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El comienzo del periodismo en Internet (y su bibliografía)


Por Javier Díaz Noci

Los medios de comunicación en Internet, sobre todo los trasuntos de diarios impresos, aparecen en la red de redes cuando ésta se entiende como la World Wide Web, invento finisecular que se ha convertido en la metonimia y la metáfora de la Red. Por poner una fecha, 1994 marca el inicio del periodismo electrónico, periodismo digital o ciberperiodismo, pues todos esos nombres, y algún otro quizá, ha recibido hasta ahora el incipiente fenómeno. Sólo han transcurrido siete años y a pesar de los avances técnicos, y en menor medida de otro tipo, experimentados por la prensa digital (aunque no deje de resultar una paradoja hablar en términos impresos, físicos, de algo que es sólo virtual) aún nos hallamos en una fase muy primeriza del periodismo en Internet, que sin duda habrá de conocer un desarrollo –y esta vez no sólo técnico– muy importante en los próximos años.

A la vez que proliferaban las cabeceras periodísticas en Internet, desde las facultades de Ciencias de la Información españolas, cada vez más numerosas, se empezaba a investigar, en una fase que no puede ser calificada sino de igualmente primeriza, el fenómeno del ciberperiodismo. En este terreno el retraso con respecto a otros países, en especial Estados Unido, fue imperceptible, ya que la bibliografía sobre el tema comenzó igualmente entre 1994 y 1996, y se ha ido poco a poco incrementando hasta hoy, resultado, cómo no, de proyectos de investigación, tesis doctorales, memorias de titularidad y cátedras. A esa primera fase, en la que se engloban títulos en inglés como Computer assisted research, de Nora Paul (del Poynter Institute de Florida), que ha tenido luego diversas ediciones actualizadas; The on line journalist de Randy Reddick y Elliott King (New York etc.: Harcourt Brace College, 1997), ya todo un clásico; en francés, como La cyberpresse de Serge Guérin (París: Hermes, 1996); e incluso en italiano (Il giornale elettronico, de Pierangelo Giovanetti, Firenze, Vallecchi, 1995; Giornalismo su Internet, de Enrico Pulcini, Roma, Castelvecchi, 1997), se le unieron a partir de 1996 algunos libros en español, del que fue pionero el que el autor de estas líneas editó al alimón con Koldo Meso, también profesor de la Universidad del País Vasco, y Emiliana Armañanzas (El periodismo electrónico, Barcelona, Ariel, 1996). Aunque no directamente relacionados con el tema, sí resultan interesantes, por unas u otras cuestiones, El llibre digital, de Lluís Codina (Barcelona, Generalitat, 1997), que en 2001 ha sido reeditado, corregido y puesto al día, en español, un más que interesante análisis del documento digital; y, aunque no sea más que por su tremendismo un tanto apocalíptico, que sin duda contrasta con el tono del resto de los libros aquí reseñados, El ocaso del periodismo, de José Luis Martínez Albertos.

A partir de ahí, se suceden los títulos, algunos siguiendo la estela generalista marcada por los títulos precedentes. Claramente pertenecen a este grupo los dos de José Ignacio Armentia, Jon Elexgaray y otros: Diseño y periodismo electrónico (Bilbao,Universidad del País Vasco, 1999) y El diario digital (Barcelona, Bosch, 2000), que por su declarado carácter de manual suponen más un repaso y actualización de datos sobre esquemas ya propuestos por otros autores. El librito de Koldo Meso y el propio autor de estas líneas Periodismo en Internet (Bilbao, Universidad del País Vasco, 1999) es una recopilación de conferencias y artículos sobre diversos aspectos de la prensa digital, los digizines e incluso la literatura científica en Internet, unidos por un tono general que se acerca más al ensayo que al manual. Como investigaciones se presentan otros tres libros que provienen de diferentes facultades españolas. Dos de ellos son fruto de sendas tesis doctorales: el profesor de la Complutense de Madrid Juan Carlos Marcos Recio publicaba en 1999 la suya, La documentación electrónica en los medios de comunicación (Madrid, Fragua, 1999), un exhaustivo recorrido –hasta ese momento– por los diarios electrónicos como fuente de información y documentación, y un año después daba a la luz la profesora de la Universidad de Málaga María Ángeles Cabrera La prensa online. Los periódicos en la WWW (Barcelona, CIMS, 2000), basado en su tesis doctoral, de nuevo un repaso general de los diarios digitales en nuestro país. A estos dos libros se les unía también en 2000 Diarios digitales: apuntes sobre un nuevo medio (Bilbao, Universidad del País Vasco), una comparación entre diarios impresos y digitales que, a pesar de su no muy arriesgado punto de partida, aportaba algunos datos de interés.

Fuera de nuestras fronteras, el libro más actual que conocemos es el de Charles de Laubier: La presse sur Internet (París, Presses Universitaires de France, 2000), un breve volumen de la colección Que sais-je? que, no obstante, es hoy por hoy el mejor recorrido por los diarios europeos en Internet, pero que insiste en estructuras que van desde la historia de Internet a los derechos de autor de la obra digital ya suficientemente conocidas.

Como habrá podido comprobarse, toda esta bibliografía centra su atención en los llamados diarios digitales. Está claro que la mayoría de los medios en Internet provienen de un gran hermano impreso o, algo más tarde, audiovisual, de empresas que se dedicaban y dedican también y sobre todo a editar periódicos y revistas, y a transmitir programas de radio y televisión. Parece claro también que cualquier aproximación teórica a la naturaleza misma de Internet (y de cualquier otro medio digital, presente o futuro) debe tener en cuenta características que, como la hipertextualidad (ahí están, por ejemplo, las obras de George Landow al respecto), apenas han comenzado a desarrollar esos medios, la mayoría de ellos tan conservadores como, a la fuerza, las investigaciones que los toman como objeto primordial, si no único, de estudio. Sin embargo, es igualmente obvio que no es posible saltarse las fases que la propia realidad impone, si bien es de esperar que la Academia Española, foro privilegiado por la existencia de los estudios de Periodismo y Comunicación Audiovisual del que carecen otras universidades europeas, dé pronto frutos de los cuales las obras citadas –incluidas por supuesto las propias– no han de ser sino humilde semilla.

Artículo extraído del nº 52 de la revista en papel Telos

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