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La presencia de ALAIC en la comunidad latinoamericana de Ciencias de la Comunicación


Por Margarida M. Krohling Kunsch

La búsqueda de una identidad institucional

La Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), creada en 1978, surgió para aglutinar a los investigadores latinoamericanos, intentando incluir a América Latina en la comunidad mundial de investigadores de las ciencias de la comunicación. Bajo el liderazgo de Antonio Pasquali y Luis Ramiro Beltrán, un grupo de investigadores de diferentes países resolvió fundar una asociación que permitiese una mayor representatividad institucional de la región frente a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y a la Asociación Internacional de Estudios en Comunicación Social (Aiecs).

En este contexto, la entidad se encaminó a apoyar investigaciones sobre la democratización de los medios de comunicación masiva, la preservación de las culturas nacionales y el desarrollo de proyectos destinados a fortalecer la propuesta de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (Nomic). La actuación inicial de ALAIC, aunque restringida a un pequeño grupo de investigadores, fue intensa. Una de sus iniciativas más relevantes, por ejemplo, fue la publicación de las bibliografías de comunicación producidas en países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú, que expresaban la investigación y producción científica que venía siendo generada en el campo.

Los problemas económicos que asolaron la región en la década de 1980 y el debilitamiento de la Unesco, a partir de la retirada de Estados Unidos e Inglaterra de su seno, tuvieron como consecuencia la escasez de recursos destinados a proyectos dirigidos a los países del Tercer Mundo, afectando directamente al ciclo natural de crecimiento de ALAIC. La entidad se constriño y perdió visibilidad institucional de cara a la comunidad académica de la región.

Reconstrucción y nuevas dimensiones

En 1988, durante la conferencia bianual de la Aiecs celebrada en Barcelona, se pudo constatar la fragilidad de la representación individual e institucional de la región latinoamericana. En aquel momento se evidenció la necesidad de desencadenar un proceso que agrupara a los estudiosos latinoamericanos de la comunicación. El desafío era reconstituir ALAIC. Y esto se realizó a través de las entidades científicas actuantes en la región, como la Sociedade Brasileira de Estudos Interdisciplinares da Comunicação (Intercom) y la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC).

Como presidente de Intercom en aquella época, participé, junto con otros colegas brasileños y mexicanos, en la reconstrucción de la entidad, rescatando sus estatutos originales del acervo documental del Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (Ciespal) y participando de la asamblea de reconstitución. Esta tuvo lugar en 1989, en ocasión de la celebración del XII Congreso Brasileño de Ciencias de la Comunicación (Intercom), en Florianópolis, donde se eligió presidente al profesor e investigador brasileño José Marques de Melo.

A partir de entonces ALAIC adquirió otra dimensión. Gracias a una serie de actividades, se proyectó junto a la comunidad internacional. En 1992, realizó en Guarujá (Brasil) el Primer Congreso Latinoamericano de Ciencias de la Comunicación. La semilla plantada en aquel momento germinó y, desde entonces, ALAIC promueve sus congresos bienales en universidades de diferentes países de Latinoamérica. Estos eventos se han transformado en un valioso instrumento para el diálogo entre los investigadores de la región y la configuración de la denominada Escuela Latinoamericana de Comunicación.

La configuración de la comunidad latinoamericana

La comunidad latinoamericana, por su propia capacidad emprendedora, ha conseguido superar las dificultades de orden infraestructural-institucional y financiero, y generar nuevos conocimientos. Debido a la peculiaridad de su pensamiento y a la riqueza de su producción científica, podría ocupar un espacio mucho más preponderante en el medio académico mundial. En mi opinión, falta una mayor autoestima por parte de los propios investigadores y una mejor valoración y divulgación de la literatura disponible. Un caso concreto, por ejemplo, es la poca utilización de libros y periódicos brasileños que realiza la comunidad hispánica de la región. Esto se debe, principalmente, a la ausencia de políticas institucionales más claras en esa dirección.

Varios son los grupos de investigación diseminados por los países latinoamericanos. Es difícil establecer en estas líneas el estatus de la investigación de estos grupos, tarea que demandaría un profundo estudio. Algunos de estos grupos se destacan por ser pioneros en alguna temática, por su número de cursos de postgrado o por su producción científica. Hay países donde éstos son emergentes y ofrecen perspectivas de futuro muy interesantes; tal es el caso de Bolivia, donde en 1999 se creó la Asociación Boliviana de Investigadores de la Comunicación (Aboic).

Muchos de los pioneros de la Escuela Latinoamericana de Comunicación, en sus respectivos países, formaron toda una nueva generación que hoy despunta y se amplía. Por otro lado, una parte de aquellos protagonistas fundadores se aisló o abandonó la Academia, como ocurrió, por ejemplo, en Chile. Este hecho demuestra por qué algunos países avanzaron más que otros y hoy tienen grupos de estudio más sólidos.

Brasil se destaca por ser el mayor centro de postgrado de la región y por su significativo número de doctores en comunicación. Por cierto, son muy pocos los cursos de postgrado stricto sensu existentes en Latinoamérica. Así, muchos investigadores están obligados a recurrir a otras áreas de las ciencias sociales o a cursar su postgrado en otros países y por medio de convenios.

Si comparamos las condiciones institucionales de la generación de investigadores surgida a partir de la década de 1990 con las de la generación de investigadores de los años 70, observaremos que la nueva generación está en desventaja. La financiación de la investigación es cada vez más escasa y en la mayoría de los países más pobres no existen políticas de incentivo y apoyo a la ciencia y a la tecnología. Se trata, en general, de jóvenes que están asumiendo puestos de liderazgo en sus universidades de origen, con mucho potencial, pero sin las condiciones ideales para un crecimiento intelectual más provechoso.

La pluralidad del pensamiento comunicacional

En la compleja sociedad en que vivimos es difícil hacer pronósticos. América Latina acompaña las tendencias mundiales, destacándose en el estudio de temas como: comunicación y educación; Sociedad de la Información; cibercultura; Internet; procesos mediáticos; comunicación política; exclusión social/ciudadanía; responsabilidad social; políticas de comunicación; comunicación intercultural; economía política de la comunicación; comunicación pública; estudios de recepción; estudios culturales; comunicación organizacional; prácticas profesionales del área, etc.

Todas estas temáticas están contempladas en los 21 grupos de trabajo (GT) de ALAIC, los cuales constituyen un importante espacio para analizar las grandes problemáticas de la contemporaneidad estudiadas en universidades y centros de investigación. Las sesiones de estos GT, en los congresos bienales, permiten un debate plural, que converge en el intercambio de experiencias y mayor integración entre los investigadores. Su creación fue la mejor forma encontrada por ALAIC para realizar su misión como entidad científica de la comunicación latinoamericana, abriendo un espacio para que las actuales y futuras generaciones consoliden cada vez más las Ciencias de la Comunicación en nuestras sociedades.

(Traducción: Luis A. Albornoz)

Artículo extraído del nº 61 de la revista en papel Telos

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Margarida M. Krohling Kunsch