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Entender la música popular para entender nuestro mundo


Por Héctor Fouce

Editorial Ma non Troppo. Simon Frith / Will Straw / John Street. La otra historia del rock, 2006
Barcelona: Ma non Troppo. Roy Shuker. Diccionario del rock y de la música popular
Barcelona, 2006

La música popular nunca ha gozado de espacios propios en la tradición académica española. Pero en medio de este desolado paisaje aparecen de vez en cuando publicaciones importantes. Este es el caso de los dos libros que nos ocupan: los conocedores del campo nos sorprendimos al encontrarnos en las tiendas un volumen firmado por Frith, Straw y Street, tres nombres eminentes en el panorama de los estudios de música popular, con el título de La otra historia del rock.

Acostumbrados a ver voluminosos libros con títulos similares de escaso alcance crítico (la mayoría tiende a ser meras enumeraciones de artistas y movimientos, cuando no de anécdotas), nuestro escepticismo se atemperó al ver que era una traducción del Cambridge Companion to Pop & Rock.

Acompañaba a este título el Diccionario del rock y la música popular, un libro de referencia que Routledge editó hace años como Key Concepts in popular music. Si ya era llamativo ver estos dos títulos en la calle, más lo era ver que quien los ponía en circulación era una editorial como Ma non troppo, cuya labor en la edición de libros sobre música es ingente y reciente, pero poco cercana a los ámbitos académicos.

La Academia aún no se ha tomado en serio los estudios de música popular. No sorprende demasiado la falta de atención en el campo de los estudios de música, ya que éstos han estado demasiado orientados a la práctica musical y a la historiografía, además de imbuidos en un espíritu que todavía debe mucho a la idea romántica del genio creador. Pero más llamativo es el escaso interés que las ciencias sociales le han prestado, y aún más su ausencia en el campo de estudios de comunicación: aunque publicistas y cineastas saben perfectamente del poder emocional y persuasivo de una canción, los estudios de estas especialidades no se han preguntado seriamente de dónde vienen esas capacidades comunicativas, a qué prácticas sociales están ligadas, qué tipo de valores e identidades movilizan.

Del material sonoro a la dinámica cultural

No cabe duda de que la editorial ha tenido buen cuidado de empaquetar el libro de forma que su público potencial no se reduzca a los escasos estudiosos del tema.

El libro se estructura en dos partes: una primera dedicada al contexto de la música popular y una segunda que se ocupa de textos, géneros y estilos. Cada una de ellas es enriquecida por unos perfiles biográficos de algunos grandes nombres que escapan a la habitual semblanza biográfica para ser usados como puntos de rotación de algún aspecto relevante: el rock como arte adulto en el caso de los de Liverpool, la globalización en el caso de Bob Marley o el uso de la imagen en el ejemplo de Madonna. Cabe decir que la edición en castellano elimina una tercera parte del original en la que se analizaban cuestiones como las políticas de género y de raza, el rol de la interpretación o el papel de la política en el rock.

A pesar de ello, el libro ofrece una panorámica completa del complejo mundo de la música popular en la actualidad, superando la habitual dicotomía entre el análisis de la música en cuanto texto y el de su contexto social y cultural. Los interesados en los estudios culturales verán reflejados temas de debate como la identidad, la resistencia o las prácticas creativas, mientras que los más interesados en temas de economía política verán cómo se referencia constantemente el rol de la industria cultural o las dinámicas migratorias. Esta es, sin duda, una de las más valiosas cualidades del libro: ofrece un panorama amplio y complejo, pero de manera asombrosamente estructurada.

Problemáticas sociales que reverberan en la música

El contexto se centra en tres términos: el papel de la tecnología –tanto en la creación como en el consumo de música popular–, la siempre compleja situación de la industria de la música grabada y las relaciones entre el consumo de música, la ocupación del espacio social o la definición de la identidad generacional.

A lo largo de cada uno de los artículos se confirma una vez más una idea que los estudiosos de la música popular vienen enunciando desde hace tiempo: es importante estudiar la música popular en profundidad porque es un campo de fuerzas en el que se manifiestan temas y problemas centrales de nuestra sociedad y nuestra cultura. Se puede pensar, por ejemplo, que el uso de programas de intercambio de archivos musicales en Internet es una mera ocupación de jóvenes desocupados con demasiado tiempo para el ocio, pero cuando se observa la furibunda reacción de la industria contra esas prácticas y la defensa que de ellas se hace desde esferas políticas de la sociedad civil, hay que ser miope para no saber que estamos ante un cambio cultural de primer orden: la música ha dejado de estar asociada a un soporte físico y se mueve en la economía de bits, que diría Negroponte. Y eso ha generado un movimiento en la industria musical que está abandonando el campo de la producción de bienes (CD, DVD) para centrarse en la gestión de los derechos de propiedad intelectual.

El Diccionario de Shuker es una excelente lectura complementaria a este trabajo de análisis. En él vamos a encontrar términos que remiten tanto a las técnicas y elementos de la música popular como una definición de los estilos y géneros más importantes. De forma complementaria, encontramos también términos del análisis cultural y sociológico. Para los que necesiten profundizar, cada entrada es enriquecida con la bibliografía más relevante sobre el tema. De nuevo, como en el trabajo editado por Frith, Straw y Street, vemos cómo la música popular es un campo en el que lo estético coexiste y se entrecruza con el elemento analítico, reflexivo y crítico.

En busca de la especificidad cultural

Hay que celebrar, por tanto, la edición de dos libros que son al mismo tiempo puertas de entrada al campo para los menos familiarizados como “compañeros de viaje” con los que intercambiar puntos de vista y discusiones, como dice Frith en la introducción de su libro. En el momento de profundo cambio cultural al que nos enfrentamos, tener a mano trabajos de este calado son de gran ayuda para entender nuestro mundo. Sin embargo, ambos libros sirven también para plantear problemas ajenos a su intención al ser introducidos en un contexto diferente al que fueron pensados, el de la música popular anglosajona.

Las dinámicas sociales, los estilos musicales, las tecnologías y las industrias de la música han funcionado de forma diferenciada en la música popular latinoamericana o europea. El bolero o el tango son, por ejemplo, tan centrales a nuestra tradición musical como el blues y no aparecen, como es obvio, en el libro de Shuker. Puede que en España no haya habido, hasta hace muy poco tiempo, emigración, pero no puede negarse que la presencia de los gitanos es central para entender una música tan poderosa, en lo sonoro y lo social, como el flamenco, y que hay, por tanto, unas políticas de raza que funcionan de forma diferente. No son deméritos atribuibles al trabajo de Shuker o de Frith, sino que ponen a las claras la necesidad de llevar a cabo estudios que, bebiendo de la rica herencia anglosajona, aborden las especificidades de nuestra música popular que son, en definitiva, las de toda una cultura.

Artículo extraído del nº 70 de la revista en papel Telos

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