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Sector editorial


Por Julio César Calistro

El reto al que se enfrenta la edición en Europa es el de poder captar mercados que van a crecer más que el suyo. España ha aumentado sus exportaciones, pero ha perdido terreno en Latinoamérica, según revela el borrador del Libro Blanco del sector, que estará listo a finales de este año.
La edición europea deberá estar alerta ante nuevos mercados del libro, especialmente Lationamérica, cuya economía crecerá en una proporción mucho mayor que la de Europa o Norteamérica. Esta ha sido la principal conclusión a la que han arribado los responsables de los principales grupos editoriales que en junio pasado participaron del seminario Futuro de la Edición en Europa, que se desarrolló en el Centro Conde Duque, de Madrid, en forma simultánea al 10º Salón Internacional del Libro, Liber 92.
A juicio de Bernard Lecherbonnier, del grupo Hachette, las nuevas tecnologías van a provocar en breve una inmensa revolución en la edición, que exigirá fuertes inversiones para adaptarse de una manera ventajosa a esos cambios.
Según el directivo de esa editorial francesa, «las compañías editoras de más éxito en los años 90 serán probablemente aquellas que mantengan un ojo en las oportunidades de fuera de Europa, y al mismo tiempo procuren mantener el crecimiento de su negocio en el continente».
Peter Warwick, director ejecutivo del grupo británico Longman, se preguntó si existe como tal una industria editorial europea, o sólo hay editores en Europa. Y también, ¿existe un mercado editorial europeo, o hay mercados individuales? Existen algunos obstáculos para la creación de una industria editorial paneuropea, según dijo, y entre ellos, que a este continente lo caracteriza su diversidad cultural.
El optimismo de los grandes grupos también es compartido por otros editores más pequeños. Jorge Herralde, director de Anagrama, sostuvo que el futuro del editor independiente es promisorio, «siempre que se refuerce su carácter singular, su imaginación, su credibilidad».
Sin embargo, al trazar un semblante de la actual situación, Herralde se mostró más cauto, al sostener que «la recesión económica internacional ha alcanzado de lleno al sector», con consecuencias comunes a muchos países: mayor número de títulos con tiradas más bajas, exceso de oferta y enormes devoluciones por parte de libreros y distribuidores.
A su vez, el ministro de Cultura, Jordi Solé Tura, afirmó al inaugurar Liber 92 que el aumento de las exportaciones de libros permite suponer que estamos al comienzo de la esperada recuperación del sector.
Recordó que los tratados de Maastricht suponen que los estados de la Comunidad Europea recogen por primera vez competencias comunitarias en materia cultural, lo que significa que en un futuro cercano se han de comprometer en el diseño de un espacio del libro en Europa, donde «España tiene mucho que decir».
Precisamente, según Juan Salvat la producción española de libros ha alcanzado los 400.000 millones de pesetas en 1991, a través de la edición de 44.000 títulos. A juicio de este editor español «esto demuestra que estamos ante un sector vivo, dinámico, imaginativo y trabajador».
¿Es acaso ésta la mejor definición para describir el panorama actual de la industria editorial española?. Antes de intentar responder a este interrogante la Administración ha decidido encargar un pormenorizado estudio que permita hacer un diagnóstico realista a esa realidad.

