C
Compleja cultura


Por Enrique Bustamante Ramírez

Editorial Gedisa. Néstor García Canclini (Director). Serie Cultura
Barcelona, 2002

Hay que saludar calurosamente la aparición en la editorial Gedisa de una nueva serie “Cultura”, dirigida por el prestigioso antropólogo Néstor García Canclini, que se propone dar a conocer los nuevos escenarios de la cultura, al filo de su industrialización y globalización, y “enfoques interdisciplinarios de las artes clásicas”; porque ese hueco  estaba destacando cada vez más en nuestro panorama editorial y porque la dimensión iberoamericana de García Canclini y su propio trabajo a caballo entre la antropología crítica de la cultura y los estudios de políticas culturales garantizan que esta colección, como ocurre con buena parte de los primeros libros publicados, nos permita enriquecer nuestro conocimiento de la investigación que se está realizando, sobre todo en español.

De los volúmenes editados, dos son traducciones de textos originarios en francés (Jean Pierre Warnier) e inglés (George Yúdice) respectivamente, pero difieren profundamente en su carácter. El libro del primero, La mundialización de la cultura (01) , constituye un texto breve y divulgativo, con típica visión de la antropología clásica, que viene a desplegar un camino de negación de la globalización o la mundialización de la cultura a través del rechazo de cualquier visión macro (económica o sociológica) o desde la producción o la oferta cultural para defender únicamente la visión micro y de la recepción “localizada” como punto de vista del etnólogo. Aunque muchas de sus críticas a perspectivas exclusivas desde la oferta sean razonables, Warnier cae justamente en el defecto contrario, ver sólo árboles allí donde también hay bosques.

Investigación compleja frente a la transformación cultural

El texto de Warnier simplifica por otra parte la rica escuela francesa de estudio sobre las industrias culturales, citando parcialmente a sus autores, para utilizar una visión genérica e inoperante de la cultura (deporte, vestidos, alimentación…) que le permite rechazar la «mundialización» cultural como una «ilusión óptica», para predicar una confusa articulación entre global y local, y considerar sin prueba alguna que las nuevas tecnologías favorecen la singularización de los públicos, como por otra parte «la humanidad» (¿) entera, calificada de «máquina de fabricación de la diferencia». Al final, y en contradicción con todo el razonamiento (¿para qué una política cultural si no hay riesgo alguno?), propugna una Organización Mundial de la Cultura que se oponga a la otra OMC (de comercio) realmente existente.

La altura alcanzada por los otros tres volúmenes de la serie compensa en todo caso, con mucho, la inclusión de ese libro citado. La obra de George Yúdice en particular (02) es espléndida en su análisis teórico y en su desarrollo de casos prácticos de América Latina, y abre una rica reflexión sobre los cambios de la cultura contemporánea, desde la globalización de la cultura hasta el funk brasileño, hasta las contradicciones entre libre comercio y cultura, o entre copyright y creatividad cultural, pasando por un valioso análisis de Miami como “capital cultural” de América Latina que ejemplifica los caminos complejos de la globalización.

Unificando el libro está una perspectiva de la cultura como “recurso”, pero no sólo para el desarrollo económico sino también para el sociocultural y político, y un análisis de los múltiples procesos que conducen a una nueva división internacional del trabajo también en el campo cultural y que apelan a una revisión profunda de las políticas comunicativas y culturales. Sólo dos apreciaciones críticas cabe hacer a este texto, aunque no mermen su utilidad. En primer lugar, habría que lamentar que los autores más interesantes de una fructífera investigación europea (e incluso anglosajona) sobre industrias culturales estén ausentes de la bibliografía y las referencias, pero este es un defecto general que empobrece tanto la investigación crítica estadounidense como la europea sobre cultura y la comunicación, lastrada por una falta general de conocimiento y de cooperación intelectual mutuas. Más de lamentar es que el autor, profesor en Nueva York, se haya dejado llevar por el trauma comprensible del 11 de septiembre hacia unas conclusiones («la cultura en tiempos de crisis») que en otro caso hubieran unificado mejor la obra, al anudar reflexiones e interrogantes que en el libro aparecen dispersos.

Ciudadanos mediáticos y trabajadores globalizados

El libro de Rosalía Winocur, Ciudadanos mediáticos (03), contiene los resultados de una prolongada investigación realizada en México DF con técnicas etnográficas y sobre la recepción de la radio en familias de muy diferentes estratos sociales. Complejo en su metodología, como todos los trabajos de esta naturaleza, consigue sin embargo desentrañar nuevos usos de la radio en una gran ciudad, como elemento que «consolida el proceso de construcción cultural» de la ciudadanía, presentándose más que como un mecanismo de inclusión social como una herramienta para ser «reconocidos y respetados» en sus diferencias étnicas y culturales. Y desvela nuevos lenguajes, formatos y géneros hibridados y reciclados que dan cuenta de una nueva narrativa radiofónica, acorde con esa naturaleza de la ciudad como escenario de conflictos multiculturales.

El espacio público se muestra de esta forma no tanto en su papel de lugar de reflexión y participación colectiva, sino como estructura de negociación de condiciones favorables de visibilidad, con los propios medios sometidos en su credibilidad a los marcos de referencia de cada grupo social y que apela a los usuarios para aprender a servirse de ellos.

Finalmente, el libro de Luis Reygadas (04), profesor universitario en México especializado en antropología industrial y culturas laborales, constituye una muy interesante investigación sobre las culturas del trabajo, centradas en empresas maquiladoras de Guatemala y México sometidas a una dinámica verdaderamente global tanto por su propiedad (coreana, estadounidense) como por sus métodos de trabajo y su finalidad exclusivamente exportadora (ropa, aparatos electrónicos de consumo). El choque entre la autoritaria cultura corporativa de las transnacionales y las culturas nacionales y regionales permite ir desplegando un panorama de conflicto y negociación permanente –en medio de condiciones lamentables de trabajo–, plasmado en una cultura no homogénea, en la que los sindicatos y los Estados actúan como intermediarios desiguales, y contemplar en concreto las estrechas relaciones entre trabajo y cultura.

En suma, una serie que promete y que esperemos vaya llenando la laguna de colaboración y préstamo inter-disciplinar que, condicionada muchas veces por fronteras administrativas y de poder intelectual, han lastrado tanto tiempo el estudio de la cultura, objeto complejo y necesitado por ello de todas las perspectivas de las ciencias sociales.

Artículo extraído del nº 55 de la revista en papel Telos

Ir al número Ir al número


Avatar

Enrique Bustamante Ramírez