U
Una lúcida y completa descripción del sistema de la comunicación en el mundo


Por Carmelo Garitaonandia

Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación. Las industrias culturales en la era digital

Editorial Gedisa. Enrique Bustamante (coord.).
Barcelona, 2003

Si el primer libro realizado por este equipo, y dirigido igualmente por el profesor Bustamante, Comunicación y cultura en la era digital, era una muestra del nivel que ha alcanzado la investigación española, y respondía al alto nivel de perfeccionamiento al que han llegado algunos trabajos de compilación españoles en materia de comunicación, esta nueva obra no tiene parangón en su magnitud con otros trabajos sobre la comunicación internacional realizados en España, mucho más limitados en sus áreas temáticas, aunque muy valiosos también: por ejemplo, y sin pretender ser exhaustivos, los de Miquel de Moragas en televisión local y regional en Europa, o los informes del Euromedia Research Group, Eurofiction y Euromonitor en los que participan los profesores Charo de Mateo, Lorenzo Vilches y Emili Prado, respectivamente.

El libro Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación es, por una parte, un trabajo práctico de descripción de las experiencias internacionales en comunicación con especial atención a Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, y, por otra, una reflexión sobre la evolución de ese mundo. El texto se abre con unas pinceladas sobre los distintos sectores de la economía de la información que son un resumen magnífico de la situación actual. En primer lugar la afirmación, que le servía al diario El País para titular la noticia sobre la aparición de este libro, de que «los cambios digitales no suponen una revolución, una ruptura brusca con la historia anterior». Un mundo en el que las industrias culturales vienen definidas por la desregulación, la concentración –precoz en la historia del cine y del disco– y la globalización, cuyo producto quizá sea una cultura clónica, pero en el que «las nuevas tecnologías no pueden borrar la naturaleza central de los media en la sociedad capitalista actual». Lewis Carrol en su entrañable novela Alicia a través del espejo escribe un diálogo en el que Zanco Panco, ante la perplejidad de Alicia al descubrir que las palabras pueden ser usadas con significados diferentes, y hasta contradictorios, le dice en tono seco: «La cuestión es saber quién es el que manda, eso es todo».

Las industrias culturales, como se afirma en el texto, profundizan la brecha digital respecto a la era analógica (el digital divide anglosajón, que paradójicamente se dice igual en inglés que en castellano): «Más bien parece constatarse un salto cualitativo en la comercialización e internacionalización de las Industrias Culturales que ahonda una fractura digital en el mundo de la cultura y de la comunicación mucho más compleja, transversal y trascendental que en el mundo analógico: una etapa de transición hacia un nuevo sistema mundial de comunicación y cultura». La necesidad de combinar un equilibrio y una diversidad democrática, que ni las nuevas tecnologías ni el mercado pueden garantizar, les lleva a plantear, siempre movidos por una buena dosis de optimismo, unas políticas públicas en las nuevas redes, en el campo internacional y en la Unión Europea, en el campo nacional y local, «más necesarias que nunca en una comunicación y cultura señaladas como reto estratégico tanto para el desarrollo de los países y las regiones como para su identidad cultural y su espacio público».

Este trabajo es un completísimo estado de la cuestión a nivel internacional de la prensa on line, el libro y su entorno digital, la radio y la televisión digitales, el cine y la nueva personalización del consumo (VOD y SVOD a través de las plataformas digitales por cable y satélite o en banda ancha), la industria discográfica con la irrupción del MP3 e Internet, y el mundo de los videojuegos en las diferentes consolas y on line, los grupos multimedia, las políticas culturales regionales europeas e, incluso, un capítulo se dedica a los derechos de la propiedad intelectual, que la digitalización y la convergencia parece que han borrado, reduciendo libros, discos y programas audiovisuales a series interminables de unos y ceros, al paso de corriente en un circuito o al circuito abierto, el sistema binario que tanto sorprendía a Umberto Eco en su novela El Péndulo de Foucault. Además, el libro se abre, a modo de prólogo, con un sugerente capítulo del coordinador sobre las industrias culturales, su naturaleza, estrategias y tipologías, su evolución, de la concentración a la globalización, y que termina construyendo finalmente esa cultura clónica de la que habla. Y se cierra con otro dedicado a conclusiones, en el que se intenta sistematizar de una forma genérica los principales resultados y las posibles políticas de comunicación que se han ido generando en cada uno de los capítulos.

Radiografías sectoriales

La lectura del libro es muy fácil y abierta. Se puede navegar por los diferentes capítulos sin una continuidad ordinal. Si a uno le interesa la radio digital, se va directamente al capítulo V escrito estupendamente por Rosa Franquet sobre el estándar digital (el DAB europeo, el IBOC norteamericano y el ISDB-T japonés), el estancamiento de la programación radiofónica o la radio a través de la Red. Si en cambio lo que le interesa son los videojuegos, ahí está el capítulo VII de Pedro Manuel Moreno, en el que describe, entre otras muchas cosas, magníficamente, la pérdida de importancia de empresas tradicionales, como Sega (retirada de la consola Dreamcast), y la aparición de dos nuevos gigantes Sony (con Play Station 2) y la omnipresente Microsoft (con X-Box). El capítulo de la música, redactado de una forma “superactual” por Gustavo Buquet, plantea los principales problemas en torno a la industria discográfica: desde la creciente concentración a escala internacional, acompañada de la búsqueda de los repertorios locales, hasta la revolución que ha significado en el consumo en MP3 y la resistencia a pagar por la música en la Red (de Napster a Winmx y Kazaa). Si lo que busca el lector son los aspectos más estructurales, relacionados con la convergencia del audiovisual, la informática y las telecomunicaciones, puede ir directamente al capítulo escrito por Juan Carlos de Miguel sobre los grupos de comunicación en el que se destaca la carrera hacia el gigantismo y su presencia en diferentes áreas y sectores de la industria cultural «lo que les confiere un tremendo poder de influencia sobre el pluralismo».

