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Su comportamiento en la teoría de la información


Por Jörg Becker

El pensamiento posmoderno ha tenido una gran repercusión social en su reflexión sobre la comunicación, la informatización y las nuevas tecnologías. Sus núcleos centrales revelan su determinismo y lo conforman como reflejo de una creciente dinámica capitalista.

1. INTRODUCCIÓN

La tecnología, los medios de comunicación de masas y la informatización de la sociedad tienen una alta relevancia central dentro de los trabajos de los teóricos posmodernos. Ello se aplica en especial medida a los pensadores franceses Jean Baudrillard, Jean-François Lyotard y Paul Virilio, al filósofo alemán Norbert Bolz y al brasileño Vilém Flusser. Desde los años 80 la relevancia social de sus postulados ha tenido una resonancia especialmente grande; lo demuestran los incontables simposios, exposiciones de arte, recopilaciones, entrevistas y un número incontable de publicaciones. La recepción del pensamiento posmoderno tuvo y tiene una gran influencia en la elaboración de teorías en la investigación de los medios de comunicación de masas y sobre aquella parte de la informática que investiga los planteamientos filosóficos y sociopolíticos.

En el texto siguiente se tratará de recopilar y categorizar manifestaciones del posmodernismo que ocupan lugares centrales en la teoría de la información. Este material, recopilado en la segunda parte, representa un punto de partida empírico. Las categorías desarrolladas según este material se denominan: 1. realidad-imagen- imaginación-hiperrealidad, 2. revolución-lo nuevo, 3. relación hombre-máquina y 4. pluralidad. Este material va a ser examinado a continuación y valorado desde el punto de vista de las críticas lingüística e ideológica, de la filosofía, de la historia intelectual y de la política.

No vamos a añadir otra definición nueva a las ya numerosas definiciones del posmodernismo. Sólo esto: los puntos centrales del pensamiento posmoderno son, por un lado, su punto de partida filosófico, es decir, el diagnóstico del desmoronamiento de cualquier unidad y, por otro lado, su aceptación de una futura sociedad de la diversidad, de la multiplicidad. Los cinco teóricos aquí presentados se autodenominan «posmodernos», por lo cual también desde el punto de vista de la pragmática investigativa es lícito incluirlos dentro del posmodernismo.

Dado que la crítica de la posmodernidad no es inmanente sino que se realiza desde fuera, es legítimo valorar más lo que une a Jean Braudillard, Jean-François Lyotard, Paul Virilio, Norbert Bolz y Vilém Flusser que valorar lo que les separa. Al ser lo esencial una discusión crítica de todas las hipótesis y argumentos fundamentales que les unen entre sí, no es este el lugar para diferenciaciones internas. Estas se deberían aplicar, en todo caso, a Jean-François Lyotard, que es el teórico con más formación entre los aquí mencionados y un marxista original, además de ser uno de los firmantes de L’appel à la vigilance lancé par quarante intellectuels (Llamamiento a la vigilancia lanzado por cuarenta intelectuales), publicado por Le Monde del 13 de julio de 1993.

2. BASE DE PARTIDA EMPÍRICA

2.1. Realidad-imagen-imaginación-hiperrealidad

«Todo está otra vez capturado en la simulación. Los paisajes en la fotografía, las mujeres en el escenario sexual, los pensamientos en la escritura, el terrorismo en la moda y en los medios de comunicación, los sucesos en la televisión. Las cosas parecen existir solamente para este extraño destino. Uno se pregunta si el mundo no estará hecho sólo para la publicidad que produce otro mundo para sí misma.» (Baudrillard, Amerika, Munich 1987, pág. 48).

«Las emisoras de televisión norteamericanas que difunden imágenes con noticias durante las 24 horas del día -sin comentarlas ni escenificarlas- toman esto en cuenta. Ya no se trata de las imágenes de una noticia sino de materia prima visual, la materia prima más fiable que se pueda imaginar. La comercialización vertiginosa de las técnicas audiovisuales responde a la misma necesidad; video y walkman entregan la realidad y la apariencia directamente a casa y sin gastos; estos aparatos ya no sirven para contemplar imágenes o escuchar música; suministran tiras de imágenes y tiras de sonido para que cada uno escenifique su propia realidad.» (Virilio, Krieg und Kino [Guerra y cine], Munich 1986, pág. 146).

