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50º aniversario de la televisión pública en Portugal


Por Francisco Rui Cádima

El 7 de marzo de 2007, la televisión pública de Portugal celebró sus primeros cincuenta años de existencia. Nacida bajo el régimen dictatorial de Salazar, hoy la RTP se prepara para afrontar los desafíos de la era digital.

La historia de la televisión pública portuguesa, RTP, pese a sus cincuenta años de vida, puede contarse en pocas líneas. Piénsese, por ejemplo, que diecisiete de éstos transcurrieron bajo una dictadura, mientras que los treinta y tres restantes se desarrollaron en el marco de una joven y atribulada democracia.

Es 1953 el año de la primera intervención del gobierno Salazar en el ámbito de la televisión, a través de la creación del Gabinete de Estudios de Televisión (GET), integrado en la estructura de la antigua Emissora Nacional. Meses más tarde, el 27 de enero de 1955, el Gobierno encomienda formalmente al Gabinete la elaboración del primer proyecto tendente a la instalación efectiva de una red nacional de televisión. La comisión a cargo, presenta, en agosto de ese año, su informe a Marcelo Caetano, entonces ministro del gobierno de Salazar.

A partir de aquel documento surge el proyecto de decreto-ley de concesión para la instalación y explotación del servicio público de radiodifusión, en su modalidad de televisión. Éste dará lugar, el 15 de diciembre de 1955, a los Estatutos de la entonces RTP-Radiotelevisión Portuguesa, SARL, con concesión en régimen de exclusividad. «La Superintendencia en Asuntos de Información me permitió ser el introductor de la televisión en Portugal», recordaba Marcelo Caetano en sus memorias.

A partir del día 7 de marzo de 1957 comienzan las emisiones regulares de televisión y no es Salazar, sino Caetano, quien tempranamente se presenta ante las cámaras para dirigirse a los portugueses: «Fui el primer miembro del gobierno en utilizar la televisión para exponer al país, en junio de 1957, problemas de interés general. (…) Seguí los primeros pasos de la RTP con profundo interés y hasta con entusiasmo. No imaginaba que, años después, como Jefe de Gobierno, ésta me sería de tanta utilidad».

Con Salazar, la RTP mantuvo una línea editorial rigurosamente institucional, convirtiéndose en muestra privilegiada de la agenda protocolar del régimen y de sus figuras preeminentes. Sin embargo, la RTP nunca consiguió transformar al dictador en un líder carismático. Salazar cultivó una suerte de “telefobia” que lo mantuvo a distancia razonable tanto de las trivialidades tele-periodísticas como de la propaganda organizada en torno a su figura. En verdad, como fue reconocido, Salazar entró en la política como pudo haber ingresado en cualquier orden monástica. El dictador no utilizó la televisión como “instrumento” de su política, y su modo de gobernar desde el “retiro” de San Bento fue, sin duda, refractario al desempeño mediático.

Sin embargo, como instrumento de propaganda, la RTP, junto al sistema policial, la censura y el sistema colonial, fue uno de los ejes centrales para el mantenimiento del régimen. Así, Marcelo Caetano –casi un “santo patrono” de la RTP, que incluso redactó las bases de concesión de la empresa– emergió a los ojos del pueblo, con la ayuda de la televisión, como un “Salazar” un poco más simpático.

Con cobertura nacional sólo a partir de mediados de los años 60, recién hacia el final de 1968 (25 de diciembre) la RTP asiste al nacimiento de su segundo canal: RTP-2. Otras fechas memorables en su largo recorrido histórico tienen relación con el lanzamiento de la tasa de televisión, en 1958, para 18.000 hogares; la inauguración del Centro de Producción de Porto (20 de octubre de 1959); el primer contrato de explotación de publicidad con Movierecord (1 de noviembre de 1962); o con los inicios de las emisiones regulares de los centros regionales RTP-Madeira (6 de agosto de 1972) y RTP-Azores (10 de agosto de 1975).

RTP en democracia

Con posterioridad al 25 de abril de 1974, fecha de la Revolución de los Claveles, la televisión se convirtió en la gran tentación de la política emergente. Un complejo caldo de militares, comunistas, izquierdistas revolucionarios y socialistas transformaron la RTP en campo de batalla de sus estrategias político-partidarias, sólo aplacado después del 25 de noviembre de 1975. Pese a todo, en aquellos momentos, la televisión estuvo muy próxima a las realidades sociales e históricas del país. Centenares de documentales, producidos por cooperativas de cine y televisión, fueron emitidos al abrigo de la dinamización cultural del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) y de la nueva realidad democrática.