El capítulo de la televisión digital lo escribe el propio coordinador, el profesor Bustamante, haciendo un verdadero esfuerzo de concentrar en una escasa cuarentena de páginas las profundas trasformaciones que está experimentando la televisión, cuyo “apagón analógico” (switch off) quedará definitivamente cerrado en Europa a principios de la próxima década (en España en 2012, aunque parece que se adelantará a 2010), abriendo paso, salvo en lo que a reconversión del parque de receptores se refiere, a la era digital en exclusiva: televisión digital por aire, cable, satélite y en banda ancha. Este capítulo lo abarca casi todo: la globalización de los procesos hasta ahora nacionales, el auge del modelo comercial, expansión de la televisión de pago analógica, la competencia entre el satélite (que ha disparado en EEUU y en Europa la televisión digital) y el cable.

Muy relacionado con estos aspectos está también el capítulo dedicado al cine, escrito por José María Álvarez Monzoncillo, en el que explica que, además del renacer de la exhibición en las salas de Occidente, el mercado que supone para las películas el vídeo (venta y alquiler) y la televisión digital, así como las nuevas redes de telecomunicaciones, que permiten una nueva distribución comercial. «Estas nuevas modalidades comerciales están llamadas en consecuencia a modificar a medio y largo plazo la estructura del sector audiovisual, el modelo de financiación y amortización de las películas, y el statu quo actual de operadores y mercados».

El capítulo dedicado al libro, y sobre todo a su entorno digital, tiene un desarrollo muy completo y actualizado por parte de Gloria Gómez-Escalonilla: el paso de la informatización del proceso productivo a los e-books y la venta en línea (un negocio cada vez más rentable), quedando en el camino los CD-Rom. Se cierra este texto con la sugerencia de una serie de medidas, a modo de políticas de comunicación para instituciones y administraciones públicas, tendentes a paliar la polarización entre el Primer y Tercer Mundo, a fomentar el mercado y el apoyo al pluralismo “digital” del libro, a contrarrestar los efectos de la concentración editorial y a fomentar la lectura en general y, particularmente, en línea.

En el tema de la prensa impresa (valga la redundancia), Luis Alfonso Albornoz describe cuatro trazos para caracterizar su declive en los mercados de Europa Occidental, EEUU y Japón, que resumen de una manera admirable la situación actual: el retroceso en la difusión, la pérdida de parte del mercado publicitario, el descenso del número de jóvenes lectores y la disminución de la influencia de la prensa respecto a otros medios de comunicación. A medida que la penetración de la prensa en Internet crece en todo el mundo, se plantea, en primer lugar, el modelo de negocio, el dilema ¿pagar o no pagar?, que les permitirá a los editores on line obtener el beneficio de sus publicaciones electrónicas; y por otro, la creciente importancia que tienen los sitios de periódicos en las consultas a través de Internet, si bien todavía son los portales y proveedores de acceso (IPS) los que ocupan las primeras posiciones.

Hay un capítulo escrito por el profesor Zallo que se dedica con una meticulosidad y exhaustividad encomiable a las «Políticas culturales regionales en Europa», entendiendo la región como el espacio intermedio entre los Estados y el ámbito local. Sería imposible resumir, en unas breves líneas, su ingente trabajo centrado en la evolución de los modelos dominantes, la política regional de la UE y la limitación de una regionalización cultural, las diferentes políticas culturales, las tendencias, los diversos modelos y los nuevos retos de las regiones ante la Sociedad de la Información. Sirvan al menos estas palabras como una breve presentación del mismo: «El papel de Estados nacionales sigue estando presente en la agenda social y política, con más peso que nunca como articuladores de un esfuerzo general (sociedad civil, empresas) capaz de conjugar la construcción de un tejido industrial necesario con la consistencia de un sistema comunicativo propio y el máximo pluralismo. Pero, ante la ausencia o las incoherencias de ese papel estatal, las regiones van cumpliendo un papel creciente que apela a su cercanía y eficacia en la adecuación de las tecnologías y las redes a las necesidades y demandas sociales concretas».

Lo único reprochable…

¿Qué se puede objetar al libro? Quizá lo único reprochable, y es derivado del propio planteamiento ambicioso del proyecto, es que en ocasiones en este mundo de la comunicación tan cambiante en el que vivimos, prácticamente cuando se ha terminado de redactar el texto final ya ha variado su contenido: el homenetworking, las formas de producir o distribuir el cine, la formación de nuevos grupos multimedia, los servicios interactivos de la televisión, las nuevas formas de consumo y comercialización de los productos audiovisuales a través de Internet, etc. Pero esa ambiciosa pretensión no tiene que llevar a minusvalorar en una coma el soberbio trabajo de investigación y sistematización realizado en todas las industrias culturales, en la esfera internacional, y con un grado de actualidad encomiable. Por el contrario, en ocasiones parece que el texto se ha cerrado pasado mañana.

Artículo extraído del nº 56 de la revista en papel Telos

Ir al número Ir al número


Avatar

Carmelo Garitaonandia