Una amplia encuesta sobre la información científica y técnica en los más importantes diarios europeos muestra sus ventajas y debilidades, pero también los problemas de la investigación europea misma.
Cuando se procede a estudiar la evolución de la cobertura de la información científica y técnica en la prensa nacional europea (*), se imponen tres conclusiones principales.
Se observa, en primer lugar, una explosión general de dicha cobertura en los países comunitarios donde se ha realizado una encuesta sobre el tema; así como una especialización creciente de los periodistas científicos y, por último, la falta de control europeo sobre los circuitos de reconocimiento y difusión de la información científica. A partir de una actualidad mayoritariamente internacional, el trabajo del periodismo científico de la prensa diaria se convierte en un trabajo a destajo, donde se expresa y se desarrolla hoy en día toda la diversidad cultural de Europa.
PRIMERA REFERENCIA NEGATIVA: EN EL ESTE, EL MOVIMIENTO ES INVERSO
Los testimonios recogidos en los diarios checos Mlada Fronta Dnes y Lidové Noviny revelan, por el contrario, lo que es habitual en Occidente. De entrada, cada liberalización política (1968 y después la llamada revolución de terciopelo) va acompañada por una disminución de la información científica y técnica en la prensa.
En los periodos de comunismo duro, la cobertura de las «ciencias exactas» representaba para los periodistas un área de libertad, en cuanto que la mitad de los temas tratados eran de ámbito soviético. Pero en el momento en que el control ideológico se relajaba, los periodistas hasta entonces «confinados a las ciencias» se pasaban precipitadamente a los campos de la filosofía, la historia, la cultura, incluso la política.
En la actualidad, en el Este, no sólo es considerable la penuria de informaciones científicas internacionales, sino que también es escaso el nivel de conciencia sobre la importancia de la ciencia. Con la excepción de los contactos personales con miembros de la Academia, el material del que disponen los periodistas se limita prácticamente a los grandes diarios estadounidenses y ocasionalmente a la revista Nature. Los países europeos occidentales ignoran a sus vecinos orientales, en un momento en que, además, los flujos procedentes del Este tienden a agotarse.
EN OCCIDENTE: LA ECLOSIÓN INFORMATIVA ES PARALELA AL INTERÉS CRECIENTE DEL PÚBLICO
En los países occidentales, el aumento de la cobertura informativa sobre temas científicos se consolida en los años 80; la tendencia se mantiene en la actualidad con la expansión de los temas medioambientales abordados por los periodistas científicos. Es en Gran Bretaña donde la quality press dedica menos espacio a la información científica y técnica. En el Times, dicha información ha disminuido de forma drástica, en paralelo con la bajada de los ingresos publicitarios. Por las mismas razones, el suplemento de 16 páginas del portugués O’Publico, que es, no obstante, el más apreciado por los lectores, tuvo que ser reducido por falta de publicidad.
En el otro extremo, el país más prolijo es España, donde, en Barcelona, el día de publicación de su suplemento en color, La Vanguardia aumenta sus ventas en un 10 por ciento. En Milán, la tirada de Il Corriere della Sera se incrementa en más de 30.000 ejemplares el día de publicación de su suplemento científico. Cada seis meses, La Stampa edita, con una tirada de 25.000 ejemplares, una recopilación de las páginas de «Tuttoscienze».
En Le Monde, dos estudios efectuados con cinco años de intervalo ponen de relieve que «Sciences et Médecine» mantiene un índice de lectura próximo al 30 por ciento, muy similar al de las páginas económicas diarias. «Wetenschap & Onderwags», del NRC Handelsblad de Rotterdam, es el más apreciado de los suplementos de este periódico.
En Alemania, las secciones de información científica de los tres diarios incluidos en la encuesta relacionan, en sus propios títulos de sección, «naturaleza» o «medio ambiente» con «ciencia» o «investigación». En Holanda se establece una relación entre «educación» y ciencia, tanto en los titulares como en los contenidos.
