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Berne, teórico de la comunicación y del poder


Por Gustavo Matías Clavero

Editorial Editorial Edipo, S.A. y Fundación General de la Universidad Complutense. Valbuena de la Fuente, Felicísimo (editor). Eric Berne, teórico de la comunicación
Madrid, 2006

Me ha sorprendido encontrar en poco tiempo a varios consejeros de grandes empresas y a dos compañeros de la Facultad de Económicas, además de a tres periodistas, con un libro del fundador de una potente escuela de Psicología. Pero al leer a Berne lo comprendí, al margen de que esa escuela ya tenga presencia en todo el mundo y cuente con una revista que se atiene a los más exigentes requisitos de la comunidad científica, entre otras razones personales porque me ayudó a entender mejor a Weber, Boulding, Strange, Galbraith y otros analistas del poder desde la Economía.

Los términos que más atrajeron mi interés no fueron de índole psicológica o comunicativa, sino otros que entran de lleno en la hoy necesaria interdisciplinariedad como “transacción”, “fórmula del juego”, “economía de las caricias”… además de la afición de Eric Berne por las Matemáticas. Según iba avanzando en la lectura del libro, fui tomando cada vez más notas, hasta que decidí ponerlas en orden y, al final, las he convertido en una reseña.

Este libro surge como consecuencia de un Congreso para conmemorar el 35 aniversario de la muerte de Berne. Eric Berne vivió sólo sesenta años (1910-1970), pero tuvo una gran influencia social en los años sesenta y setenta, sobre todo. Sus ideas sirvieron a muchas instituciones y empresas para formar al personal en técnicas de comunicación. Incluso la formación basada en el Análisis Transaccional se convirtió en un gran negocio. A Berne, que conoció el éxito en vida, porque sus libros tuvieron un gran éxito editorial –su libro Juegos en que participamos estuvo cerca de dos años en la lista de los libros más vendidos de no-ficción–, le hubiera disgustado algunos de los rumbos que tomó el AT. Él quería poner en manos del ciudadano corriente un instrumento serio, riguroso y claro para que se comprendiera a sí mismo y entendiera a los demás. En esto siguió el ejemplo de quienes más le influyeron, sus padres, un médico y una editora de un pequeño periódico. De su padre aprendió el interés por los demás y la generosidad. Le acompañaba a visitar a los enfermos y le dedicó un libro con estas palabras: «Paupéribus médicus» (Médico para los pobres). Su madre le inculcó la curiosidad por la literatura y la afición a escribir muy bien.

Un aniversario nada desapercibido

Felicísimo Valbuena, editor de Eric Berne, teórico de la comunicación, ha dividido el libro en tres partes: 1) vida y sistema de Eric Berne; 2) aplicaciones del sistema de Eric Berne a algunos campos de la actividad humana y 3) discusión filosófica sobre el Análisis Transaccional. En la presentación, destaca Valbuena la dificultad de encontrar actualmente los libros de Berne y la necesidad de reeditarlos en español, con traducciones muy cuidadas. Pues bien, desde la publicación del libro que estoy comentando, han salido al mercado los siguientes libros: Juegos en que participamos, que por primera vez ha publicado RBA en España (durante años, este libro había sido editado en México, por Editorial Diana, y en Argentina, por Jaime Vergara); después, la editorial CCS, que parece va a especializarse en publicar obras de Berne y sobre Berne, ha publicado, en ediciones muy cuidadas, Artículos seleccionados de Análisis Transaccional (Del Transactional Analysis Journal 1971-1980); AT, hoy. Una nueva introducción al Análisis Transaccional, de Ian Stewart y Vann Joines, y Análisis Transaccional (I), de Francisco Massó Cantarero.

Es decir, el 35 aniversario del fallecimiento de Berne no ha pasado desapercibido, sino todo lo contrario. Si los interesados en el AT mantienen este ritmo de publicaciones, muy pronto conseguirán formar una masa crítica que haga llegar a muchos miles de lectores las ideas de Berne. También he observado que la página web de AESPAT (Asociación Española de Análisis Transaccional) está renovándose y pronto podremos acceder a todos los artículos que se han ido publicando en su edición impresa desde su aparición, hace más de 25 años. Igualmente, otras como bernecomunicacion.com difunden muchos artículos y novedades editoriales.

El capítulo de Francisco Massó sobre la vida de Berne resulta apasionante, porque hace de Berne un pensador muy cercano, que no siempre aplicó sus enseñanzas a su propia vida, y por eso nos resulta más humano y real.

De la concepción berniana sobre la persona, su célebre modelo PAN (Padre-Adulto-Niño), me quedo con lo que Valbuena denomina “Paradigma de la Mecánica Clásica” y “Paradigma del sistema político”. Para Berne, catexis era la inversión de energía psíquica en un determinado Estado del Ego. La catexis atada corresponde a la energía potencial; la catexis desatada, a la energía cinética, y la catexis libre a la energía muscular; y la catexis desatada junto con la catexis libre podrían llamarse entonces catexis activa. He organizado cursos sobre desarrollo sostenible en los que la palabra “energía” –malgastada y ahorrada– siempre está presente, y pienso que las ideas de Berne pueden desarrollarse muy bien en un contexto interdisciplinar. Igualmente, cuando Berne habla de un Estado del Ego que se hace con el poder ejecutivo, durante más o menos tiempo, y domina a la persona. El poder ejecutivo residirá en aquel Estado del Ego que invierte más energía activa. Cuando hace años leí Teoría de la inteligencia creadora, de José Antonio Marina, me pareció original cuando hablaba del “yo ejecutivo”. Ahora he vuelto a repasar el libro del filósofo español y encuentro que las ideas de Berne son más originales, sistemáticas y están mejor fundadas. Y regresando específicamente a los Estados del Yo, Rafael Sáez Alonso los presenta de manera muy clara desde el punto de vista estructural y funcional.

