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Cambio de rumbo


Por Juan Carlos Ibáñez

Editorial Gedisa. Manuel Palacio. Historia de la televisión en España
Barcelona, 2001

La editorial Gedisa nos ofrece en la décima entrega de su colección “Estudios de Televisión” un título de especial interés, por cuanto se enfrenta, y de paso nos enfrenta como lectores activos, al difícil reto de reconstruir la trayectoria vital del medio en nuestro país, de explicar los fundamentos de su desarrollo. Para el logro de este cometido, al margen de los numerosos obstáculos intelectuales y materiales que siempre plantea su escasa legitimación social, no estaría de más atender, en palabras preliminares de Manuel Palacio, a la posición que la televisión “ocupa en el interior de la historia social de la comunidad”, esto es, a su indudable peso específico en los procesos de socialización e identitarios contemporáneos.

Desde esta perspectiva inicial, el autor nos sitúa ante un desfile de acontecimientos que facilitan la tarea de comprender el medio televisivo en su constante diálogo con la historia social, cultural y política española de la segunda mitad del siglo veinte. El recorrido cubre su etapa inicial con los capítulos dedicados a las experiencias pioneras y a los frustrados intentos de implantación a finales de los años cuarenta, y finaliza con el estudio de su balbuceante y a menudo improvisada configuración institucional: introducción de un sistema mixto de financiación –con gran protagonismo de la industria publicitaria ante las dificultades del establecimiento del canon y la imposibilidad de extender la red a costa del erario público– y posterior toma de control de las rutinas de producción y contenidos por parte del Ministerio de Información y Turismo de la dictadura.

La panorámica sobre “El impacto social de la televisión en los años sesenta” (capítulo IV) nos introduce en un segundo bloque, en el que las prácticas de ocio de la vida cotidiana comienzan a ser efectivamente “mediatizadas” por la recepción masiva de televisión, con especial incidencia en los grandes núcleos urbanos. Por parte del Estado, a su vez, llega a asimilarse un curioso concepto de servicio público, cuya rentabilidad social tiende a estudiarse y contemplarse en términos de mercado. En este nuevo contexto de asimilación y cierre definitivo del modelo en los albores de la sociedad de consumo, Palacio decide abordar el análisis de temas medulares: origen y razón de ser de las imágenes negativas sobre televisión (capítulo V), contribución del medio a la transición a la democracia y transición televisiva en TVE (capítulo VI) y puesta en marcha de la Segunda Cadena como proyecto emblemático de una televisión de calidad al servicio de la introducción de nuevos imaginarios (capítulo VII). Estratégicas líneas de investigación, en suma, que por su densa y compleja naturaleza se encargan de cuestionar la existencia de aproximaciones históricas reduccionistas.

La ficción en la transición

La evolución de la ficción y el tránsito hacia la posmodernidad televisiva en la España de los noventa componen, por último, la materia del tercer bloque del libro (capítulos VIII y IX). Ambos aspectos conectados entre sí por un único objetivo: el de evaluar los mecanismos socioculturales que rigen el pulso de las transformaciones en la programación. Cabe destacar el singular acercamiento al género de ficción, cuyo carácter pedagógico le permite constituirse “en uno de los elementos claves para la legitimación social y cultural del medio”; bien incorporando espacios de modernidad (dramáticos y formatos novedosos que serán premiados en Europa), bien al servicio de un “cambio de imaginario colectivo de los españoles, creando historias que posibilitaran los procesos de autoidentidad colectiva o, al menos, la socialización política” (grandes producciones de la transición), bien como indicio de la eventual solidez de la industria (series de los ochenta y los noventa).

A tenor de lo expuesto, parece obvio admitir que esta Historia de la televisión en España, de imprescindible consulta, supone un cambio de rumbo respecto a ensayos precedentes, que representa una nueva forma de hacer historia, deudora de la tradición de estudios iniciada por Raymond Williams en Culture and Society o Television: Technology of Cultural Form. Tal vez por ello, y por el esfuerzo de síntesis que demanda la colección, cabe la posibilidad de que la obra desconcierte de antemano a dos categorías muy definidas de lectores. En primer lugar, al mero coleccionista de datos, anécdotas y eventos televisivos, que en ocasiones prefiere el ejercicio de la nostalgia o de la documentación al rigor de la mirada histórica. En segundo término, y quizás en el extremo opuesto, a los especialistas en diversas funciones del propio medio televisivo, ya que en la estructura y el tratamiento global del texto a buen seguro toparán con vacíos temáticos, relativos a sus respectivos ámbitos de especialización.

En el mérito de incorporar el debate sobre la naturaleza de la investigación histórica al propio estudio de la historia, debería resolverse el desconcierto inicial de todo aquel lector interesado que, con independencia de sus expectativas previas o su bagaje teórico, como afirmábamos al principio, se descubre en la tarea de pensar la televisión en España como problema no resuelto.

Artículo extraído del nº 53 de la revista en papel Telos

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Juan Carlos Ibáñez