Por Fernando Quirós Fernández
En estos primeros años del siglo XXI, la Economía Política de la Comunicación (en adelante EPC) iberoamericana está aportando, en el marco más amplio de la teoría crítica, un buen número de publicaciones que ponen de manifiesto, a ambos lados del Atlántico, que la pretensión culturalista como antes la funcionalista de ser paradigma dominante está cada vez más cuestionada. Esto es consecuencia no sólo del vigor que está cobrando la Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura (ULEPICC) que cuenta ya con secciones muy activas en Brasil, Argentina, Venezuela y España sino del gran número de publicaciones teóricas y análisis de casos que sus integrantes están poniendo a disposición de la comunidad científica. Este empuje, además, rompe el monopolio anglosajón en los trabajos económicos políticos. Recientemente se ha celebrado un encuentro entre ULEPICC, la Asociación Internacional de Estudios en Comunicación Social (AIECS) y la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), asociaciones que mantienen una vigorosa sección de EPC.
La EPC en España y América Latina
Es preciso decir, desde ahora mismo, que el camino de la EPC en España y América Latina ha sido algo más que azaroso. En España, hay que esperar a los años 80 para encontrar estudios críticos cuyo enfoque sea propio de la EPC. Probablemente, la razón esté en que la dictadura franquista, amén del control político, se limitó a convertir las viejas escuelas oficiales de Periodismo, en facultades de Ciencias de la Información, cuyos profesores venían en gran parte de las escuelas profesionales o de facultades universitarias ajenas hasta ese momento a la investigación de la comunicación de masas. De ahí la pervivencia de formas anacrónicas de estudiar la comunicación como la «Ciencia del Periodismo» y la importación sin reflexión crítica del funcionalismo, sobre todo en la Universidad Complutense de Madrid.
En América Latina, los años de dictaduras de la Seguridad Nacional y la implantación de las teorías económicas de la Escuela de Chicago, junto a la derrota política del Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC / 1970-80) tuvieron el efecto de borrar de un plumazo del panorama investigador latinoamericano a los principales investigadores de las Políticas Nacionales de Comunicación. El hueco fue llenado por la ilusión culturalista. Se llegó a falsear la historia de la investigación en América Latina. Todo con tal de enterrar el enfoque marxista, donde se contempla la sociedad capitalista como una sociedad de clases en la que los medios son una parte de la arena ideológica en la que varias perspectivas de clase combaten, siempre en un contexto de dominación de unas sobre otras; el control ulterior se concentra cada vez más en el monopolio del capital; los profesionales de los medios, aunque gozan de la ilusión de la autonomía, se socializan e internalizan normas de la cultura dominante. Los medios de masas, tomados en su conjunto, proporcionan marcos interpretativos consonantes con los intereses de las clases dominantes, y las audiencias de los medios, que en algunos casos negocian o contestan estos marcos, carecen del acceso adecuado a sistemas de sentido alternativos que les permitirían rechazar las definiciones proporcionados por los medios en favor de las definiciones opuestas.
No está demás recordar a Ferguson y Golding (1996), quienes refiriéndose al estado de la cuestión, escribieron: «A ambas orillas del Atlántico hallamos estudiantes a punto de terminar la carrera que, cuando terminan los programas de estudios culturales, son capaces de ofrecer los más elegantes y detallados discursos sobre Derrida o la teoría lacaniana y, sin embargo, ignoran las amenazas a la televisión de servicio público o las tendencias legislativas e industriales que erosionan la pluralidad de los medios de comunicación y la diversidad democrática. A veces la primera e impaciente respuesta está entre el pesar y el desespero (…) A esto se injertó el postmodernismo francés y el pragmatismo norteamericano en una nueva, pero perfectamente disociada mélange de intereses y enfoques».
Nueva generación de ensayos e investigaciones
Sin embargo, existe una nueva generación de investigadores, que en ocasión del Primer Encuentro de Economía Política de la Comunicación del MERCOSUR (mayo de 2001), suscribió la llamada Carta de Buenos Aires (www.ulepicc-es.org/carta.htm), y dos años después, con motivo del III Encuentro de Economía Política de la Comunicación celebrado en Sevilla, funda la ULEPICC. Desde entonces, el perfil bibliográfico que muestra la EPC iberoamericana es cada vez más rico.