EVALUAR LA CRISIS

Para ello, la Dirección General del Libro y Bibliotecas ha encomendado a la Fundación para el Fomento de la Información Automatizada (FUINCA) la elaboración de un Libro Blanco del sector editorial, que estará concluido para diciembre próximo.
Hasta ahora, la principal fuente de consulta a la que se puede acudir para conocer qué pasa en el sector es un documento elaborado anualmente por el Centro del Libro y de la Lectura bajo el título Panorámica de la Edición española de Libros.
Este volumen contiene información acerca de los agentes editores, los datos globales de la edición, la oferta por subsectores de edición, el comercio exterior del libro, estimación del valor de la producción, las ayudas al sector, ferias y exposiciones, acciones de fomento de la lectura, el ranking de la edición y anexos estadísticos.
Sin embargo, según señala Francisco Martín Carvajal, Gerente de Programas Sectoriales de FUINCA, a diferencia de esta obra, el Libro Blanco posibilitará cualificar la crisis del sector, «que es algo sobre lo que mucho se habla, pero poco se conoce». «Nuestra labor no es simplemente la de acopiar datos, sino interpretar la forma en que actúan los agentes del sector, proponer líneas de tipo estratégico y sugerir líneas de actuación abiertas», señala.
Carvajal prefiere no abundar en datos y cifras que va arrojando la investigación, puesto que se trata de información reservada hasta que el estudio no esté concluido y quede en manos del Ministerio de Cultura. A modo de ejemplo, indica que algunos editores hablan de 400.000 millones de pesetas a la hora de cuantificar la producción española de libros, y «nosotros la estimamos en 330.000 millones».
«Existe una gran oscuridad en la información sobre el mercado editorial, una oscuridad provocada en muchos casos para poder seguir hablando de crisis del libro, y reclamar así una política proteccionista para el sector», afirma.

EVOLUCIÓN DE LOS MERCADOS

Según Carvajal, en una buena parte de los editores existe una disposición constante a denunciar la falta de una política de apoyo, quizás porque hasta los años 70 estaban acostumbrados a desarrollarse bajo una economía proteccionista. Hoy la realidad es otra, no sólo en España, sino también en el mundo, y es en estas nuevas condiciones en las que debe actuar el editor español.
«Debemos hablar de un mercado heterogéneo, con lenguas vernáculas, con una especialización del lector y un público cada vez más segmentado, con una diversidad del producto libro que el editor debe atender y satisfacer».
Para Carvajal resulta imperativo cuantificar la crisis del mercado interior del libro, pero sin olvidar la creciente internacionalización de los mercados y el avance tecnológico.
Las cifras acerca de la producción española de libros en los últimos años evidencian que tras el crecimiento espectacular con el que se benefició el sector hasta los 80, el mercado interior ha tenido un progreso estable, frente a un desarrollo irregular en el mercado exterior.
Actualmente el principal mercado externo del libro español es el europeo (países de habla no española) y el estadounidense, en detrimento del tradicional ámbito latinoamericano, donde España ha ido perdiendo presencia frente a otros sellos editoriales, especialmente de México y Colombia.
Este retroceso en Latinoamérica obedece, según el criterio de Carvajal, a la «falta de habilidad de los editores españoles para descubrir nuevos nichos,medios, y acompañar los cambios de un mercado en expansión».
Y el Libro Blanco ha de contribuir a echar luz sobre esta realidad al clarificar responsabilidades y también al indicar posibilidades de desarrollo, eficiencia y aprovechamiento de recursos. Para ello, señala Carvajal, resulta insuficiente tanto la ya mencionada Panorámica de la Edición española de Libros, como también el Estudio del mercado interior del sector editorial, publicado por la Federación de Gremios de Editores de España.
Por ejemplo, ninguna de esas obras permite inferir que el libro ilustrado infantil no sufre los mismos problemas que aquejan al libro científico, sobre el cual se debe valorar qué perjuicio le ocasiona el fotocopiado ilegal de sus páginas, una práctica habitual que afecta económicamente a los editores de este tipo de libros.
«Es decir, queremos afinar las cifras, ser más precisos a la hora de hablar de crisis o al referirnos al valor estimado del libro; determinar las dificultades de las distintas especialidades temáticas y modalidades de venta. Ese es nuestro objetivo», puntualiza el responsable de coordinar todo ese cúmulo de datos y valoraciones que lleva adelante FUINCA.
Las propuestas y sugerencias del Libro Blanco servían de marco para un diálogo multisectorial a través de la convocatoria, por parte del Ministerio de Cultura, de una comisión integrada por la propia Administración, editores, libreros, distribuidores, productores, autores y todos aquellos intereses vinculados al mundo del libro, que tendrá a su cargo debatir la acción más conveniente para el desarrollo del sector editorial.

 

 

Artículo extraído del nº 31 de la revista en papel Telos

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