Entre los objetivos editoriales fijados por TELOS desde su primer número hace más de veinte años ahora figuraba con luz especial el de promover el mutuo conocimiento y la cooperación entre el mundo de la comunicación y la cultura latinoamericano, y sus analistas e investigadores, con el de España y la Península Ibérica y, por extensión, con el europeo. Tal propósito, explicitado en el editorial de partida, sostuvo una amplia cobertura en los primeros cincuenta números de ensayistas latinoamericanos en todas las secciones de la revista, incluyendo primicias de obras y autores que ya se han convertido en clásicos de la región sobre este campo. También se reflejó en el papel cumplido por TELOS en reuniones científicas en América Latina, como su presencia entre las publicaciones fundacionales de la red de revistas iberoamericanas de comunicación y cultura.
Pero la atención preferente a la reflexión de los países latinoamericanos se condensó especialmente en dos números cuasi monográficos del pensamiento latinoamericano, en 1989 (ver TELOS número 19) y 1996 (ver TELOS número 47), que no sólo contribuyeron a la difusión en España de los avances y evoluciones de los autores y realidades latinoamericanas sino que incluso, en épocas de dificultades de intercambio en ese espacio extenso y diverso, colaboraron al conocimiento y la cooperación entre los propios países latinoamericanos, llegando a ser con el tiempo auténticas antologías y testimonios privilegiados de ese pensamiento.
Siete años son bastante tiempo
Ahora, en la nueva etapa de TELOS, y sin perjuicio de nuevo de una atención y un espacio sostenido para los autores latinoamericanos, en todas las secciones hemos planificado este nuevo número preferentemente dedicado a los autores de aquella región. Tras una casual cadencia de siete-ocho años sobre las dos monografías anteriores, muchas cosas han cambiado sin embargo que exigen una re-orientación de su contexto y sus objetivos. De una parte, el pensamiento latinoamericano ha madurado seriamente en masa crítica y en calidad de la investigación. Por otro lado, felizmente, las desconexiones que se apreciaban en 1989 entre los investigadores de muchos países, a veces fronterizos, o las crisis de las incipientes instituciones de enlace de mitad de los años noventa parecen estarse solucionando en los últimos años. En parte por Internet, pero sobre todo por la presencia de instituciones y asociaciones sólidas, con congresos importantes como el de Felafacs en octubre de 2003 en Puerto Rico, o el de la AIERI en Porto Alegre en julio de 2004, o el de las sucesivas convocatorias de Ibercom en América Latina o en Oporto, o esperanzadamente en los próximos de ALAIC e Ibercom en La Plata en octubre de 2004.
Lejos siempre de cualquier sentimiento paternalista, el objetivo de este número de TELOS no puede ser por tanto el de difundir el pensamiento latinoamericano en sus propios territorios; menos aún el de destacar a autores que se destacan ya por sí solos. Tampoco es una antología de textos e investigaciones producidos en estos últimos años que rebasaría con mucho el espacio disponible. Y no podía aspirar, por las mismas razones, a contener a todos los investigadores serios, clásicos y recientes, que esperamos ir acogiendo a lo largo de muy diversas ediciones: en definitiva, son todos los que están pero, obviamente, no están todos los que son.
El objetivo declarado de este número era, pues, recoger textos originales de una serie limitada de autores pero que, en buena medida, reflejan esa madurez colectiva de reflexión de que hablábamos anteriormente. Con la intención de dar mayor difusión a su trabajo en España y Portugal, en donde todavía, pese a la presencia paradójica de editoriales españolas en muchos países latinoamericanos, circulan con dificultad muchas de sus obras. También, en la medida posible, en una Europa demasiado condicionada por las fronteras lingüísticas contra sus intereses, y que se ha cerrado frecuentemente sobre sus propios autores y escuelas, pretendiendo a veces un “diálogo” nacional imposible con la investigación estadounidense que sólo circulaba en un sentido, mientras ignoraba la presencia de otras miradas desde otras realidades y procesos, con escasas excepciones ( 1). Emblemáticamente, aquí también, la disponibilidad de nuevas vías digitales de acceso a esta producción intelectual no ha paliado sino en muy pequeña medida la relación de fuerzas entre idiomas, universidades y, sobre todo, conciencias y hábitos culturales de la investigación.