«El hombre es capaz de producir una verdadera luz diurna falsa en el momento en el que la luz de la velocidad se haga idéntica a la velocidad de la luz. Es capaz de crear realidad, igual que el sol, los fotones, la luz. Al fin y al cabo, la realidad sólo existe como proyección luminosa. Somos trayectos de la luz. Toda la tecnología es un culto tardío al sol.» (Virilio, «Versuche, per Unfall zu denken» [Intentos de pensar mediante accidentes], en: Tumult, 1/1979,pág. 85).

«Simulación es una de esas palabras mágicas de las ciencias con las que hoy en día se intenta corresponder a la realidad tecnológica de los nuevos medios de comunicación, ordenadores y sistemas de armas. La simulación se diferencia de la ficción en que, aunque también evade y engaña la realidad, al fin y al cabo, crea una realidad. La simulación ajusta lo imaginario con lo real. (…) Fábricas de espejismos que están paradas han disuelto el viejo mundo bonito del trabajo y de la negatividad del hombre y de la historia en un juego de la apariencia.» (Bolz, Eine kurze Geschichte des Scheins [Una corta historia de la apariencia], Munich 1991, pág. 117).

«La manipulación se convierte en la normalidad de la descripción del mundo. Por ello, debemos conquistar una nueva relación con los términos apariencia, ficción y simulación. Ya no denominan la otra cara de la realidad sino sus estados físicos. (…) Sólo los medios de comunicación de masas ofrecen una percepción de la realidad protegida. (…) Los otaku japoneses, por ejemplo, entran en contacto con el mundo exterior solamente a través de medios técnicos; aparte de su molesto propio cuerpo y de sus necesidades de subsistencia, han optimizado su entorno de tal manera que ya no quieren salir de su mundo de medios de comunicación. Cierto es que constituyen existencias extremas. Pero deberían ser consideradas como emisarios del futuro que nos dan la primera noticia de la nueva definición del ser-en-el-mundo como existencia telemática en el horizonte del tiempo de emisión.» (Bolz, citado según Heide Platen: «Gelehrte und Gewittermacher» [Sabios y los que hacen tormentas], en: Taz, 7.9.1993, pág. 16).

«Alrededor de nosotros, las omnipresentes imágenes técnicas están en vía de reestructurar de forma mágica nuestra realidad e invertirla en un escenario global de imágenes. Se trata, fundamentalmente, de un acto de olvido. El hombre olvida que él era quien generaba esas imágenes para orientarse en el mundo. Ya no es capaz de descifrarlas y, a partir de ahora, vive en función de sus propias imágenes: la imaginación se ha convertido en alucinación.» (Flusser, Für eine Philosophie der Fotografie [Por una filosofía de la fotografía], Gotinga 1983, pág. 10).

2.2. Revolución-lo nuevo

«Precisamente, el hecho de que sea indescriptible es lo nuevo de lo nuevo y quiere decir que lo nuevo de lo nuevo es precisamente lo absurdo de querer explicarlo. La Ilustración se ha terminado, y lo nuevo ya no tiene nada que no se pueda explicar. No hay nada oscuro en él, es transparente como una red. No hay nada detrás.» (Flusser, Die Schrift [La escritura], Gotinga 1987, pág. 148).
«Nos encontramos en la fase de la segunda revolución. La primera revolución fue la de los medios de transporte: del ferrocarril, del automóvil, del avión,etc. Los años 70 y 80 fueron los de las retransmisiones en directo -ya sea por técnicas de vídeo o de televisión, ya sea por técnicas de control a distancia (téléoperation). La revolución de los medios de transporte introdujo una velocidad relativa en la historia; significó varios cientos de kilómetros a la hora, incluso miles de kilómetros con los aviones supersónicos. Pero esto no contrasta en nada con la velocidad absoluta. La revolución de las técnicas de transmisión ha introducido la velocidad en la historia.» (Virilio, citado según Klaus Kreimeier: «Der Mensch verschwindet wie eine Spur im Monitor» [El hombre desaparece como una huella en el monitor], en Frankfurter Rundschau, 8.8.1992, pág. ZB 3).

«Hemos llegado a un punto en el que somos capaces de descomponer todo en bits y empezamos a ver cómo podemos fabricar creativa y técnicamente,a base de estos bits, mundos alternativos. (…) Nos encontramos, sin embargo, al final de la Edad Moderna. Todo está en la fase de convertirse en algo duro y matemático. En esto consiste la transformación en la cual nos encontramos y en la que pasamos del pensamiento histórico, lineal, procesal, lógico, al pensamiento cerodimensional, calculatorio, de análisis sistemático, de síntesis sistemática, estructural.» (Flusser, «Das Universum technischer Bilder» [El universo de las imágenes técnicas], en: Stiftung für Kommunikationsforschung (Editor): Technik und Kultur, Bonn 1989, pág. 20 y 15).

