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A vueltas con la culpabilización a los medios


Por M. Pilar Diezhandino Nieto

Primero se propuso la autorregulación. Luego, la propuesta se redujo a establecer «un código ético para el tratamiento adecuado de la imagen de las mujeres y de la violencia que se ejerce sobre ellas».

Fue una de las 28 medidas aprobadas en el Consejo de Ministros del 22 de junio de 2007 ante los decepcionantes resultados de la Ley Integral contra la violencia de Género ( 1). Medidas tomadas para atajar una brutal sangría.

La propuesta del Gobierno a los medios se asienta en la creencia de que las informaciones sobre los crímenes a mujeres puede empujar a la imitación a agresores en potencia.

El ministro de Trabajo, Jesús Caldera, se refirió a “informes de expertos”, según los cuales es contraproducente informar con detalles sobre la agresión e imágenes de las víctimas. Ese tipo de informaciones dan ideas, provocan la acción del violento, inducen a la reproducción del acto criminal.

Se recomienda que, como en el caso del suicidio, se informe con cautela por el posible efecto contagio…

Vuelven los ancestros

Es la vuelta a las más ancestrales teorías de los efectos. Resulta sorprendente que el gobierno de una nación moderna recurra de nuevo al tópico fácil de culpar al mensajero.

Efectos de los medios. Efecto contagio, efecto llamada, efecto espejo… El problema parece tener solución si se silencia. El problema existe y se agudiza, porque los medios informan sobre él.

No parece que el apoyo en esos “informes de expertos” se haya sustentado en la petición de pruebas a los propios expertos; algún dato al menos sobre quién ha demostrado tal teoría después de más de un siglo hablando de los efectos nocivos de los medios. Muy al contrario, sin pruebas, esos “informes de expertos” han conseguido un cambio sustancial desde 2004 en que el partido en el gobierno era proclive a que los medios difundieran los malos tratos cuanto fuera posible.

En vista del fracaso de medidas que se aprueban para ser eficaces, se vuelve de nuevo la mirada al falso culpable. La mirada acusadora al recurso fácil del viejo mensajero. Recurso manido, pero, por lo visto eficaz para ahuyentar el fantasma del fracaso –sea personal, político o colectivo–. Como el médico que ante una enfermedad cuya procedencia desconoce –o incluso se desconoce– culpabiliza al enfermo y le recomienda una visita al psiquiatra. En lugar de seguir investigando.

Esos “informes de expertos” recuerdan mucho a lo que Glucksman y Wolton llamaban “sociólogos de renombre”, que se empeñan en pesar el pro y el contra de un efecto global, y se equivocan al no poner en duda su existencia ( 2).

Resulta curioso que esos “expertos” no sepan que los medios, la información, nunca se adelanta al problema; habla de él cuando aparece. Otra cosa distinta es cómo lo haga.

A estas alturas de nuestras sociedades mediatizadas los medios claro que han cambiado hábitos sociales, políticos, familiares y personales. Pero, de ahí a tener cualquier tipo de responsabilidad, cualquier clase de culpabilidad en las muertes de mujeres a manos de sus parejas o exparejas… hay un abismo.

Convendría recordar a Ortega y Gasset: «Atacar a la prensa así, in genere, sería dar una puñalada al mar, o un mordisco al aire» ( 3). O a Herbert Gans: «Culpar a los medios de consecuencias que no han producido, convertirles en chivos expiatorios, hace simplemente que se silencie a los verdaderos villanos, si existen» ( 4).

Tampoco vendría mal acudir a ese escritor cántabro de fino pensamiento, Manuel Llano ( 5), que, en su caso orientado a la paternidad irresponsable y la infancia el 2 de septiembre de 1934, escribía: La ira sobre su indocilidad, desaplicación, malicia «va a parar al rostro del maestro, a la intemperie moral de las costumbres nuevas, a las lecturas furtivas, a las proyecciones cinematográficas. Culpas de la calle, de la escuela, de los amigos avispados y pícaros… Los padres se creen intactos de esas culpas».

Y, a propósito del suicidio y los medios, Durkheim ya indicaba que nada demuestra que la publicación de suicidios en los periódicos provoque la comisión de nuevos suicidios. Y era el año 1897.

No será la primera ni la última vez que los políticos abran la caja de los truenos contra los medios. Al «efecto neto sobre el comportamiento de los jóvenes» apelaba la Comisión Asesora del Gobierno francés en un informe que se emitió en noviembre de 2002 ( 6). Es el viejo truco de mirar hacia otra parte.

Pero no se trata de encontrar un culpable; se trata de rastrear las causas del problema y trabajar para buscar sus soluciones. No es fácil, se necesita coraje y humildad para reconocer dónde puede estar el problema, pero no hay otra salida.

Artículo extraído del nº 74 de la revista en papel Telos

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M. Pilar Diezhandino Nieto

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