El artículo diferencia el empleo de nuevas tecnologías de la información en la enseñanza latinoamericana, de las acciones gubernamentales emprendidas para incorporar la educación al proceso de construcción de la Sociedad de la Información. Identifica, asimismo, las grandes tendencias de la investigación que se realiza en América Latina y los aspectos que aún faltan por estudiar sobre el vínculo Educación-Sociedad de la Información.
En América Latina el vínculo de la educación con las tecnologías de la comunicación ha estado atravesado por dos ideas centrales; una alimentada desde el propio sector educativo y la otra desde fuera. La primera se refiere a que cada nueva generación tecnológica se vislumbra como la gran panacea que, por fin, vendrá a saldar los rezagos de la enseñanza en la región. La segunda, construida desde la sociedad, sostiene que la educación es lenta cuando se trata de incorporar a sus propuestas recursos tecnológicos de reciente desarrollo, así como otros avances de orden diverso.
Sin embargo, en la relación que la educación construyó, primero, con las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y, luego, con el concepto Sociedad de la Información (SI), estas premisas no se cumplen cabalmente. Quizá ese sea el rasgo inicial de este vínculo, al que haré referencia separando dos ideas: la incorporación de las TIC a la enseñanza y la construcción de la SI. Finalmente, concluiré estas reflexiones enunciando algunas tendencias y urgencias que caracterizan a la investigación sobre el tema.
El uso de las TIC en América Latina comienza a promoverse a mediados de la década de 1980, coincidiendo con los años en los que algunas innovaciones tecnológicas empiezan a ser empleadas de manera más o menos regular en ciertos sectores sociales. Pero su incorporación no puede explicarse desde la perspectiva tecnológica, sino desde la imposición del modelo político-económico neoliberal, que paulatinamente iría reemplazando las premisas de una educación concebida para la sociedad industrial por una educación para toda la vida, ofrecida en cualquier espacio y tiempo, vinculada estrechamente con el sector productivo, basada en las necesidades curriculares de los alumnos y costeada por ellos mismos.
En este contexto, es posible hablar de una incorporación más o menos rápida de las TIC a la educación, aunque muy desigual. La rapidez se debió a que la educación se vinculó, directamente y sin tapujos, con los sectores productivos. Se trataba, además, de tecnologías que prometían cumplir con algunos anhelos alimentados en décadas anteriores: la posibilidad de pasar de la explicación a la interacción gracias a la comunicación horizontal y dialógica entre educadores y educandos. A través de estos nuevos medios, por primera vez, los recursos multimedia permitían echar mano de diferentes lenguajes para canalizar los contenidos educativos, así como ofrecer de la comunidad educativa un gran volumen de información, salvando barreras de distancia y tiempo.
Pero las posibilidades ofrecidas por las TIC no fueron ni son accesibles a todos los niveles de enseñanza ni a todas las instituciones educativas. Como ya había ocurrido en generaciones tecnológicas anteriores, los nuevos recursos se encaminaron a mostrar sus ventajas en los niveles medio-superior y superior de enseñanza, desdeñando (al menos en una primera etapa) la enseñanza elemental, básica y media. Asimismo, mientras algunas instituciones incorporaban estos recursos de manera más o menos veloz, otras pasaban a integrar el grupo de escuelas excluidas del uso de las TIC. Como resultado, una buena parte de las instituciones (en especial las públicas) pasó a alimentar la brecha digital entre naciones desarrolladas y países periféricos, como los latinoamericanos.
En América Latina la influencia más destacada de las TIC en educación se da en los programas a distancia, empleados históricamente como un recurso para abatir rezagos. Esto no quiere decir que su incorporación no haya propiciado innovaciones en el aula. Aunque estos cambios existen, dependen más de actores individuales y situaciones coyunturales que de planes y propuestas institucionales. Es posible, incluso, sostener que las primeras incursiones de las TIC en las instituciones educativas se dan en el ámbito administrativo más que en el académico y, para algunos planteles, lamentablemente, tales innovaciones han quedado encerradas tras las puertas de la dirección o de la administración.
