¿Cómo puede cambiar el panorama mediático con una ley de transparencia?


Por Juan Manuel Zafra Díaz

La implantación y el uso generalizado de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han provocado una transformación radical en la forma de gestionar las organizaciones y las relaciones con el entorno. Es un cambio que afecta a los individuos, sumergidos en las redes sociales de Internet; a las empresas, conscientes ya de que los mercados son conversaciones, y a las instituciones, que se abren y aplican cada vez con más convencimiento los principios de colaboración y participación.

En las calles, los ciudadanos reclaman a los gobiernos la misma actitud que millones de usuarios demuestran en las redes sociales de Internet a cada instante. Las Administraciones Públicas, con más o menos convicción y acierto, empiezan a aplicar pautas y herramientas orientadas a la práctica del Gobierno Abierto. Es un cambio de paradigmas a los que la profesión periodística no es ajena.

El Gobierno Abierto que han empujado las organizaciones no gubernamentales, impulsan organizaciones multinacionales como la Open Government Partnership y que ha encontrado amplio eco en Administraciones como las de Estados Unidos desde la llegada de Obama, Reino Unido y Brasil, se fundamenta en los principios de transparencia, participación y colaboración. Su materia prima son los datos.

Surge así una oportunidad para el periodismo de datos, que escarba en los enormes y abundantes yacimientos de información disponible en la Red y trata de consolidarse como disciplina de la que, tal vez, resurja con fuerza el oficio de periodista. El periodismo de datos es heredero del periodismo de precisión y se fortalece gracias a esa corriente global a favor del Gobierno Abierto y la transparencia en las Administraciones Públicas, empresas y organizaciones privadas. Una corriente sobre la que navegan la inmensa mayoría de los ciudadanos conectados.

Las TIC han abierto un mundo nuevo; un universo de posibilidades vinculado al proceso de información, de mejoras en la gestión de la información disponible y las expectativas de consolidar un entorno de conocimiento abierto e inteligencia compartida; un contexto caracterizado por la conversación entre los ciudadanos y de estos con las organizaciones públicas y privadas, la participación en los procesos y las relaciones de igual a igual en la Red.

¿Cómo impacta este contexto en el ejercicio del periodismo? Permítanme emplear un método convencional de análisis basado en oportunidades, riesgos, amenazas y debilidades para desarrollar la respuesta.

Oportunidades
– Consenso internacional a favor del Gobierno Abierto, la transparencia y los datos abiertos (Open Data).
– TIC baratas y fáciles de usar al alcance de todos.
– Demanda de guías en un mundo incierto e inestable.

El consenso internacional a favor del Gobierno Abierto y la práctica creciente del open data, es decir, la publicación de datos públicos sin restricciones, juegan a favor de los profesionales de la información y del periodismo. Con dedicación y conocimientos suficientes, les corresponderá a ellos facilitar a la ciudadanía los datos más relevantes, ayudar a su interpretación y contextualización para un fortalecimiento de la democracia y un crecimiento sostenible. 

La práctica de la transparencia se irá generalizando, salvo en países corruptos, en los que no existe una democracia real o en aquellos que atraviesan graves crisis de modelo de crecimiento. La ausencia de transparencia será un síntoma de obsolescencia y de carencias tecnológicas para la gestión de la información y su comunicación a la ciudadanía. En todos esos entornos, el papel del periodista es clave para informar, formar y traer la democracia y el progreso.

No hay excusas para no implementar herramientas, plataformas y tecnologías a las que los ciudadanos acceden cotidianamente para compartir información en la Red. Solo la resistencia al cambio, la pereza por revisar los procedimientos y procesos implantados en la era industrial o una voluntad política trasnochada justificarán el rechazo a las buenas prácticas de Open Data. Por el lado de los periodistas, no cabrán tampoco excusas para emplear esas mismas tecnologías para acceder, reclamar, procesar y difundir las informaciones.

La ciudadanía va a necesitar de profesionales en la búsqueda, análisis y presentación de la información, porque la dedicación al proceso de los datos disponibles aportará valor a esa misma información. De otro modo, la capacidad de los gabinetes de prensa y las agencias de relaciones públicas para convertir la enorme cantidad de datos públicos en titulares favorables al gobierno de turno no va a encontrar contrapeso. Sin profesionales de la información basada en datos, el Open Data solo serviría para crear una avalancha, un bosque, que impida ver la realidad del gobierno y sus gestores.

Riesgos
– Infoxicación.
– Tecnificación.
– Ausencia de modelos de negocio.
– Brecha digital.

El flujo de información es constante y ubicuo -en cualquier lugar y en todo momento- y se añade a ello la capacidad de producción de las Administraciones, nutriéndose de datos propios y de los que generan y facilitan los ciudadanos a cada paso que dan en Internet.

El riesgo de intoxicación se acrecienta al tiempo que se agrandan las oportunidades para el ejercicio de un nuevo periodismo analítico, formativo, entretenido… como el buen periodismo. Ya tenemos algunas pruebas de ello en medios innovadores, nuevos o renovados gracias al empuje de periodistas emprendedores que van adquiriendo especialización y habilidades en nuevos campos como el data mining o la visualización de datos.