2.3. Relación hombre-máquina

«La electrónica es la ampliación global de nuestro sistema nervioso central, el cual al fin y al cabo también puede ser entendido como una red electrónica que coordina nuestros sentidos. Así podemos determinar los dos procesos fundamentales que marcan el aspecto del mundo posmoderno -éstos son, por un lado, la enajenación de nuestro sistema nervioso central en los nuevos medios de comunicación y, por otro lado, la transferencia, mediante la simulación electrónica, de la conciencia al ordenador.» (Bolz: «Das Betriebsgeheimnis der Postmoderne» [El secreto industrial del posmodernismo], en: Konzepte, 10/1991, pág. 25).

«Desde que la tecnología de la simulación irrumpió en la vida humana, el hombre desaparece en el simulacro de sus medios de comunicación. La clonación y la electrónica parecen hacer realidad lo que Freud llamó el dios protésico.» (Bolz: Eine kurze Geschichte des Scheins [Una corta historia de la apariencia], Munich 1991, pág. 117 y sig.).

«Nos encontramos de camino hacia la revolución de las técnicas de trasplante. Hasta ahora, la tecnología se encontraba fuera del cuerpo humano (como por ejemplo, el ferrocarril, la radio, el magnetófono); esta tecnología podía estar medianamente ajustada al cuerpo humano, como el walkman y el teléfono móvil. Sin embargo, ahora la tecnología está a punto de penetrar en el cuerpo humano. El marcapasos indica la dirección: estamos pasando a la implantación de órganos tecnológicos en el cuerpo humano no para tratarlo sino para completarlo, para equiparlo mejor. El hombre es alimentado tecnológicamente -con píldoras que serán micro-máquinas. Estas máquinas ya no serán autómatas sino anímatas; máquinas minúsculas que nos animarán.» (Virilio, citado según Klaus Kreimeier: «Der Mensch verschwindet wie eine Spur im Monitor» [El hombre desaparece como una huella en el monitor], en Frankfurter Rundschau, 8.8.1992, pág. ZB 3).

2.4. Pluralidad

«La informatización de las sociedades puede convertirse en el soñado instrumento de control y regulación del sistema del mercado que, ampliado al conocimiento mismo, obedece exclusivamente al principio de la capacidad lingüística. Esto trae inevitablemente el terror consigo. También puede servir a los grupos que están discutiendo acerca de las metaprescripciones (es decir: los requisitos), al suministrar las informaciones que más necesitan para tomar decisiones con conocimiento de la situación. La línea que hay que seguir para reorientarles en este último sentido es relativamente sencilla: la opinión pública debería tener libre acceso a las memorias de los ordenadores y a los bancos de datos.» (Lyotard: Das postmoderne Wissen [El conocimiento posmoderno], Graz 1986, pág. 192).

«Esta secularización mítica de la historia en el espacio electrónico de los nuevos medios de comunicación, que almacenan mundos de imágenes pasados en bases de datos de forma que se pueda recuperar esta información en cualquier momento, hace posible el juego posmoderno con las diferencias que reemplazan la búsqueda moderna de lo totalmente diferente. Una cultura que tiene posibilidades de elección reconoce en el eclecticismo el esquema de su evolución natural.» (Bolz: «Das Betriebsgeheimnis der Postmoderne» [El secreto industrial del posmodernismo], en: Konzepte, 10/1991, pág. 25).

«Ahora empieza a perfilarse que las imágenes técnicas, de acuerdo con su carácter, exigen ser conmutadas de forma dialogal. Esta nueva comprensión se llama telemática.» (Flusser, «Text und Bild» [Texto e imagen], en: Fotokritik, 11/1984, pág. 18).

«Digo que la radio, la televisión, los periódicos son algo típicamente fascista. Pues se difunden informaciones de forma concentrada para ser recibidas de forma pasiva. Pero hay un segundo esquema de conexión: las conexiones en las redes de teléfono, correos o videotexto. En una situación así se envían de forma ambivalente informaciones de unos centros a otros centros y la elaboración de la información se lleva a cabo mediante la conexión en red, por ejemplo, durante una llamada telefónica, de forma dialogal.» (Flusser: «Das Universum technischer Bilder» [El universo de las imágenes técnicas], en Stiftung für Kommunikationsforschung (Editor): Technik und Kultur, Bonn 1989, pág. 50).