En este contexto, instituciones privadas o mixtas comienzan a visualizar las posibilidades económicas de los nuevos medios, que pasan a convertirse en un recurso de promoción de la propia institución. La disponibilidad de TIC en escuelas privadas se convierte, así, en un argumento que las identifica con la modernidad y los cambios promovidos por las políticas neoliberales: libre mercado, individualismo y enseñanza instrumental.
Como resultado de estas tendencias, privatizar la enseñanza y reducir el presupuesto educativo fueron las acciones aplicadas, sin enunciarlas, por los gobiernos de la región. Así, en la medida en que el Estado de bienestar pasa a ser un Estado mínimo, se van recortando recursos para la educación, en tanto que avanza el sector privado como posible respuesta a las necesidades existentes.
Pero contrariamente a lo que sucedió, por ejemplo, en el sector mediático donde las privatizaciones fueron directas, anunciadas y concretadas como tales, en el sector educativo se llevó a cabo un proceso más o menos silencioso, aunque no por ello menos evidente. El modelo neoliberal impuesto en la región a partir de los años 80 buscó por la vía de la reducción de los presupuestos evitar confrontaciones directas. Puesto que desde el punto de vista cultural y social, la enseñanza gratuita y obligatoria constituía una reivindicación de otros tiempos, difícil de arrebatar al imaginario popular se fue privatizando lisa y llanamente escuelas y universidades.
Mientras el modelo neoliberal promovía la disminución de recursos para la educación pública, las ventajas que ofrecían las TIC a los procesos educativos jugaban en favor de la enseñanza privada, sector que las identificó como el factor capaz de multiplicar educandos y reducir costes en la producción de contenidos. El acento se puso en la posibilidad de atender un creciente número de alumnos que pagan por su propia formación, aligerando la inversión original mediante el empleo de mecanismos de reproducción con estatus jurídico y estructuras de distribución diversas. Estos procesos de reingeniería educativa, en los cuales las redes de comunicación ocupan un lugar central, buscan imitar las acciones masificadoras de los medios a fin de convertir a la educación en un sector «industrializable», aunque todavía no industrializado totalmente (Tremblay, en Crovi, 2004).
Como resultado de estas y otras acciones se establece un panorama dual que ubica a las escuelas públicas carentes de recursos tecnológicos por un lado y a los empresarios del saber en cuyas manos están las ventajas de las TIC por otro. Pero si frente a generaciones tecnológicas anteriores las TIC ganaron en rapidez al incorporarse a la enseñanza, hasta ahora no constituyen la panacea capaz de responder a las necesidades del sector debido a la tendencia a mercantilizar e industrializar la educación.
El concepto de Sociedad de la Información surgió con posterioridad a la incorporación paulatina de las TIC a la enseñanza. En América Latina su relación con la educación se construyó por vías institucionales. Como sabemos, a través de los discursos y condiciones de los organismos internacionales (OCDE, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo y Unesco, entre otros), la SI fue promovida como un nuevo modelo de progreso para las naciones menos desarrolladas. El espíritu de ese discurso ve en la educación un medio y un fin para alcanzar la SI, por lo que programas nacionales prontamente se adhieren a esas propuestas y las plasman en acciones tendentes a acortar la brecha digital.
Sin duda, la Unesco fue el organismo clave para establecer las bases de la nueva educación, primero, a través de la obra de Jacques Delors La educación encierra un tesoro (1996), y, dos años más tarde, por medio de los documentos que emanaron de la «Declaración mundial sobre educación superior en el siglo XXI: visión y acción» (ED-98/CONF.202/3, 1998). Estos textos colocaron en la agenda internacional el tema de la educación para la SI y promovieron las bases de los programas que las naciones latinoamericanas diseñaron con el objetivo manifiesto de lograr mayor acceso a Internet y el latente de formar usuarios de las redes capaces de aplicar sus conocimientos en los sistemas productivos que las emplean.
