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Hacia una economía digital


Por César Alierta

Es un orgullo para Telefónica celebrar con todos ustedes el número 100 de nuestra revista Telos. En estos treinta años de andadura, Telos ha sido una publicación pionera abordando el impacto de la tecnología y la innovación en la comunicación. De hecho, se ha convertido en una referencia obligada en este ámbito, diferenciándose por la calidad y claridad de sus contenidos.

En su nacimiento, Telos afirmaba que «ya nadie discute la trascendencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en todos los órdenes de la vida». Sin embargo, era pronto para vislumbrar el verdadero impacto social y económico de las tecnologías digitales a medio y largo plazo.

En las últimas tres décadas, los avances de las tecnologías digitales han provocado cambios drásticos en nuestras vidas. Cambios que van más allá del impacto económico y que están transformando el modo en que las personas interactuamos en nuestras relaciones sociales y culturales.

En este tiempo, hemos pasado de comunicarnos e intercambiar información a través de teléfonos fijos, cartas o faxes a usar mensajería instantánea, dispositivos móviles, correos electrónicos, redes sociales o videoconferencias.

Revolución digital

La conectividad ha dejado de ser un servicio vinculado exclusivamente al uso del ordenador personal y está pasando a ser una experiencia a la que se accede desde distintos dispositivos, en cualquier lugar y en cualquier momento: ordenadores personales portátiles cada vez más ligeros, smartphones, tabletas y televisiones inteligentes, entre otros. Esto, además, nos ha abierto la posibilidad del visionado multidispositivo; es decir, tener acceso a los mismos contenidos desde distintas pantallas.

La tendencia actual es aprovechar la oportunidad que nos brinda la digitalización de la información y almacenarla en dispositivos digitales o en lo que se ha venido a denominar la ‘nube’.

Esta transformación se está produciendo además a un ritmo vertiginoso sin precedentes. Si se compara con el desarrollo de la máquina de vapor y de la electricidad, la adopción masiva de las tecnologías digitales ha tenido lugar en un tiempo récord, gracias a unas capacidades de computación cada vez mayores, disponibles a unos precios cada día menores.

La magnitud del cambio que estamos viviendo y la rapidez con la que se está produciendo han determinado que este fenómeno de digitalización de la economía sea comúnmente conocido como Revolución Digital.

Estudios de la Comisión Europea demuestran que el sector TIC es responsable del 50 por ciento del aumento de la productividad de la economía; un 20 por ciento generado directamente por el sector y un 30 por ciento de forma indirecta, gracias a la productividad que las inversiones en TIC generan por su capacidad para transformar otros sectores.

La importancia ‘transversal’ de la tecnología la convierte en palanca de innovación, tanto de forma directa, a través de innovaciones tecnológicas, como indirecta, al favorecer la innovación en otros sectores.

Lo que va a marcar en un futuro la diferencia en el nivel de desarrollo y bienestar de las sociedades es el grado de digitalización de las mismas. La economía digital tiene implicaciones para la industria, la agricultura, la energía, el comercio, la salud o la educación. Podemos llegar a decir que en un futuro, toda la economía será digital o simplemente no será.

Y sin lugar a dudas, la economía digital ofrece nuevos espacios para los emprendedores, lo que permite que surjan nuevos modelos de negocio y, por tanto, nuevas oportunidades de creación de empresas y empleo.

La educación digital, palanca fundamental

No podemos dejar de reconocer que los avances tecnológicos de las últimas tres décadas han conducido a mejoras en la calidad de vida de la personas y han provocado cambios sociales y culturales en todo el mundo.

Hoy, sin lugar a dudas, somos una sociedad más informada, más conectada y con mejor acceso al conocimiento, lo que genera una mayor interacción entre sus individuos, una mayor cohesión social y una mayor facilidad para relacionarnos con las administraciones públicas.

Déjenme destacar especialmente el papel clave de las tecnologías digitales para mejorar la calidad educativa y conseguir una sociedad más formada y competitiva, tanto a nivel de los alumnos, como del profesorado. Debemos adaptar la educación a la sociedad del conocimiento y al mundo globalizado de nuestros días y, en este sentido, la educación digital es una palanca fundamental.

Somos muchos los que pensamos que estamos viviendo el principio de la Revolución Digital, que lo que hemos visto hasta ahora es tan solo un anticipo de lo que viene. El avance en la digitalización de la economía abre enormes oportunidades de crecimiento y desarrollo para toda la humanidad.

Conceptos de los que ya estamos oyendo hablar, y cada vez oiremos más en los próximos años, son el Internet de las cosas, big data, impresoras 3D, drones, consumo colaborativo, cloud computing o el incremento del consumo de vídeo a través de redes de nueva generación.

Un avance para toda la humanidad

El ecosistema digital lo van a constituir, cada vez más, las máquinas conectadas entre sí. Internet de las cosas tiene un potencial enorme, estamos viendo ya la proliferación de los wearables, de los coches conectados, las ciudades inteligentes o el hogar conectado, facilitando la vida de las personas.

Este aumento de la conectividad está generando grandes cantidades de información. La gestión y explotación de toda esta información es lo que denominamos big data y tiene un enorme potencial. De hecho, será de gran utilidad para administraciones públicas, investigadores o empresas, que contarán con una información fundamental para llevar a cabo su labor en la sociedad.

La tecnología permite la gestión dispersa de la innovación y la fabricación. Las empresas pueden convertirse en directores de orquesta de miles de contribuidores en red a nuevas propuestas de valor. El foco se traslada de la producción vertical al ecosistema y la ventaja competitiva se traslada hacia los intangibles y el conocimiento.

Y en el centro de toda esta nueva economía, están las redes, que permiten una mayor integración de todos los elementos que soportan la producción, distribución y consumo de los nuevos bienes y procesos digitales, erigiéndose como la principal infraestructura para propiciar el crecimiento económico futuro.

Estoy convencido de que realizar todo el potencial de las tecnologías digitales supondrá un avance transcendental para toda la humanidad y contribuirá a que la sociedad sea mejor. Una oportunidad que no podemos ni debemos desaprovechar. En Telefónica estamos convencidos de que la tecnología debería estar al alcance de todas las personas, para que puedan SER MÁS.

Artículo extraído del nº 100 de la revista en papel Telos

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