3. CRÍTICA LINGÜISTICA E IDEOLÓGICA

La crítica lingüística e ideológica indudablemente no puede sustituir un análisis referido al argumento objetivo o, incluso, a un análisis filosófico; hay que anteponerlo forzosamente, sin embargo, porque la función múltiple de la lengua posee, según ésta, un momento de dominio. Desde luego, la crítica lingüística e ideológica presuponen un individuo razonante que no esté totalmente sujeto al contexto general de alienación; además, este método parte del hecho de que más allá de término y de determinado, existe un tertium comparationis como, por ejemplo, la verdad, la práctica, la justicia u otros.

Ya una primera lectura rápida y superficial de los teóricos posmodernos demuestra un estilo lingüístico que hay que llamar apodíctico. En estos textos, ya no se discute ni se pregunta, ni se pondera de forma argumentativa; no se deduce ni se explica sino, simplemente, se afirma. La «pérdida de la gran narración» de Lyotard, tantas veces reiterada y otras tantas veces citada, se convierte en un lenguaje de órdenes y mandatos (1). («Todo está otra vez capturado en la simulación.» «Somos trayectos de la luz.» «La Ilustración se ha terminado.» «Todo está en la fase de convertirse en algo duro y matemático.») Al mantener que quiere multiplicidad, el posmodernismo se pone la zancadilla a sí mismo. Sus medios lingüísticos tienen un carácter coactivo y unificador; son precisamente los posmodernos los que no admiten ningún tipo de multiplicidad.
Otra característica lingüística de los textos posmodernos es el newspeak (la jerga moderna) de palabras nuevas, palabras compuestas artificiales, términos inventados, (tales como «simulación», «telemática», «teleoperación», «cerodimensional», «anímatas», «ambivalente» etc.) Esta jerga moderna (newspeak), que siempre se deriva de la tecnología, cumple varias funciones sociales. 1. pretende una competencia tecnológica y, de esta manera, quiere intimidar. Esta función es interesante desde diversos puntos de vista. Por un lado, los teóricos posmodernos no tienen ningún tipo de conocimientos fundados en la tecnología -¡compárese la definición de telemática dada por Flusser con la que se encuentra en cualquier diccionario técnico!-,y por otro lado, sóla y exclusivamente pueden medir sus esbozos sociales acerca del futuro con las líneas del desarrollo técnico. 2. Precisamente porque esta juerga moderna intimida, genera un aura de confidencialidad entre el texto y el lector, entre aquel que cuenta y aquel que oye.

Estas palabras artificiales crean en el proceso de recepción un ambiente en el cual unos adeptos hablan a otros adeptos. Es un lenguaje para los pocos sabios, para los discípulos de un círculo, para los que forman parte de este proceso, para los que están a la escucha piadosamente. Los gurús hablan a los que ya han sido convertidos.

Y tercero, destaca que los textos de los teóricos posmodernos son eclécticos. Relacionan el «terrorismo» con la «moda», se parece la «técnica» a un «culto al sol tardío», la «electrónica» se convierte en una «ampliación de nuestro sistema nervioso central» y los «otaku japoneses entran en contacto con el mundo exterior ya solamente a través de medios técnicos». La argumentación interpretativa es sustituida por cadenas asociativas arbitrarias, la generación de relaciones analíticas cede a una secuencia de pensamientos según la cual, de alguna manera, todo se relaciona con todo. Un «de alguna manera» no solamente no se puntualiza sino que el eclecticismo se convierte en programática: «Una cultura de las posibilidades de elección reconoce lo ecléctico como el esquema de su evolución natural.» Quien quisiera analizar el sentido de tales frases, debería permitir que se le dijera, en palabras de Flusser, que lo nuevo de lo nuevo es precisamente lo absurdo de querer explicarlo. El posmodernismo comparte su eclecticismo con otras doctrinas de la gracia contemporáneas, ya sea New Age, ya sea esoterismo. (Hablando filosóficamente, en el eclecticismo elevado a programática se puede detectar que el posmodernismo sí conoce todavía «la gran narración», una variedad específica de teleología idealista.