Virtualizar los procesos educativos; brindar acceso igualitario, equitativo y pertinente a la educación; evaluar su calidad, y reconfigurar el papel de los actores que intervienen en el proceso de enseñanza fueron los pilares en torno a los cuales los países crearon sus propios programas en red. Sin embargo, a pocos años de la puesta en marcha de éstos, sólo quedan recuerdos de su desatino y la herencia de una creciente virtualización de la administración pública, cada vez más visible en los sistemas de recaudación de impuestos.
En este contexto es posible afirmar que el vínculo de la educación con la SI, aunque se inició por vías institucionales, no llegó a concretarse en ese ámbito. Por el contrario, está recorriendo en libertad el camino hacia su creciente mercantilización e industrialización, de la mano de nuevos actores e instituciones de enseñanza que buscan extraer la mayor ganancia de esta generación tecnológica.
La investigación: tendencias y urgencias
Los cambios que se produjeron en el sector educativo latinoamericano han despertado un enorme interés por analizar las instituciones educativas del modelo neoliberal, en especial las de educación superior, históricamente consideradas como formadoras de cuadros científicos e intelectuales. Existe, asimismo, interés por analizar las transformaciones experimentadas por la enseñanza tradicional en lo que se refiere al nuevo papel que juegan los actores del proceso educativo: el maestro convertido en tutor, el alumno co-responsable de la construcción del conocimiento. Los materiales y, de manera destacada, las condiciones de virtualidad en que se llevan a cabo muchos de estos procesos de enseñanza con ayuda de Internet, es otro de los temas de interés que la investigación ha venido abordando. Sin embargo, los estudiosos de la comunicación sólo han encarado parcialmente estas tendencias. El énfasis hasta ahora ha sido puesto en el uso de las TIC y sus lenguajes en los procesos de enseñanza, en la recepción educativa, en el análisis de programas en red para la SI.
Pero la comunicación educativa como campo relacional, mediático, interdiscursivo y transdisciplinario (De Oliveira, en Valderrama, 2000) tiene frente a la SI y a las TIC desafíos de investigación que se sitúan en el orden económico, político, tecnológico y, por supuesto, pedagógico. Si hasta ahora el campo que más ha atraído a la comunicación es el tecnológico y sus derivaciones en los lenguajes, el acceso, la apropiación y la recepción, es pertinente tener en cuenta que urge abordar aspectos tales como las políticas públicas en materia de educación y SI, la incipiente industrialización de la educación y la creciente inversión en recursos para investigación de plataformas (software) para la educación en red. Urge también analizar desde la economía política la emergencia de los nuevos actores de la enseñanza privada, algunos de los cuales están emparentados con las industrias mediáticas o las corporaciones industriales y de servicios.
La educación está pasando de un modelo público a un mercado abierto donde aparecen nuevos intereses y actores. En este contexto, su relación con la SI reafirma, una vez más, la necesidad de contar con investigaciones transdisciplinarias en las cuales la comunicación puede jugar un papel destacado analizando los múltiples modelos y estructuras que dan forma a la nueva educación.
CROVI DRUETTA, D. (coord.): Comunicación y Educación. Perspectiva latinoamericana, ILCE, México D.F., 2001.
TREMBLAY, G.: «Redes de comunicación, aprendizaje y sociedad», en CROVI DRUETTA, D. (coord.): Actas de PANAM 2. Hacia la sociedad de la información y el conocimiento, UNAM, México D.F. (en prensa).
VALDERRAMA, C. E.: Comunicación-educación. Coordenadas, abordajes y travesías, Siglo del Hombre Editores, Bogotá, 2000.
Artículo extraído del nº 61 de la revista en papel Telos