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El reto del pluralismo en los tiempos del karaoke


El Congreso de FELAFACS, organizado por la Universidad de Puerto Rico, reunió a más de 1.500 investigadores de toda Latinoamérica. En mesas y debates de muy diversas perspectivas y contenidos, se mostró la riqueza de la investigación actual en comunicación y cultura en toda el área de pensamiento hispano-lusa.

Varios intermedios de las mesas de reflexión y debate del Undécimo Encuentro Latinoamericano de Facultades de Comunicación Social (FELAFACS), efectuado en el pasado mes de octubre en San Juan de Puerto Rico, fueron amenizados por «artistas» que se empeñaban en ser Shakira o Thalía por virtud de la magia del karaoke instalado por un auspiciador del evento. Dentro de los salones discutíamos sobre las relaciones entre los conceptos de la comunicación, la ciudadanía, la democracia y la cultura, mientras que en el pasillo central se hacía evidente nuestra condición posmoderna –todo es cultura-.

Contradicciones de la modernidad

Las contradicciones generaron algunas de las reflexiones más interesantes de este Encuentro. Como respuesta a una perspectiva teórica que celebra la multiculturalidad, el antropólogo argentino Alejandro Grimson sostuvo que analizar el ejercicio de la ciudadanía y considerar su sentido translocal, es decir, el que trasciende un espacio concreto, parece una nimiedad si tenemos en cuenta que millones de personas ejercen su «civismo» al margen de la legalidad y siendo víctimas de la discriminación.

Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, en el año 2000 alrededor de 150 millones de personas vivían fuera de sus países. El 90 por ciento habría emigrado por razones económicas y el 10 por ciento restante por motivos políticos o por guerras. Por otro lado, la distancia entre ricos y pobres nunca ha sido tan grande: un 1 por ciento de la población mundial (menos de 50 millones de personas) acumula el mismo monto de ingresos que los 2,700 millones de personas más pobres.

El problema de la emigración nos sugiere que el sentido de multiculturalidad que fundamenta el proyecto económico y social de la globalización podría ser un fraude, más allá de la utopía de la comunicación simultánea que nos plantean las nuevas tecnologías e Internet. La intelectual española Teresa Velásquez ofreció pistas al respecto al explicar el imaginario perverso que las televisiones públicas europeas construyen sobre los emigrantes del norte de África (son maleantes culpables de todos los males). Estos pretenden ser ciudadanos multiculturales de la Comunidad Europea, pero parece que en dicho proyecto no hay camas para tanta gente teniendo en cuenta el aparente rechazo mayoritario. Lo mismo que ocurre en Estados Unidos con los mexicanos y los centroamericanos; en Argentina con los paraguayos o los bolivianos; en República Dominicana con los haitianos; y en Puerto Rico con los dominicanos, por mencionar algunos casos.

La conferencia inaugural del Encuentro, a cargo del profesor argentino Ernesto Laclau, sintetizó las discusiones posteriores. Laclau, sociólogo e historiador que enseña en la Universidad de Essex y en la Universidad del Estado de Nueva York, explicó que en muchos sistemas democráticos contemporáneos el discurso político partidista supera el interés por lograr reivindicaciones sociales –objetivo fundacional de las organizaciones políticas-, por lo que la ciudadanía experimenta un periodo de «significante vacío» en el espacio público. «La función de un partido político es más compleja que organizar estructuras, de algún modo ocupa lugares que deberían pertenecer a la sociedad civil», dijo Laclau.

Las reflexiones que se dieron en FELAFACS con respecto a la comunicación política, la democracia en nuestros países y la responsabilidad social de los medios de comunicación fueron muy valiosas. ¿Acaso no es antidemocrático el pensamiento único en la producción cultural, como resultado, entre otras cosas, de la creación de poderosos grupos multimedia? El español Enrique Bustamante sostiene que esa hegemonía afecta a la pluralidad en los contenidos y propende a la demonización de la creación cultural auspiciada por los entes públicos. «Todo es regido por el mercado», lamentó el catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad Complutense de Madrid.

Democratizar la democracia

La política también se ha privatizado, el debate público se ha vuelto pueril porque está supeditado a las exigencias mediáticas. Ya no hay programas de campaña que denoten una reflexión profunda sobre nuestros problemas, sino frases y slogans vacíos que se repiten una y otra vez, adaptables al formato televisivo de los 30 segundos del spot publicitario. La forma ha aplastado el contenido ideológico.

«¿Cómo democratizamos nuestras democracias?», se preguntaba Rafael Roncagliolo, corresponsal de Le Monde Diplomatique en Perú, luego de señalar la gran paradoja: ahora, cuando existen más sistemas democráticos en Latinoamérica, la gente «se muestra más insatisfecha con sus democracias». Una explicación podría ser la tendencia de los partidos a conseguir solamente el voto de los ciudadanos, obviando sus intereses y necesidades.

La respuesta, de acuerdo con Roncagliolo, pasa por la comunicación. Los medios de masas tienen ante sí el reto de elevar el nivel del debate público, de romper la espiral de superficialidad que se extiende por todo el mundo.

El Undécimo Encuentro de FELAFACS también reconoció el trabajo de los intelectuales de la comunicación, premiando las mejores tesis; y los trabajos audiovisuales universitarios más destacados y la excelencia televisiva en nuestros países. El objetivo era incentivar los proyectos creativos, la autogestión, la tolerancia, la imaginación y la creatividad, valores fundamentales para el cambio social.

Probablemente el karaoke seguirá sonando con estridencia. Todos nos consideramos artistas, todo lo rige el mercado… es lo posmoderno. De FELAFACS me quedo con muchas cosas, sobre todo con la verticalidad, la honestidad intelectual y la pasión de figuras como Grimson o la intelectual mexicana Rossana Reguillo. Ellos me reafirmaron que los investigadores y los profesionales de la comunicación debemos trabajar para las personas, desde una perspectiva crítica y un profundo sentido ético. Que en la dictadura del mercado hay espacio para la utopía.

Mario Edgardo Roche

Artículo extraído del nº 58 de la revista en papel Telos

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