La gran institución romana y nacional, aunque no apostólica, La Repubblica, prefiere no separar ciencias y cultura, para evitar que este tipo de información se considere una especie de gueto. La misma línea editorial es seguida por el flamenco de Standaart! Ambos periódicos, al igual que Le Figaro y Die Welt, mantienen un espacio diario reservado a la ciencia.
La existencia de fórmulas semanales no excluye una cobertura diaria, ligada según los periodistas a «una actualidad que se lee en los medios de transporte y sobre la que la gente quiere hablar en la hora del café. ¡Los artículos del suplemento son objeto de una lectura vespertina, en la que se puede dar una mayor dosis de divulgación!».
La sistematización de las páginas de información científica de calidad en los años 80 otorga a los periodistas un espacio de libertad. En esta novedad, hay que ver no sólo el producto de una expectativa solvente por parte de los lectores, sino también el resultado de una forma específica de abordar la ciencia. Las palabras maestras del periodismo son actualidad, lectores, fidelidad y claridad de contenidos. No es casual que, en la actualidad, ese tipo de criterio, aplicado en ciertos espacios de la Cité des Sciences et de l’Industrie de La Villette, sea objeto de gran interés por parte de algunos grandes Museos de Ciencias europeos.
LOS PERIODISTAS SE ESPECIALIZAN Y CONTRATAN COLABORADORES EXTERNOS
La época de los generalistas del periodismo científico, capacitados para cubrir el conjunto de las disciplinas, parece haber pasado a la historia. Jacques Poncin, de Le Soir, evoca la imagen de su predecesor, «viejo Caballero muy respetable, flamenco pero con un perfecto dominio del francés, que cubría todas las ciencias en su columna periódica». Los equipos ganan en consistencia, los periodistas se especializan en disciplinas específicas. Cuando se carece de la competencia necesaria, se recurre a colaboradores externos que, en ciertos diarios, redactan hasta la mitad del suplemento, incluso más. También se da el caso de solicitar la colaboración de las propias comunidades científicas, en cuyo caso se trata de una opción editorial. Pero la ortodoxia periodística mayoritariamente profesada excluye, por realismo, el recurso a investigadores y autores de artículos, salvo cuando logran escribir periodísticamente.
Ningún científico firma documentos en los suplementos británicos. Son muy poco frecuentes en los francófonos y en los alemanes, y ocasionales en Portugal. Por el contrario, dicha práctica es más corriente en Alemania, Italia y Holanda.
Sobre un registro de tendencias comunes, destaca el alto nivel de los periodistas científicos. La mitad de los responsables de los suplementos de los 18 diarios europeos occidentales posee un doctorado en ciencias, al igual que otros miembros fijos del equipo. Malén Ruiz de Elvira, de El País, es la única que acumula una formación en ingeniería y en periodismo. Los otros periodistas tienen a menudo una formación en ciencias duras y, menos frecuentemente, en ciencias humanas y sociales. En el ámbito del periodismo científico es indiscutible que existe un alto grado de adecuación entre la naturaleza de la formación inicial y el carácter de la información que se cubre, lo que ocurre con menor frecuencia en el caso de los deportes, la política, la música o incluso la economía.
A semejanza de los otros campos del periodismo, en las ciencias sigue habiendo sitio para los autodidactas y los reconvertidos. Uno de los miembros fijos del equipo del Times fue cantante pop (but nobody is perfect). Italia se singulariza por el predominio, en sus equipos, con perfiles procedentes del campo de las humanidades, con excepción de Giovani Caprara de Il Corriere della Sera, ingeniero aeronáutico. «En Italia, lo más importante es dominar el idioma, el acceso a las noticias y contar con fuentes fiables», dice Marina Verna, de La Stampa, ex profesora de latín, que se expresa perfectamente en francés, alemán e inglés, y que además es experta en musicología. En lo relativo a las ciencias, el machismo sería más bien nórdico: ¡sólo hay responsables femeninos de suplementos científicos en España, Italia, Francia y Checoslovaquia!
OBSTÁCULOS LINGÜISTICOS, ¿OBSTÁCULOS Y MUTISMOS CULTURALES?