En España, siguiendo la estela de los trabajos de Enrique Bustamante y Ramón Zallo sobre las industrias culturales españolas (1988); Marcial Murciano sobre la estructura y dinámica de la comunicación internacional (1992); Juan Carlos de Miguel sobre los grupos multimedia (1993), y, dicho sea con toda modestia, yo mismo sobre el poder mediático en la era de la globalización (1998), aparece en 2001 un libro colectivo con participación de autores de universidades españolas y latinoamericanas que, tuve el placer de dirigir junto a Francisco Sierra, autor a su vez de un análisis histórico y crítico sobre el papel de la comunicación educativa (2002). Asimismo, el profesor Bustamante ha coordinado una espléndida investigación sobre la comunicación y la cultura en la era digital (2002 y 2003).
Guillermo Mastrini y César Bolaño publicaron como coordinadores un estudio sobre la globalización y los monopolios de comunicación en América Latina (1999), recorriendo la evolución histórica de la EPC, como enfoque teórico, aplicándola después a los casos de Argentina, Brasil, México y Uruguay. En cierto modo este texto anuncia los de Bolaño (2000) y Martín Becerra (2003), en los que ofrecen un cuadro teórico y analítico amplio para el análisis de las industrias culturales y de los medios masivos en el capitalismo, y exploran la frontera entre la EPC, las Ciencias Sociales y las teorías de la Comunicación, sin dejar de señalar que el proyecto de la Sociedad de la Información es una realidad tecnológica apoyada en doctrinas y políticas construidas por los países centrales.
Los textos de más reciente aparición, que comentaremos ahora, tratan precisamente de que el lector comprenda que el avance de la convergencia de todos los sectores de la comunicación incluyendo las telecomunicaciones y la informática, el surgimiento de nuevas tecnologías informativas, la expansión planetaria de las redes telemáticas y la consolidación de la televisión segmentada, entre otros fenómenos, hacen necesario pensar críticamente la comunicación. Dicho de otra forma: los cambios producidos en el sistema económico y en la geopolítica internacional por el proceso de globalización capitalista, que se han traducido en los últimos años en una creciente actividad de macroempresas multimedia, ligadas de una forma u otra al capital financiero, han tenido efectos en las políticas públicas de comunicación y han sido, con muy pocas excepciones, concordantes con la desregulación norteamericana y la liberalización europea. En los países del Sur este fenómeno adquiere una gravedad innegable.
* El primero de estos textos, Economía Política, Comunicación y Conocimiento. Una perspectiva crítica latinoamericana (Bolaño, Mastrini y Sierra [eds.], 2005), reposa sobre tres pilares teórico-epistemológicos. A saber:
1. Identificar el concepto fetiche de la globalización como principal referente teórico que determina el debate político e intelectual en el campo de la comunicación.
2. La EPC es una línea de pensamiento emancipadora, pero es vital que se reconstruya la formación de sus objetos de estudio. Los nuevos estudios en y sobre América Latina tienen aquí la virtud de favorecer el estudio de las lógicas de la Sociedad Global desde una perspectiva periférica, lo que hace explícito el funcionamiento completo de ésta.
3. Es imprescindible que la teoría desde la que se explica la Sociedad Global se ligue a los movimientos sociales emergentes, vinculando la actividad investigadora con el afán emancipador de estos colectivos.
Estos tres postulados siguen la línea abierta con la Carta de Buenos Aires.
Prologado por Armand Mattelart, trata de proporcionar, al lector sólidas reflexiones teóricas y herramientas de análisis que le permitan comprender los problemas centrales de la EPC en el cúmulo de transformaciones introducidas con la revolución digital.