Quien finalmente, como Bolz, habla en favor de un eclecticismo positivo y lo denomina «evolución natural», quien se niega, como Flusser, a «querer explicar las relaciones», debe admitir, como cuarto punto, el reproche desde el punto de vista de la crítica lingüística e ideológica de que está generando tabúes. Al establecer estas prohibiciones a la hora de pensar, el posmodernismo margina y discrimina, pues esa es, entre otras cosas, la función social de los tabúes. Así, según su autodefinición, el posmodernismo ya no puede ser entendido ni criticado por los que están fuera de él, ya sólo puede ser comprendido desde una posición dentro de la posmodernidad. Con este mecanismo de generación de tabúes, el posmodernismo se coloca a sí mismo fuera del discurso científico y, generalmente, fuera del discurso social y comunicativo.

4. CRÍTICA FILOSÓFICA

Como teoría explícita, más concretamente como una teoría de probabilidad de tipo estadística-matemática, la teoría de la información tomó forma con la publicación, en el año 1948, de Claude E. Shannon (Shannon/Weaver, 1976). Envueltas en el auge tecnológico de la época de posguerra, y alimentadas por el interés entonces existente en la cibernética, a la cual se le atribuyó una función de puente entre las ciencias técnicas y sociales, las discusiones dentro de la teoría de la información tuvieron un cierto clímax en los años 50. Esto se aplicó especialmente a la filosofía soviética, porque ahí se esperaba que el problema leninista de la teoría del reflejo iba a ser solucionado. Especial importancia tienen los dos estudios sobre la teoría de la información realizados por A.D. Ursul (1970) y W.G. Afanasjew (1976).

Ya en la introducción de su estudio, Ursul parte de la hipótesis de que la información es una diversidad reflejada. A diferencia de Shannon, mantiene que no se la puede reducir suficientemente a un aspecto cuantitativo de probabilidades, ya que existe una diversidad cualitativa de la materia. Ursul fundamenta el lado cualitativo del concepto de la diversidad en el concepto de la diferencia. La información como diversidad, según Ursul, no se basa, sin embargo, en fundamentos de las ciencias naturales sino que ha de comprenderse como resultado de tendencias de la lógica y teoría del conocimiento de causas.

«De esta manera, el concepto de la diversidad se orienta en que la información está presente ahí donde, dentro de una cierta identidad, existe o surge una determinada diferencia. En el análisis de la información debe partirse de la relación alternativa entre la diferencia y la identidad, del proceso en el que uno se convierte en el otro de forma recíproca (Ursul, 1970; 61).

En este contexto, el reflejo expresa, para Ursul, la relación dialéctica entre identidad y diferencia de dos sistemas, siendo la información el contenido del reflejo, es decir:

«aquellas variaciones, aquellas diferencias que en el sistema reflectante corresponden a las diferencias del sistema a reflejar (…) de esta forma, desde el punto de vista de la teoría del reflejo, la información puede ser descrita como diversidad reflejada, es decir, como una diversidad que contiene un objeto de otro objeto.» (Ursul, 1970; 166).

Resumiendo, Ursul define:

«La información es la diversidad que un objeto contiene respecto a otro objeto (como resultado de su relación recíproca). (…) La información contenida en los objetos es, por así decirlo, una información en sí y, como resultado de su conocimiento, se transforma en una información de los reflejos, en una información para nosotros. Por esta razón, se emplean frecuentemente los términos información potencial e información actual. Esto significa que en el mundo objetivo, por un lado, y en la conciencia, por otro lado, existen diferentes tipos de información. La primera se codifica mediante el reflejo y la segunda mediante el reconocimiento; un tipo de información traspasa al otro.» (Ursul, 1970; 214 y 187)

El análisis, llevado a cabo por Ursul, del término de la información puede incluirse, aún hoy, en los trabajos más sólidos que existen en todo el mundo, aunque haya sido publicado en el año 1968. Si bien es cierto que sus explicaciones dejan una serie de preguntas sin contestar. Parece problemática, sobre todo, su inclusión de la naturaleza inorgánica en el proceso del reflejo, pues en la naturaleza inanimada con sus procesos de modificación químico-físicos se trataría más bien de interacciones reactivas pero no de procesos de información (Folbert/Hackl, 1986). Este es precisamente el reproche que W.G. Afanasjew le hace a Ursul, insistiendo en que sólo se puede hablar de procesos de información en la naturaleza animada:

