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La lengua española, activo estratégico mundial


Por José Ramón Sarmiento Guede

Colección Fundación Telefónica / Ariel.
José Luis García Delgado, José Antonio Alonso y
Juan Carlos Jiménez. Economía del Español. Una introducción
Barcelona, 2007

Colección Fundación Telefónica / Ariel.
Francisco Moreno Fernández y Jaime Otero Roth.
Atlas de la lengua española en el mundo
Barcelona, 2007

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Fundación Telefónica en colaboración con la Editorial Ariel acaba de publicar dos monografías que vienen a completar los títulos de la Colección Fundación Telefónica. Los volúmenes están cuidadosamente editados y responden a los criterios de calidad y originalidad de las investigaciones que los sustentan, ambas de candente actualidad y de gran trascendencia cultural. En ellas, el lector podrá documentarse en profundidad con datos fiables y encontrar la bibliografía última sobre la lengua española como valor económico y sobre su dimensión demográfica.

La obra Economía del español. Una introducción, escrita por los profesores José Luis García Delgado, José Antonio Alonso y Juan Carlos Jiménez, es, sin duda, un trabajo pionero en la tarea de ponerle cifras al valor económico del idioma español. Y, aunque los resultados de la investigación se presentan en cuatro capítulos y un epílogo como “un esfuerzo coordinado de complemento y profundización en lo hecho hasta ahora”, a nadie se le debe escapar la verdadera aportación suya de compaginar dos líneas de trabajo diferenciadas: una, más centrada en el análisis de la lengua española en tanto activo económico y sus múltiples facetas y repercusiones de intercambio y que, en la economía española y en la del conjunto de los países de habla hispana, encuentra cierta relevancia y significado; y otra, la de generar opinión sobre la importancia y el carácter estratégico de este activo intangible para España y para la comunidad panhispánica de naciones en el sentido de que el reto del español, la tercera lengua más hablada del mundo, después del chino y del inglés, no estará en el crecimiento demográfico, sino en la difusión de su uso como lengua internacional.

En los dos primeros capítulos de la obra se sientan las bases conceptuales y metodológicas del análisis, se identifican los rasgos específicos de la lengua como recurso económico y se la caracteriza como bien público cuyo valor crece en la misma medida en que aumenta el número de sus hablantes y en la que se desarrolla su capacidad expresiva como medio de comunicación internacional. Los autores realizan un análisis y cuantificación del español como lengua de comunicación internacional en los intercambios comerciales, dan cuenta de los flujos de inversión y las corrientes migratorias y, además, acometen la tarea de trazar “el mapa del terreno” desde dos dimensiones: la dimensión demográfica en la que Francisco Moreno y Jaime Otero precisan “cuántos somos”; y la dimensión virtual de la lengua española a través de Internet, una realidad hoy por hoy inseparable de la situación en que aún se encuentra la Sociedad de la Información en los países de habla hispana.

En los dos últimos capítulos se intenta dar respuesta a la pregunta clave: cuánto vale una lengua para los hispanohablantes y usuarios que la comparten. Y se busca una respuesta global, y no particular; una respuesta macroeconómica, y no simplemente microeconómica.

Ahora bien, la aportación económica de una lengua, como señalan los autores, no se limita al valor de los bienes y servicios directamente producidos y de los efectos de arrastre inducidos por las industrias que descansan sobre el uso de la lengua, sino que la lengua debe ser concebida como un bien complejo de impacto económico múltiple. En unos casos, la lengua constituye la materia prima; en otros, sin ser soporte esencial, es un recurso básico para la actividad: es el caso de buena parte de los servicios personales y de todas aquellas actividades que se basan en la conformación de redes de comunicación o en la atención personalizada al cliente.

Y, por último, en algunos casos, sin ser materia prima, es la condición necesaria que hace posible que el sector exista, por ejemplo, en las telecomunicaciones que aportan la infraestructura y los medios técnicos para que la comunicación entre los agentes se produzca. Y, tratándose del valor de un idioma compartido como el español, su cuantificación permite reducir los costes de transacción y, por tanto, poder fijarlos.

