Editorial Universidad Católica Andrés Bello. Carlos Colina. El lenguaje de la Red. Hipertexto y posmodernidad Caracas, 2002 |
Carlos Colina es investigador del Centro de Investigaciones de la Comunicación (CIC) en Caracas donde dirige el proyecto «Multimedia y Posmodernidad» dentro del que se enmarca este libro, que según el propio autor es tributario y heredero de algunos trabajos desarrollados en el marco de ese proyecto de investigación. Esto ayuda a comprender un texto que en algunos casos resume teorías y planteamientos seguramente tratados de forma más amplia en otras partes de la investigación.
El libro está dividido en tres partes. En la primera, «De los signos al texto (algunas aportaciones de semióticos, analistas del discurso, postestructuralistas y afines)», el autor hace un resumen histórico comentado de la evolución de las tesis semióticas y del estudio del lenguaje y la comunicación, en el que no hay demasiadas referencias al objeto planteado en el título del libro ni a los cambios que suponen las nuevas formas de comunicación en Red. El repaso de autores como Saussure, Jakobson, Barthes, Eco, Fabri, Verón, Foucault, Poster o Lyon y de sus postulados es minucioso; quizá demasiado exhaustivo para un resumen, pero demasiado breve para una explicación.
En la segunda parte, «Semiótica multimedia», intenta proyectar las teorías recopiladas anteriormente sobre las nuevas formas de comunicación hipermedia. Se plantea el papel actual y el futuro del libro escrito que, aunque no desaparecerá si sabe ocupar los huecos que dejan unos medios electrónicos demasiado especializados, deberá afrontar cambios sustanciales derivados de la ubicuidad de la Red, la restricción de los privilegios del autor y la pérdida de poder de las editoriales. En el libro no se hace ninguna valoración del poder de selección, promoción y prescripción de estas empresas, pero, entre otros temas, analiza la relevancia de cuestiones como la importancia de la imagen en los nuevos modos de representación, la interactividad (entre sujetos y entre sujeto y documento) y da algunas claves, no demasiado extensas, para analizar la realidad virtual.
La tercera y última parte, «El hipertexto en su contexto», es un análisis de la sociedad posmoderna, de las influencias recíprocas entre sociología y tecnología a la hora de definir el entorno del hipertexto, además de un repaso a las aportaciones de algunos autores posmodernos como Lyotard, Baudrillard, Virilio o Vattimo. En su planteamiento Colina reconoce que se trata de un comentario somero de algunos autores relevantes.
El texto se completa con un glosario que, como el resto de la obra, se dedica más a conceptos lingüísticos y semióticos que a los nuevos términos relacionados con las nuevas tecnologías.
La necesidad de nuevos parámetros
El problema es que las nuevas formas de comunicación relacionadas con la Red plantean novedades demasiado sustanciales, que dificultan su análisis y estudio acudiendo a las categorías planteadas por los teóricos durante el siglo XX. Como el propio autor reconoce, el problema es que «El nuevo tipo de interacción que surge con los nuevos medios exige un esfuerzo teórico y conceptual importante. Las tipologías mediáticas suelen fracasar…»; pero la revisión de estas categorías y su adecuación a nuevos medios requerirá un análisis mucho más pegado al consumo y al uso de Internet y otros medios como los videojuegos y las nuevas formas de ocio.
Puede constatarse pues, que el esfuerzo de Colina para crear un discurso coherente a partir de un amplio conocimiento de las teorías planteadas en la primera parte del libro es considerable. Pero llegado el momento de analizar el lenguaje de la Red, las categorías definidas parecen quedarse cortas y limitar el resultado. Quizás porque, en la búsqueda de una «semiótica multimedia» es necesario enfrentarse a los cambios que presentan las nuevas formas de comunicación en Red con espíritu científico, pero también es imprescindible adaptar el análisis a los nuevos parámetros de una realidad todavía mutante más que adecuar esos parámetros al análisis que hasta ahora hacíamos de otros medios.
En suma, nos enfrentamos a un cambio radical no sólo de las formas de comunicación sino también del papel de los actores que en ellas participan. Internet, los videojuegos, las comunicaciones móviles, la realidad virtual y otras formas de comunicación todavía por llegar dibujan un nuevo tablero de juego. Y Colina detecta en este libro tales cambios y plantea la necesidad de renovación de algunas categorías. Sin embargo, la novedad no debe limitar nuestra pretensión de estudio y análisis ni conseguir distanciarnos de unos medios que, en la mayoría de los casos, se encuentran prácticamente vírgenes en lo que a estudios profundos se refiere. El hecho es que los consumidores/espectadores dedican cada día más tiempo (de ocio, pero también de trabajo) a estas nuevas formas de comunicación. Y que por tanto la investigación es imprescindible, aunque no se puede basar en antiguos esquemas ni plantearse alejada de los usuarios y sus prácticas.
Artículo extraído del nº 58 de la revista en papel Telos