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Televisión pública: del consumidor al ciudadano


Por Valerio Fuenzalida

Editorial Friedrich Ebert Stiftung – Convenio Andrés Bello. Omar Rincón (Comp.), Jesús Martín Barbero – Germán Rey – Diego Portales – Valerio Fuenzalida – Nora Mazziotti – Guillermo Orozco – Teresa Otondo. Televisión pública: del consumidor al ciudadano
Bogotá, 2001

Si la TV pública exhibe crisis y cuestionamientos en Europa y Estados Unidos, el caso de América Latina presenta la peculiaridad de una televisión «pública» habitualmente operada y utilizada con carácter propagandístico por los gobiernos de turno, lo que ha generado escasa credibilidad y sintonía por parte de la audiencia, mostrando, además, una inestable e ineficiente administración que ha provocado un grave deterioro industrial-empresarial, y en algunos casos corrupción. El presente libro comienza a hacerse cargo de esta realidad crítica que en general había sido evitada por la academia latinoamericana, con escasas excepciones como la de Elizabeth Safar del ININCO en Caracas, impenitente crítica del manejo propagandístico de la estación venezolana de TV por todos los diversos gobiernos venezolanos.

Pero, además, una de las mayores particularidades del presente libro es que –más allá del valor de cada uno de los capítulos– el conjunto temático se presenta en un «contexto de divergencia», esto es, de discrepancia de posiciones para abordar la crisis de la televisión pública latinoamericana. Y esta capacidad de tolerar discrepancias es tanto más bienvenida cuanto la característica regional a menudo ha sido más bien censurar la diversidad en nombre de la corrección política o académica.

Omar Rincón –propiamente editor más que compilador de la obra– enuncia en la Introducción y en las Conclusiones algunas de las discrepancias explícitas, más bien de posiciones, incluso entretejidas al interior mismo de los diversos autores, como la validez de la oposición consumidor-ciudadano, en una región con un elevado porcentaje de subconsumidores; pero otras diferencias permanecen también implícitas entre los diversos enfoques.

Este comentario se enfocará en algunos nudos temáticos para proponer un mapa de los diferentes puntos de vista en este libro acerca de la televisión pública en América Latina.

La misión socio-política de una TV pública

Desde el punto de vista de la misión o función socio-política de una televisión pública en América Latina, todos coinciden negativamente en desahuciar la función escolar-didáctica y de difusión de alta cultura clásica así como el carácter propagandístico gubernamental, rasgo que ha caracterizado a la mayoría de las estaciones latinoamericanas, especialmente a las cadenas nacionales. Pero el libro avanza sólo de modo general en proponer una estructura jurídica que posibilite tal autonomía del gobierno, como tampoco compara diversas estructuras que ahora exhiben estaciones existentes –con sus ventajas o insuficiencias– para analizar la presencia de diversos poderes del Estado y la presencia de la sociedad civil; en este sentido el libro requeriría colmar ciertos vacíos. Desde un punto de vista positivo, algunos proponen una televisión pública con la misión política de constituir un espacio medial para acoger un nuevo diálogo social más amplio, con los nuevos actores que se incorporan a la ciudadanía: voces de mujeres, minorías sexuales, religiosas e indígenas. La televisión pública sería así el nuevo Parlamento audiovisual que acogería a las nuevas voces, excluidas de los modos tradicionales de representación a través de los partidos políticos e instituciones de la democracia liberal. Sin esa ambiciosa metáfora, otros plantean la misión más modesta de un canal público como fuente de información plural –socialmente representativa, pero masiva y de alta credibilidad– que permita a los ciudadanos formarse su propia opinión ante los puntos de vista legítimamente diversos.

La asignación de una misión televisiva de nuevo Parlamento metafórico enfrenta varios tipos de problema; entre ellos, primero uno más bien socio-político, cual es una especie de militancia abstracta por la diversidad, sin tomar en cuenta justamente la compleja diversidad de situaciones socio-políticas en América Latina; hacia fines del siglo XX, en muchos países el radicalismo político grupal no sólo se fagocitó intergrupalmente, sino que condujo a la ruptura de los consensos políticos básicos y a violentas reacciones dictatoriales; en otros países la militancia por la diversidad en la pureza de minorías étnicas provoca ahora mismo enfrentamientos de diversos grupos étnicos entre sí, y también con el mestizaje racial-cultural; en los años recientes, apunta Arturo Valenzuela de la Universidad de Georgetown, doce presidentes latinoamericanos no han terminado sus mandatos constitucionales: la inestabilidad e ingobernabilidad regional se origina en una fragmentación política, con raíces en la ideología del divisionismo trotskista y en el tradicional caudillaje político regional, y también se enraíza en la grave exclusión de carácter económico (infraconsumo de grandes sectores, precisamente). Así pues, muchos países requieren de la urgente construcción más bien de consensos amplios en la diversidad –a cuya construcción debería también aportar una televisión pública– para intentar superar las exclusiones políticas y económicas impuestas desde la conquista ibérica. El segundo problema es de naturaleza semiótica: asignar a la televisión la misión metafórica de un Parlamento medial, muy cercana a las funciones clásicas de la prensa escrita, de la universidad y de diversas ONG con sus debates político-académicos, privilegia justamente la expresión verbo-conceptual para el análisis de la abstracción social; tal planteamiento misional difícilmente se adecua con el carácter específico del lenguaje audiovisual y sus géneros, así como con las relaciones de gratificación y entretención que entabla el televidente desde el consumo privado en el hogar, especialmente el televidente latinoamericano con un importante substrato de oralidad. Aquí aparece un primer nudo de importantes discrepancias que afectan a la factibilidad política y a la factibilidad semiótica de la misión socio-política de una televisión pública para América Latina.

