En el año 2010, Bill Gates, fundador de Microsoft, señalaba que «[…] en cinco años las mejores clases estarán disponibles por Internet […]». Han pasado cinco años y se ha cumplido su afirmación. Los centros educativos más prestigiosos, como la Universidad de Harvard o el Massachusetts Institute of Technology (MIT) ofrecen cursos en línea a sus estudiantes. Páginas webs como la Khan Academy han abierto formación de calidad a miles de individuos.
Las reglas del juego han cambiado porque la sociedad donde vivimos también ha cambiado. Vivimos en la Sociedad de la Información y del Conocimiento (SIC), donde estamos cada vez más interconectados y abiertos a nuevos estímulos.
La SIC ha traído consigo nuevas formas de trabajar, de relacionarnos y de educar. Desde las Administraciones Públicas no se puede ser ajeno a estos cambios. Por el contrario, el objetivo debe ser adaptarse y trabajar con responsabilidad, ofreciendo a los estudiantes las herramientas necesarias para facilitar su adaptación a la sociedad en la que viven.
Igualmente, los docentes viven en un mundo donde la adaptación a las tecnologías resulta fundamental para conectarse con la realidad del alumnado, que vive conectado a Internet. El exceso de información que los alumnos reciben ha de ser entendido como un medio de enriquecimiento. Sin embargo, no podemos ocultar los peligros latentes, especialmente en las etapas más vulnerables del crecimiento, que existen dentro de la Red.
Es evidente, en esta nueva educación digital, que las herramientas tecnológicas hay que utilizarlas si queremos obtener el máximo rendimiento en el itinerario educativo del alumnado.
Aunque disponga de un espacio reducido para explicar la transformación hacia la nueva educación, esbozaré las líneas generales de la misma: dónde estamos, dónde vamos y cuál es el futuro.
Dónde estamos
Actualmente, la sociedad digital en la que vivimos obliga a una nueva forma de educar. El cambio metodológico se basa no solo en un procesamiento de información, sino también en la generación de estrategias educativas para que nuestros jóvenes adquieran la capacidad de seleccionar, almacenar y recuperar la información relevante para ser aplicada a la resolución de los problemas académicos y cotidianos.
Como señalaba la pedagoga Montserrat del Pozo en una de sus charlas TED, los profesores han cambiado su lugar en la educación, han pasado a ser entrenadores de los estudiantes, haciéndoles expertos en nuevas técnicas. No es suficiente tener conocimientos digitales, sino que avanzamos un paso más hacia un paradigma competencial.
Desde las Administraciones Públicas somos conscientes de que el alumnado utiliza las tecnologías como herramienta habitual para relacionarse con sus iguales o para estudiar utilizando cualquier dispositivo electrónico.
El mundo de estos estudiantes, nativos digitales, es muy diferente al mundo de muchos docentes. Por ello, se debe realizar un proceso de adaptación a esta nueva educación, donde las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) deben considerarse un valioso recurso digital, prestando atención a un mundo al que nuestros menores se enfrentan: amplio, desconocido y muchas veces peligroso. En este sentido, han surgido nuevas formas de acoso que nos sorprenden a docentes, familias y autoridades por su capacidad invasiva y por sus efectos perniciosos sobre niños y jóvenes. Como señalaba el investigador social Manuel Castells, «La habilidad de las sociedades para controlar la tecnología y en particular las tecnologías estratégicamente decisivas en cada época histórica tienen una gran influencia en su destino».
Los educadores deben formarse permanentemente para ser competentes en el empleo de las TIC y poder enseñar el uso crítico de las mismas a los estudiantes de todos los niveles educativos, sin olvidar que debemos encontrar un equilibrio entre la enseñanza tradicional y las necesidades de futuro. Por ello, es posible unir a la tiza y la pizarra las múltiples herramientas que las tecnologías nos ofrecen.
Dónde vamos, cuál es el futuro
La nueva educación digital debe caracterizarse por ser flexible, autónoma y competencial. Tenemos que cambiar la forma en que nuestros alumnos aprenden, salir del libro de texto y utilizar las herramientas tecnológicas. El pedagogo Pere Marques lo pone en palabras muy gráficas: «Las máquinas ampliaron nuestras capacidades físicas, las TIC amplían nuestras capacidades intelectuales».
La obtención de competencias se ha trasladado, por ejemplo, en la oferta de cursos MOOC (Massive Open Online Course) desde los Campus universitarios a las pantallas de los distintos dispositivos electrónicos. Y las universidades que lideren el futuro tendrán que ser excelentes tanto en los ámbitos tradicionales de investigación y docencia como en la gestión de su educación on line.
Para que este cambio avance, es fundamental continuar en el proceso de investigación e innovación. Desde el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (MECD) hemos realizado importantes esfuerzos que se han plasmado, especialmente, en las actuaciones del Centro Nacional de Innovación e Investigación Educativa (CNIIE) y del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF). Ambos están implicados en nuevos planes educativos a nivel nacional cuyo objetivo es conseguir integrar las tecnologías en las aulas, donde el aprendizaje colaborativo, la creatividad y la integración de las TIC sean la base de la educación.
El MECD trabaja colaborando con la Agencia Nacional de Protección de Datos porque, en educación, el saber conocimientos es tan importante como hacer buen uso de ellos, y en este campo, las tecnologías y el uso de las redes sociales necesitan una corresponsabilidad en su ejercicio.
Se proporciona a centros, docentes y estudiantes, formación, facilidades e infraestructuras en el ámbito de las TIC para que puedan desarrollar su actividad mediante el uso de recursos tecnológicos acordes con la nueva educación digital. En este sentido, es importante incidir en la competencia digital del profesorado.
Este planteamiento es extensible al ámbito universitario. En él hemos colaborado, por ejemplo, en la realización de los Premios MiriadaX para MOOC en español. A través de ellos se intenta potenciar las universidades y también nuestro idioma como lengua de conocimiento. De forma paralela, se ha tenido especial cuidado con la normativa sobre las titulaciones on line, para que estas tengan la misma calidad que sus equivalentes tradicionales.
En conclusión
Como señaló Kant, «Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él». Pero la educación cambia. Y el cambio en el siglo XXI se encuentra en las Tecnologías de la Información y el Conocimiento.
Pero ¿por qué no educar en las TIC como un aprendizaje colaborativo en esta nueva educación digital? Desde el MECD se está trabajando en una línea firme de educación, en el Aprendizaje por proyectos y competencias, y en un aprendizaje basado en el proceso de investigación mediante las herramientas tecnológicas. Se están apoyando los formatos MOOC para desarrollar cursos universitarios que, además, potencian el uso del castellano.
Disponer de una ciudadanía, joven, digital y participativa es la suerte con la que cuentan las instituciones. Debemos sacar partido de la misma, moverla para obtener los mejores logros, potenciar su lado más creativo y su proceso de desarrollo lógico de investigación. Para ello, es necesaria la integración de las TIC en el proceso educativo. Tenemos que trabajar por y para los jóvenes, pues son nuestro futuro.
Artículo extraído del nº 107 de la revista en papel Telos
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