Al igual que los investigadores, todos los periodistas científicos leen y hablan inglés. Los más políglotas siguen siendo los latinos del Sur que practican además el francés e incluso dominan una cuarta lengua, como es el caso de portugueses e italianos. En O’Publico, el conocimiento del inglés y del francés es un requisito previo para entrar en el equipo científico. En el norte de Europa, aparte del «comment allez-vous now let’s talk in English if you don’t mind», o del «buenos días I’ve been in Spain for holidays», se impone la omnipotencia del inglés. Debido a sus respectivas dimensiones, tanto Holanda como Portugal son muy abiertos a lo internacional. Para los británicos, el vínculo exterior natural es con Estados Unidos, lo que transforma sus representaciones geográficas: ¡La Mancha se convierte en un océano y el Atlántico apenas en un río! Aunque Nigel Williams, del Guardian, menciona la lectura, con la mayor regularidad posible, del suplemento de ciencias del Süddeutsche de Munich.
En materias de fuentes de información procedentes de otro país europeo, se mencionan España, Italia, Portugal y Bélgica, las publicaciones del CNRS,a veces del Institut Pasteur, del INSERM y de los servicios diplomáticos. En Londres se mencionan las emisiones del CNRS y los informes de un servicio similar procedente de Alemania. En Holanda se utilizan también informaciones oficiales alemanas formuladas en inglés. Además del omnipresente y necesario inglés, al que hay que añadir el francés en el Sur y probablemente el alemán en Europa central, las restantes culturas son condenadas al mutismo internacional en su propio idioma, aunque parece que el español va ganando terreno.
LA EUROPA DE LA INFORMACIÓN CIENTÍFICA, ¿UN CONTINENTE SUBDESARROLLADO?
Casi exclusivamente de expresión anglosajona, la prensa científica especializada, fuente esencial del periodismo científico, se localiza al otro lado del Canal de la Mancha y al otro lado del Atlántico. Esta supremacía angloamericana influye sobre la definición misma de la actualidad científica, del agenda setting (fijación del orden del día). A través de sus preprints (previos o avances informativos), las revistas especializadas semanales disponen de un punto de apoyo determinante para orientar el orden del día de la actualidad. Los diarios suscritos a estos boletines pueden utilizar la información para informes publicados simultáneamente el día de salida de la revista primaria. Esto viene a otorgar un peso considerable a la noticia de la semana: aquella que la revista ha elegido y decidido… vender.
Este mecanismo recibe el apoyo objetivo de los grandes diarios estadounidenses, como el muy citado New York Times, el Washington Post, su edición común del International Herald Tribune, así como Los Angeles Times. Los periodistas obtienen por este medio una información de una calidad superior a la de las grandes agencias internacionales, como Reuter en cabeza, seguida por Associated Press, France-Presse para los francófonos, United Press y, en fin, la agencia Tass, mencionada únicamente por Le Monde. Los periodistas que escriben sobre ciencia y tecnología en los grandes diarios estadounidenses son verdaderos especialistas, lo que hace que sus informes presenten un rigor, una densidad y una fiabilidad que no son comparables con los comunicados de sus colegas generalistas de las grandes agencias.
Aunque sólo sea por su efecto logístico, este mecanismo de selección -difusión de la información científica, donde confluyen las selecciones de las revistas especializadas, los principales diarios estadounidenses, algunas agencias internacionales y el trabajo oculto de las oficinas de prensa de las grandes Universidades de EE.UU. funciona como una network en el sentido literal de la palabra. Se trata de un conjunto de redes en funcionamiento. Dada la localización geográfica de los centros de decisión de dicho conjunto de redes, el acceso a la portada es más fácil si se trabaja en Anglofonía. La consecuencia de todo ello es que los resultados de una investigación alemana o italiana, para ser conocidos en Francia o en España, han de pasar por Estados Unidos o Gran Bretaña.