El contenido de esta cuasi monografía está orientado a esos objetivos. Por un lado, hemos ofrecido el espacio de tribunas de opinión a autores notables a escala latinoamericana, muchos de los cuales han sido pioneros en los estudios de comunicación y cultura en la región y suponen, al tiempo que una visión nacional, miradas representativas del diverso conjunto de esos países. Por otro lado, y ese es el objetivo prioritario de esta modesta introducción, hemos pedido a autores no menos representativos que desarrollen en el Cuaderno Central temáticas específicas relacionadas con su obra anterior y enlazadas por un lema común: cómo ven la Sociedad de la Información en América Latina, especialmente desde el papel de la información y la comunicación, y de la cultura como un todo que las engloba a ambas. El resultado, como el lector puede juzgar, es un dossier de alto valor en un triple sentido: el abordaje de los aspectos clave del futuro en nuestro ámbito; la evidencia de originalidad de un pensamiento y una investigación parangonables en altura y modernidad con la de otros continentes desarrollados; y, finalmente, de forma inevitable, el testimonio y la reflexión sobre unos procesos económicos y socio-políticos que no están tan distantes de las realidades ibéricas e incluso europeas occidentales de lo que muchos piensan o desean.
Comenzando justamente por este último punto, la cuestión central que nuclea este Cuaderno guarda efectivamente una enorme trascendencia. Se trataba de preguntarse sobre si la inevitablemente apelada de Sociedad de la Información está llegando y cómo a los países latinoamericanos, y especialmente sobre qué formas adopta en la comunicación y la cultura en ese contexto. Se trataba, más sintéticamente aún, de pensar si esa Sociedad de la Información supone realmente el prometido salto de sociedades menos desarrolladas a la era post-industrial, por encima de la industrialización en tantos países ausente o incompleta. Y de cuestionar al mismo tiempo qué modelo de Sociedad de la Información es posible y deseable en países de desarrollo intermedio con visos de universalidad y de desarrollo equilibrado y sostenido. Otros tantos interrogantes altamente pertinentes en las sociedades de América Latina pero trascendentales también para todo el mundo en desarrollo, y que, finalmente, como anticipábamos antes resultan también esenciales en buena parte de Europa, en los países mediterráneos por ejemplo como España y Portugal, pero también en los del antiguo “Este” europeo procedentes del socialismo real. Porque en todos ellos, el modelo mítico de Sociedad de la Información presente o subyacente en el discurso dominante originario del pensamiento estadounidense y de otras de las sociedades más ricas del planeta, encarnado en la dinámica pura de mercado y su milagrosa mano invisible, en el PC doméstico y en la televisión digital de pago, instalados en cada hogar, conectados con banda cada vez más ancha y rápida, rodeados de los más novedosos periféricos presentes y futuros, hace agua por todas partes. Suponiendo, lo que es mucho suponer, que dicho modelo sea viable y equilibrado, sin generar graves exclusiones y brechas digitales cada vez más apreciables y graves, en los propios países más “modernos” y ricos.
Tantas necesidades comunes, tantas coincidencias de pensamiento
Las respuestas de los investigadores latinoamericanos incluidas en este dossier superan ampliamente las expectativas que habíamos acariciado. En los nueve textos muy diversos, se aprecia el distanciamiento de esa falsa disyuntiva de otra época entre tecnófobos y tecnófilos, pero junto al reconocimiento de que la revolución digital hace posible «por primera vez en la historia de la humanidad» el acceso de las mayorías a lo mejor de la cultura (Jesús Martín Barbero) hay en todos los autores un acercamiento crítico a una dinámica hegemónica de mercado que determina hoy en América Latina llegadas parciales, desiguales y desequilibradas de las nuevas redes y sus potencialidades sobre la información, la comunicación, la cultura y, en definitiva, del desarrollo mismo. Una capacidad crítica sostenida en análisis cuantitativos y cualitativos de la realidad, en reflexiones intelectuales finas y de altura, cuajadas de matices y tachonadas de propuestas efectivas.
