Este informe sintetiza información para argumentar la necesidad de una política pública dirigida a introducir los recientes programas de televisión parvularia en el aula parvularia. La creciente presencia de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) permite su emisión y recepción anywhere, anytime: televisión abierta, DVD, cable, streaming, VOD, YouTube, Facebook, smartphone, tablet y otros; el aspecto distribución/emisión se ha simplificado.
Este informe abordará dos aspectos: la creación de nuevos contenidos televisivos -necesarios para la calidad de la educación- y la necesidad de una situación constructivista de recepción en el aula parvularia, ya que los contenidos tienen varias capas de significación para diferentes audiencias (niños, docentes, padres).
Cambios en los contenidos
De niño objeto a niño protagonista. La neurobiología cerebral del niño y las ciencias epigenéticas del desarrollo infantil descubrieron en el siglo XX una nueva concepción del niño diferente a las ideas formuladas anteriormente por el conductismo. El conductismo afirmaba el desconocimiento de las capacidades cerebrales y proponía una idea del niño como ‘tabula rasa’; la educación infantil proponía una estimulación externa que debería medirse por sus resultados conductuales. Con imagenología del cerebro infantil se pudieron evidenciar las capacidades internas y las competencias activas del niño con sus etapas de desarrollo en el tiempo. El desarrollo de esas competencias activas requiere de la acción sociocultural externa en tiempos oportunos. La formación infantil evoluciona entonces hacia la construcción de circuitos de retroalimentación entre las competencias internas del niño (que maduran en el tiempo) y la acción estimuladora externa[1].
Desde el punto de vista de la evolución de las competencias infantiles ante el audiovisual, contamos con un amplio trabajo realizado por Daniel R. Anderson[2] acerca de aspectos como la actividad perceptual, la atención, la comprensibilidad o el aprendizaje. Estos aspectos acentúan la necesidad de segmentación de contenidos y de formas para los destinatarios infantiles.
La concepción de un niño-audiencia competente ante la emisión televisiva fue permeando la realización de programas infantiles. El análisis semiótico de la representación infantil en la realización televisiva muestra cambios tanto acerca de la audiencia en el hogar como en el propio texto.
A mitad de la década de 1990 surgen programas como Las Pistas de Blue, donde aparece un niño-audiencia en el hogar, concebido como capaz de interactuar con la pantalla; la audiencia es invitada a imaginar, descubrir, adivinar, discriminar, relacionar, inferir. Se ha evolucionado desde una audiencia observadora del espectáculo en pantalla hacia una audiencia interactiva con los personajes y situaciones ficcionales. Este niño-audiencia interactivo es muy diferente a la concepción inicial del programa Barrio Sésamo, realizado con la idea de mantener al niño atento a la pantalla bajo la estimulación audiovisual externa.
La representación del niño dentro de los programas televisivos ha ido introduciendo personajes ficcionales competentes y activos; la evolución desde el formato modular de breves sketchs (Barrio Sésamo) hacia el formato de historia ha permitido que el niño se transforme en el protagonista de la acción narrada. A menudo los niños son los conductores de los programas, en diálogo más horizontal y cómplice con jóvenes y adultos.
Aspectos de la inteligencia socioemocional. Durante muchos años se pensó que una televisión infantil de calidad debería exhibir programas relacionados con los contenidos escolares de lenguaje y matemáticas; el programa Barrio Sésamo fue concebido inicialmente como preparación a la escuela, en particular para niños culturalmente desfavorecidos. Pero la neurobiología infantil ha revelado la importancia de la actividad gestual-corporal, la manipulación, el juego, las emociones positivas, la autoestima, las buenas relaciones sociales y otras capacidades, englobadas bajo el concepto de inteligencia socioemocional[3]. Un nuevo aporte que se espera hoy de la televisión hacia los niños y párvulos es conectarse con su energía socioemocional; entonces aparece autonomía respecto de los conocimientos escolares e interés en el desarrollo de otras capacidades de los niños, importantísimas para su desarrollo presente y futuro.
Según la neurociencia, las emociones positivas son marcadores de aprendizaje; se valoriza, entonces, la fruición lúdica del agrado y del placer que siente el niño frente a un programa de televisión; tal entretenimiento emocional, compartido con su familia y profesores, es la base de cualquier formación cognitiva que se le pretenda entregar adicionalmente. Por lo tanto, una televisión actual de calidad tiene que representar en pantalla estas nuevas capacidades de la audiencia. Estas nuevas formas de representación y estos nuevos contenidos cristalizan en nuevos criterios de calidad para la realización televisiva[4].