Los periodistas científicos europeos difícilmente pueden emanciparse de dicha presión logística, porque cada redacción mantiene una relación de competencia con los restantes diarios de su país. Ignorar la noticia de la semana supone el riesgo de aparecer como mal informado si los otros diarios nacionales hablan del tema…
Curiosamente, los más virulentos en relación con esta hegemonía anglosajona no son los franceses, como cabría esperar, sino los alemanes o los italianos, que denuncian en términos extremadamente duros esta ¡»mafia que privilegia la venta sobre el interés científico y establece preferencias nacionales»! Si la ciencia es por naturaleza internacional, la monocultura de su explotación establece desigualdades y privilegia una única forma de hacer investigación y de expresar sus resultados. Europa parece no controlar ni el circuito del reconocimiento de los trabajos ni el circuito de los flujos de información.
¿POR UNA EUROPA DE LA INFORMACIÓN CIENTÍFICA Y TÉCNICA?
Durante mucho tiempo, los materiales informativos procedentes de Estados Unidos marcaban más o menos la pauta en Europa. En numerosos países se traducía, para su edición, un número considerable de artículos. La tendencia se ha modificado actualmente, ¡hasta el punto de que los informes estadounidenses son considerados «demasiado infantiles» en Holanda o «mal construidos» en Italia! Pero si los estadounidenses u otros desean traducir artículos del holandés o del italiano, no se plantean inconvenientes… La madurez actual del periodismo científico europeo proviene en parte del acercamiento a las comunidades científicas locales, que ofrecen los medios para emanciparse del influjo del dispositivo logístico mencionado. Una tendencia a nacionalizar los temas de portada de las revistas especializadas se consolida a través de una creciente relación con los investigadores. Diarios muy influyentes en núcleos geográficos como Cataluña, Piamonte u Holanda colaboran intensamente con científicos que escriben artículos, lo que constituye una novedad.
Los periódicos de tendencia liberal, como The Times, Le Figaro y Die Welt, no cuestionan de manera fundamental la mecánica internacional de selección y difusión de la información científica. Más bien se ve en ello un excelente medio de obtener lo mejor de la investigación. Además, se declaran más interesados por lo que sucede en Estados Unidos o en Japón que por la dimensión europea. Periódicos de vocación más comunitaria, como el Independent o el Frankfürter, lamentan que un sistema semejante no permita a los periodistas europeos estar al corriente de lo que ocurre en sus países vecinos y conocer sus centros de excelencia. ¡Hoy en día sigue siendo más fácil informarse sobre lo que ocurre en las Universidades estadounidenses que en los países europeos vecinos!
La información oficial procedente de Bruselas es unánimemente considerada como inútil por ser «demasiado política y referirse a proyectos y programas, cuando lo que buscamos son resultados». La comunicación de las Universidades y centros de investigación europeos es criticada por inexistente o desmañada, con la excepción de algunas Universidades británicas. Los viajes entre diversos países son objeto de prácticas sobre todo individuales, basadas en las agendas de direcciones, pues prácticamente no existe un flujo de viajes organizados. Los servicios gubernamentales de Francia y Alemania tienen prestigio de eficacia; son mencionados en Inglaterra y en España los primeros y en Inglaterra y en Holanda los segundos. Los viajes patrocinados por la EUSJA (Unión Europea de Asociaciones de Periodismo Científico) siguen siendo demasiado infrecuentes como para invertir la tendencia.
CUANDO LA DIVERSIDAD CULTURAL TIENE LOS COLMILLOS AFILADOS
Al margen del problema de la circulación física de una información transeuropea, se plantea el problema de la apertura cultural de periodistas que juzgan la información y los medios de obtenerla según sus criterios nacionales. Rainer Flöhl, del Frankfürter, no comprende por qué en Francia se valora más la calidad de las comidas con los grandes empresarios que la distribución de informaciones útiles. Rechaza, después de semejante experiencia, las invitaciones procedentes de Francia. Cuando el holandés Robert Biersma cita a Electricité de France, dice: «francés, francés y más francés,aunque en materia de investigación espacial es diferente».