En suma, el último capítulo es el más interesante para el lector, porque se centra en los seis ámbitos en los que el valor económico de la lengua como realidad plural es más perceptible: las industrias culturales las industrias culturales -edición, cine, teatro; la enseñanza de español; el español y las TIC; flujos migratorios; flujos comerciales internacionales; y lengua cultura y cooperación para el desarrollo. En todos estos aspectos, se juega el futuro de la lengua española, y es lo que induce a los autores afirmar que el español será la segunda lengua de uso e intercambio económico en el mundo a lo largo de la próxima década.

El mapa de la lengua

De otra parte, en el Atlas de la lengua española en el mundo, elaborado por Francisco Moreno y Jaime Otero en colaboración con el Instituto Cervantes y el Real Instituto Elcano, se presenta la situación de la lengua española dentro de la riqueza y diversidad del universo de las lenguas a través de 150 textos, mapas y cuadros que reflejan la distribución geográfica del idioma y las principales tendencias demográficas, sociales y económicas de la comunidad de habla hispana en el panorama lingüístico internacional.

El volumen consta de cinco capítulos en los que se analiza y compara el español con las demás lenguas del mundo y, concretamente, con las grandes lenguas internacionales. Los autores resumen los conocimientos sobre la lengua española y su difusión en el mundo para presentarlos con ilustraciones y gráficos que hacen más amena la lectura: la distribución espacial de los hablantes de español y sus tendencias demográficas; la historia del idioma y sus variedades geográficas; su relación con las lenguas vecinas y hermanas; su posición entre las grandes lenguas internacionales en distintos aspectos propios de la geografía económica; las variedades léxicas, morfológicas y sintácticas de la lengua española y los fenómenos resultantes de su contacto con otras lenguas.

La obra concluye con el capítulo titulado geoeconomía del español en el que se ofrece información sobre los fundamentos demográficos del español, como la cifra de 399 millones de hablantes nativos; o la de 438.979.000 potenciales usuarios de la lengua española si contamos el número de personas extranjeras o hablantes de español como segunda lengua. En el cómputo total, el español se ha consolidado como la tercera lengua más hablada del mundo, después del chino y del inglés. Además, el número de hispanohablantes ha crecido un 9,8 por ciento en los últimos ocho años, lo que significa que es la segunda lengua de las seis oficiales de las Naciones Unidas que más ha crecido, situándose detrás del árabe.

«De las lenguas de origen europeo consideradas, –leemos en la página 108– el español es la que presenta una estructura más joven y mayor crecimiento a corto plazo. Aunque a ritmo más pausado, los hablantes nativos de español seguirán aumentando en las próximas décadas más de prisa que los de chino, francés, inglés y ruso, aunque menos que los del árabe».

Inmenso patrimonio cultural

De la lectura de ambas obras, se sigue, en primer lugar, que la lengua española es un inmenso patrimonio cultural, social y hasta de forma de entender el mundo compartido por todos los hispanohablantes. Para darnos cuenta de su valor y, por tanto, de la estima y cuidado que nos merece, los expertos calculan que el 15 por ciento de nuestro PIB tiene que ver directa o indirectamente con el idioma español. Una cifra nada desdeñable.

En segundo lugar, el reto futuro de la lengua española o de cualquier lengua que aspire a ser global no está tanto en una importante masa de hablantes o en su cohesión interna, como en la difusión de su uso como lengua internacional; ser importante en las relaciones internacionales y en la diplomacia, y una referencia en la ciencia y tecnología. Y el español, con sus más de cuatrocientos millones de hablantes y con la ventaja de la gran extensión geográfica de sus hablantes nativos sustentada en una sólida estructura lingüística, supera con sobresaliente los dos primeros requerimientos. Sin embargo, flojea en los dos últimos. No es una lengua de referencia en el seno de la Unión Europea, y dista mucho de ser lengua de expresión científica en los ámbitos internacionales, donde el inglés domina por completo.

Con todo, una forma de poder alcanzar ambos retos es conocer las limitaciones y potencialidades propias. Y ese es un conocimiento que estas dos obras han facilitado notablemente. «La economía del español sólo ganará posiciones en el mercado global si las economías que lo sustentan se hacen más competitivas, y más sólidas las democracias en los países que forman la comunidad panhispánica».

Artículo extraído del nº 75 de la revista en papel Telos

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José Ramón Sarmiento Guede

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