El proceso de producción informativa será necesariamente más metódico. Ideación, planificación, búsqueda de fuentes, tratamiento de datos, visualización y construcción del relato serán fases -lo son ya- en las que profesionales de disciplinas técnicas y sociales han de colaborar estrechamente bajo los cánones de nuevas narrativas ajustadas a estándares como el multiformato, el multimedia y la multiplataforma.

Los profesionales del periodismo en activo tienen que adecuarse a una época de superabundancia de información a la espera de procesamiento, análisis y presentación cuidada para diferentes audiencias en distintos formatos. Las nuevas generaciones, más habilidosas en tecnologías digitales, tendrán que combinar su destreza informática y diseño con el espíritu periodístico de servicio público, contraste de fuentes y trabajo en equipo.

Existe otro riesgo asociado a la realidad actual del periodismo, contaminado por la opinión camuflada de información, el estruendo y el posicionamiento ideológico como premisa. Es el riesgo que puede suponer el hecho de que el ciudadano sienta que el acceso directo a la información disponible, a las fuentes abiertas, le ahorrará la mediación y, por tanto, mejor información. Recuperar la credibilidad es tarea urgente de los profesionales.

El último es el riesgo de brecha digital, la posibilidad de que una parte de la ciudadanía quede al margen de esa sociedad transparente, colaborativa y participativa por falta de acceso a las infraestructuras, de conocimientos adecuados o, sencillamente, por razones económicas y de estatus social. El Open Data no debe ser una realidad solo para élites urbanas, económicas y/o intelectuales, con más posibilidades de acceso a la información y, por tanto, de mayor bienestar y calidad de vida. Convertirlo en una realidad para el conjunto de la ciudadanía será una renovada responsabilidad del nuevo periodista.

Amenazas
– Cambio de prioridades y regresión democrática.
– Crisis de las empresas mediáticas.
– Desinterés de la ciudadanía por la información.

La grave crisis que vive España ha relegado de la agenda política cuestiones como el buen gobierno y la transparencia. Desde el año 2004, las principales organizaciones y entidades impulsoras de la transparencia gubernamental están esperando; ese año, el PSOE, que había hecho de esta cuestión uno de sus ejes en el programa electoral, ganó las elecciones. En diciembre de 2011, Rodríguez Zapatero, abandonó la Moncloa y tan solo existía un anteproyecto de ley.

El proyecto de ley aprobado por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2012 está actualmente en trámite parlamentario, aunque ha encontrado un fuerte rechazo de partida porque no ha contado con el consenso previo de las organizaciones más activas en la materia.

Las amenazas sobre el periodismo de datos no se apuntan solo desde el ámbito de las Administraciones. Las propias empresas mediáticas, aquejadas de profundas crisis financieras, aplican dramáticos ajustes de plantillas y recortan al mínimo los presupuestos de formación y capacitación profesional. Las inversiones en tecnología se vuelcan en sistemas editoriales y de difusión, mientras que los sistemas para el proceso de datos esperan mejores momentos.

La profesión periodística debería preguntarse qué está ofreciendo realmente a los ciudadanos para que estos concedan de nuevo su atención a los medios. La extracción de datos, su análisis y presentación ofrecen, de nuevo, una oportunidad para el oficio.

Debilidades
– Falta de capacitación profesional.
– Capacidad de proceso y distribución de la información.
– Pérdida de valores tradicionales: trabajo en equipo, talento colectivo, agenda.

La debilidad del periodista se convierte en amenaza para la democracia, la libertad y la igualdad de oportunidades. La ausencia de medios de comunicación sostenibles, solventes en términos económicos y de reputación, reconocidos y reconocibles por la ciudadanía, juega a favor de los autoritarismos y de la desinformación de parte de quienes tienen, gracias a la contribución de todos, una enorme capacidad de proceso de información, de empaquetamiento y distribución.

Lo estamos viendo. Los gobiernos de las grandes naciones -España es una de ellas- están desarrollando canales de comunicación masiva en Internet partiendo de sus páginas web, aplicando criterios periodísticos (inmediatez, multiformato, proximidad, actualización continua, multisoporte…) en la elaboración de informaciones que hacen llegar a los medios de comunicación masivos, para conseguir mayores audiencias y directamente a la ciudadanía para sortear la mediación y la labor clarificadora que pueden desempeñar los profesionales del periodismo.

Se cuestiona la utilidad y existencia de los medios de comunicación de titularidad pública, pero se consolidan potentes gabinetes de comunicación ministeriales y secretarías de comunicación con capacidad de acceso, producción y distribución de información que querrían para sí muchos medios de comunicación independientes.

Hay lugar para el optimismo. Los nuevos profesionales del periodismo y aquellos otros que estén dispuestos a levantar la profesión con rigor, metodología, capacitación, nuevos lenguajes y formatos van a encontrar su espacio en una sociedad en la que la abundancia de información disponible, el Open Data no va a significar necesariamente más y mejor democracia. El periodista de datos es así una especie de guardián de las libertades, capaz de discernir el grano de la paja, de contener la avalancha informativa de organizaciones públicas y privadas interesadas en construir opinión para su único beneficio, de aportar luz a un mundo digital y no por ello necesariamente más brillante.

Artículo extraído del nº 94 de la revista en papel Telos

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Juan Manuel Zafra Díaz

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