«La información no es simplemente el resultado del reflejo, no es conocimiento sin más. Es precisamente la noticia, la indicación, es decir el conocimiento, lo que se necesita y lo que tiene un usufructuario. Entrando en un intercambio con el usufructuario, el conocimiento adquiere carácter de noticia, es decir, se transforma en información. La información constituye aquella parte del conocimiento que se emplea para la orientación, para las acciones activas, para el conducto, es decir, para el mantenimiento de una calidad específica cualitativa, para el perfeccionamiento y desarrollo de un sistema. Este es el conocimiento que se encuentra en continua circulación, en continuo movimiento, que es recopilado, almacenado, procesado, transformado y utilizado por el sistema (o que puede ser utilizado). En otras palabras, la información es aquella parte del reflejo del conocimiento que tiene efecto, que trabaja.» (Afanasjew, 1976; 37).

Así, toda información sería siempre, siguiendo consecuentemente el pensamiento de Afanasjew, per definitionem, información social. En el mundo animado, especialmente en el humano, son las tres dimensiones, 1. la semántica, 2. la pragmática y 3. la relacionalidad, como la relacionalidad con otra cosa, las que separan el término de la información desde el punto de vista de las ciencias naturales del término dado por las ciencias sociales y lo acercan necesariamente, dentro de estas disciplinas, al término/concepto de la comunicación. La diferencia entre Ursul y Afanasjew es, al mismo tiempo, la diferencia entre la teoría del conocimiento de causas y la filosofía social. Si se tiene en cuenta las tres dimensiones de la semántica, la pragmática y la relacionalidad, entonces en la discusión sobre el término/concepto de la información, cualquier equiparación entre la inteligencia humana y la artificial o una hipóstasis de la máquina hacia, en el fondo, el mejor hombre (ambos argumentos se encuentran, al fin y al cabo, en el posmodernismo) resulta absurda y necia/tonta. (Penrose, 1989; Putnam, 1991; Sesink, 1993).

Poniendo en relación el trabajo de teoría del conocimiento de las causas de Ursul y el trabajo de filosofía social de Afanasjew con las declaraciones respecto a la teoría de la información del posmodernismo, destaca, primeramente, la confusión, la antinomia y la discrecionalidad de los términos. Mensaje, señal, imagen, información y conocimiento se han convertido en palabras vacías. Ciertamente, aparte de esto hay serias diferencias/discrepancias. Mientras Ursul necesita el término de la información como eslabón necesario entre objeto y reflejo, en el trabajo de Afanasjew entre el objeto y reflejo está la práctica comunicativa. A diferencia de esto, el posmodernismo ya no diferencia, como consecuencia de desarrollos tecnológicos, entre objeto y reflejo y también ha perdido al hombre como sujeto actuante. El hombre «desaparece en el simulacro de sus medios de comunicación», desaparece «como una huella en el monitor». Frente a esta filosofía sujetivista sin sujeto, debe constatarse que todavía existe tanto un mundo de objetos como todavía una práctica de acciones del hombre. Respecto a esto, las siguientes reflexiones:

1. Existe una evidencia psicológica que nos convence permanentemente, como personas que experimentamos cosas de forma ingenua y, por supuesto,extra o precientíficamente, de la autenticidad del mundo de objetos.

2. Evidentemente, existe una especie de convergencia funcional de aparatos de conocimiento de las causas que indica qué estructuras muy diferentes sirven a los organismos para enfrentarse con éxito al mundo de los objetos.

3. Existen prestaciones de constancia intemporales y supraculturales de la percepción.

4. Existe la simplicidad para la explicación del mundo de los objetos en la vida cotidiana.

A continuación algunas reflexiones respecto a los términos práctica y sujeto:

1. Tan administrado y alienado como pueda ser el sujeto, en cada individuo queda un resto dirigido hacia lo completamente diferente. No necesitan explicarse la administración y la alienación del individuo, sino, más bien, el hecho de que, a pesar de estas superposiciones sociales, siguen existiendo diversidad, espontaneidad y diferencia.

2. Si en el nivel teórico desaparece el sujeto, entonces tampoco puede haber ninguna diferencia entre autor y víctima en la vida cotidiana. A la vista de la creciente miseria de las masas en el tercer mundo de los países subdesarrollados y en el de los países industrializados, ésta es una perspectiva cínica y amoral/no inmoral.

