En el actual contexto de crisis podemos constatar que hoy, después de una corta ‘era de abundancia’, prácticamente se han diluido los efectos de la rehabilitación de la Europa de posguerra y los factores de cohesión de la reconstrucción europea. Este proceso se consolidó en los últimos años, no solo a través de la aparición de un sistema económico-financiero y una globalización desregulados, sino también, ya en el cambio de milenio, por la consolidación de lo digital de un complejo y casi insondable ‘giro algorítmico’ (algorithmic turn) que todo lo contamina: las finanzas, los media y, sobre todo, la inmersión del ‘usuario’ en la Red.
Por eso mismo, nos parece evidente que el universo de la política no encuentra soluciones para esta ‘reforma’ e indeterminación de la Historia, ni tampoco para los nuevos ‘porteros’ (gatekeepers) de las múltiples experiencias de las ciudadanías indignadas o incluso de los robots que las vigilan; ni para la política, ni tampoco para el sistema de los medios, donde esta tiene su foro de difusión pública por excelencia.
Control excesivo de la información
Volvemos así a un tiempo en el que vemos naufragar el principio de equidad y la mediación de las solidaridades ante la inconsistencia y la falta de respuesta de la política. La cohesión da lugar de nuevo al conflicto y a la aparición de los populismos, y en estos contextos el propio designio europeo y la idea de Europa pueden licuarse rápidamente, por usar el concepto de Zygmunt Bauman.
Las diversas crisis emergentes (burbuja tecnológica, subprime, crisis financiera, climática, etc.) contaminaron rápidamente el proceso social y político, con consecuencias que han originado no solo falsas primaveras políticas y sociales sino, sobre todo, inviernos reales o, mejor, una política verdaderamente tóxica y ‘posverdades’ en estos tiempos de incertidumbre.
De manera progresiva se comprueba la imparable implantación de una ‘física’ de la cultura y de la información, donde los algoritmos y automatismos informacionales que dominan las plataformas digitales reorganizan los propios modelos de selección de la información y de lo noticioso y, por decirlo así, filtran y ‘reescriben’ los acontecimientos y el mundo. La cuestión que se plantea es saber si nos enfrentamos o no efectivamente con el retorno indoloro a una especie de grado cero del conocimiento y de la información, en el que el acceso a las narraciones de los acontecimientos está condicionado y filtrado en función de nuestra propia huella digital y de su correspondiente rastreo mediante modelos predictivos y poderosos sistemas de vigilancia.
Nos parece obvio, por tanto, que el tiempo presente está marcado por impedimentos inesperados:
– El acceso a la información está cada vez más condicionado por intermediarios digitales (Facebook, Google, etc.), cuyas reglas sesgan radicalmente el tradicional gatekeeping (control de acceso) de la era de los mass-media.
– Este algorithmic turn (giro algorítmico) se extiende a ámbitos de extrema sensibilidad, como la esfera económico-financiera y la política, introduciendo en esta última modelos de predicción y microtargeting que anticipan y/o inducen la decisión del propio elector indeciso.
– Este modelo enormemente extendido y casi indetectable de hipercontrol de la información y de la decisión de los ciudadanos reduce la autonomía y el conocimiento; tiene efectos perversos en el plano cívico y político, aunque en estos contextos cada vez más automatizados, todavía permita visualizar algunas ‘grietas’ -escasas- de libertad.
Es en estos espacios de libertad donde se inscribe el debate sobre las prácticas de pluralismo y diversidad en el campo de la comunicación. Aunque el ‘tiempo profundo’ de la Historia aconseje siempre una relativización de la disimetría entre el poder de los flujos y los flujos del poder de la era posmediática, la verdad es que las cuestiones de la diversidad, de la inclusión o del pluralismo son objetivamente una especie de recalcado del viejo campo de los medios. Por eso mismo, vemos hoy cómo este problema no solo adquiere la dignidad mediática que nunca tuvo, sino también, tímidamente, cierta centralidad en las políticas públicas europeas.
Las estrategias de la Unión Europea
Hay que señalar que esta falta de diversidad de Europa y de los medios hacia el otro, el excluido, las otras ‘voces’, no es nada nuevo. Además, es algo que ayuda a explicar justamente la razón de la crisis europea: si el Libro Verde sobre el audiovisual (1984) y particularmente la Directiva del audiovisual europeo (1989) se hubieran cumplido, especialmente en materia de diversidad de las culturas europeas y de respeto de un porcentaje mayoritario de obras europeas en las parrillas de programación de los canales de televisión europeos y, sobre todo, en nuestra opinión, de los servicios públicos de televisión, estamos convencidos de que en los últimos treinta años se habría construido otra cohesión europea y otra unidad en la diversidad de la cultura europea. En este sentido, nos parece obvio que el sistema de los media habría proporcionado así otra aportación al proyecto europeo y a su sistema de comunicación, tal vez concediéndole una legitimación decisiva, que tanto necesita, por otra parte, en los tiempos que corren.
