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Unión en defensa de un arte abandonado


La última edición de los Premios de la Música, entregados el pasado mes de mayo, ha sido el primer gran reto que ha afrontado la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música desde su creación, en abril de este mismo año. El balance, según su vicepresidente, Luis Cobos, ha sido satisfactorio. Pero por delante queda una tarea ambiciosa: la de promocionar la música, sus valores y su industria.

Como señala el propio Luis Cobos, “es difícil concebir la vida sin música”. Por eso cuando este arte pierde a uno de sus grandes talentos, como ha ocurrido con el compositor Carmelo Bernaola, fallecido de cáncer el 5 de junio, todo el mundo pierde. Bernaola, en palabras del Secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca, “abrió caminos nuevos en la música”. Y es esa misma misión la que se ha propuesto la Academia de la Música (www.academiadelamusica.com).

“Igual que existe la Academia de la Lengua, la Academia del Cine y otras muchas academias sectoriales, era imprescindible y necesario que las artes y las ciencias de la música tuvieran un foro académico, de excelencia y democrático para dinamizar, promocionar, incentivar y reconocer los valores y el impacto humano, cultural y social que la música conlleva”. Ingente tarea, tal y como lo plantea el vicepresidente de esta recién nacida institución, sobre todo si tenemos en cuenta los grandes problemas que minan esta industria, como el de la piratería. El 30 por ciento de los 80 millones de discos musicales vendidos en España el año pasado fueron piratas, lo que supuso un fraude fiscal de 48 millones de euros. Otro problema es el de la falta de infraestructuras y lugares de ensayo. Como denunciaron los presentadores de la gala de entrega de los Premios de la Música, “hay bandas que tocan en locales lamentables, infrahumanos”.

Para Cobos, ésos son algunos de los grandes caballos de batalla pendientes que tiene la Academia, como también lo es la formación de jóvenes talentos y profesionales ya consagrados, entre otros. Sin embargo, insiste en que no hay que perder de vista el principal objetivo, “la incorporación de todos los sectores implicados en el mundo de la música, no sólo los autores y los artistas sino los editores, productores artísticos, ingenieros de sonido, periodistas musicales o profesionales de medios de comunicación musical, musicólogos, representantes técnicos del espectáculo, profesionales de compañías discográficas, profesores de música, realizadores y directores de vídeos musicales, etc, sin descuidar la presencia en Iberoamérica y los foros internacionales para ayudar a la promoción de la música en todos sus aspectos y vertientes”.

Sólo un vistazo a esta larga lista de oficios relacionada con la música da una idea de por qué esta institución no habría nacido de no haberse unido la Sociedad General de Autores y Editores, SGAE (www.sgae.es), y la Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes, AIE (www.aie.es), encabezadas respectivamente por Eduardo Bautista, que también preside la Academia de la Música, y Luis Cobos. El presupuesto de la Academia se nutre precisamente de los fondos de estas dos asociaciones. Como explica Cobos, “los intereses que los autores y los artistas tienen en torno a la música son necesariamente comunes y están unidos entre sí, al igual que están la obra y la interpretación, ya que no existiría una sin otra”. Por eso una gran parte de los socios de la Academia pertenecen a una de estas dos áreas.

Un mensaje engañoso

Pero la música también tiene hoy una mayor actualidad debido al éxito de Operación Triunfo. Lo demuestra la broma que hizo el presentador del premio al mejor álbum pop, quien, cuando iba a anunciar el nombre del agraciado, exclamó “¡Rosa, de Operación Triunfo!”. Un gesto de humor que acabó con la entrega del galardón al verdadero premiado, Manolo García, por Nunca el tiempo es perdido. Pero la ocurrencia da fe de la trascendencia de este fenómeno de masas en que se ha convertido el conocido programa de televisión. Para Cobos, esto es doloroso. “Es una gran operación de marketing televisivo en la cual se deja traslucir un mensaje engañoso: ningún artista consolidado ha conseguido en tres meses pasar de ser un auténtico desconocido a ser un súper número uno, llenando horas y horas de televisión”.

El equipo directivo de la Academia de la Música defiende, por el contrario, el esfuerzo diario y continuado. “La dedicación a veces, y no siempre, conduce al éxito; es como un amante infiel y absorbente que te toma y te deja cuando quiere sin que tú puedas hacer nada por evitar ni lo uno ni lo otro”, afirma Luis Cobos. Por eso los artistas se quejan de que fenómenos como Operación Triunfo ocupen hasta los programas informativos de las televisiones, dejando muy poco hueco para los conciertos, presentaciones de discos y en general todo el aspecto cultural que representa la música.

Sin embargo, pese a estas denuncias, la Academia se muestra firme en sus convicciones. “No vamos a rebajar nuestro grado de optimismo por el futuro ni dejaremos que esas preocupaciones enturbien nuestros planes. La Academia se decanta por la vocación y afición y no sólo por el interés y la fama”. Por eso esta institución se ha propuesto “promocionar la formación, el estudio, el esfuerzo, el trabajo, la imaginación, la creatividad y el respeto a todos y cada uno de estos valores”.

Premios de la Música

La VI edición de los Premios de la Música ha sido la puesta en escena de estos ideales. Ha sido la primera vez que la Academia se ha hecho cargo de la organización del evento. La convocatoria se ha extendido a unas 5.000 personas y miembros de la Academia y a más de 300 invitados, incluidos especialistas de los medios de comunicación y sectores afines a los autores e intérpretes.

El balance de la experiencia ha sido positivo para el vicepresidente de la institución. “Tanto la realización como la participación de los artistas que han intervenido en la gala, todo en riguroso directo, nos han permitido demostrar que es posible realizar programas de televisión en directo, como los conciertos”. Sin embargo, Cobos no elude la autocrítica, “tendremos que perfeccionar y profundizar en la forma de reflejar la realidad musical con calidad y dignidad al tiempo que conseguimos incrementar el interés por parte de los espectadores. Pero la Academia no quiere sacrificar la calidad y dignidad de los premios al hecho de conseguir una mayor audiencia”.

Por delante queda un largo camino en defensa de la música como arte y como elemento de expresión y ocio del ser humano. Como jocosamente señala Luis Cobos, “la Academia de la Música está, felizmente, condenada al éxito”.

M. L. R.

Artículo extraído del nº 52 de la revista en papel Telos

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