De esta forma, y aun alterando el orden editado de los artículos, los textos de Ancizar Narváez (Colombia) o de Raúl Trejo (México) ponen de relieve esas desigualdades crecientes en la implantación de las redes digitales, haciendo hincapié el primero en cómo el problema de la SI no es de modelo técnico sino «un problema de modelos de esfera pública y, por tanto, un problema político», mientras que el segundo revela además la riqueza de la investigación latinoamericana sobre Internet, sus usos y comportamientos, aunque todavía presente lagunas importantes, como en todo el resto del mundo por otra parte. De la misma forma, Martín Becerra y Guillermo Mastrini (Argentina) adelantan los resultados de una investigación empírica que muestra cómo la lógica de beneficios y, especialmente, el proceso de concentración acelerado e inherente a ese modelo genera exclusiones estructurales, determinadas por un acceso excluyente y minoritario a los principales bienes y servicios info-comunicacionales. En temáticas aparentemente acotadas, como las que trata Enrique Sánchez (México) sobre el cine o el audiovisual latinoamericano, sus desequilibrios internos y externos y sus retos, o la de Valerio Fuenzalida (Chile) sobre la hegemonía del modelo televisivo comercial con la marginación casi general del servicio público laten desde la hegemonía analógica del audiovisual y su probable proyección al mundo digital lecciones mucho más generales sobre las derivas culturales de las comunidades latinoamericanas. Y si Delia Crovi (argentina de origen pero mexicana de adopción) aborda los desafíos de la SI para la educación en medio de un panorama general de deterioro sistemático de la educación pública que fabrica de nuevo gigantescas fracturas culturales, Teresa Quiroz (Perú) se replantea con sensibilidad los retos que enfrenta la formación de los comunicadores, y la necesidad de “rehumanizar” la Universidad también en este campo, con una enseñanza comprometida y orientada al desarrollo de la interculturalidad frente a unas corrientes que, también en Europa, pretenden ajustar la “profesionalidad” a las exigencias estrictas de las tecnologías y de la demanda del mercado de trabajo.
En fin, en todos esos autores-textos se puede rastrear la esperanza crítica y la clarividencia de unas vías de solución que pasan por políticas públicas coherentes y sistemáticas. Una tradición en la que Latinoamérica y sus investigadores han brillado desde los años sesenta con luz propia a nivel internacional, con capacidad autocrítica sobre los tropiezos y errores del pasado pero con clara conciencia de que no hay otro camino posible para avanzar. Y en el que Jesús Martín Barbero (español pero colombiano pleno) y Néstor García Canclini ( argentino pero mexicano adoptivo), dos autores que han enriquecido el campo de la comunicación-cultura desde perspectivas muy diversas, dos adalides conocidos de la actividad del receptor, subrayan sin embargo su necesidad y avanzan propuestas de futuro: re-pensar las doctrinas tradicionales de esas políticas públicas de comunicación y cultura, plantearse “nuevos horizontes y nuevas preguntas”, “nuevas formas de regulación democrática”, políticas “multilingües y policéntricas”, en pro de la preservación de la diversidad en la ciencia y la cultura, de conformar democráticamente ese “nuevo espacio público de intermediación” que se va generando.
Al lector corresponde leer, pensar, estos textos que aquí sólo muy pobremente pueden ser sintetizados. También juzgar esa proximidad que no es sólo lingüística o cultural, sino, cada vez más, de los grandes desafíos de futuro. Unos envites de tal calibre que uno tiene la sensación de que sólo conjuntamente se podrán ganar o perder, como gran reto a la cooperación horizontal iberoamericana o entre Latinoamérica y Europa que rompe los corsés anteriores (la comunicación, la cultura, como terrenos suplementarios, vistosos pero marginales al fin y al cabo) para constituirse como fundamentales, axiales para todo nuestro desarrollo y nuestro papel en el mundo.