Aún más atrayente resulta el término “transacción” en boca de Berne, quien de una manera explícita rechazó el sintagma “interacción interpersonal”, porque le parecía la marca de un desmañado. Prefirió “transacción”, pues tiene el valor de que alguien se compromete a algo; está diciendo que algo se intercambia. Y efectivamente, en las relaciones humanas lo que más se crea e intercambia es poder, y no sólo por la compensación expresamente económica, sino ante todo por la psíquica y la social. Así lo entendieron analistas del poder desde la Economía (pues el poder no debe llevar un solo adjetivo, sino muchos) como Weber, Boulding, Strange o Galbraith, quienes observan su origen en la personalidad, la propiedad y la organización, pero también sus instrumentos en la amenaza, la compensación y la persuasión. Eva Aladro Vico tiene el gran mérito de sintetizar las transacciones que Berne distinguió, aunque no las correlacione con esas tres fuentes y tres instrumentos del poder. La gran capacidad de observación del comportamiento humano que tenía Berne le llevó a un gran virtuosismo en el dominio de las distintas variedades de transacciones. El capítulo de Felicísimo Valbuena amplía el de Eva Aladro, porque ilustra las diferentes transacciones con fragmentos de obras fundamentalmente cinematográficas. Los dos demuestran que han empleado mucho tiempo investigando, hasta encontrar los ejemplos más eficaces que demuestran la potencia interpretativa de la teoría.

Juegos y emociones

La fórmula del Juego de Berne me ha hecho recordar la importancia de la Teoría de Juegos y las Simulaciones en Economía y en Política. Después de leer el extenso capítulo de Valbuena sobre los juegos, que también ilustra con fragmentos literarios y cinematográficos, me parece que Berne ha profundizado en el “autoengaño” y en el “timo” como no recuerdo en ningún otro autor. Si Berne prefirió el término económico “transacción”, que tomó de la Economía, también se fijó en los grandes timos económicos de los años 20 y 30 en Estados Unidos y lo que hizo fue aprovechar los hallazgos de la Economía para introducirlos en los campos de la Comunicación y de la Psicología.

Lo mismo podemos decir de la teoría del AT sobre las emociones. Berne consideraba que la “caricia” era la unidad básica del intercambio social. Uno de sus discípulos principales, Claude Steiner, desarrolló la “economía de las caricias” y enunció varias leyes sobre las mismas. Me parece una aportación muy interesante, pero en el libro que comento, Jordi Oller, José Zurita y Jesús Cuadra, que desarrollan sus muy originales teorías sobre las emociones, dan por supuestas las aportaciones de Steiner. Y aunque he visto el artículo original de Steiner sobre las caricias en el libro citado de Margery G. Friedlander, como lector me hubiera agradado un capítulo especial sobre la economía de las caricias. Quizá alguien pueda acusarme de pensar demasiado como economista, pero no estaría de más en una próxima edición de este libro, aunque no como reflejo de una ponencia en el congreso.

La parte segunda del libro puede resultar muy útil para los docentes, comunicadores, psicólogos, asistentes sociales, formadores y más profesionales. José María Román ofrece un marco original para comentar y redactar textos desde el marco conceptual del AT. Muestra una gran capacidad para sistematizar y para aplicar sus conceptos a obras como Las Fundaciones y El libro de su vida, de Santa Teresa, y La Celestina.

Quienes, además, dejan suelta su creatividad a la hora de interpretar –lo que Berne denominaba “reacción marciana”– son Pablo Pascual Bécares y Elena García Fernández; el primero interpreta un mensaje en una sección de contactos; la segunda, varios cuentos de hadas.

Encuentro muy interesantes las aportaciones filosóficas de Gustavo Bueno, José Luis Camino y Francisco Massó. Sobre todo, me llama mucho la atención la comparación que Bueno hace entre los estados del Ego de Berne y las tres leyes de Newton.

Haciendo balance de este libro, creo que ha aparecido en el momento oportuno y ha iniciado un camino que, como he indicado antes, puede dar lugar a momentos académicos y a influencias sociales muy importantes. De momento, y tal como he visto convocado en una página web, el coordinador de este libro dirigirá un congreso específico sobre el Guión Vital de Eric Berne en 2008. Pienso que, quizá, tenía ya planificado ese futuro congreso hace dos años y, por tal razón, la importancia decisiva del Guión en el sistema de Berne merece mucho más espacio que el que este libro le dedica. Esperemos que de tal congreso salga una monografía.

Artículo extraído del nº 73 de la revista en papel Telos

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