Del 25 de abril a la Alianza Democrática, pasando por el periodo revolucionario de 1974-75, bajo el control desmesurado del Partido Comunista o de la izquierda revolucionaria, la RTP fue sobreviviendo a las múltiples instrumentalizaciones. Y en el inicio de los años 80, primero con Cunha Rego y después con Proença de Carvalho, la RTP afrontó uno de los momentos más críticos de su historia en materia de control político de la información. Los años 1980, son, claramente, años en los que abundaron casos de censura en RTP1. Es tiempo del “aparato ideológico de Estado”. Desaparecía, en tiempos de Proença de Carvalho, el periodismo independiente de “Informação/2”, ciertamente uno de los mejores espacios de información en la historia de la RTP.

Con Mário Soares y el Bloque Central (PS-PSD), dispositivo instrumental y aparato institucional se dieron las manos. (De este hecho, Soares haría su propio mea culpa). Le sucedieron las dos legislaturas de Cavaco y la angustia del monopolio de Estado frente al penalty de la liberalización de la televisión. Se imaginaba entonces que en el futuro la RTP se distinguiría de los proyectos comerciales por su calidad; sin embargo, en el inicio de la competencia público-privado, fue más común encontrar “servicio público” en las emisiones privadas que en las públicas. Las privadas SIC y TVI iniciaron sus transmisiones el 6 de octubre de 1992 y el 20 de febrero de 1993, respectivamente.

A partir de Cavaco, en época de competencia con las televisiones privadas, la manipulación dio lugar a formas no menos problemáticas de la agenda informativa, asentada en el sound byte de la pequeña política, los accidentes y las catástrofes. A través de estas prácticas burocráticas, a través del jornalismo sentado y de la vía abierta a los portavoces oficiales y al mundo del fútbol, se fue excluyendo aquello que verdaderamente “sucede” en el país, sustituyendo el valor-noticia de la experiencia social y de la ciudadanía, por la información-espectáculo. Así se instituyó un modelo más determinado por las “audiencias” que por la ética de antena.

A la dictadura de Estado le sucedió la dictadura de las audiencias en los años 90. Sin embargo, hay que señalar que no siempre la calidad estuvo divorciada del público. Recuérdese el “ZIP-ZIP”, de Solnado-Cruz-Fialho. O a Villaret, Nemésio, Vitorino de Almeida… Recuérdese el documentalismo de los años posteriores a la Revolución de los Claveles. La RTP-2 de Fernando Lopes, con el “Cineclube/2” de António-Pedro Vasconcelos. O el “Informação/2” de Mega Ferreira, Joaquim Furtado y otros. O “Tal e Qual”, de Joaquim Letria. “A Arte de Ser Português”, de Jorge Listopad y Alberto Pimenta. Recuérdese la telenovela “Gabriela”, del escritor brasileño Jorge Amado, el concurso “A Visita da Cornélia”. O “Tal Canal”, del humorista Herman José. Y algunos más. Programas osados. Servicio público, como pocas veces tuvo la RTP.

Retos del servicio público

¿Cuáles son los actuales desafíos del servicio público de televisión? El mayor desafío para la RTP es, fundamentalmente, reunirse con lo mejor de su pasado. Se trata de que la RTP reencuentre la osadía e inteligencia de hacer televisión, preparando de esta forma su migración para la era digital.

Este aniversario, la RTP lanzó un programa activo de conmemoraciones, principalmente dedicado al presente y el futuro, esquivando un debate necesario sobre el pasado. Como escribió José Carlos de Vasconcelos, director de Jornal de Letras: «(…) por fuerza de las circunstancias o de las personas, la RTP, en estos 50 años, casi siempre estuvo lejos de prestar a los portugueses el mejor ‘servicio público’, que es su razón de ser. Por tal motivo, más allá de conmemoraciones, que se comprenden, será fundamental que éstas no se borren los aspectos negros o sombríos, y, sobre todo, aprovechar la ocasión para abordar un debate serio, profundo, sobre el presente y el futuro; sobre el lugar y el papel, actual, de una televisión de Estado» (Jornal de Letras, 28 de febrero de 2007). Absolutamente de acuerdo. Los años que vendrán son años de una mayor exigencia en el desempeño de los servicios públicos en Europa –en relación con la calidad, la accountability y el escrutinio de la ciudadanía– y Portugal, ciertamente, no escapará a la regla.

(Traducción: Acácia Rios)

Artículo extraído del nº 72 de la revista en papel Telos

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