Si consideramos en perspectiva los aspectos económicos de la lengua de Cervantes, hemos de situarla en estos momentos bajo el prisma de dos conceptos clave: Globalización y Sociedad de la Información. Por una parte, la comunidad hispanohablante crece en número, en protagonismo y, en definitiva, en peso específico, en sociedades de la más diversa índole, unas con una gran riqueza y otras que hasta hace unos años eran consideradas irrelevantes. El idioma que une a estas sociedades constituye, sin duda alguna, su mayor capital.
Por otra parte, el español tiene que hacer frente a un importante reto: su inserción en la Sociedad de la Información. En un mundo en constante transformación tecnológica, en el que compite en la investigación, el desarrollo y la innovación claves para que el español realice el salto definitivo como lengua global, su desarrollo reside en su adaptación y ocupación de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación, en especial todo lo que se produce en el universo Internet o en la sociedad red.
El español es hoy, por lo tanto, un idioma global. No en vano se encuentra entre las cinco lenguas más habladas del planeta, con más de 500 millones de hablantes, y 19 países lo tienen como idioma oficial. Su inserción en el mundo parece imparable. Más de 40 millones lo hablan en Estados Unidos y cada vez son más los que lo demandan como lengua de estudio en buena parte de Europa y en países lusófonos como Brasil que, con una población de casi 190 millones de habitantes, implica un gran potencial de expansión para este idioma.
Debemos alegrarnos de los avances de este condominio lingüístico multinacional que aporta cohesión social, sobre todo dentro de cada país iberoamericano, y los pone en relación a todos ellos. En este sentido el español es un auténtico factor de vertebración intra y supranacional. Valorar y revalorizar estas relaciones se presenta como una tarea capital.
Razones hay, sin duda, para contemplar esperanzadoramente el horizonte actual; pero ha de ser éste un optimismo vigilante, ya que se aprecian en el momento presente algunos motivos de preocupación y cautela derivados de disfunciones, es decir, de desarrollos que no responden a la importancia del número de hablantes.
Por ejemplo: el español todavía no es el idioma en el que se transmite mayoritariamente el pensamiento y la ciencia. Todos sabemos que el inglés continúa siendo la lengua de los avances científicos. O que el español sigue teniendo muy poca relevancia en Internet. En este sentido somos más demandantes que oferentes de producción lingüística en la Red y la participación en la blogosfera (blogs) es relativamente muy escasa.
Y, sin embargo, hoy los idiomas fluyen a través de la fibra óptica. En una revolución similar a la desatada por Johannes Gutenberg hace más de seis siglos, Internet es en la actualidad la gran biblioteca mundial. Una lengua que pretenda contar en el mundo debe tener una presencia potente en la Red. Sin desmerecer el antiguo soporte del libro, hoy el peso del español se mide en bits.
Una de las claves para el desarrollo futuro de la lengua de Cervantes reside en que los principales actores sociales, en una tarea colectiva, sean capaces de catapultarla hasta la Sociedad de la Información, de elevar el idioma del Quijote y todo lo que ello significa al ciberespacio. Las nuevas tecnologías y concretamente Internet han convertido a la lengua española en un sector estratégico de la economía, pero también se han constituido en el espacio en el que se dirimen las grandes apuestas de modernización y avance relacionadas con el idioma. Internet constituye una base para explotar el potencial del idioma en muchas vertientes: comercio electrónico, publicidad, educación, creación de comunidades y grupos, influencia económica, cultural y política, acceso a la información para la toma de decisiones.
Estas y otras cuestiones también centrales, como son el impacto del español en los movimientos migratorios y el español en los flujos económicos internacionales, constituyen un apetecible y necesario objeto de estudio y debate para los expertos y para los propios creadores de la literatura hispana.
Para consolidar el peso económico, político y social del español en el mundo es necesaria una intensa participación de todos los organismos, grupos e instituciones vinculados al idioma. La organización de foros de reflexión, debates, publicaciones y, en general, acciones conjuntas entre las principales instituciones relacionadas con el español, como el Instituto Cervantes y la Real Academia Española, la Secretaría General Iberoamericana, el Real Instituto Elcano, universidades, editoriales, las diferentes administraciones y las grandes empresas, supone un paso fundamental para el fortalecimiento de nuestra lengua.
Por esta razón, importantes instituciones multilaterales trabajan en iniciativas en torno a la lengua española. Y en esta línea, Fundación Telefónica está desarrollando una profunda y amplia investigación, dirigida por el economista catedrático José Luis García Delgado, sobre el valor económico del español, que ya ha comenzado a dar sus frutos, como se podrá comprobar en el desarrollo de los temas que, agrupados bajo el denominador común de Valor económico del español, ocupan el Cuaderno Central de este número de TELOS.
Artículo extraído del nº 71 de la revista en papel Telos
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