Téngase en cuenta que las estrategias centrales de la UE, denominadas genéricamente como Europa 2020, destacan la cuestión de la inclusión como una de sus prioridades, especialmente en el sentido de disminuir la pobreza y la exclusión social de jóvenes y niños, así como la discriminación de género e incluso en el sentido de valorizar la diversidad cultural. Al final, tener derechos de ciudadanía es algo más que ser reconocido como ciudadano; significa también tener la oportunidad de participar y desempeñar un papel importante en la vida de la comunidad.
Es este contexto en el que debemos tener en cuenta la iniciativa de la Unión Europea de crear un sistema de monitorización del pluralismo de los medios europeos (el MPM, Media Pluralism Monitor)[1], creado en 2014 bajo la coordinación del CMPF (Centre for Media Pluralism and Media Freedom) del European University Institute, con sede en Florencia.
Se dice que más vale tarde que nunca… y es cierto. Se trata de un modelo de análisis extendido actualmente a todos los Estados miembros, cuyos resultados de 2016 se publicarán próximamente, lo que permitirá obtener una imagen más cercana de la realidad de los medios europeos y de los factores de riesgo en materia de pluralismo, diversidad e inclusión.
Los resultados del estudio de 2015 permitían ya percibir que queda todavía mucho por hacer en Europa en esta era de transición de lo analógico a lo digital. De hecho, no está claro que los media europeos no tengan elevados factores de riesgo en las distintas áreas de análisis, como es fácil de percibir en el análisis de los distintos estudios de casos concretos. Estos estudios deberán, no obstante, complementarse y profundizarse en un futuro con análisis de contenidos, ya sean contenidos noticiosos en general o de entretenimiento y de las estructuras de las parrillas de programación.
La diversidad y la inclusión, a debate
Ahora bien, investigar la diversidad del sistema de los medios significa comenzar por verificar si los medios de comunicación dan voz a las comunidades a las que se dirigen, si es un sistema globalmente inclusivo de las minorías y de las mujeres, por ejemplo, tanto en el contenido, como en el empleo o incluso en la propiedad. Un reciente estudio sobre la BBC concluía precisamente que las «minorías étnicas, regionales, nacionales y religiosas están insatisfechas con su visibilidad y representación en la televisión de servicio público»[2]. Si este es de hecho el panorama en la BBC, en los medios en general ciertamente no será mejor. Además, la BBC anunció hace poco tiempo su estrategia en esta área[3], con la intención de incrementar hasta 2020 la lógica de la diversidad y la inclusión, tanto en el plano de los contenidos y de la programación como en el ámbito de los recursos humanos.
La verdad es que en Europa, en general, predomina un cierto silencio político, en particular sobre el respeto de los medios de comunicación de servicio público (Public Service Media o PSM, en sus siglas en inglés) y sobre las políticas públicas sobre diversidad.
Sabemos que la percepción del público sobre estas materias tampoco es desdeñable. Una encuesta del Eurobarómetro[4] publicada recientemente mostraba que los ciudadanos están preocupados por la independencia de la comunicación social, tienen bajos niveles de confianza en relación con los media y les siguen preocupando los efectos de la incitación al odio, especialmente en las redes sociales.
Se trata, por tanto, de una materia central para las actuales políticas públicas europeas, por lo que resulta imperioso que la Unión Europea se convenza, de una vez por todas, de que tiene que ir en busca del tiempo perdido, apostando decididamente por una distribución ampliada de los contenidos europeos, especialmente en los medios de comunicación de servicio público, y garantizando a la vez una prioridad especial para la defensa del pluralismo, de la diversidad y de la inclusión en las políticas públicas de los Estados miembros.
En resumen, por tanto, en la era de los algoritmos y de los intermediarios digitales, es importante reforzar las competencias de los medios de comunicación de servicio público y del sistema de los media en materia de diversidad y patrimonio cultural europeos y, al mismo tiempo, regular las prácticas nefastas de las plataformas digitales.
Traducción: Antonio Fernández Lera
Notas
[1] Véase: http://monitor.cmpf.eui.eu/
[2] Goldsmiths, University of London (2016). A Future for Public ServiceTelevision: Content and Platforms in a Digital World. A report on the future of public service television in the UK in the 21st century [en línea]. Disponible en: http://futureoftv.org.uk/wp-content/uploads/2016/06/FOTV-Report-Online-SP.pdf
[3] BBC (2016). Diversity and Inclusion Strategy for 2016 to 2020 [en línea]. Disponible en: http://downloads.bbc.co.uk/diversity/pdf/diversity-and-inclusion-strategy-2016.pdf
[4] European Commission (2016, noviembre). Special Eurobarometer 452. Report. Media pluralism and democracy [en línea]. Disponible en: http://ec.europa.eu/COMMFrontOffice/publicopinion/index.cfm/ResultDoc/download/DocumentKy/75538
Artículo extraído del nº 106 de la revista en papel Telos
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