3. Por muy deformados que sean los desarrollos sociales, los movimientos sociales que provienen de la práctica y repercuten en ella y que pretenden superar las deformaciones, demuestran que ello es, de hecho, posible. El sufrir del modernismo representa el acicate/la espina que hace que pueda ser cambiado, y tal vez incluso, superarse (Schäfer, 1987). Ello se manifiesta de manera especial si se mira desde el presente hacia el comienzo de los movimientos sociales, cuya existencia y éxito posterior de forma contemporánea no fueron proyectados (Black Power, los movimientos feminista, pacifista y ecologista).


El hecho de que el progreso de los medios técnicos vaya acompañado de un proceso de deshumanización, que la ilustración producida industrialmente bajo el dictado de mecanismos político-económicos los convierta en su contrario, que, finalmente, los mundos de los medios de comunicación se materialicen y la apariencia y la realidad favorezcan los desplazamientos neuróticos -todo esto está aceptado por las ciencias sociales desde la Dialektik der Aufklärung [Dialéctica de la ilustración] de Max Horkheimer y Theodor W. Adorno (1944), desde el trabajo de Max Horkheimer Zur Kritk der instrumentellen Vernunft [Respecto a la crítica de la razón instrumental] (1947) y un número interminable de estudios procedentes de la investigación de la comunicación. El posmodernismo demuestra su fuerza que es, sin embargo, seductora especialmente cuando parece conectar con esta tradición teórica (y empírica). Al haber podido demostrar Otto Ulrich (1977) que existe una concordancia entre el carácter de dominio/poder del capitalismo, por un lado, y las ciencias naturales y la técnica, por otro lado, también el posmodernismo argumenta que una autodinámica es inherente al mundo de las informaciones proporcionadas tecnológicamente y que conduce a una eliminación de realidades. La concordancia parcial y sólo descriptiva entre el posmodernismo y la teoría crítica se disuelve ciertamente en el momento en el que se busca la mirada detrás de la descripción. El posmodernismo no sólo aplaude este desarrollo y adopta el punto de vista de que, al fin y al cabo, se crea algo nuevo sino que incluso se omite hacer la pregunta por la calidad humana de realidades aparentes, artificiales e hiperrealidades.

¿Se pueden medir estos mundos con fines que son dignos de vivir? ¿Existen máximas de razón práctica para estos mundos? ¿Son razonables estos mundos artificiales? Al dejar de hacer este tipo de preguntas, el posmodernismo es una filosofía profundamente afirmativa que, sin embargo, refleja bien la velocidad y el potencial de destrucción crecientes en la utilización de capitales. Contradiciendo su autodefinición, según la cual la información no es un eslabón entre el mundo de los objetos y la imagen, el posmodernismo es un reflejo acertado de la actual dinámica capitalista.

Con sus afirmaciones sobre la revolución de las técnicas de transmisión, de los bits, de la electrónica etc., y con su definición de la relación entre el hombre y la máquina, el posmodernismo se sitúa en una larga tradición de variedades específicas del determinismo tecnológico. Si se le quita su forma lingüística inicialmente brillante, sólo quedan viejos argumentos filosóficos junto con viejas refutaciones. La afirmación según la cual las tecnologías, que en un momento determinado son nuevas y revolucionan el mundo, es tan vieja, como la historia de la tecnología misma (Sieferle, 1984). Como ejemplo, sólo vamos a recordar la discusión sobre la relación entre el hombre y la máquina. Si ya G. W. Leibniz, en 1702, había argumentado que está fuera de toda duda que, algún día, el hombre llegase a «poder formar un cuerpo que sería capaz de imitar a un hombre» (Leibniz, 1944; 103 y sig.), si Karl Steinbuch, en el año 1968, había afirmado que «dentro de pocas décadas la inteligencia artificial superará la humana» (Steinbuch, 1968; 130) y si le había apadrinado un importante cibernético de la RDA., afirmando «que es posible construir máquinas que superen a sus constructores» (Klaus, 1964; 159), también ha habido siempre los conocidos contra-argumentos. Ya en el año 1856, Carlos Marx había advertido que el progreso técnico podría hacer «embrutecer la vida humana y volverse una fuerza material» (MEW 12; 4) y Norbert Wiener advirtió en 1950 acerca de los tiempos en los que el hombre pueda delegar su responsabilidad a las máquinas. (Wiener, 1968; 161).

