia de sus derechos y las complejas relaciones de los periodistas con la política. Los análisis han sido elaborados por investigadores de diversas perspectivas científicas y aportan una amplia bibliografía sobre estos temas.
La importancia de los medios de comunicación en nuestras sociedades no ha dejado de crecer en las últimas décadas. Una multiplicidad de papeles y funciones otrora desempeñados por diversas instituciones ha pasado a convertirse en tareas propias de estos medios. La pluralidad de efectos e influencias que los mismos ejercen ha enriquecido notablemente las competencias que podemos atribuirles. Como consecuencia de todo ello, se ha generado un complejo entramado alrededor de la comunicación masiva, sin cuya comprensión resulta harto improbable explicar las características del mundo en el que vivimos.
Una realidad de tal envergadura presenta múltiples vertientes y posibilidades para el análisis. Desde hace algún tiempo la atención se ha centrado de manera predominante en poner de relieve dos aspectos: uno, ligado a la presencia en este universo de las Nuevas Tecnologías de la Información; el otro, a la vertiente empresarial (las grandes corporaciones) de la comunicación. Es cierto que ambos son de importancia crucial y que aún queda mucho por investigar en estos terrenos. Mas no son los únicos ni, en no pocas ocasiones, los más decisivos para clarificar el conglomerado de funciones que los medios llevan a cabo. Aun cuando las Nuevas Tecnologías y la estructura empresarial no pueden soslayarse en cualquier análisis, es igualmente verdadero que hay un elemento clave para entender este mundo de la comunicación: el de los agentes personales que la hacen posible. Me refiero, claro está, a los periodistas.
No son estas breves líneas las más adecuadas para dar cumplida cuenta de tal afirmación. Pero no quiero dejar pasar la ocasión para sostener, en contra de un sentido común bastante generalizado entre los profesionales del periodismo y no pocos estudiosos de la comunicación, que sin explicar debidamente las características de este grupo de profesionales no se llegará a disponer de una teoría de la comunicación coherente y fructífera. Y ello se debe a que la estructura del sistema de la comunicación actual depende, más que de ningún otro factor, de las cualidades de unos periodistas que sobrepasan, y con creces, cualquier definición simplificadora de sus atribuciones y competencias.
En primer lugar, porque su actividad dista mucho de ser una profesión al uso, reducible a un esquema de saberes y a un repertorio de pautas y rutinas fácilmente codificables. No quiero decir con ello que el periodismo como profesión tenga poco sentido. De hecho, como en cualquier otro oficio, hay buenos y malos profesionales, y el éxito y la calidad de los medios de comunicación que los tienen se debe, precisamente, al alto nivel de competencia de sus periodistas. El problema reside en que resulta difícil encasillar la profesión, al revés de lo que sucede con otras, dentro de unas claras y bien definidas reglas.
En segundo lugar, los límites de su ejercicio son cada día menos claros. Hay una abierta voluntad de practicar la profesión sin apenas límites: no hay campo de actividad que se le resista, ni competencia que no asuma como propia. Y todo ello, además, sin que los periodistas tengan que ajustarse a aquello que se exige a los profesionales de los campos en los que intervienen. Al hacerlo, por otra parte, alteran y modifican las reglas específicas de actuación de instituciones y actores muy diversos. Un periodista tan agudo como Indro Montanelli percibía con claridad este cambio del oficio al describirse a sí mismo, en su obra póstuma, como sólo periodista (soltanto un giornalista), para diferenciarse del periodismo actual, sobrecargado de tareas múltiples en las que no siempre la principal es la labor informativa.
Ahora bien, este cuadro de mutaciones requiere de perspectivas teóricas capaces de explicar una realidad tan polifacética. No basta con los viejos esquemas de la profesión entendida como mero relato del acontecer social; lo que no significa que deba soslayarse esta dimensión. Es insuficiente, cuando no inadecuado, ligar el periodismo actual a la simple información. Resulta, en fin, irrelevante tratar de encuadrar la profesión dentro de invocaciones moralistas y llamadas a la objetividad y la neutralidad. Porque, de hecho, poco o nada de todo esto tiene que ver con las prácticas reales del periodismo.
Cambios tan radicales piden enfoques múltiples que, si no pueden proporcionar ninguno de los modelos teóricos consagrados (las viejas ciencias), tampoco están en condiciones de hacerlo las denominadas ciencias de la comunicación. O para expresarlo en términos positivos: se requiere el concurso de cuantas perspectivas teóricas sean necesarias, pero a condición de que se hagan con el rigor que es propio de cada una de ellas. Una tal multidisciplinariedad es la que ofrecemos en el conjunto de artículos que conforman este Cuaderno Central. Tres observaciones acerca de su contenido. La primera es que no agota las posibles perspectivas teóricas, si bien brinda aquellas que hemos considerado más pertinentes. La segunda es que recoge algunos de los temas que hoy nos parecen centrales para la profesión. La tercera es que aun cuando los artículos se deben a estudiosos españoles, no por ello los problemas analizados son exclusivamente localistas, ya que más allá de las innegables diferencias asociadas a las peculiaridades de cada país, existe un núcleo común de características en el periodismo de las sociedades democráticas.