Los periodistas ingleses se declaran aturdidos ante la extensión de los materiales alemanes y holandeses. Al otro lado del Rin no se comprende la falta de contextualización de los artículos anglófonos. Los holandeses consideran que los alemanes son serios, pero aburridos. Los belgas deploran que los españoles no respondan a los mensajes que se les envían. En cuanto a los portugueses, comprueban amargamente que no son considerados por los laboratorios europeos. Si a ello se añaden los estereotipos y el peso de la historia, se observa que el patrimonio europeo de incomprensiones mutuas representa un potencial de una riqueza inconmensurable, movilizable con una facilidad desconcertante, a la inversa de los cuestionamientos que exige el esfuerzo de comprensión del otro…
Como dignos nativos del Planeta Descartes que otorga al tercero excluido el rango de ley natural, ¡cuál no sería nuestra sorpresa cuando un periodista británico profesó ante nosotros, en el intervalo de media hora y sin turbación alguna, un parecer contrario sobre una misma cuestión! En absoluto desconcertado ante nuestro asombro, el súbdito de Su Graciosa Majestad confesó que su respuesta inicial era exacta, aunque éso no le impedía adoptar una actitud contraria en el futuro… ¿Será «to be and not to be» un rasgo cultural británico, no estrictamente limitado a la pertenencia europea de este país, a la vez dentro y fuera…? En el registro de paradojas asumidas sin complejos, Italia tiene su parte de ejemplaridad, dado que la condición de periodista es un signo de profesión liberal, ¡aunque su obtención requiera la condición de asalariado de un órgano de prensa!
EL PERIODISMO, UN TRABAJO DE LA DIFERENCIA
Por principio, los periodistas se aprovechan de todo lo que les permite establecer unas relaciones directas con los investigadores, así como de las informaciones relacionadas con la publicación de resultados. Su ideal sería desarrollar la capacidad de anticiparse a los índices de las revistas especializadas, mediante un conocimiento y un trato regular con los principales centros de la investigación científica europea. Por ello también reclaman una mayor profesionalización en la comunicación de las Universidades. Más que sobre las traducciones, expresan su curiosidad sobre temas y formas de tratamiento por parte de sus colegas de otras culturas.
El periodismo es un trabajo de la diferencia y, a ese respecto, Europa constituye un terreno predilecto. «Es francamente el aspecto cultural lo que interesa -sostiene Rainer Flöhl-, determinadas afecciones son enfermedades en un país y en otro no. Si todo fuese parecido, no habría razones para escribir, es la diferencia lo que marca el interés». Franco Prattico, de La Repubblica, piensa que Europa es específica en su forma de concebir la investigación fundamental. A Nigel Hawkes, del Times, le «encantaría conocer las leyes alemanas sobre ingeniería genética». Dominique Leglu, de Libération, sugiere «sonsacar a diversas personalidades científicas sobre temas de actualidad».
El tiempo parece trabajar en favor de una mejor circulación de la información científica en Europa. Tom Wilkie, de The Independent, cree discernir los signos precursores de una especie de Renacimiento, de una revolución geopolítica, en el sentido de que «Alcatel es más grande que ITT, que Bell Communication ya no es el líder y que el peso económico de Alemania es considerable». A la cuestión de saber qué podría contribuir con la mayor eficacia posible a la cobertura transeuropea de la actividad científica, responde presentando un documento de un centímetro y medio de grosor, en el formato británico correspondiente al A4 continental. En él se recogían de forma sucinta las direcciones y coordenadas de los principales centros de la investigación científica en Gran Bretaña. Tom Wilkie plantea la necesidad de un instrumento de trabajo similar a escala europea, que le proporcione «un mapa mental, un panorama amplio de lo que merece la pena en Europa y en cada país europeo». El resto es cosa de periodistas…
Si puede seguir profesando sin problemas su fe europea, bien afianzado en su ambiente y en sus certidumbres culturales, la cuestión está en enfrentarse con otros modos de relación y percepción, con otros sistemas de valores y de maneras de trabajar, pero también de reír, comer y beber… y aceptarlos, manteniéndose fiel a lo que se ama y se cree dentro de la propia cultura. La construcción europea sólo se puede realizar por medio de un excedente de complejidad, de conocimiento y tolerancia, de inteligencia y apertura, y no mediante un proceso de simplificación que sólo es viable en el terreno de las normas económicas. ¡Una lengua única en Europa, como una monocultura, amenazaría con transformar la Comunidad en una Yugoslavia en potencia, porque la cerveza se seguirá bebiendo templada en Inglaterra, el café cargado en Italia, Alemania siempre será un país organizado, gran parte de la vida española seguirá siendo nocturna y el ambiente amistoso de las comidas de negocios seguirá siendo, a Dios gracias, un ritual esencial en Francia!