El determinismo tecnológico es siempre -sea cual sea el disfraz con el que aparezca- asociológico: por consiguiente, el posmodernismo brilla por la total ausencia de formación de categorías sociales. Ni siquiera los no-usufructuarios de las tecnologías de información y comunicación modernas llegan a estar en el visor del posmodernismo sino sólo su usufructuario social nunca definido socialmente. Sin haber sido especificado socialmente y sin haber sido derivado ante su trasfondo de acción cotidiano y social, le pasa a este usufructuario social lo mismo que le pasa al concepto posmoderno del mundo de apariencias. Como tipo de socialización narcicista-hedonista en los países industrializados de Occidente, ya es posible capturarlo con métodos teóricos y empíricos (Lasch, 1980; Häsing/Stubenrauch/Ziehe, 1980). Su determinismo tecnológico, su amor hacia el ordenador y hacia el mundo de las imágenes, su mundo autista consigo mismo que sólo simula comunicación dialogante exige, aparte de una auto-erótica, siempre también una referencia al objeto y una ocupación de objeto fetichista. Precisamente, ésta es la característica con la que Freud razona su teoría del narcisismo. El posmodernismo refleja este carácter social narcisista de forma bastante adecuada, pero no puede ni quiere analizarlo críticamente en ningún momento.

Con su visión de diversidad, pluralidad y multiplicidad, el posmodernismo está en la tradición de una filosofía relativista. Tal filosofía necesariamente se considera como atractiva y es entonces cuando contrasta la creciente estandarización y homogeneización de biografías y culturas con una gran narración visionaria de multiplicidad, diferencia y policromía. Pero también aquí la primera impresión engaña por varias razones. 1. Visiones y utopías de la policromía tienen que considerarse como reaccionarias en el momento en que no se identifican los momentos sociales para su impedimento (el posmodernismo no conoce este tipo de categorías sociales) 2. La pluralidad como visión orientadora pierde su potencial emancipador cuando sola y exclusivamente puede ser proporcionada de forma tecnológica. 3. La pluralidad, a no ser que se oriente en criterios de contenido de la vida humana, se convierte en un campo de juego para la discrecionalidad. 4. Como siempre, si lo total es lo falso, así también lo particular relativizante es falso. Totalidad y particularidad son igualmente inhumanas. La eliminación de lo particular dentro del entero y de lo entero dentro de lo particular: sólo ya esta visión humana de una sociedad digna de vivir supera obviamente el horizonte de los pensadores posmodernos.

5. FINAL: CRÍTICA POLÍTICA

El pensamiento posmoderno ha de comprenderse como un espejo que refleja bien el espíritu de una creciente dinámica capitalista. Cierto es que sólo refleja y no explica nada. En eso esta filosofía es afirmativa. Siguiendo la interpretación por Adorno de la teoría según la cual ésta siempre tiene que señalar de forma crítica, es decir, más allá de sí misma, para ser teoría, entonces el posmodernismo ni siquiera es una teoría. Esta clasificación la comparte con el estructuralismo, el constructivismo y el análisis del discurso, con los que hay que clasificarla también por razones de historia de la filosofía y del contenido.

Afanasjew, Wiktor Grigorjewitsch: Soziale Information und Leitung der Gesellschaft, Berlín 1976.

Baudrillard, Jean: Amerika, Munich 1987.

Bolz, Norbert: Eine kurze Geschichte des Scheins, Munich 1991.

Id.: «Das Betriebsgeheimnis der Postmoderne», en: Konzepte núm. 10/1991, págs. 23-26. 1991.

Flusser, Vilém: Für eine Philosophie der Fotografie, Gotinga 1983.

Id.: «Text und Bild», en: Fotokritik, núm. 11/1984. 1984.

Id.: Die Schrift, Gotinga 1987.

Id.: «Das Universum technischer Bilder», en: Stiftung für Kommunikationsforschung (Hrsg.): Technik und Kultur, Bonn, págs. 10-20. 1989.

Folberth, Otto G., Hackl, Clemens (editores): Der Informationsbegriff in Technik und Wissenschaft, Munich 1986.

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(*) Ponencia presentada en el grupo ad-hoc Información y Poder en el 13º Congreso Austriaco de Sociología, Klagenfurt (Austria), 26 de noviembre de 1993.
(1) Para no inflar innecesariamente el apartado de las citas se renuncia a la especificación de cada cita posmoderna. Proceden todas, a menos que se indique lo contrario, de la segunda parte.

Artículo extraído del nº 38 de la revista en papel Telos

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