* El segundo texto, titulado Hacia la Sociedad de la Información y el Conocimiento (Delia Crovi, [coord.], 2004), recoge las conferencias, ponencias y comunicaciones del «II Coloquio Panamericano de Comunicación» (PANAM II), celebrado en Zacatecas (México), en septiembre de 2003. Sin desmerecer ninguno de los textos publicados, pienso que la conferencia inaugural, pronunciada por Gaëtan Tremblay, «Redes de comunicación, aprendizaje y sociedad», enmarca y da coherencia a toda la obra, al situar el nivel socioeconómico en el primer lugar para el análisis de las actividades de formación a través de redes de comunicación. Así, el profesor Tremblay (2004) sostiene que «el análisis debe, por supuesto, poner en evidencia los elementos innovadores de las prácticas de formación de los profesores y de aprendizaje de los estudiantes que se apoyan en la innovación tecnológica. Pero el acento en la mercantilización y la industrialización son tendencias de peso en las sociedades contemporáneas y es sólo en este contexto cuando los experimentos pedagógicos innovadores adquieren todo su sentido social». Lo que nos recuerda al desaparecido Herbert Schiller para quien la EPC «trabaja constantemente en la infraestructura y en la estructura. En este constante entremezclamiento que nos obliga a trabajar en varios niveles, no debe olvidarse que la sociedad se estructura en clases. No reconocer que existe una clase dominante basada en su propiedad y en su capacidad de tomar decisiones fundamentales es perder la capacidad de clasificación. El problema crucial es cómo lo enfoques dominantes se filtran a través de grupos que no tienen la misma base de propiedad» (Mosco, 1983).
* Este pensamiento de H. Schiller está presente en la última de las obras de este balance bibliográfico. En Mucho ruido, pocas leyes. Economía y políticas de comunicación en la Argentina (1920-2004), libro colectivo de la cátedra de Políticas y Planificación de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires coordinado por Mastrini (2005), se reconoce que en una sociedad en que los medios de comunicación son una referencia insoslayable en la definición de la agenda pública, incluso para el ámbito académico la crítica de la EPC puede resultar incómoda y difícil. Por eso toma como base los trabajos teóricos de los clásicos de la EPC, para abordar el estudio de cuatro periodos históricos en la historia de las políticas públicas de comunicación en la Argentina, poniendo el acento en que frente al proyecto neoliberal de desligar los análisis económicos de sus consecuencias políticas, recuperando así la tradición de la «escuela crítica latinoamericana» en la lucha por la democratización internacional de la comunicación y la articulación de Políticas Nacionales de Comunicación.
Combatiendo el pensamiento único
Hace diez años el investigador venezolano Antonio Pasquali (1995) escribía: «hemos ingresado globalmente, y por de pronto sin retorno, en la era de la Plutocracia, hay cola para postrarse ante el dinero. El desinterés, la solidaridad social y la mística del servicio público son enviados al archivo muerto de los valores obsoletos. La guardia pretoriana del postmodernismo tilda de jurásicos a quienes osan invocar la verdad y razón, justicia o valores». Puede que Pasquali siga teniendo razón, porque tanto desde los mentores del pensamiento único como desde los postmodernistas que gustaban de hablar de la fragmentación y de la fusión de todas las metáforas, se pretendía que el análisis crítico desapareciese, sobre todo si tenía base marxista, porque el capitalismo por sí solo nos había traído un nuevo mundo feliz e igualitario basado en los capitales financieros y en las redes de comunicación.
Los tres textos que hemos comentado eluden la gran trampa de la globalización con su mito de la democracia mediática incorporado: el cambio de agenda teórica. Según esto, puesto que ya no estamos en los años 70, ni en los primeros 80, los conceptos clave del debate de aquellos años, especialmente los de acceso y participación, se difuminan. Hoy, los investigadores que trabajan en la EPC están rescatando esos conceptos del olvido del deliberado olvido al que los relegó el pensamiento único. Acceso no es más que a aumentar la disponibilidad de medios en todos los rincones del planeta; participación es mucho más que la soberanía del receptor y la realización de la ciudadanía en el consumo.
Bibliografía
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Artículo extraído del nº 67 de la revista en papel Telos