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La música como producto comunicativo


Por Manuel Siguero Guerra

Editorial Fragua. Jesús Alcalde de Isla. Música y Comunicación.
250 p. ISBN 978-84-7074-231-6
Madrid, 2007

Profunda y lúcida reflexión sobre la música, fundamentalmente clásica, estudiada desde la vertiente más comunicativa de este arte de todos los tiempos. Su autor es profesor de Comunicación, músico e intérprete aficionado y entusiasta asistente a conciertos, como se nos presenta en el prólogo y enseña en las estructuras formales que apunta y en las curiosas reflexiones y anécdotas que salpican el libro encerradas en ventanas de texto.

Jesús Alcalde nos descubre los mecanismos orgánicos y perceptivos que un oyente, ávido pero crítico, pone en juego ante la escucha de una sinfonía romántica interpretada por una gran orquesta, de un cuarteto de música medieval o de algún recital instrumental, de piano por ejemplo, que el autor valora y define con claridad, en un lenguaje preciso, sutil, muy comunicativo.

Estructurado el libro en cinco grandes bloques, los dos primeros se dedican a la descripción de las materias fundamentales que describe el título y la relación que puede deducirse de ellas; la música es una forma de comunicar y el proceso básico de la comunicación también se encuentra en un concierto, entre el autor de la obra, la orquesta, quien la dirige y el conjunto de los oyentes.

Los primeros capítulos sirven al autor para fijar su posición teórica y explicar el porqué de la estrecha relación entre el mensaje comunicativo y la ejecución de una pieza musical como acto de comunicar. Resume en un sintético cuadro, muy descriptivo, el comportamiento de los sistemas sonoros fundamentales; en los cuales queda arropada la música entre el habla y los ruidos.

En su definición de concierto como experiencia de audición colectiva es donde se produce, como en pocas experiencias, la función comunicativa en estado puro. Encuentro anhelado y con frecuencia apasionado, en el espacio del auditorio, entre compositor, intérprete y oyente.

Es en el tercer bloque, encargado de mostrar lo que representa para el autor el significado de una expresión musical y la forma de analizarla, donde quien esto escribe ha disfrutado plenamente, siguiendo las indicaciones de Alcalde. Propone, entre otras, una pieza musical, concretamente el Carnaval Romano de Héctor Berlioz, y un itinerario para escucharla con una aproximación didáctica, que no pretende influir en el oyente, sino solamente que reconozcamos la estructura de la composición. A primera vista puede parecer un poco arduo pero el efecto es agradable y sorprendente y el resultado es, sin duda, enriquecedor.

Escucha activa, escucha crítica

Al hablar de audición y percepción de la música siempre aparecerá la naturaleza dual de cada expresión artística; por un lado el significado emocional, cultural o filosófico y por otro, más práctico, el análisis técnico, objetivo, sobre la interpretación de la obra. En este último apartado, no suele valorarse, por ejemplo, la situación espacial de quien escucha en un auditorio, ni la propia acústica del recinto cuando se estudia la melodía o la ejecución. Para oídos muy “finos”, y los melómanos los tienen, la geometría del auditorio y el lugar ocupado en él pueden dar lugar a valoraciones diferentes. Es la dicotomía entre la “escucha activa” de los que asisten, en la mayoría de las ocasiones, a la representación única en el auditorio de música (como es el caso del autor de este libro) y los que reproducimos casi siempre la obra musical a través del sistema electroacústico del hogar, es decir, los melómanos de salón.

Desde el análisis técnico de la reproducción musical, el oyente especializado –o audiófilo– acostumbra a realizar sus audiciones en condiciones acústicas casi ideales, con unos niveles de intensidad elevados. Un repaso somero a los estudios científicos sobre el tema habla de las condiciones perceptivas que se establecen en una escucha crítica. Cuando los niveles de presión sonora son bajos o muy bajos, hay rangos de frecuencia que no llegan a ser percibidos por quedarse enmascarados por otros cercanos de mayor intensidad. Por no citar las pérdidas in crescendo de las frecuencias agudas en los oídos humanos a partir de los cuarenta años.

En un auditorio, el lugar ideal sería el que ocupa el director o el patio de butacas, no mucho más lejos de las 6 o 7 primeras filas. Más allá se pierden matices. En el sillón de la sala doméstica, sin embargo, puede irse aumentando el nivel de intensidad sonora a voluntad y regular matices tímbricos hasta encontrar el que mejor se adapte a nuestra audición. Y por supuesto compensar nuestras pérdidas, si las hubiere.

El pensamiento musical

En los cinco capítulos de los que consta la parte IV, Alcalde describe los fundamentos teóricos de la evolución del pensamiento musical. De la polifonía al Barroco y del Clasicismo al Postromanticismo donde enlaza con la música programática y la música del cine y para el cine. Todas estas descripciones le sirven al autor para entrar de lleno en el leitmotiv de su trabajo, la función comunicativa de la música, y establecer dicha forma de expresión como referente en los diferentes estilos a lo largo del tiempo.

Una compacta y crítica mirada a la música en el audiovisual –en los dos últimos capítulos de la quinta parte del libro– acerca al análisis de la música específicamente cinematográfica que propone Chion, a quien el autor reconoce como referente para poder entenderla en el contexto más actual. Explica y amplía el profesor Alcalde alguna de las propuestas teóricas de aquél y nos describe numerosos ejemplos de la fructífera interrelación música-cine. Observa la importancia creciente de las bandas sonoras originales (BSO) y analiza lo que denomina «el grado de apego entre la música y el film».

Como propuesta amistosa, un futuro trabajo donde pudiera ampliarse el ámbito de estudio de la música en lo audiovisual, en las obras video-gráficas, la televisión y en Internet. Nadie mejor que el profesor Alcalde podría abordar el análisis de ese otro mundo de imágenes y sonidos, musicales o no, que nace y se desarrolla a partir del cine y que podría estar integrado también en el título de éste, que ya es un brillante, necesario y esperado libro.

Artículo extraído del nº 76 de la revista en papel Telos

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Manuel Siguero Guerra

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