Informe sobre el estado de la cultura en España 2016
Enrique Bustamante (Coord.)
Madrid. Fundación Alternativas; Los Libros de la Catarata, 2016, 82 p.
ISBN: 978-84-9097-120-8
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Reflexionar periódicamente sobre el estado de la cultura en cada país debería ser un ejercicio de cordura y de autodiagnóstico necesario y obligado para fundamentar las bases del progreso y de las relaciones sociales e incluso de la salud económica. Y, en este sentido, encontrarnos con la posibilidad de disfrutar con la lectura del tercer Informe sobre el estado de la cultura en España. 2016, organizado y editado por el Observatorio de Cultura y Comunicación de la Fundación Alternativas, debería convertirse en un ejercicio obligatorio de meditación sobre las circunstancias -probablemente tan extremas debido a la crisis económica- en las que se encuentra la cultura, que, tal como se resalta en el propio texto, es el motor del cambio social.
Este informe, coordinado por Enrique Bustamante, viene precedido de dos ediciones editadas por el mismo investigador: el primero, publicado en 2011, fue dedicado a la proyección global de nuestra cultura y el segundo, que vio la luz en 2014, estaba presidido por la era digital. Ambos antecedentes deben ser contextualizados en el entorno político social de sus años de publicación, al igual que sucede con este tercer informe. Es, por tanto, un texto fundamental para contar con variables necesarias que ayuden a entender el cambio social que se está produciendo en nuestro país, quizás con tanta fuerza y tan rápido que está siendo difícil pararse a pensar con calma sobre ello.
En esta línea, el texto se divide en dos partes generales: la primera dedicada a la cultura y cambio en la España de 2016 y la segunda a las visiones transversales y sus políticas culturales para el cambio social.
La cultura, motor y símbolo del cambio
El análisis de los principales sectores culturales se realiza en la primera parte del libro. En su Introducción, el coordinador, Enrique Bustamante, repasa la historia de las coincidencias entre cultura y cambio simbólico de las sociedades contemporáneas, para hacer balance de la crisis de la cultura y de las políticas culturales españolas y concluir que «no sería difícil avizorar un pacto de Estado o un pacto social sobre el tratamiento público de la cultura en nuestra sociedad a partir de 2016».
Entre los sectores contemplados, el mercado del arte es analizado por Francisco Reyes a través de las reflexiones de los principales actores del sector (galeristas, directores de museos y artistas), que proponen políticas culturales que ayuden a mejorar aquellas cuestiones necesitadas de cambios. A continuación, tres expertos acreditados en el ámbito del libro, José María Barandiarán, Manuel Gil y Manuel Ortuño, abordan la obligación de repensar el sentido de las bibliotecas en un entorno digital que ha modificado las relaciones entre libros y lectores.
El siguiente capítulo, escrito por José María Álvarez y Javier López, está dedicado a entender cómo, a pesar de las mejores expectativas del sector durante el año 2014, existen lagunas estructurales en la internacionalización de nuestra producción audiovisual, aspecto que también se refleja en el capítulo consecutivo, que aborda un análisis del sector de la música, redactado por Héctor Fouce. El ámbito del diseño, que cuenta con escasas investigaciones en España y que ha sido en este caso objeto de un concienzudo estudio por parte de Javier González Solas, cierra el análisis de esta primera parte ayudando a explicar las vicisitudes en las que se mueve como ejemplo básico de influencia social y, al mismo tiempo, como motor de una industria con tanto arraigo en nuestro país y tan variados resultados económicos.
Perspectivas transversales de la cultura en España
La segunda parte está dedicada a proponer políticas culturales que dinamicen aquellos cambios sociales que puedan ayudar a realzar la cultura española tanto en nuestro país como en el resto del mundo. Empieza con una propuesta de planificación cultural que centra el problema y ayuda a implantar cierta claridad conceptual sobre el tema, a cargo de Inmaculada Ballesteros, directora del Observatorio de Cultura. En los siguientes capítulos del informe se recogen aspectos como las políticas culturales locales y autonómicas, examinadas por Pau Rauselll, o de las políticas culturales de la Unión Europea -con texto de Jordi Baltá-, que deben ser el marco principal sobre el que las Administraciones aborden la necesaria internacionalización de la cultura.
Junto a la idea de una necesaria cooperación cultural entre territorios, se realiza un estudio detallado de los viveros culturales en España, con propuestas reflexionadas de cambio, a cargo de Hipólito Vivar y Natalia Abuin, sin olvidar que la cultura hay que entenderla como un factor de cohesión social y como un espacio de participación ciudadana, donde hay interesantes propuestas de autogestión ciudadana, recogidos en otro capítulo del informe a cargo de Héctor Fouce y Gloria G. Durán.
Otro aspecto fundamental abordado en esta obra por María Velasco y Jesús Prieto es el turismo cultural, del cual en las relaciones complejas entre economía y cultura o patrimonio no se han sabido optimizar las nuevas potencialidades implícitas en las nuevas tecnologías que podrían hacer sostenible en el tiempo a este sector tan crucial para la economía como para la cultura. Y continuando en esta línea, Trinidad García Leiva presenta las tendencias en la crucial cooperación cultural con América Latina, planteando nuevos escenarios futuros basados en políticas de cooperación, diversidad y sostenibilidad.
Como colofón al informe, el último capítulo está dedicado a ofrecer el resultado de una extensa encuesta, coordinada por Patricia Corredor, sobre 54 cuestiones planteadas un centenar de agentes culturales españoles, de diversas funciones en los principales sectores, sobre el estado de la cultura en España y que permite la comparación con las dos realizadas previamente en informes anteriores. Los datos obtenidos -una calificación media de 4,6, que mejora levemente el 4,5 de 2014 pero a distancia del 5,1 de 2011- sirven para comprender mejor desde el punto de vista de los agentes directos de la cultura española la evolución de una realidad examinada a lo largo de toda la obra. Sobre todo, esta encuesta refleja, en sus peores calificaciones, la escasa percepción positiva de las políticas públicas en cuestión de cultura, aunque también pone de relieve, en sus puntuaciones más elevadas, que se está empezando a gestionar con éxito nuevas vías de cooperación, centradas principalmente en las redes digitales.
En definitiva, este tercer Informe del estado de la cultura en España supone un paso más hacia el intento de situar a la cultura española y a las industrias creativas -como herramienta de articulación y de gestión de la misma- en el puesto principal y destacado que debe tener en cualquier sociedad. Y desarrolla y profundiza en las políticas públicas que un próximo gobierno debería tener en cuenta si quiere revitalizar nuestro universo simbólico, tanto como elemento clave de la calidad democrática como sector puntero del crecimiento económico español.
Artículo extraído del nº 104 de la revista en papel Telos
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