El concepto de entretención televisiva y su valor social

Un segundo nudo de discrepancias se refiere al concepto de entretención televisiva y a su valor social dentro de la programación en una estación pública. El concepto general de entretención ha sido poco estudiado en de las Escuelas de Comunicación de América Latina; en Occidente generalmente se ha infravalorado el aprecio positivo acerca de la entretención y, por el contrario, ha primado la herencia cultural que, desde los romanos, el cristianismo, el puritanismo calvinista y la ilustración racionalista, ha valorado negativamente la entretención en tanto una pérdida de tiempo en distracciones inútiles, en lugar de la dedicación a considerar las ideas importantes y los quehaceres nobles, como la academia, la política y los negocios –ideas y quehaceres definidos como importantes por un agente externo a la audiencia–.

Estos puntos de vista que valoran diversamente la entretención televisiva están presentes en el libro en comentario, subrayando énfasis racionales en la programación televisiva o valorando, por el contrario, la aportación afectiva de la entretención a la audiencia. El debate pone en el tapete el valor antropológico-cultural de la entretención, el lenguaje emocional de la TV, la relación de gratificación de la audiencia, todos temas de gran actualidad y que afectan intrínsecamente a la factibilidad pragmática y a la utilidad cultural de la relación del medio televisivo con la audiencia.

El carácter industrial en una televisión pública

Un tercer nudo de discrepancias se refiere a la atención –que aparece en este libro– pero también a la desatención al carácter industrial de un canal de TV. En América Latina existen todavía algunas aproximaciones a la televisión pública con un obviar displicente hacia la infraestructura industrial como condición material intrínseca en la producción del medio televisivo, pero también con una desvalorización hacia prácticas administrativas virtuosas como la eficiencia en la gestión, optimización en la asignación de recursos, sustentabilidad, calidad en el servicio, combate a la corrupción, prácticas calificadas a menudo como preocupaciones «neoliberales», según el nuevo repertorio de descalificaciones e insultos en uso; en América Latina todavía un importante sector que se considera progresista estima que es posible aceptar en los servicios y empresas públicas las prácticas de ineficiencia, incompetencia en la gestión, maltrato a los usuarios y pésima calidad en los servicios proporcionados al ciudadano.

Pero el tema se relaciona también –en el otro extremo– con los intentos por considerar la televisión sólo como industria productora de servicios y, entonces, privatizable, en tanto no debería existir un Estado productor. ¿Cuál debería ser, entonces, la fuente de legitimidad social para la existencia de una televisión pública? En el debate del libro aparecen quienes sustentan la legitimidad de una televisión pública por su oferta de ciertos servicios televisivos (información política y cultural, innovación programática, etc.) que serían apreciados como socialmente relevantes, no por la audiencia masiva y ni siquiera, a menudo, por las propias minorías destinatarias, sino por dirigentes sociales y culturales, académicos y políticos; la relevancia asignada por los dirigentes sociales bastaría, pues, para legitimar una industria pública de televisión, sin considerar la satisfacción del público ni su gestión en tanto empresa.

Por el contrario, aparecen quienes indican que el aprecio de algunos dirigentes sociales, pues otros están en el sector adverso –no es suficiente, como tampoco es suficiente una oferta pública pero sin consumo por el propio público– se llegaría a la paradoja de un servicio público para el público, pero sin público; la programación televisiva sentida satisfactoria y útil por el público masivo sería la fuente de legitimidad de la televisión pública generalista y potencialmente masiva, junto a la percepción de un canal sanamente administrado y responsable con sus recursos; en esta óptica, los servicios a minorías deberían ser realizados televisivamente de tal manera que contacten efectivamente con el público masivo, justamente para provocar el diálogo cultural y evitar el encapsulamiento; adicionalmente, se considera que algunos de estos servicios hoy pueden ser mejor satisfechos con tecnologías narrowcasting. Este nudo del debate alude a la factibilidad de la empresa televisiva pública en su carácter industrial y en su legitimidad social, y discute la meta –para algunos sospechosamente heterodoxa– de la competencia de un canal público por el liderazgo en el mercado televisivo.

Ciertamente esta reseña no puede hacer justicia a la gran riqueza de cada capítulo del texto; pero al destacar el importante debate que atraviesa entretejiendo todos los capítulos del libro pone de relieve un mapa con una discusión latinoamericana acerca de temas que serán crecientemente presionantes en torno a la televisión pública, en cualquier región en donde exista.

Artículo extraído del nº 53 de la revista en papel Telos

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