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La apropiación de las tecnologías. La cultura juvenil en la era digital


Por Manuel Castells

La condición de ‘nativos digitales' de los jóvenes de hoy les confiere una posición dominante frente a sus mayores. Su uso cotidiano de de los medios digitales de información y comunicación les ha permitido desarrollar nuevas formas de relación y construir sus propios espacios de autonomía colectiva. Las instituciones educativas deben afrontar ya el reto de adecuarse a la realidad de sus públicos para frenar ese desfase cultural-tecnológico que ya es un hecho.

Palabras clave: Cultura juvenil, Juventud, Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC), Enseñanza.

 

Abstract:

Young people of today are "digital natives", which allows them to dominate over their elders. Their daily use of digital media for information and communication has led them to develop new ways of relating to others while building new spaces of collective autonomy. Educational institutions need to confront this challenging reality immediately and adapt to these populations. Only this way will they be able to slow down the ever-widening techno-cultural gap.

Keywords: Youth Culture, Young People, New Information and Communication Technologies (NICT)

 

Bibliografía

Castells, M., Fernández-Ardevol, M., Qiu, J. L. & Sey, A. (2007). Comunicación móvil y Sociedad. Barcelona: Ariel; Fundación Telefónica.

Tubella, I. et al. (2008). La guerra de las pantallas. Barcelona: Ariel.

La juventud, definida por la pertenencia a unas determinadas franjas de edad variables según las sociedades, siempre se ha caracterizado por su especificidad como cultura, es decir por un sistema propio de valores y comportamientos. Al ser una fase de transición entre la dependencia de la niñez y la vida adulta, el tema central de la cultura juvenil es la construcción de su autonomía, definiendo en términos propios su inserción en la sociedad.

Es a la vez una cultura comunitaria, que toma como punto de referencia a sus pares en términos de edad y una cultura de oposición a los valores establecidos. No necesariamente de confrontación, pero sí de contraste, de construcción de nuevas identidades, de nuevas formas de ser y de vivir. En último termino, es una cultura de experimentación, gracias a la cual el mundo cambia y descubre nuevos caminos de vida.

 

Rompiendo moldes

Pero a lo largo de la historia los códigos de diferenciación de los jóvenes con respecto a sus mayores eran relativamente inteligibles para todos, porque todos habían pasado en su juventud por una fase similar. Ya se encargaban la familia y la vida profesional (y antes la mili) de moldear mentes y moderar ímpetus. Y después, la vida adulta seguía por derroteros similares a los tradicionales, aunque adaptados a los nuevos tiempos.

Esta suave transición cultural-demográfica cambia radicalmente desde el momento en que la nueva cultura juvenil se entrevera con la revolución en la comunicación, mediante la emergencia de una cultura digital. Y es que, si bien los adultos -sobre todo los de menos de 60 años- también son usuarios cotidianos de los medios digitales de información y comunicación, no han crecido en ese entorno, no es su medio natural. En cambio, para los que nacieron después de 1990, lo esencial de su comunicación es digital. La razón es obvia: en 1996 había en torno a 40 millones de usuarios de Internet en el mundo, hoy se cifran en unos 1.500 millones; en 1991 existían unos 16 millones de abonos de telefonía móvil, hoy día nos aproximamos a los 4.000 millones.

Como el valor de la red se incrementa exponencialmente en proporción a su número de nodos, la capacidad de comunicación y de información comunicada se ha incrementado en las dos últimas décadas en mayor medida que en toda la historia precedente. Y como en las tecnologías de red los usuarios también son los productores de la tecnología, los jóvenes actuales se han apropiado la comunicación digital, generando nuevas formas de relación, nuevos usos y nuevos hábitos.

También han utilizado su superior capacidad tecnológica (desde el uso del pulgar a la manipulación de programas, desde la exploración de contenidos en la Red al remix de imágenes y sonidos) para diferenciarse y, en cierto modo, sentirse superiores con relación a un mundo adulto que vive en la infrautilización de las capacidades tecnológicas que tiene a su disposición.

Todo apunta a que la nueva generación digital inducirá una nueva cultura adulta en la que el núcleo del sistema de trabajo, relación, información, interacción y ocio será un universo digital plenamente desarrollado. Si aceptamos esta razonable hipótesis quiere decir que para saber qué nos depara el futuro digital, en buena medida nos basta con observar a los jóvenes de hoy día. Probablemente cambiarán algunos de sus hábitos, pero no su forma de comunicación basada en la cultura digital.

 

La apropiación de las tecnologías

Por el momento, los jóvenes utilizan el desfase tecnológico generacional para construir sus espacios de autonomía colectiva en las redes de comunicación. Nuestros análisis sobre la cultura móvil juvenil (Castells, Fernández-Ardevol, Qiu & Sey, 2007) muestran de qué forma la utilización del móvil, y sobre todo de los SMS, permite a los adolescentes estar en contacto permanente con sus redes personales, ya sea a distancia (desde casa) o en proximidad (en la misma aula).

Observamos hasta qué punto la posesión de un móvil conectado es el bien más preciado, porque esa autonomía comunicativa les permite construir su propio mundo. De la misma forma, los espacios y redes sociales en Internet, ya sean MySpace, Facebook, YouTube, Flickr o Twitter, fueron originalmente desarrollados sobre la base del entusiasmo de los jóvenes por dichas formas de encuentro virtual y de expresión instantánea, sin mediación organizativa o institucional. Así ha surgido el universo de lo que hoy se denomina confusamente como social media, el objeto de deseo de una industria de los medios de comunicación a la deriva porque no sabe cómo situarse en el océano de la autocomunicación de masas.

De modo que los jóvenes crean cultura y mercado a la vez; pero lo hacen por y para sí mismos, afirmando una libertad colectiva que es su bien más precioso y que, en su expresión más formalizada, fue la que inició el desarrollo de la blogosfera, una nueva forma de escritura y comunicación en donde una alta proporción de los siete blogs que se crean cada segundo en el mundo consiste en diarios íntimos de adolescentes, del mismo tenor de los que se escondían bajo el colchón en tiempos no tan lejanos. Y no es que los jóvenes no tengan sus secretos, es que no los tienen para sus pares, al tiempo que ni se les ocurre que sus padres anden por los andurriales de Internet por donde ellos se mueven. Nada expresa mejor la distancia entre jóvenes y adultos en la galaxia de Internet.

La cultura digital juvenil se caracteriza también por la práctica de las multitareas, como han analizado Imma Tubella y sus colaboradores (Tubella et al., 2008), a saber, la utilización simultánea de Internet, móviles, escucha de música, visión de televisión y a veces lectura o conversación personal. Así se está formando un nuevo tipo de mente humana, con una mayor capacidad de simultaneidad y combinatoria, al tiempo que disminuye su capacidad de concentración.

 

Activemos las alertas

Las consecuencias sobre el aprendizaje y la innovación son aún inciertas. Pero lo que sí sabemos es que el actual sistema educativo, empezando por la Universidad, está en desfase cultural-tecnológico total con sus actuales usuarios. De ahí la necesidad de adecuar instituciones y normas a la cultura y tecnología de nuestro tiempo, so pena de aceptar un peligroso cisma entre nuestro mundo y el mundo de nuestros hijos. Un mundo que será el suyo dentro de algunos años.

Artículo extraído del nº 81 de la revista en papel Telos

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