Traducción: Antonio Fernández Lera
ALEMANIA
– Frankfürter Allgemeine Zeitung – Frankfurt, gran formato, 400.000 ejemplares. «Natür & Wissenschaft», 2 a 4 páginas semanales, 6 periodistas.
– Die Welt – Hamburgo, gran formato, 230.000 ejemplares. «Umwelt & Wissenschaft», 1 página diaria y 1 semanal, 4 periodistas.
– Süddeutsche Zeitung – Munich, gran formato, 550.000 ejemplares. «Umwelt & Wissenschaft», 3 a 4 páginas semanales, 3 periodistas.
BELGICA
– Le Soir – Bruselas, gran formato, 160.000 ejemplares. «Sciences et Technologies», 1 a 2 páginas semanales, 1 periodista.
– de Standaart – Bruselas, gran formato, 80.000 ejemplares. «Kultur & Wetenschap», 1/3 a 1 página diaria, 3 periodistas.
ESPAÑA
– El País – Madrid, tabloide, 400.000 ejemplares y un millón los domingos. «Futuro», 8 a 12 páginas, 2 periodistas.
– La Vanguardia – Barcelona, tabloide, 200.000 ejemplares. «Ciencia y Tecnología», separata de 16 páginas en color, 8 periodistas (incluye medicina).
FRANCIA
– Le Figaro – París, gran formato, 400.000 ejemplares. «La vie scientifique et médicale», 1 página diaria, 8 periodistas (incluye medicina).
– Le Monde – París, tabloide, 500.000 ejemplares. «Sciences et médecine», 3 páginas semanales, 4 periodistas.
– Libération – París, tabloide, 250.000 ejemplares. «Eurêka», 6 a 8 páginas en separata semanal, 5 periodistas.
GRAN BRETAÑA
– The Times – Londres, gran formato, 440.000 ejemplares. «Science», 1/2 a 1 página semanal, 4 periodistas.
– The Guardian – Londres, gran formato, 400.000 ejemplares. «Science», 1 página semanal, 1 periodista.
– The Independent – Londres, gran formato, 390.000 ejemplares. «Science & Technology», una página y media semanal, 2 periodistas.
HOLANDA
– NRC Handelsbad – Rotterdam, gran formato, 250.000 ejemplares. «Wetenschap & Onderwags», 6 páginas, 4 periodistas.
– de Volkskrant – Amsterdam, gran formato, 340.000 ejemplares. «Wetenschap», 4 páginas, 7 periodistas.
ITALIA
– Il Corriere della Sera – Milán, gran formato, 800.000 ejemplares. «Scienze», 4 páginas semanales, 3 periodistas.
– La Stampa – Turín, gran formato, 450.000 ejemplares. «Tuttoscienze», 4 páginas semanales, 3 periodistas.
– La Repubblica – Roma, tabloide, un millón de ejemplares. «Il Mercurio», 1 a 2 páginas diarias, 4 periodistas.
PORTUGAL
– O’Publico – Lisboa, tabloide, 75.000 ejemplares. «Ciencia e tecnologia», 1 página diaria, 4 periodistas.
CHECOSLOVAQUIA
– Mlada Fronta Dnes – Praga, tabloide, 400.000 ejemplares. Sin suplemento, 1 periodista.
– Lidové Noviny – Praga, tabloide, 150.000 ejemplares. Sin suplemento, 1 periodista.
(*) Este artículo resume las conclusiones de una encuesta realizada con el apoyo de las Comunidades Europeas, de los Ministerios franceses de Investigación y Tecnología y de Cultura y Comunicación, de la Cité des Sciences et de l’Industrie, de la Universidad de Poitiers, así como de la red PCST. Disponible en librerías (Z’Editions, Ginebra, 1993).
Artículo extraído del nº 35 de la revista en papel Telos
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