La recepción constructivista
Desde el punto de vista de la recepción de los programas de televisión, hay evidencias consistentes de que la televisión es comprendida por los niños según la adecuación del texto a la madurez evolutiva infantil y según la interactividad con el entorno cultural del aula y de la familia; la utilidad formativa de la televisión no descansa en un programa aislado del ambiente sociocultural (como pensaba el conductismo del siglo pasado). La interpretación formativa de estos programas requiere del proceso de interacción del niño con un ambiente significativo[5].
Los programas realizados actualmente son necesarios pero no son suficientes para asegurar una comprensión formativa por parte de los niños[6]. La interpretación del significado es compleja, pues existen la polisemia y varias capas de significación, desde los niveles más superficiales de la anécdota y de la secuencia narrativa hasta niveles más profundos e implícitos, como la representación de competencias socioemocionales. Se necesita, entonces, una nueva etapa en la relación formativa televisión infantil-audiencia: es la etapa de la recepción constructivista en el aula. La finalidad es la comprensión por el niño de sus propias competencias socioemocionales representadas audiovisualmente en el programa. Se tiene constancia de que la educación parvularia temprana vuelve más probable un mejor desempeño en los niveles escolares posteriores. Por ello, el desarrollo de la educación parvularia en cobertura y calidad se ha demostrado como la inversión socialmente más rentable desde el punto de vista del momento temporal más efectivo en el proceso educativo total de la población[7].
Exploraciones en jardines infantiles permiten recuperar la experiencia de las maestras que están usando espontáneamente programas parvularios en el aula. Esta información inicial permite proponer una hipótesis de un modelo de recepción en el aula. El modelo debe ser sistemático, programado habitualmente con una hora por semana y en relación con los contenidos parvularios. Debe ser flexible, para adaptarse a niños en condiciones diferentes. Debe ser constructivista, con una secuencia de actividades parvularias tras la exhibición del programa televisivo, como el intercambio de fruición expresiva infantil, la realización de dibujos para la aumentar expresividad personal, comentarios grupales y generales o incentivar el intercambio de los niños con sus padres en el hogar acerca del programa visionado.
La relación televisión-formación infantil ha evolucionado hacia la reivindicación de una televisión exhibida/recibida de forma constructivista como edu-entretención grata. La antropología evolutiva y la neurobiología cerebral son sensibles al desarrollo de la potencialidad socioemocional humana, complementaria al desarrollo cognitivo. La revalorización del entretenimiento lúdico permite producir textos edu-formativos, en las áreas afectivo-motivacionales. Las nuevas producciones necesitan su inserción sistemática en el aula parvularia con una recepción constructivista para que la audiencia infantil interprete el valor positivo socioemocional. Una política pública de introducir la nueva televisión parvularia constructivista en el aula parvularia tiene la oportunidad de incrementar la calidad actual de la educación parvularia y la calidad del aprendizaje posterior.
Notas
[1] Para comprender la magnitud del cambio teórico conviene recordar la polémica de Chomsky acerca de enseñar lenguas humanas a los monos, pues según la teoría conductista no se requieren capacidades lingüísticas internas en ellos y solo se requería entrenamiento externo (y millones de dólares).
[2] Véase: Anderson, D. R. y Hanson, K. G. (2013). What Researchers Have Learned about Toddlers and Television. iZero to Three, 33, 4-10.
[3] Véase: Lavados, J. (2012). El cerebro y la educación. Neurobiología del aprendizaje. Santiago de Chile: Taurus.
[4] Véase: Fuenzalida, V. (2015). Quality Criteria in children TV. Amazon.
[5] Véase: Heintz, K. E. y Wartella, E. (2012). Young Children’s Learning from Screen Media. Communication Research Trends, 31(3).
[6] Véase: Nathanson, A. I. et al. (2013). The relation between Television Exposure and Theory of Mind among Preschoolers. Journal of Communication, 63(6), 1088-1108.
[7] Véase: Dussaillant, F. y González, P. (2012). Rentabilidad de la inversión en primera infancia. Estudios Sociales, 120, 187-222.
Artículo extraído del nº 102 de la revista en papel Telos
Comentarios